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Diversitas

Print version ISSN 1794-9998

Diversitas vol.4 no.2 Bogotá Dec. 2008

 

 

Perspectivas teóricas en la formación del estudiante de psicología, desde el área de Psicología Social Comunitaria en la Universidad de Manizales (Colombia)

 

Theoretical perspectives in psychology students education, from the Social and Community Psychology area at Universidad de Manizales (Colombia)

 

 

Álvaro Díaz GómezI, II, *

IUniversidad Tecnológica de Pereira
IIUniversidad de Manizales, Colombia

 

 


RESUMEN

Este artículo muestra algunas líneas teóricas desde las cuales se ha formado o se está formando a los estudiantes que cursan su pregrado en Psicología y que deben ver como parte de la propuesta curricular, el área de Psicología Social Comunitaria. Tales líneas, desarrolladas en los últimos diez años, se entrecruzan; por lo tanto, el texto permite reconocer cómo los discursos, autores y tendencias varían y se complementan, según las perspectivas teóricas asumidas desde las denominaciones de Psicología Social latinoamericana, Psicología Social Comunitaria, Psicología de la Liberación o Psicología Política, por las que se discurre en los procesos formativos. Se muestra el nivel discursivo teórico en el que se realizan los procesos de formación, sin detallar los procesos pedagógicos o didácticos que le subyacen, no porque sean de poca importancia, sino, porque ameritan otro espacio de reflexión.

Palabras clave: Psicología Social, Psicología Comunitaria, Psicología de la Liberación, Psicología Política, Formación.


ABSTRACT

This article shows some theorical lines upon which undergraduate Psychology students have been or are being trained, and that must have Social and Community Psychology as a part of the curriculum. Those lines, developed within the last ten years, interwine. Therefore, the text permits the recognition of how discourses, authors and trends vary and are complemented according to the theorical perspectives assumed by the denominations of Latinoamerican Social Psychology, Social and Community Psychology, Psychology of Liberation or Political Psychology, reviewed in the educational processes. The level of theoretical discursive level in which educational processes take place are shown, without detailing pedagogic or didactic processes, not because they are irrelevant, but because they need a different reflection space.

Keywords: Social Psychology, Community Psychology, Psychology of Liberation, Political Psychology, Formation.


 

 

¿Desde dónde hablar?

La escritura del tiempo presente se hace desde la procesualidad, a partir de la contingencia propia de la vida cotidiana, desde los intersticios que se dan en la tensión de la tradición y lo nuevo, con los lenguajes y lógicas características de una época, pero también con aquellos estilos de comunicación que vamos instaurando en contra de lo prevaleciente.

Quiero hacer esta presentación en forma autobiográfica, desplegando una forma narrativa, priorizando el yo en cuanto expresión de un nosotros, pero asumiendo la responsabilidad de encarnar las palabras y los sentidos que ellas puedan tener. De igual forma, deseo mostrar un camino andado en relación con otros, pero donde la soledad existencial no se diluye, sino que se expresa en cuanto potencia vital, tesonera, que ayuda en la dinamización de procesos sociales y en la generación instituyente de nuevas prácticas y discursos constitutivos de la realidad, de nuestra realidad, de aquélla que asumimos es la real.

Lo social no es dato, es proceso, devenir, construcción histórica, colectiva, cotidiana; por eso, a veces perdemos las retrospectivas y las perspectivas actuales que se despliegan como explicativas de lo social histórico. Lo social es un entramado en el que emergen hitos que desde la memoria ayudan a ubicar qué hemos sido, qué ha ocurrido, qué hemos hecho en la configuración, o para la configuración de la realidad social-histórica. En nuestro caso, desde los procesos de formación en el área de la Psicología Social Comunitaria, en su nivel de pregrado.

