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Vínculo

versão impressa ISSN 1806-2490

Vínculo v.5 n.1 São Paulo jun. 2008

 

ARTIGOS

 

Transferência no tratamento psicanalítico com casais

 

Transference in the psychoanalytical treatment of couples

 

La transferencia en el tratamiento psicoanalítico de parejas

 

 

Jorge Sánchez Escárcega1

Asociación Mexicana para la Práctica, Investigación y Enseñanza del Psicoanálisis. México
Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo. México
Universidad Intercontinental. México

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMO

O autor articula o conceito de transferência nas relações de casais por duas perspectivas: a) a que se produz nos namorados em sua dimensão intra-psíquica (em que reina a pulsão e os mecanismos de negação, cisão e identificação projetiva, e em seu extremo não é possível intersubjetividade nenhuma), e b) a que se origina na dimensão interpsíquica ou intersubjetiva (onde o principal problema é a capacidade para tolerar a alteridade, em outras palavras, a possibilidade de conceber-se e representarem-se mutuamente como pessoas afastadas e ligadas ao mesmo tempo em um vínculo percebido como complementar e diferente). Por outro lado, são indicadas algumas particularidades do conceito de transferência na terapia com casais, especialmente em relação com o analista, porquanto, com sua presença, introduz uma alteração básica em um vínculo que originalmente é exclusivo de dois.

Palavras-chave: Terapia psicanalítica com casais, Transferência, Subjetividade, Vínculo.


ABSTRACT

The author puts together in this paper two perspectives of transference in couples relationships: a) the one that is produced between partners in their intrapsychic dimension (where drive, negation, splitting and projective identification reign, and where, in extreme, is not possible any intersubjectivity), and b) the one that arises form interpsychic or intersubjectivity dimension (where central problem is the achievement of a capacity to tolerate the “otherness” of the couple, that is, the mutual representation as separated and at the same time united persons, in a relationship that is perceived either complementary and different). On the other hand, there are shown some peculiarities of the concept of transference when in couple’s therapy situation, specially in reference to the role of the analyst, due to the fact that he or she introduces a basic alteration in a relationship that is called to be exclusively of two persons.

Keywords: Psychoanalytic couple’s therapy, Transference, Subjectivity, Emotional bond.


RESUMEN

El autor intenta articular el concepto de transferencia en las relaciones de pareja desde dos perspectivas: a) la que se produce entre los compañeros amorosos en su dimensión intrapsíquica (donde reina lo pulsional y los mecanismos de negación, escisión e identificación proyectiva, y donde en su extremo no es posible intersubjetividad alguna), y b) la que surge en la dimensión interpsíquica o intersubjetiva (donde el problema central es la capacidad para tolerar la alteridad, es decir, la posibilidad de concebirse y representarse mutuamente como personas separadas y unidas a la vez en un vínculo que es percibido como complementario y diferente). Por otro lado, se indican algunas particularidades del concepto de transferencia dentro de la terapia de parejas, especialmente en relación al analista, en tanto éste, con su presencia, introduce una alteración básica en un vínculo que en su origen está llamado a ser exclusivamente de dos.

Palabras clave: Terapia psicoanalítica con parejas, Transferencia, Subjetividad, Vínculo.


 

 

La terapia psicoanalítica de parejas

Nos preguntábamos en un trabajo anterior (Sánchez Escárcega, J., en prensa) acerca de nuestro objeto de estudio en la investigación psicoanalítica con parejas, y nos contestamos que son las formaciones de su subjetividad, es decir, la materia, los mecanismos y los funcionamientos ligados al problema de la alteridad y el reconocimiento y apropiación de un yo por otro yo, y que ocurren o se manifiestan en las tres áreas del funcionamiento mental inconsciente y las representaciones intra, inter y transubjetivas del vínculo y la relación amorosa. Todavía podemos agregar algunas observaciones al problema de la alteridad en cuanto nos preguntamos acerca de sus distorsiones o puestas en escena, tal como sucede en los fenómenos de transferencia (no sólo en la relación analítica, sino en el vínculo mismo).

