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Pensando familias

versão impressa ISSN 1679-494X

Pensando fam. vol.25 no.1 Porto Alegre jun. 2021

 

ARTIGOS

 

El tunel del tempo: notas cerca del primer encuentro del clan de los terapeutas familiares, 50 años atrás, en homenaje a los 30 años fecundos de Domus, hermanados en el clan

 

The time tunnel: notes about the first meeting of the clan of family therapists, 50 years ago, in homage to the 30 fertile years of Domus, twinned in the clan

 

 

Carlos E. Sluzki1, I, II

I Escuela de Medicina, Universidad George Washington, Washington DC
II Universidad George Mason, Arlington VA

Endereço para correspondência

 

 

…que 30 años no es nada,
que febril la mirada…
(Fragmento de letra de tango)

 

Hace un par de años, durante una presentación que hice ante una audiencia numerosa en lo que era los Estados Unidos pre-COVID 19, pedí que alzaran la mano quienes habían leído – no solamente oído hablar, sino leído - alguna vez el artículo seminal de Bateson, Jackson, Haley y Weakland (1956) “Hacia una teoría de la esquizofrenia”2. Lamento no haber hecho esa pregunta como parte de una investigación mas formal, recogiendo por escrito respuesta, edad, género, formación y actividad actual de quienes respondían , lo que me habría permitido generar un gráfico elegante de correlación entre esas variables y la respuesta acerca de esa lectura (es decir, “una prueba científica”, en lugar de solo un relato anecdótico): Las manos que se alzaron - tal vez un 10% - correspondían predominantemente a académicos y/o a terapeutas veteranos, es decir, de mayor edad. Concordantemente, cuanto más jóvenes, y por lo tanto, supongo, mas habituados a utilizar textos actuales en lugar del trabajo mas farragoso de ir a las fuentes, mas improbable era que alzaran la mano. Escalando mi exploración, pedí que levantaran la mano quienes habían leído alguna vez “Teoría de la Comunicación Humana” (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967) uno de mis libros de cabecera3. El 10% se elevó tal vez al 15%, con la misma distribución demográfica. Podría haber repetido esa pregunta centrándola en “Familias y Terapia Familiar” (Minuchin, 1974) o en la primera perla del equipo de Milán, “Paradojas y Contraparadojas” (Selvini Palazzoli et al, 1974) y es probable que la proporción de manos alzadas no variaría mucho.

Tempus fugit!, fue mi primera reacción un tanto melancólica en ese momento (mi inconsciente me habla a veces en latín), seguido de un comentario correctivo:  So what else is new (…y otras veces en inglés), o, en nuestra lengua, “¡Por supuesto!”: Torrentes de aguas epistemológicas turbulentas han pasado bajo el puente desde el periodo inicial de nuestra disciplina, en el que, imbuidos por las ideas de ese gigante intelectual que fue Gregory Bateson,  aparecieron esas y tantas otras publicaciones cargadas de ideas seminales, cuya lectura invitaba a saltos cualitativos acerca de cómo pensar acerca de los comportamientos problemáticos y de la construcción de una practica clínica resonante con esa nueva epistemología. Y, de hecho, las epistemologías, los modelos, los lenguajes y las practicas de la terapia sistémica, revolucionarias en su incepción, son proposiciones en evolución constante, en ciclos en los que las simplificaciones a veces excesivas alternan con nuevas volutas de complejidad (de digestión a veces muy trabajosa), con la ayuda de ideas novedosas importadas frecuentemente de disciplinas vecinas. De una u otra manera, habiendo leído o no alguna de esas fuentes originales, estoy seguro de que vuestros modelos o vuestras practicas, lector/a, incluyen muchos vestigios de las ideas presentadas originariamente en esos escritos.

Estamos inmersos en un corpus conceptual en constante desarrollo, aun cuando a veces nos encariñemos con un modelo dado hasta el punto de olvidarnos que las lentes (los modelos) a través de las cuales ordenamos nuestra realidad son también parte de esa evolución4.

