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Pesquisas e Práticas Psicossociais

versão On-line ISSN 1809-8908

Pesqui. prát. psicossociais vol.16 no.2 São João del-Rei jun. 2021

 

La Psicosociología cómo dispositivo epistémico para la cultura de paz: notas sobre experiencias latinoamericanas - Brasil y Colombia

 

A Psicossociologia como dispositivo epistêmico para a cultura de paz: notas sobre as experiências latino-americanas - Brasil e Colômbia

 

Psychosociology as an Epistemic Device for the Peace Culture: Notes about Latin Americans Experiences - Brazil and Colombia

 

 

Catalina Revollo PardoI; Beatriz Akemi TakeitiII; Claudia Tovar GuerraIII; Jean Vitor Alves FontesIV

IPost nda Capes-PNPD del Programa de Postgraduación en Psicosociología de Comunidades y Ecología Social del Instituto de Psicología de la Universidade Federal do Rio de Janeiro. E-mail: carevollo@gmail.com
IITerapeuta Ocupacional. Doctora en Psicología Social de la PUC-SP. Profesora del Departamento de Terapia Ocupacional y del Programa de Psicosociología Comunitaria y Ecología Social (Eicos), UFRJ. E-mail: biatakeiti@gmail.com
IIIProfesora investigadora en la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Ha sido consultora para organizaciones internacionales en temas de acompañamiento psicosocial a víctimas, cuidado de los equipos psicosociales, comunicación para la paz y reintegración social. E-mail: claudia.tovar@javeriana.edu.co
IVPsicólogo. Estudiante de maestría del Programa de Postgraduación en Psicosociología de Comunidades y Ecología Social (Eicos), UFRJ, en la línea de investigación en Psicosociología Crítica, comunidades, redes y política cotidiana. E-mail: jeanvitor37@gmail.com

 

 


RESUMEN

Este artículo tiene como objetivo analizar procesos de base comunitaria de construcción de paz como caminos de resistencia y re-existencia en territorios históricamente marcados por violencias, subalternidad y vulnerabilidad en Colombia y Brasil. Se realiza una conversación entre el proceso del proyecto de extensión universitaria Juventude(S): intervenções urbanas de arte-cultura no território, el proceso del Coletivo Cultura Zona Oeste, ambos en Rio de Janeiro, Brasil, el proceso del Grupo Juvenil Prodesarrollo de Micoahumado, Sur de Bolívar, Colombia, y el proceso del Refugio Humanitario por la vida, la paz y la vivienda digna, en la localidad de Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá. Creemos que una Psicosociología crítica, fundamentada en presupuestos contra hegemónicos descoloniales puede subvencionar la reflexión sobre las experiencias de personas y colectivos que vivencian territorios marcados por una desigualdad social surgiendo de procesos colonizadores y que engendran procesos de lucha y re-existencias delante de la muerte.

Palabras clave: Psicosociología crítica. Cultura de paz. Violencias. Epistemología latinoamericana.


RESUMO

Este artigo objetiva analisar os processos de base comunitária de construção da paz como caminhos de resistência e re-existência em territórios historicamente marcados por violências, subalternidade e vulnerabilidade na Colômbia e no Brasil. Apresenta a conversa entre o processo do projeto de extensão universitária Juventude(S): intervenções urbanas de arte-cultura no território, o processo do Coletivo Cultura Zona Oeste, ambos no Rio de Janeiro, Brasil, o processo do Grupo Juvenil Prodesarrollo de Micoahumado, Sul do departamento de Bolívar, no norte da Colômbia, e o processo do Refúgio Humanitário pela vida, a paz e a vida digna, na localidade de Ciudad Bolívar, no sul de Bogotá. Acreditamos que uma Psicossociologia crítica, fundamentada nos pressupostos contra-hegemônicos descoloniais podem subsidiar a reflexão sobre as experiências de pessoas e coletivos que vivenciam territórios marcados por uma desigualdade social surgida de processos colonizadores y que engendram processos de luta e re-existências diante da morte.

Palavras-chave: Psicossociologia crítica. Cultura de paz. Violência. Epistemologia latino-americana.


ABSTRACT

This article aims to analyze community-based peace-building processes as paths of resistance and re-existence in territories historically marked by violence, subordination and vulnerability in Colombia and Brazil. It presents the conversation between the Humanitarian Refuge for Life, Peace and Decent Life process in Ciudad Bolívar in the south of Bogotá, the process of the Coletivo Cultura Zona Oeste in Rio de Janeiro, the process of the Youth(S) university extension project: urban interventions of art-culture in the territory also in Rio de Janeiro, Brazil and the process of Grupo Juvenil Prodesarrollo de Micoahumado, Sur de Bolívar Colombia. We believe that a critical Psychosociology, based on the assumptions against decolonial hegemonies can support the reflection on the experiences of people and collectives that experience territories marked by a social inequality arising from colonizing process and that engender processes of struggle and re-existences in the face of death.