La noción de vínculo de pareja como una estructura que “liga, abarca y envuelve a los dos yos” (PUGET Y BERENSTEIN, 1988) nos coloca entonces en la situación de una estructura vincular en la que intervienen dos sujetos y un vínculo entre ellos (el auténtico “nosotros” de una relación amorosa), que a la vez que busca una forma de fusión con el otro (en realidad, su representación), se ve forzada a lidiar con el problema de la alteridad del otro yo en tanto otro yo. Esta disyuntiva, que opera en los tres espacios psíquicos que han sido mencionados, es producida por la puesta en marcha, la actualización, de imágenes y escenas inconscientes en la estructura psicológica de base en cada uno de los compañeros.

Según Berenstein y Puget (1988), puede ser que estas estructuras de base funcionen como un zócalo inconsciente, es decir, “una estructura profunda reguladora de la pareja, subyacente a todas las modalidades de interacción al nivel de lo observable”, o que representen o estén formadas por elementos biológicos en su doble dimensión, o sea, como representantes psíquicos corporales a través de la pulsión (“anatomía es destino”), o incluso que se basen en protofantasias aseguradas filogenéticamente (por ejemplo, a la manera de Kaës, 1976). De hecho, el describir estas estructuras es un problema que no sólo ocurre hacia el interior del psicoanálisis de parejas, sino que se encuentra en el centro y al frente del debate psicoanalítico contemporáneo (cf. MITCHELL Y BLACK, 1995).

Es necesario considerar dos niveles de funcionamiento del vínculo amoroso profundamente relacionados uno con el otro. El primer nivel corresponde a las relaciones conscientes y una estructura vincular reguladora inconsciente (expresada en términos de estipulaciones: acuerdos, reglas y pactos inconscientes). El segundo nivel de relaciones corresponde a la oposición o el continuum entre pulsión y cultura, que es mucho más compleja, en términos de desarrollo de teoría psicoanalítica, que la oposición individuo/sociedad.2 De este último nivel no nos ocuparemos mayormente aquí, y le dedicaremos más adelante otro texto. Adelantemos que las representaciones que corresponden al macrocontexto social determinan que los intercambios entre el yo y el otro se establezcan a partir de las estipulaciones formadas por las leyes de parentesco y de la continuidad histórica, mientras que las otras, las representaciones que corresponden al complejo de Edipo en cuanto deseo y pulsión, determinan la elección de objeto. En los intercambios de las representaciones correspondientes del yo y del otro que cada miembro de la pareja aporta, se genera una tercera estructura representacional compartida (el objeto-pareja compartido), que cuando se desarrolla como nueva combinación, como vínculo inédito, implícitamente se libera de la dependencia de las representaciones históricas, infantiles, personales; de lo que en última instancia puede considerarse la “endogamia psíquica de la pareja”, es decir, la puesta en escena, en diversos ámbitos del vínculo, de una estructura relacional de pareja ya existente (y no modificada), como es, por ejemplo, la de los propios padres.

Retomando la cuestión de la doble situación de la pareja en tanto surge de un vínculo fusional, a la vez que del trabajo psíquico de representación de su alteridad, podemos pensar en una secuencia de organizaciones alrededor de un polo fusional absoluto de dependencia al objeto (y que correspondería al estado de enamoramiento en la pareja), pasando por diferentes estados de diferenciación objetal, hasta el reconocimiento del otro como objeto total (correspondiente a la etapa de dependencia madura). Estos estadios, sin ser absolutos en sus extremos (es decir, no existen en sus formas puras, tanto en la fusión como en la dependencia madura), contienen y son contenidos siempre por una envoltura psíquica conformada de deseos, fantasías, representaciones, mecanismos, escenas, roles y comportamientos que forman el entramado en el cual crece y se desenvuelve la relación, y que corresponden al nosotros del vínculo. En un sentido se forman de representaciones objeto-pareja de tipo narcisista, edípico y social.

El trabajo psicológico de asimilación de la alteridad llevaría a los sujetos de la pareja a concebirse y representarse mutuamente como personas separadas y unidas a la vez, en un vínculo que es percibido como complementario y diferente, y que se sitúa en el extremo opuesto del reinado absoluto de lo pulsional, en tanto éste remite a una ineludible parcialidad en la que no es posible intersubjetividad alguna. El concepto de vínculo, entonces, debe incluir ambos componentes, ambos extremos; el lazo amoroso es visto como un espacio de articulación de la pulsión, el deseo, el narcisismo y la castración (esta última formada alrededor de la falta inherente a toda pareja, en tanto el deseo nunca puede ser satisfecho completamente dado que la fusión total es imposible). La castración, entonces, se conjuga alrededor de la diferencia sexual y la no complementariedad entre los sexos.