Por ser un asunto meramente explicativo y de delimitación de este texto, haré una reducción de la mirada a la última década de vida académica en la Universidad de Manizales, de manera particular en la Facultad de Psicología y de forma específica en el área y colectivo de Psicología Social-Comunitaria, con la tonalidad de mi experiencia particular. Se mostrará el nivel discursivo teórico en el que se realizan los procesos de formación en Psicología Social Comunitaria, sin detallar los procesos pedagógicos o didácticos que le subyacen, no porque sean de poca importancia, sino porque ameritan otro espacio de reflexión

Esta delimitación no pretende negar los procesos académicos colectivos, sino reconocer que no hay universales en la universidad; que las facultades –en este caso de Psicología– no tienen una lógica hegemónica, aunque haya tendencias explicativas o de pensamiento académico; que los colectivos de docentes no actúan de manera unívoca y que, por lo tanto, siempre desde lo personal, desde la subjetividad, emergen experiencias que son reales, aunque no sean institucionales o institucionalizadas.

 

Las huellas teóricas

Si se quiere ser actor de los tiempos presentes, hay, entre otras, tres opciones desde los ámbitos universitarios: la escritura académica; la presencia en seminarios, congresos y eventos de comunidades académicas, así como el acompañamiento en procesos de práctica e intervención profesional. Estas opciones expresan los desdoblamientos teóricos y de época, los cuales procesual y vivencialmente protagonizamos y que se enmarcan en lo que se ha definido como las tres funciones sustantivas de la universidad: investigación, extensión y docencia. Así, desde mi realidad docente en la Universidad de Manizales se encuentran las siguientes cinco huellas en los procesos de formación de los estudiantes de pregrado, desde el área de Psicología social comunitaria.

 

Huellas desde la Psicología Social latinoamericana

Se intenta, sin desconocer otros referentes, configurar la tradición de la Psicología social que se ha protagonizado desde América Latina y con ello en Colombia, ubicándola en los tiempos y en los espacios presentes que nos corresponde vivir. Así, Díaz (2005a) explicita tres rasgos de lo que puede ser una Psicología Social latinoamericana contemporánea:

• El devenir. En cuanto se asume como una forma diferente de pensar y de hacer Psicología Social, en la que ésta se encuentra en construcción, con certezas, vacíos, brumosidades, intersticios de coincidencia y divergencia, por lo que no cierra su cuerpo categorial, sino que se abre como diáspora conceptual.

• La diversidad de matices. Tal apertura no reconoce una sola Psicología Social, sino que ubica pluralidades, opciones investigativas y de intervención, cada una con sus lenguajes, representantes y particularidades, así encontramos: la Psicología social construccionista (Figueroa, Milagros & Román, 1994); la Psicología social crítica (Molina & Estrada, 2006; Christlieb, 1991 y 1994) y la Psicología compleja (Estupiñán, et al., 2003).

• La criticidad. La Psicología Social contemporánea es y debe ser crítica con respecto a toda concepción fundamentalista del conocimiento, a toda noción apolítica de la ciencia, a cualquier ahistoricismo científico, a cualquier conocimiento estanco y fosilizado que exista, a las nociones de verdad universal, de conocimiento objetivo, de conocimiento representacional,a las dicotomías en la concepción del mundo, la naturalización de lo psicológico, a cualquier escencialismo de lo humano, de la Psicología como técnica (Díaz, 2005a).

 

Huellas desde la Psicología Social Comunitaria latinoamericana

Estamos ubicados en una perspectiva plural de esta área de la Psicología, en la cual retomamos planteamientos de sus pioneros y reconocemos las transiciones o transformaciones de sus pensamientos y el posicionamiento que actualmente comparten. Así, entonces, se abordan los siguientes ejes en la comprensión de la Psicología Comunitaria (Díaz, 2007a):

• Lo epistemológico. Desde éste se ha discutido históricamente acerca de qué es el conocimiento, qué es el conocimiento científico, cuál es su historicidad, qué entender por verdad, cómo se construyen sus diversas versiones, qué mecanismos de poder le son inherentes (Serrano, 1992; Díaz, 2003).

• Lo conceptual. Cuyo énfasis es el conocimiento del contexto latinoamericano para construir teorías que den cuenta de las particularidades psíquicas de los hombres y mujeres de esta parte del mundo (Montero, 2005; Baró, 1988).