Keywords: Critical Psychosociology. Culture of peace. Violence. Latin American epistemology.


 

 

Introducción

Con la intención de aportar con la construcción de una psicosociología crítica de comunidades en el enclave de cultura de paz enunciada desde América Latina, este artículo tiene como objetivo analizar procesos de base comunitaria de construcción de paz como caminos de resistencia y re-existencia en territorios históricamente marcados por violencias, subalternidad y vulnerabilidad en Colombia y Brasil, por medio de la conversación entre el proceso del proyecto de extensión universitaria Juventude(S): intervenções urbanas de arte-cultura no território en la zona norte de Rio de Janeiro, el proceso del Colectivo Cultura Zona Oeste en Rio de Janeiro, el proceso del Grupo Juvenil Prodesarrollo de Micoahumado, Sur de Bolívar Colombia y el Refugio Humanitario por la vida, la paz y la vivienda digna en la localidad de Ciudad Bolívar en el sur de Bogotá. Para introducir la conversación entre los procesos de construcción de paz en Brasil y Colombia, hacemos una breve contextualización de los conflictos vivenciados en estas dos geografías.

Por un lado, el conflicto político, social, económico y armado colombiano es una condición que Colombia ha vivido a lo largo de su historia y territorio, especialmente en los últimos setenta años. A pesar de la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC en 2016, el conflicto colombiano no ha finalizado, y es evidente la existencia de una intencionalidad política para la coja implementación de los diferentes puntos del Acuerdo, lo que ha generado la reconfiguración del conflicto entre nuevos y antiguos actores, con el surgimiento de nuevas acciones violentas en contextos urbanos, como las que se están desarrollando en el marco del Paro Nacional de 2021.1 Y un aumento de las tradicionales formas de violencia en las áreas urbanas y rurales, donde se perpetúan las masacres contra población civil, asesinatos selectivos contra líderes sociales y suceden las confrontaciones armadas entre los diferentes actores que disputan el control de las tierras para dominar las actividades extractivas relacionadas con megaproyectos de infraestructura, agrocombustibles, minería, producción y tráfico de estupefacientes, entre otras (Fajardo, 2015). Las personas que viven en esas áreas (campesinos, comunidades indígenas y comunidades afrocolombianas), son las más afectadas por las confrontaciones bélicas, las masacres contra civiles, fumigaciones aéreas y los efectos de la implementación de los megaproyectos de agrícolas, energéticos y mineros de las transnacionales, lo que las lleva a desplazarse hacia las grandes ciudades (en su mayoría)2 para garantizar su seguridad y salvar sus vidas).

Por su parte en Brasil, el aumento de la criminalidad violenta en las grandes ciudades en el último cuarto del siglo XX, según Misse (2014), más que un aumento excepcional en el número relativo de homicidios, robos, asaltos y conflictos diversos con heridos y muertos, se observa un evidente cambio en el modelo de sociabilidad en las ciudades, con inseguridad para circular por las calles, muertes por balas perdidas, solicitudes de políticas de invasión militar a las favelas y suburbios de las ciudades, masacres de los diferentes grupos de exterminio, cercas con diversos dispositivos de seguridad, restricciones de los horarios de circulación por centenas de barrios y áreas consideradas peligrosas o inaccesibles para quien no es residente.

La presencia de bandas de traficantes que controlan las áreas de la mayoría de las favelas, disputan estos territorios con la policía y las milicias3 (relacionadas a la institucionalidad policial y algunos sectores de la elite política), destacando que Rio de Janeiro se convirtió en la referencia de la ciudad violenta de Brasil. Sumado a la vigente violencia urbana que invade a diario el cotidiano de las personas habitantes de favelas y periferias en las metrópolis brasileñas, en 2020, a crisis sanitaria incrementó de manera contundente la crisis política vivida en el Brasil desde el Golpe a la presidente Dilma en 2016 y la elección del actual presidente de ultraderecha, aumentando los índices de pobreza, llevando el agravamiento de la desigualdad social con efectos desastrosos en la vida colectiva.

Consideramos fundamental hacer esta (breve) localización socio histórica de las coyunturas que han perpetuado los conflictos y hechos violentos en los lugares donde se han construido los proceso de base comunitaria de construcción de paz que van a conversar en este artículo, pues las mismas comunidades nos han enseñado con su sentido crítico, que es necesario dar nombre a los hechos y marcar las responsabilidades políticas de actores en los conflictos. Es así que asumimos esta denuncia localizada como base para construir una psicosociología crítica como dispositivo epistémico para la construcción de paz desde una perspectiva crítica.