La transferencia en la relación de pareja, entendida aquí como vínculo inconsciente formado por representaciones mutuas de diversos niveles en intercambio constante entre dos compañeros (más que como fenómeno clínico-curativo de la terapia), puede ser observada desde tres ángulos o dimensiones posibles: como representación, devenir o complejidad. De la primera tomamos todo lo referente a la manera en que la pulsión es descargada simbólicamente y en forma desplazada a través de la transferencia, es decir, cómo son representadas a través de ella la pulsión y su descarga. En el segundo enfoque, consideramos los fenómenos de relación transferencial como una escenificación, una puesta en escena o acto, del mundo de objetos internos, es decir, una exoactuación (acting-out) en toda regla, en la cual el objeto externo funciona primordialmente como vehículo o depositario del objeto interno (y no un “accidente” de la pulsión, como en el sentido “representacional” freudiano). Por último, consideramos el fenómeno de la transferencia desde la imposibilidad de acceder totalmente al otro, en tanto siempre se le ve desde un paradigma específico personal. En este sentido la transferencia es siempre una interpretación.

 

Fenómenos transferenciales en el dispositivo analítico de parejas

El concepto de transferencia en la relación analítica con parejas tiene una particularidad a la que nos enfrentamos enseguida, y es el hecho de que la relación analítica, de entrada, es un contrasentido con la noción misma de pareja, ya que la intervención del analista forma inmediatamente un triángulo que sustituye temporalmente la relación diádica de los compañeros. En otras palabras, el lugar del analista en la terapia de parejas es el lugar del otro en tanto componente irrenunciable de este vínculo: como un tercero que intenta romper la unidad fusional de la relación. Su intervención ocurre en el nivel del narcisismo, de la pulsión, del deseo o de la castración, en tanto opera determinadas interpretaciones dirigidas a lograr esa diferenciación, reconocimiento y apropiación.

El hecho de la transferencia en su dispositivo multipersonal específico siempre ha generado una serie de preguntas y cuestionamientos relacionados, primero, con la posibilidad o imposibilidad de la existencia de algo que pueda denominarse transferencia en el dispositivo tripersonal de la terapia y ―si existe―, entonces de qué está formada, qué elementos la constituyen, a través de qué se expresa, cómo opera en el tratamiento, y si es posible valerse de ella para alcanzar las metas del análisis.

Su mayor modificación a lo largo del tiempo ha implicado un traslado del interés sobre el objeto interno, al otro. El cambio ha operado en la focalización sobre las historias individuales que determinan la elección de objeto y que condicionan o configuran las interpretaciones transferenciales en términos de los fantasmas de cada sujeto –la transferencia en tanto reedición–, al cual sigue un segundo momento en el que la transferencia en la relación de pareja opera como “algo más” que la mera identificación proyectiva; es decir, se destaca la relación sujeto-otro, y el efecto continuo de lo ajeno del otro sobre lo ajeno del sujeto. Por último, aparece un tercer momento en el cual la transferencia se ve con un nuevo enfoque desde la subjetividad, complejizado por la introducción de una dimensión social, con las ideas de implicación e inmanencia en el campo analítico (BARROS DE MENDILAHARZU et al., 2004).

Sin embargo, desde la clínica, algunos autores consideran que en los grupos preformados (como la pareja o la familia), si bien se transfieren contenidos psíquicos particulares que se organizan como fantasías, no hay diferencia sustancial entre lo que se despliega en la sesión analítica y “afuera”. Estos autores piensan que la presencia del analista y del encuadre introducen una variable continua entre lo que se produce espontáneamente en la vida cotidiana de los sujetos y lo que sobreviene en una sesión analítica, pero la esencia de lo que se despliega es la misma (BERNARD, 1996).

El problema no se agota aquí. Los vínculos que se establecen entre dos yos y su mutuo reconocimiento o negación se extienden a la relación analítica en un sentido particular, y a toda forma de relación humana en un sentido más amplio, ya sea que se considere a la transferencia como reedición de relaciones pasadas, como medio de expresión del objeto interno o como forma en la que el yo se apropia de otro yo. En cualquiera de estos casos, la situación de la alteridad y su relación con las nociones de transferencia (y por lo tanto de realidad psíquica o realidad material) vuelve a poner en el centro de la investigación psicoanalítica de parejas el problema de la apropiación psicológica del otro.