• Lo práxico. Permite reconocer nuevos horizontes de acción, cambios en los escenarios de actuación del psicólogo, ampliación del área clínica a otras opciones como la Psicología Social y por esta vía a la Psicología Comunitaria, pasando del consultorio al territorio, al ámbito barrial, que en su sentido ideológico-político-utópico se asumió como “la comunidad” (Díaz, 2004; Carvajal, 1984).

 

Huellas desde la Psicología Social de la liberación

Esta huella muestra la presencia sutil, pero cierta, de los planteamientos teóricos y la experiencia práctica de Ignacio Martín Baró y quienes desde Latinoamérica hemos ayudado (Díaz, 2007b; 2007c; 2007e; Dobles, 2000; Barrero, 2006; Montero, 2000; Vásquez, 2000) en la constitución de una tendencia de pensamiento denominada Psicología de la Liberación o Psicología Social de la liberación.

En principio hemos propuesto una hipótesis de trabajo académico: asumir la Psicología de la Liberación como campo de investigación y de intervención de la Psicología Política (Díaz, 2007b) lo que implica reconocer que aquélla es la forma específica, particular, que asume ésta en su concreción en Latinoamérica. Sus rasgos particulares pueden ser los siguientes:

• Se asume como Psicología. Es claro que “No se trata de una subdisciplina con un objeto, un método, un lenguaje, un marco conceptual, propios y distintos” (Montero, 2000), aunque aspira a tener su particularidad a partir de cinco condiciones:

- Con respecto a las maneras de producción de conocimiento, lo cual se hace en contexto, historizado, interpretando las necesidades de los sectores subalternos de la sociedad desde y con la voz de los propios sujetos.

- Es crítica del cuerpo categorial hegemónico de la Psicología tradicional retomando la nuez de sus planteamientos y dejando de lado o relativizando aquellos argumentos que no aportan en los procesos de humanización.

- Mientras la perspectiva que asume con respecto a los sujetos con quienes interactúa es de horizontalidad, no los ve como víctima de todos sus males, sino como sujetos que en su proceso de constitución han sido sujetados, pero que pueden des-sujetarse para asumir autonomía, criticidad, participación, y vincularse en procesos de construcción intencional de la sociedad.

- Como consecuencia de todo lo anterior, los escenarios sociales desde los cuales produce conocimiento y a partir de los cuales acompaña con su saber psicológico son aquéllos en los que la mayoría de psicólogos no lo hacen por considerar que no son grupos con los que se tenga que intervenir, no reconocen lo psicológico sobre lo que se puede actuar, no presentan las condiciones tradicionales para el ejercicio de la Psicología –uso unidireccional del poder, asumir la existencia de un único saber, el académico, el cambio de los roles, pues no se está frente a un cliente sobre quien se tiene control de todos los procesos que se dan en la interacción psicólogo-usuario, sino que interactúa con un sujeto, quien le interpela desde sus potencias. Estos escenarios son o pueden ser grupos políticos, asociaciones de presos políticos, asociaciones de familiares de personas desaparecidas, secuestradas, asociaciones de víctimas de violencia política, asociaciones y grupos de desplazados, refugiados, exiliados, grupos de mujeres, grupos defensores de los Derechos Humanos, grupos minoritarios discriminados por su opción sexual (lésbicos, gay, transexuales), su condición étnica (negros, indígenas), su opción religiosa, su alternativa política, siempre alternativa a las formas políticas dominantes.

- Por esta última condición, desde la Psicología de la Liberación son claras las opciones éticas y políticas que se asumen. Lo profesional disciplinar no se separa de la participación política del psicólogo, pero tampoco reemplaza los saberes específicos en los que se ha formado. Se considera que éstos forman parte del entramado ideológico-político de la sociedad, por lo que se puede revertir su discurso y acumulado teórico hacia quienes carecen del control y del poder de los sistemas políticos estructurales de la sociedad desde una perspectiva ética de humanización.