No nos es posible, si lo quisiéramos hacer, detenernos para poner un ramito de begonias en el catafalco del inventor neolítico de la rueda cada vez que salimos a pasear contando con la versión evolucionada de su invento, en nuestro automóvil o bicicleta –la rueda fue creada presuntamente por algún alfarero mesopotámico ingenioso alrededor de 3.500 años ACE (BCE) y, una vez creada, tuvo una difusión rápida por el mundo dada su increíble utilidad. Por lo contrario, (y salvando la magnitud de la creación) es aun posible identificar, a menos de un siglo de distancia, algunos de los alfareros ingeniosos que contribuyeron ideas cualitativamente novedosas y aun sorprendentes que poco a poco se incorporaron al repertorio de conceptos y practicas profesionales en evolución usadas por ti, lector/a, haciéndose parte tan intrínseca de tu idioma profesional que no necesitas preguntarte su significado ni su etimología… ni su historia.

Este articulo, mas allá de realizar una visita respetuosa a sarcófagos o tumbas en el cementerio de antecesores, tiene la intención de introduciros (y si sois mayores, a recordar) a algunos miembros de vuestra/nuestra progenie conceptual, con la intención no tan secreta de favorecer en todos una saludable visión evolutiva de nuestra disciplina. La moraleja que, os adelanto, deriva de esta historia es que especificar quien incorporó un concepto o término dado al diccionario sistémico nos provee una perspectiva de la evolución de nuestra disciplina, el pasaje de lo novedoso a lo obvio, de lo insólito a lo evidente, y, en ultima instancia, la ubicación de nuestro / vuestro papel como creadores, resonadores y seguidores en la evolución de nuestra disciplina.

Al grano. Los artículos, capítulos y libros acerca de la prehistoria inmediata y la historia temprana de nuestra disciplina son abundantes y, como corresponde a toda narrativa histórica, heterogéneos y organizados a gusto ideológico de sus autores y seguidores. No es mi intención contribuir a esa cacofonía. Con todo, como punto de partida, merece que mencione como contexto o caldo de cultivo que facilitó la generación de las ideas sistémicas: el optimismo creativo del periodo que siguió a la segunda guerra mundial, especialmente en los Estados Unidos, inundado por conceptos revolucionarios que derivaban en buena medida de la exploración de los modelos subyacentes a lo que había sido desarrollado como tecnología bélica (la teoría de la comunicación, teoría de la información, teoría del juego, cibernética, modelos sistémicos generales). A su vez, en la psiquiatría y el psicoanálisis, una revisión substancial de premisas acerca de la mente y la sociedad en un momento de predominancia de psiquiatras psicodinámicos en posiciones académicas y clínicas de poder, abiertos a la exploración de nuevas avenidas de investigación conceptual, nuevas manera de pensar los dilemas centrales de la salud mental y los procesos microsociales (como ejemplo de ese rico diálogo transdisciplinario ver, por ejemplo, Buckley, 1968; v. Foerster, 1949, 1950, 1951 y 1952; Plas 2016).  La eclosión de los revolucionarios modelos cibernéticos/ comunicacionales/ interaccionales/ sistémicos y del foco en la familia – iniciado en este último a partir de los años ’50 por  los discipulos de Bateson, a saber, Jackson, Haley y Weakland, y luego Watzlawick, Satir y tantos otros en el Mental Research Institute (MRI) en Palo Alto, California e, independientemente, por psicoanalistas iconoclastas tales como Nathan W. Ackerman en su Family Institute en New York5 - acabó atrayendo a una pequeña logia, un grupo heterogéneo de investigadores, académicos y clínicos con fervor de grupo de avanzada. Mesmerizados por la apertura generada por la cibernética y la teoría de la comunicación, distintos investigadores, académicos y clínicos redujeron sus respectivos provincialismos a favor de la exploración, los intercambios y la fertilización cruzada de ideas. En ese contexto se creo en 1962 el primer vehículo para el dialogo y la difusión de esa nueva perspectiva, la revista Family Process, fundada conjuntamente por el MRI y el Family Institute dirigidos por Don D. Jackson y Nathan W. Ackerman, respectivamente. Su primer Editor fue Jay Haley y su lanzamiento fue extremadamente exitoso: en poco tiempo la oferta de manuscritos valiosos y de interés profesional por su lectura hizo que la revista pasara de dos a cuatro números por año, y el número de suscriptores y lectores creció exponencialmente, así como la cantidad de revistas acerca del tema que siguieron a la expansión del interés profesional acerca de la optima sistémica.