Y sin embargo, la noción de identificación proyectiva, por más útil que sea para explicar los fenómenos de la pareja, necesariamente se completa con los aspectos vinculares y relacionales de ese ligamen. En otras palabras, en este nivel nos encontramos con una oposición o complemento entre lo que proviene de lo corporal pulsional (por ejemplo, la identificación proyectiva misma), y lo que proviene de lo intersubjetivo. El problema de la alteridad, en lo referente a la constitución de un “sujeto” psíquico conformado por los dos miembros de la relación (a la manera de un self de pareja), nuevamente nos surge en esta oposición, en tanto hace referencia a las mencionadas relaciones entre mundo externo y mundo interno, objetivo/subjetivo, etcétera.

Al habernos referido a tres oposiciones centrales en el debate epistemológico de la pareja (mundo subjetivo/objetivo, realidad/transferencia y pulsión/sociedad), nos hemos estado refiriendo también a tres vértices del trabajo analítico; tres elementos que cada analista mantiene constantemente en su mente –lo registre o no– al momento de analizar a su paciente, sea éste el analizando individual, la pareja o el grupo; me refiero a los fenómenos y dinámicas que ocurren en el mundo externo, en el mundo interno y en la transferencia, y que en opinión de Menninger (1966)3 eran los elementos que necesariamente tenían que estar presentes en una interpretación completa y suficiente, en una interpretación total.

 

REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BARROS DE MENDILAHARZU, et. Al.  50 años de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Buenos Aires: Ediciones Del Candil, 2004.        [ Links ]

BERENSTEIN, I. Y PUGET, J. Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires: Paidós, 1988.        [ Links ]

BERENSTEIN, I. Y PUGET, J. Lo vincular. Clínica y técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós, 1997.        [ Links ]

BERNARD, M. Reflexiones sobre el concepto de transferencia en el psicoanálisis vincular. Revista de Psicología y Psicoterapia de Grupo, vol. XIX (1), 1996.        [ Links ]

CAMPUZANO, M. La pareja humana: su psicología, sus conflictos, su tratamiento. México: Plaza y Valdés/AMPAG, 2001.        [ Links ]

FERNÁNDEZ GAOS, C. Y PERRÉS HAMUAI, J. ¿Escucha de la realidad psíquica vs. escucha de la realidad objetiva? Acheronta, 8 (diciembre). Recuperado el 30/10/2003, de http://www.acheronta.org, 1998.        [ Links ]

KAËS, R. El aparato psíquico grupal. Barcelona: Gedisa, 1976.        [ Links ]

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MENNINGER, K. C. Teoría de la técnica psicoanalítica. México: Pax-México, 1966.        [ Links ]

MITCHELL, S. Y BLACK, M. (1995). Más allá de Freud. Una historia del pensamiento psicoanalítico contemporáneo. Barcelona: Herder, 2004.        [ Links ]

SÁNCHEZ ESCÁRCEGA, J. (en prensa). Problemas epistemológicos en la investigación psicoanalítica con parejas. Revista Iberoamericana de Psicología. Manuscrito presentado para su publicación.        [ Links ]

 

 

 

Dirección para correspondencia
E-mail: sanescar@prodigy.net.mx

Recebido em: 14/04/2007
Aceito em: 10/12/2007

 

 

1 Jorge Sánchez Escárcega: Analista y supervisor didacta de la Asociación Mexicana para la Práctica, Investigación y Enseñanza del Psicoanálisis, AC y de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo, A; Profesor investigador titular “A” de la Universidad Intercontinental. México, DF
2 Para algunos autores, por ejemplo, “la pulsión es a lo intrapsíquico, lo que el vínculo es a lo intersubjetivo”.
3 Menninger señalaba que el material de la sesión o del tratamiento debía recorrer constantemente los tres vértices de lo que él llamaba el triángulo del insight, y que contenía a la situación externa actual, a la transferencia y al pasado infantil. El material debía “circular” sin anclarse en ninguno de esos  polos.

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