• La Psicología de la Liberación es una Psicología de las márgenes en el contexto disciplinar de ésta. No tiene aún reconocimiento amplio por parte de las comunidades académicas de psicólogos, se le mira con recelo, sus discursos se asumen como orientaciones políticas y no como alternativa psicológica. Su concreción es vista como acción militante y no como perspectiva ético-política- disciplinar-psicológica. Ahora bien, en últimas, a los psicólogos que constituyen la Psicología de la Liberación esto no les interesa, porque saben que todo ello forma parte del entramado existente en la tensión entre distintos paradigmas y comprensiones de la Psicología.

• La Psicología de la liberación se puede asumir como campo de la Psicología Política. Por lo tanto, está en posibilidad y es un deber suyo, asumir la construcción de nuevas categorías, discursos emergentes, estrategias novedosas de acompañamiento, lenguajes que resignifiquen, afectos que humanamente se entrecrucen, redes que muestren las múltiples experiencias que en nuestros contextos multiétnicos y pluriculturales se presentan por fuera de la academia, sin que ésta las reflexione, sistematice y visibilice. Pero que son, están y se expresan como voz y eco colectivo, mayoritario, emergente. Una Psicología de la Liberación, concretada en psicólogos de la liberación, debe permear desde la discursividad y la práctica los siguientes ámbitos:

- El académico. Desde donde se propicien condiciones, para que se genere una reforma del pensamiento que ayude a hacer migraciones entre los paradigmas vigentes en las Ciencias Sociales y humanas, reconociendo aquéllos que se caracterizan por la repetición acrítica de teorías, la búsqueda de coincidencia de descripciones de otros momentos y otras condiciones con los hombres y mujeres concretos que habitan la realidad actual, la carencia de investigación que permita obtener conocimientos pertinentes y contextuados, la implementación de metodologías e instrumentos, tanto para la investigación como en el plano profesional que no corresponden con los sujetos y las subjetividades de los latinoamericanos, pero que forzamos a que así sea. La repetición discursiva por vía de los currículos, de teorías ahistóricas, superadas y restrictivas. Igual se debe trabajar en función de posicionar en la agenda académica otras visiones sobre la Psicología, otros autores, otras categorías, otras maneras de hacer y pensar la Psicología, que pasa por otras maneras de formar a las nuevas generaciones de psicólogos, con otro tipo de relaciones y de didácticas.

- El comunitario y de proyección social. Lo anterior conduce necesariamente a que el trabajo de la Psicología se descentre como opción mayoritaria del ejercicio de la Psicología clínica –con el modelo médico asistencial que le subyace– por otros espacios y sujetos con los cuales intervenir. Así, se abre opción, por ejemplo, para la Psicología Comunitaria, la Psicología Política, la Psicología social de la liberación, la Psicología Ambiental, la Psicología Jurídica, la Psicología Deportiva, con diversas perspectivas teóricas.

- Pero, además, que las otras áreas de la Psicología de mayor visibilidad hagan un giro en su mirada para asumir otros escenarios en los que es posible realizar el rol del psicólogo: la educación no formal e informal, la Psicología del trabajo con sindicatos, microempresas, ONGONGONG. Esto relativiza y cambia las maneras de incursionar en la realidad, a la vez, que obliga a cuestionar y a responder asuntos tales como: en la comunidad nos relacionamos con ¿usuarios?, ¿clientes?, ¿pacientes?, ¿enfermos?, ¿ciudadanos?, ¿anormales?, ¿diferentes?, ¿otredades? Allí hacemos ¿intervención?, ¿acompañamiento?, ¿asistencialismo?, ¿paternalismo?, ¿autogestión?, ¿participación? En los nuevos escenarios el lenguaje predominante debe ser ¿el técnico?, ¿el comunitario?, ¿un diálogo de saberes? El conocimiento científico ¿se construye por parte de la comunidad académica?, ¿de la comunidad barrial?, ¿entre ambos?, ¿qué diferencia las lógicas de cada cual?