Otro tanto puede decirse de los institutos que auspiciaron a la revista: tanto el MRI como el Family Institute mantuvieron su posición pionera durante la primera década, si bien el número de publicaciones y de centros de entrenamiento creció de manera exponencial. A la vez, durante esa primera década, el mundo de la terapia familiar sufrió una perdida significativa, la muerte prematura e inesperada, a los 49 años, de una de sus luminarias mas carismáticas y creativas, Don D. Jackson, fundador y primer director del MRI y cofundador de Family Process (Jackson 1957, 1957, 1968a y 1968b; ver también compilación por Ray 2006, 2010.) Al año siguiente, y como homenaje a esta luminaria temprana, Haley organizó una conferencia cerrada (sin publico), la Don D. Jackson Memorial Conference, con la participación de los Asesores (Advisory Editors) de la revista, plana mayor –con pocas excepciones--del campo aun naciente de la terapia familiar6.

Esa conferencia, sabiamente organizada con pocas presentaciones formales y mucho dialogo colectivo, tuvo lugar durante tres días en Asilomar, California hace ya 51 años. Muchos de los asistentes a esa conferencia crearon con los años escuelas conceptualmente solidas, que siguen claramente definidas en la actualidad; otros, escuelas de las de las que persisten algunos seguidores o al menos rastros de ellas, otros generaron ideas novedosas o líneas de investigación intrigantes, muchas de las cuales pasaron, por decir así, al dominio publico, es decir, que se incorporaron al lenguaje y a la visión sistémica, y, finalmente, otros crearon contextos fértiles de formación o de difusión.

Testimonio de esa conferencia, además de algunos artículos aquí y allá en las que se hace referencia a ella, es la fotografía adjunta, en la que aparecen buena parte de los asistentes. Esta nota tiene como centro dicha fotografía.

 

 

 

Permítaseme introducir temporariamente otro ángulo temático (para después construir puentes.) Deconstruyamos un tanto lo que tu, lector, consideres tu modelo-guía de trabajo sistémico, sea que lo llames ecosistémico, constructivista, narrativo, estratégico, estructural, humanístico, psicodinámico, ecléctico, o el nombre que te resulte mas apropiado.

Invitándote a un ejercicio de mindfulness, tu práctica actual, lector/a, y los razonamientos, modelos y paradigmas que la subyacen, están seguramente saturados (como nos pasa a todos nosotros) por

• tus preferencias temáticas (¿Ocurre que la mayoría de tus pacientes individuales o conjuntos acaban hablando de familia de origen, o de perdidas y duelos, o de intrusiones y pegoteos indiscriminados, o de violencia y abuso, o de sexo, o de los hijos, o de traiciones o de…? Etc.)

• tu estilo de contacto (¿Eres mas bien pasivo o activo?, ¿Los tocas ocasionalmente o no?, ¿Te emocionas con sus emociones?, ¿”Estas a cargo” de la sesión o lo están ellos? ¿Están todos sentados u ocasionalmente de pie, moviéndose? Etc.)

• tu elección o gravitación acerca de qué es lo que prestas mas atención, es decir, cuáles variables y observables te resultan mas pertinentes -a veces sin darte cuenta-- para la tarea (¿Prestas mas atención a lo verbal que a lo extra-verbales? ¿Viceversa? ¿Te llama mas la atención las secuencias interactivas o la estructura de la narrativa? ¿Comentas tus propias asociaciones libres o te las quedas como guías de trabajo, o como intrusión? Etc.)

• las herramientas conceptuales y de comportamiento que eliges o “te salen espontáneamente” en diferentes momentos de una sesión (¿“Diriges el trafico” de la conversación o dejas que fluya?, ¿Abres temas o dejas que ellos lo hagan, o dejen de hacerlo? ¿Trabajas parte de la sesión con sub-grupos de la familia o con el conjunto? ¿Organizas variaciones del tema de las esculturas familiares? Etc.)

Las respuestas a esas preguntas te dan una idea de quien/como eres tú durante tu trabajo terapéutico (¡y yo durante el mío!), una mezcla de lo nuevo y lo establecido, de tu estilo espontaneo entremezclado con el de tus mentores y los supuestos de tus modelos de referencia y el estilo de la pareja o familia que te consulta. De hecho, a menos que nos hayamos entrampado en solipsismos, como terapeutas sistémicos estamos ubicados en la ola de avanzada de un tsunami que se gestó en áreas lejanas (en el tiempo). Se trata de una práctica que acarrea consigo mas de 70 años de ideas revolucionarias y modelos mestizos (con aires de puros), inter-fecundados en su evolución, que siguen evolucionando, conducen a actuaciones terapéuticas a veces ortodoxas (con respecto a nuestro modelo favorito) y a veces heterodoxas y brillantes o intrigantes, basadas en sólidos supuestos conceptuales (de los que te sientes parte u, oh sorpresa, de viejos amores conceptuales de las que ni te recordabas) o llevadas a cabo intuitivamente.

Por ejemplo, frecuentemente actuamos suponiendo, o dando por sentado, o ocurriéndosenos en el momento en el curso de una entrevista terapéutica, una u otra de las siguientes premisas (presentadas aquí de manera totalmente incompleta e imperdonablemente desordenada):

la familia opera (es decir, puede ser vista por nosotros) como un sistema hemodinámico fluctuante. Como tal, patrones interpersonales rígidos o bien caóticos mantienen/ favorecen los comportamientos problemáticos de sus miembros; por lo tanto, la tarea terapéutica consiste en detectarlos y perturbarlos de alguna manera. ¿Quien introdujo ese foco fundacional –de base cibernética/sistémica-- en nuestro campo? Probablemente los trabajos tempranos de Don D. Jackson, (1957, 1956, 1968a, 1968b, Ray 2005, 2010) Jay Haley (#23 en la foto) (1963, 1966, 1973, 1980), John H. Weakland, (#18) (1960, 1977) y después Paul Watzlawick (#13) (1967, 1974, 1984) y el equipo del MRI, incluyendo a Jules Riskin (#7), Antonio Ferreira (#26) y , tímidamente, al autor de esas notas (#33) Una vez introducidas, esta proposición, como las que siguen, pasaron a ser parte del vocabulario y del conjunto de supuestos de base, desconectándose de los autores originales al transformase de lo insólito en lo familiar y aun en lo obvio… como ocurre en toda evolución.

Una vez centrado el foco en la familia, sus pautas de interacción regulares merecieron ser definidas como “reglas de la familia” por el observador. Y esas reglas, hechas explicitas o “visibles”, pueden ser el reducto de violencias y opresiones. Durante los períodos tempranos del desarrollo de las ideas sobre terapia familiar, el foco estaba centrado en la familia como unidad (para después incluir en su temática al terapeuta, a la relación terapéutica, a la construcción de la realidad, a las narrativas que sostiene la realidad, etc.)  En eso tiempos la transformación de observaciones en variables o aun invariantes (es decir, “fijarlas” con un nombre y una definición) eran pasos mas que útiles, necesarios para clínicos e investigadores. Don D. Jackson, desde sus primeros escritos –ver referencias citadas mas arriba—y un discípulo de Virginia Satir, Frederick Ford (#6) (1974, 1983) introdujeron esa especificación en la terapia familiar, que rápidamente se incorporó al lenguaje común.

Muchas de las reglas y normas de la familia se sostienen o apoyan en mitos y leyendas propias de la familia, y de la cultura y circunstancias. Descubrirlas y cuestionarlas o apoyarlas o cuestionar sus contradicciones internas o incompatibilidades, según sea oportuno, puede operar como pivote para cambios relacional. El tema de la función de los mitos privados familiares y su relevancia en la dinámica familiar fue traído a colación por Antonio Ferreira (#26) (1963, 1967), e incorporado al trasfondo del trabajo con familias.

A un nivel de abstracción mayor, cuando nos da en pensar acerca de nuestros modelos, nos resulta evidente la diferencia cualitativa entre enfoques interdisciplinarios (cada paradigma disciplinario aportando un fragmento del rompecabezas) y enfoques ecológicos, donde la suma es no solo mayor que la partes sino comenzar a adentrarse en la complejidad armónica de ese universo requiere despojarse de las óptimas territoriales inherente a cada disciplina. Claro que en la practica clínica fluctuamos entre esa megavisión y las urgencias cotidianas, triviales, urgentes o magnificas cuanto parezcan ser desde la gran lente. Quien aporto y fue primer vocero de esa tensión entre enfoques y de la urgente necesidad de mantener una visión ecosistémica - so riesgo de ser devorados por una u otra disciplina tradicional del mandala interdisciplinario - fue Edgar H. Auerswald, (#15) (1968, 1971, 1985; Bloch y Sluzki 1998), colaborador temprano de Minuchin, entrenado originariamente en el caldero de formación del Bronx State Hospital que dirigía Israel Zwerling (#32).