- El organizacional/gremial de las asociaciones de Psicología. Para que las organizaciones no sólo se preocupen por la reivindicación gremiales, sino que también reconozcan su vínculo con la sociedad, y piensen que en tanto actores sociales, colectivos, deben proponer nuevas maneras de organización de los psicólogos, nuevas tareas, otros vínculos con grupos sociales por vía de sus asociados, mayor incidencia sobre los programas de formación pre y posgradual y constante actualización de las normativas orientadoras del quehacer del psicólogo para ayudar a abrir otras opciones. Superación del caudillismo y el personalismo en la representación de las organizaciones gremiales, desarrollo de proyectos colectivos y no individuales, potencialización de la colectividad y no únicamente de la persona. Es ayudar en la liberación de la Psicología en su plano disciplinar, profesional y gremial. Al fin y al cabo, la realidad no se presenta a manera de estancos independientes, sino integrada, sistémica, total y compleja.

 

Huellas desde la Psicología Política latinoamericana

Aquí se ha trabajado en el proceso de ubicación histórica sobre lo que ha sido, es y puede ser la Psicología política desde su perspectiva latinoamericana (Díaz, 2007d). Proponemos cinco horizontes posibles de actuación de los psicólogos que se ubican desde esta área del conocimiento:

• Fortalecimiento de la comunidad académica que la constituye y construye;

• Generación de mecanismos de difusión de los conocimientos construidos;

• Acercamiento de los diferentes horizontes conceptuales sobre lo que es la Psicología Política;

• Realización de investigaciones que permitan enriquecer el acervo teórico-metodológico existente hasta el momento;

• Hacer rupturas con los paradigmas tradicionales para instaurar nuevas formas de racionalidad y con ello de comprensión y concreción del mundo.

Lo anterior se despliega en un sentido teórico, a decir de Díaz (2007d) mediante seis “ejes y temas constitutivos desde los cuales se está concretando la reflexión-acción de la Psicología política”; éstos son:

• Epistemología de la Psicología Política (Montero, 2000; Dobles, 2000).

• Psicología y democracia, desde la cual se aborda la participación social, la construcción de ciudadanía, la identidad nacional, los efectos psicosociales de las crisis y los cambios institucionales (Juárez & Arciga, 2000; Paulín, 2004; Nateras, 2000).

• Psicología y Derechos Humanos, con problemáticas como los derechos de los niños y las niñas, la perspectiva de género y el trabajo con mujeres, salud mental y Derechos Humanos, procesos terapéuticos o de restitución psicológica de las víctimas, efectos psicosociales del desplazamiento y la violencia política (Vázquez, 2000; De Freitas, 2002; Bello, 2002; Pérez, 2004; Bello, 2006).

• Psicología social de la guerra, en la que temas como la memoria colectiva, el perdón, el olvido y la reparación son fundamentales en una situación de conflicto armado como el que se vive en Colombia (Moreno, De la Corte, Sabucedo, 2004; Martín-Baró, Samayoa, Rozitcher, Lira, Dobles, Bustos, Punamaki, Páez, Weinstein, Ricón, Becker, Goldberg & Aron, 1990; Romero, 2003; Castro & Díaz, 1997; Barrero, 2006).

• Subjetividad, globalización y neoliberalismo (Jiménez, 2000; Castro, 2003) y enseñanza-aprendizaje de esta área.

 

Huellas desde el abordaje de la subjetividad política

Desde la tradición/actualidad construida en Latinoamérica, el intersticio que se asume y se ayuda a abrir es el de la comprensión de la subjetividad política (Díaz, 2005b), desde la perspectiva de la teoría de la complejidad, desde la mirada neo marxista de Castoriadis (2000, 2004) y la histórico cultural (Díaz & González, 2005; González Rey, 2007).

Del primero se retoman los conceptos de imaginación, imaginario radical e imaginario instituyente que, en tanto referentes generales y básicos de su obra, permiten el abordaje de categorías específicas y centrales como “significación imaginaria de la sociedad” (Castoriadis, 2000, p. 16), la cual es entendida como los procesos simbólicos mediante los cuales, dada la necesidad que tiene toda sociedad de una noción de unidad, ésta asume alguna forma de cohesión que permite, aún en los momentos de crisis, que haya unidad y se trabaje por los mismos objetivos comunes. Esta unidad la dan las múltiples, variadas e intrincadas redes de significaciones.