Cada cultura imprime premisas familiares básicas acerca de roles y reglas que son raras veces cuestionadas. Las primeras exploraciones sobre cultura-y-familia fueron propuestas por Salvador Minuchin (#17) (1964, 1967), y desarrolladas después por muchos autores como supuesto de base.

Una de las “tareas” centrales de la familia es de favorecer la diferenciación y la autonomía de todos los miembros, y en particular la de los hijos/hijas. Quienes introdujeron explícitamente este tipo de formulación, si bien con énfasis, modelos, y técnicas muy disimiles, fueron Murray Bowen (#28) (1972, 1992), Haley (#23) (1980) y Salvador Minuchin (#17) desde sus trabajos mas tempranos (1964, 1967, 1974.)

En complementariedad inestable con la anterior, las relaciones familiares son un entretejido de lealtades invisibles y de deudas reciprocas (reales o imaginarias). Esas formulaciones fueron originariamente propuestas por Ivan Boszormenyi-Nagy (#22) (1973, 2014) e incorporadas luego al tejido de los supuestos posibles que constituye y a veces guían nuestra practica

A la vez, los cortes, los secretos y los mandatos de la familia de origen pueden jugar un papel central en la perpetuación de los conflictos. Esa temática aparece explícitamente en ciertos casos, y aparecen como tema durante la conversación terapéutica. En esos casos (o en todos, si te gusta esa orientación), la tarea terapéutica se centra en la familia de origen en lugar de la familia actual, a veces convocándola, en otras dando “tareas” de exploración y denuncia de secretos y mistificaciones. Esta línea de trabajo hizo eclosión con Murray Bowen (#28) (1972, 1992) y fue incorporada activamente por James Framo (#4) y mucho otros, Bowenianos o no.

Lo que se genera / desarrolla en el teatro de la mente se actúa en el teatro de las relaciones… y viceversa! Ese vaivén entre lo intrapsíquico y lo interpersonal ha operado y aun opera como puente conceptual que ha permitido a muchos profesionales de formación originalmente psicoanalítica entrar de lleno al mundo de la terapia familiar. Tal fue el caso de uno de los pioneros mas influyentes, Nathan W. Ackerman (#9) (1966, 1970 - y buena parte de los terapeutas tempranos de la Costa Este (de los Estados Unidos), incluyendo a Boszormenyi-Nagy, Framo, Wynne, Lacqueur, muchos de los cuales crearon sus propios modelos híbridos (en el sentido descriptivo, no peyorativo), que luego se incorporaron al caldo primordial de la especialidad.

No es posible NO comunicarse… Las ambivalencias, las lealtades divididas, y los conflictos estables, aparecen como mensajes contradictorios y, cuando a distintos niveles lógicos y/o en distintos canales comunicacionales, rotulados como paradójicos. Por supuesto esta formulación preclara es de raigambre Watzawickiana, pero para entonces ya las estaba denunciado y actuando en sesiones de terapia Virginia Satir (#25) (1983,1988), una clínica extraordinaria (y mi primera maestra en terapia familiar en el MRI durante mis estadías en 1965, 1966 y 1967) que mezclaba sin demasiado orden ideas de Bateson y Jackson con terapia de Gestalt (era discípula de Fritz Pearls), psicodrama, y sugestión, Su propio estilo emocionalmente intenso y físicamente comprometido ha dejado una huella importante en la practica clínica.

El lugar en el que se ubica cada miembro de la familia (en la sesión, en la mesa, en la casa) nos ofrece un mapa de la dinámica y de los conflictos familiar de un isomorfismo (y tenacidad) sorprendente. La perturbación de ese entramado hace evidente ciertas áreas de conflicto y dispara cambios. ¿Quién de entre ustedes (de entre nosotros) no ha activado alguna vez en la clínica conceptos y practicas estructuralistas, desde los clásicos cambios de asiento en la sesión o recomendar cerrar puertas abiertas en los dormitorios hasta los bloqueos de la actuación de alianzas y el rescate de exclusiones en la interacción? Las guías propuestas por Salvador Minuchin (#17) (1964, 1967, 1974 y muchos otros) que estando presentes en diferentes formas en muchas de las practicas clínicas que ni siquiera lo reconocen (una vez mas, esto no es una queja, solo una descripción de los procesos evolutivos: el 3% de Neanderthal en nuestro genoma no requiere reconocimiento especial, --a lo sumo cada tanto un saludo tierno a través del tiempo.)

La vida es un constante devenir de logros y, complementariamente, de pérdidas. Si sabes buscar, detrás de muchos de los conflictos interpersonales yacen duelos incompletos. La vida es una maestra severa: nos fuerza a aprender a despedirse. Perdemos, o dejamos de lado, la tersura de nuestra juventud, algunos de nuestros sueños, la dependencia adorable de nuestros pequeños. Nuestros hijos crecen y siguen su derrotero, nuestros proyectos maduran y después los debemos dejar ir. Mucho de esto ocurre de manera gradual, nos acomodamos a ello, lo damos por sentado, aprendiendo de una u otra manera a lidiar con perdidas y a gozar con logros. Otras pérdidas ocurren abruptamente, nos descalabran, son aparentes en nuestra historia. Esa patina de duelos grandes y pequeños, viejos o recientes, compartidos o solitarios, corren el riesgo de enquistarse y bloquear nuestra evolución como individuos, como parejas y como familias. Quien trajo al tema de los duelos como pivote temático para el trabajo terapéutico con parejas y familias fue Norman Paul (#30) (1965, 1967), para después resonar y difundirse entre muchos autores7.

De entre los que estamos comprometidos con el trabajo en el sector público en salud mental, sea psicoeducación con familias de adictos o pacientes psiquiátricos crónicos, preparación psicoprofiláctica para el parto, desmanicomialización, familias con pacientes terminales, familias con victimas de torturas, familias migrantes, etc., quien no ha trabajado con multi-familias, esculturas familiares y otras terapias emotivas en acción? Entre los pioneros del trabajo multifamiliar se encuentra Peter Lacqueur (#27) (1964, 1969, 1970), psiquiatra de origen belga (que, según me contaron, fue un condecorado doble-espía durante la guerra antes de emigrar a los Estados Unidos.) En cuanto a terapias emotivas, expresivas, y de acción, incluyendo recreaciones psicodramáticas y esculturas familiares, Virginia Satir (#25) las hacia en abundancia ya en 1964 sino antes, mirada con ojos pasmados por los otros miembros del MRI, mas habituaos a las terapias habladas.

Como se notará, no todos los presentes en la foto han sido mencionados, y algunos solo de pasada. ¿Existe algún vestigio reconocible en el 2020 de su contribución al campo siempre en evolución de las terapias sistémicas en una u otra de sus formas, mas allá de algunas ideas y algunas formulaciones de aparezcan por acaso?

(Y dejemos de lado por un momento aquellos que no he reconocido --lo consulté con los otros dos habitantes de la foto que aun sobreviven, y ellos tampoco se acuerdan de quienes son. Sic transit gloria mundi, me fastidia otra vez el inconsciente.)

Las huellas que algunos de ellos dejaron ha sido en otros territorios disciplinarios, y solo indirecta en nuestro campo. Tal es el caso, por ejemplo, de eminente sociólogo Reuben Hill (#2), definido por muchos - por ejemplo, por Paulina Boss (quien acuño y desarrollo la noción tan útil de “perdidas ambiguas”) - como uno de sus mentores.

Otros de los presentes en ese tableau generaron líneas de investigación con vida propia. Tal es el caso de Theodore Lidz (#16) (1957, 1964, 1967, 1992) y su colaborador Stephen Fleck (#24), - quienes operaron con una lente de orientación psicoanalítica en sus investigaciones sobre familia y esquizofrenia -, y de Lyman C. Wynne (#21), Margaret T. Singer (#14) (1966) y colaboradores (1958; Wahlberg, Wynne et al 1997; In Sluzki 2007), con contribuciones extraordinarias acerca de la convergencia natura/nurtura (mas específicamente, la interacción entre proclividad genética y contexto familiar) en la expresión del comportamiento esquizofrénico8.

Finalmente, merece mencionarse a quienes dejaron huella como creadores de contextos donde otros pudieran crecer. Tal es el caso de Donald A. Bloch (#1) quien, como director del rebautizado Ackerman Institute for the Family a la muerte de su fundador, lo impulso como semillero de avanzada (fue una de las bases solidas del movimiento feminista en terapia familiar) y, como segundo editor de Family Process, abrió la revista a la eclosión de autores europeos y australianos (y algunos pocos Latino - y Luso-Americanos) y a la nuevas epistemologías cibernéticas de segundo orden. Desde esa doble palestra organizacional - Instituto y revista -, durante los ’70 Don organizó en Praga, y luego en Budapest y Cracovia los primeros congresos “Puente” de terapia familiar que abrieron un dialogo hasta entonces inconcebible entre terapeutas de América y Europa occidental y aquellos de países detrás de la para entonces semi-inexpugnable “cortina de hierro.” Mas adelante Don fundó y fue el primer editor de la revista Family, Systems and Health y fundador tambien de la Colaborative Family Healthcare Association, organización transdisciplinaria que atrajo y nuclea médicos de familia, terapeutas familiares y otros trabajadores para la salud con una visión sistémica avanzada, abriendo asi la visión sistémica a la practica medica de familia.