Pero esta noción de unidad no es estructura pétrea que determine el actuar social, sino que es contexto desde el que se constituyen opciones a partir del proceso de la reflexividad, entendida como “la posibilidad de que la propia actividad se vuelva objeto explícito, y esto independientemente de toda funcionalidad. Explicitación de si como un objeto no objetivo en la manera en que lo son los otros objetos, simplemente por posición y no por naturaleza” (Castoriadis 2004, p. 102). Esto implica acción creadora, no automatismos y, por ende, posibilidad, siempre posibilidad de oposición a lo instituido, en este caso: el conflicto interno armado.

La opción, lo emergente, se expresa mediante lo que Castoriadis denomina como “capacidad de actividad deliberada” y es asumida como “la dimensión reflexiva de lo que somos en tanto seres imaginantes” (2004, p. 109). Por lo tanto, no sólo somos repetición ni datos de encuestas oficiales, sino también somos sujetos de acción creadora.

De González Rey, se retoman los conceptos de procesualidad, sentido subjetivo y configuración subjetiva. “La idea de procesualidad es clave en tanto se opone a la idea prevaleciente de estructura, de organización cerrada y con ello a la dicotomía entre lo social y lo individual” (Díaz & González, 2005, p. 375). Aquí se encuentran claves de comprensión sobre la historia, la constitución de lo social y lo colectivo como acción compartida y cambiante, no supeditada a un sanedrín en el poder del gobierno, ni a un líder omnipotente o elevado a la condición de mesías. Mucho menos a masas amorfas de ciudadanos homogenizados en sus concepciones de la vida y de la política.

El sentido subjetivo es la unidad constitutiva de la subjetividad. Éste se caracteriza –según González Rey (2007)–, porque en él se específica una cierta autonomía de lo emocional; no aparece como resultado de la mediación semiótica, sino que la acompaña; es una unidad compleja, en la que circulan tipos diferentes de emociones que se asocian de múltiples formas con diversos procesos simbólicos; “el sentido subjetivo es una síntesis de otro orden de la multiplicidad de aspectos que caracterizan la vida social, y que caracterizaron la historia de cada sujeto y espacio social concreto” González Rey (2007, p. 15).Tal sentido subjetivo es la unidad básica que emerge en la acción de reflexibidad y que le permite al sujeto ser él, en cuanto otro distinto a sus pares. Aquí se incuba la potencia autopoiética del sujeto político.

La configuración subjetiva, por su parte, es asumida como “una organización de sentidos subjetivos que definen los procesos simbólicos y las emociones que se integran de forma inseparable en relación con las experiencias del sujeto dentro de los espacios simbólicos de la cultura” (Díaz & González, 2005, p. 375, González Rey, 2007). De tal manera, la subjetividad no sólo es una acción intrapsíquica, sino que también siéndolo, se relaciona –porque emerge de ella– con la cultura y, por ende, con lo social (Díaz, 2007f). Aquí la acción colectiva y la posibilidad de asociación alterna con lo hegemónico; las disidencias tienen posibilidad de realización.

 

Cierre

Como se puede apreciar en los argumentos derivados de la presente experiencia formativa, los discursos desde los cuales nos hacemos psicólogos, no son unívocos, no se presentan de forma lineal, no son de una sola escuela psicológica, sino que se entrecruzan en una mezcla entre híbrida y sincrética, para expresarse en su movimiento e historicidad. Pero tales discursos no son más que la huella formativa del docente, quien pone a circular sus saberes con la pretensión de que otros le encuentren algún sentido, los asuman, reconstruyan y hagan su propio camino, en éste caso desde los referentes propios y móviles de la Psicología Social Comunitaria.

 

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Recibido: 26 de junio de 2008
Revisado: 11 de julio 2008
Aceptado: 26 de julio de 2008

 

 

*Correspondencia: Álvaro Díaz Gómez, Profesor asistente Universidad Tecnológica de Pereira, Profesor auxiliar Universidad de Manizales. Dirección postal: calle 47 No. 27- 33 Manizales, Colombia. Correos electrónicos: aldigo@une.net.co, adiaz@utp.edu.co

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