También ese es el caso de Israel Zwerling (#32), psiquiatra pionero en el desarrollo de servicios comunitarios, Jefe del Departamento de psiquiatría del Albert Einstein College of Medicine y director del Bronx State Hospital entre 1960 y 1973, donde se formaron, entre otros, Edgar Auerswald (#15), Chris Beels, Andrew Ferber (#3), Al Shefflen, e inclusive, en pasantías en sus épocas tempranas de formación, Maurizio Andolfi, Luigi Boscolo, Gianfranco Cecchin, y Mony Elkaim.

Finalmente, con cierta trepidación me incluyo en esta lista (#33) ya que, cuando director de entrenamiento y luego director del Mental Research Institute (1975-1983) y luego en los Departamentos de Psiquiatría que dirigí en Berkshire Medical Center (1984-1992) y en Santa Barbara Cottage Hospital (1993-2002), hice de esas instituciones un lugar de pasantías bienvenido para muchos terapeutas de todo el mundo, a la vez que conduje desde ellas programas intensivos anuales de terapia de familia para profesionales de América Latina y España a los que asistieron un total que excede los mil participantes, entre los cuales muchos lideres actuales de organizaciones sistémicas en sus respectivos países.

¿Nos importa saber de todo esto? ¿Nos sirve de algo este tipo de pesquisa retroactiva de validación dudosa? Lejos de mi es suponer que tu, lector/a, retendrás los nombres de esos personajes, ni que les rindan pleitesía. Mi esperanza es que esta lectura afiance la noción de que el corpus conceptual alojada en la base paradigmática de nuestras practicas y enseñanzas cotidianas constituye una secuencia dinámica en evolución constante a la que contribuimos y de la que somos parte. Nuestro apego ocasional con uno u otro de esos modelos, el operar desde esa cosmovisión como si se tratase de una cosmogonía cerrada en si misma, tiene el encanto del enamoramiento, pero el riesgo de olvidarnos que se trata de un lente y creer que llegamos a destino, en lugar de que estamos en camino.

Claro que, desde entonces, nuestras bases conceptuales disciplinarias continúan evolucionando y entrelazándose con disciplinas afines para formar nuevos ecosistemas - constructivismo, narrativas, neurogenética, etc. A su vez, las prácticas de la terapia sistémica en sus múltiples facetas se han expandido exponencialmente en todo el mundo.

Solo que, inevitablemente, las fronteras de la disciplina, en su evolución, y la del clan, en su expansión, puede que resulten menos nítidas que otrora… cosa que pueda que hagan suspirar melancólicamente a algunos Neanderthal (la mayoría de los cuales desde su sepulcro), si aun no han entendido que sus aportes a la herencia genómica de nuestra disciplina - cualquiera que haya sido -siguen presentes y seguirán en nuestra práctica y en nuestro paradigma, a veces como rasgo firme, otras como derivado, y otras como vago vestigio en el campo del conocimiento , siempre en evolución.

 

Referências9

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Endereço para correspondência
Carlos E. Sluzki
E-mail: csluzki@gmu.edu

Enviado em: 12/04/2020
Aceito em: 07/05/2020

 

 

1 Profesor (Clínico) de Psiquiatría, Escuela de Medicina, Universidad George Washington, Washington DC; y Profesor Emérito de Salud Global y Comunitaria y de Análisis y Resolución de Conflictos, Universidad George Mason, Arlington VA. (www.Sluzki.com).
2 Articulo clave en mi historia profesional, ya que su lectura (encontrada hojeando casualmente en casa de un amigo la revista en la que había sido publicada) me abrió las puertas a una epistemología totalmente novedosa acerca del comportamiento humano en contexto, que me llevó a conectarme con el equipo de Bateson y con el MRI y, en última instancia, me reorganizo la mente y la vida a través de una afiliación conceptual y un compromiso intelectual con mundo sistémico, además de una migración.
3 Otro hito conceptual y personal en mi vida –ya que no solo leí y releí las galeras y luego uno de los ejempla es de ese libro esencial y pionero, que definió y afianzó conceptuales esenciales en mi visión del mundo, sino que a la larga establecí una cálida relación amistosa con los autores.
4 En una presentación plenaria en un congreso en Heidelberg en 1985 en que festejábamos con Helm Stierlin los 10 años de la creación de su catedra de terapia familiar en la Universidad, Karl Tomm confesó que el curso de su vida profesional se caracterizaba por enamorarse de un modelo dado y querer mantener un dialogo permanente con los autores del modelo (como buen enamorado), para descubrir al tiempo un nuevo amor,  lanzándose a los brazos de ese nuevo modelo, y así avanzaba en su evolución conceptual. No se sentía traidor, ni tampoco se lo acusaba de ello: ese era su modo de aprender. Muchos de nosotros nos reconocimos en su descripción. Escuche otra version de esta idea de labios de uno de los amores de Tomm (y mío también) Gianfranco Cecchin: “No hay que enamorarse de los modelos!” Me atrae más la formulación menos instructiva de Tomm: enamorarnos de un modelo dado nos permite adentrarnos en su coherencia interna e incorporar acabadamente su lente, pero seguir enamorados por largo tiempo arriesga transformarlo a-críticamente en un credo.
5 El MRI cerró sus puertas en 2019. El Family Institute, re-bautizado Ackerman Institute for the Family a la muerte de su fundador en 1971, se mantiene como uno de los centros de formación mas sólidos de los Estados Unidos.
6 La evolución de la demografía social e institucional de este ultimo medio siglo resalta con claridad cuando se compara la distribución por género, ascendencia y profesión esta foto –con solo dos mujeres, todos de ascendencia europea, y una mayoría de médicos psiquiatras—con la de los Asesores actuales de Family Process y la membresía actual en la especialidad, con mayoría de mujeres, múltiples razas y culturas y una minoría de psiquiatras.
7 Recuerdo, como experiencia personal y profesional de extremo impacto, las discusiones en el curso de la primera reunión (sin publico) de colegas/amigos de tres días en Balymaloe, Cork, Irlanda en 1988, centrada en el tema ” Pérdidas y Duelos” en la que participe junto con Sara Cobb, Monica McGoldrick, Froma Walsh, Betty Paul, Imelda McCarthy, Nollaig O'Reilly Byrne, John Rolland, Rich Simon, Don Bloch, Evan Imber-Black, Gianfranco Cecchin y muchos otros (un total de 30), en la que Norman Paul tuvo un papel destacado, y de la que surgió tanto un libro compilado por McGoldrick y Walsh “Living Beyond Loss,: Death in the family”. 1991, New York, Norton, como una serie anual de conferencias sobre el tema.
8 “Familia y esquizofrenia” fue un tema específicamente importante durante las primeras décadas del desarrollo de la terapia familiar por razones tanto intelectuales como fortuitas, a saber, el misterio ambiguo de la esquizofrenia –¿base biológica, proclividad genética, generada por el medio social, y en cada caso, si sí, cómo? -, y la abundancia de fondos en el Instituto Nacional para la Salud (NIH) y otras fuentes para la investigación en procesos psicosociales - fondos desplazados luego totalmente hacia la neurociencia en lo que acabó llamándose “la década del cerebro.” Un primer pantallazo acerca de ese énfasis temprano puede encontrarse tanto en el articulo clave del equipo de Bateson (1956) y subsiguientes como en Jackson (1960), Rosenthal y Kety (1968) y en la plétora de artículos de los ‘50 y ’60 por Wynne, Singer, y su grupo, Lidz, Fleck y su grupo, Murray Bowen durante su periodo en el NIMH, y otros pioneros del mundo de la terapia familiar.
9 Esta bibliografía se limita, con pocas excepciones, a la producción temprana de quienes aparecen en la fotografía. Esta restricción no significa reducir el valor extraordinario de los aportes de tantos otros autores claves del mundo de la terapia sistémica: fue elegida solo como dique de contención de lo que de otra manera hubiera sido una inundación bibliográfica. Debo hacer notar que, si bien las referencias bibliográficas incluyen a todos los autores de artículos de autor múltiple, en el texto hago referencia solo al primer autor por razones de economía de espacio.

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