De acuerdo con Cruz (2020), las epistemologías modernas en los estudios de paz giran en torno del pensamiento de paz político-global, (neo)liberal, a partir de una única lectura sobre el significado de paz, una lectura dominante que apaga otros tipos de conocimientos sobre la paz y es siempre direccionada de arriba para abajo. Este paradigma de paz plantea una construcción de paz duradera, estable y perpetua, proponiendo un retorno al origen, con nostalgia de un pasado "sin violencia".

El giro crítico de los estudios de /para la paz, proponen situar contextos comunitarios, sectoriales, locales, regionales que están produciendo otras paces subalternas (Cinep, 2020, p. 8) y hacer investigación de/para la paz fuera del paradigma de la paz neoliberal y cuestionando el paradigma occidental de conocimiento, abre posibilidades para encuentros de saberes sobre otras paces posibles (Cruz, 2020, p. 26).Creemos que una psicosociología crítica, fundamentada en presupuestos contra hegemónicos descoloniales puede subvencionar la reflexión sobre las experiencias de personas e colectivos que vivencian territorios marcados por una desigualdad social surgiendo de procesos colonizadores y que hoy, engendran procesos de lucha y re-existencias delante de la muerte.

 

La Psicosociología crítica como un dispositivo epistémico para la producción de una cultura de paz

En esta sección nos proponemos hacer excavaciones para localizar los legados que han construido la psicosociología crítica latino-americana para aproximarnos a la realidad social, considerando las peculiaridades históricas, culturales, sociales, económicas y políticas que constituyen sujetos y colectivos. Nos animamos a preguntar: ¿Para quién es la psicosociología? ¿Cuál es su papel en la transformación social? ¿Las teorías y prácticas psicosociológicas responden a las demandas de la población?

En algunas geografías y, en particular, en América Latina, a partir de la década de 1960 hasta 1980, se ha emprendido revisión crítica de los postulados epistemológicos y prácticas en diferentes áreas de conocimiento, en contrapunto con a la adopción de las teorías y metodologías europeas y norteamericanas, haciendo una profunda crítica al paradigma científico moderno cartesiano que domina la producción de conocimiento.

Este movimiento crítico en la región está localizado en las coyunturas sociopolíticas regionales del momento histórico. Destacamos la lucha contra el imperialismo de los Estados Unidos sobre América Latina en la coyuntura de la Guerra Fría, que generó importantes procesos en el contexto sociopolítico latino-americano, como la Revolución Cubana, las luchas anticoloniales en las islas del Caribe, la reforma agraria en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, el peronismo en Argentina, la Conformación de guerrillas en toda América Latina, (en especial los proceso de Colombia, Bolivia y Brasil), el gobierno de João Goulart del populismo nacional en Brasil, el despliegue del Plan Cóndor con la instalación de las dictaduras militares en la mayoría de los países de la región. Y la lucha de los movimientos sociales en diferentes lugares del mundo; en especial el Movimiento Negro, el Movimiento Indígena, el Movimiento Feminista, el Movimiento Estudiantil.

En esta coyuntura la crítica al paradigma científico moderno contó con el diálogo producido por otros movimientos críticos de la época como: la Educación Popular de Paulo Freire, la Investigación Acción Participante de Orlando Fals Borda, la Teología de la Liberación y la Teoría de la Dependencia de América Latina. La psicología también se ve afectada por estos cuestionamientos críticos, que generaron un movimiento por una nueva psicología, destacando la relevancia de la psicología social crítica, que en este contexto florece con la crisis de la psicología social, la reforma psiquiátrica, la educación popular y la investigación acción participante.

Iniciamos esta excavación con el legado de Ignácio Martín-Baró, para la psicología social comunitaria latinoamericana, que replanteó la relación individuo-sociedad a partir de la pregunta por la concientización en el contexto de los choques sociopolíticos y el enfrentamiento al régimen dictatorial salvadoreño (Waeny & Macêdo, 2019). Para Martín-Baró la patología de los sujetos y poblaciones no es ajena a su historia de vida y sus condiciones sociales, destacando la deficiencia (histórica) de la psicología latino-americana, cuyas raíces se ubican en la historia de la dependencia colonial y los marcos epistemológicos eurocéntricos, afirmando que la psicología, como ciencia, ha sido utilizada durante mucho tiempo como instrumento de silenciamiento de las voces y conciencias de los pueblos subordinados a favor de la modernidad neoliberal tecnológica (Días, 2020). En la misma línea, Silvia Lane (2004), desde el Brasil pone en debate las epistemologías psicológicas dominantes, afirmando que toda la psicología es social, pues no es posible conocer a los individuos fuera del contexto socio-histórico.

Ya en las excavaciones sobre la psicosociología, entendemos que inicialmente fue propuesta desde los centros académicos europeos, donde fue comprendida como un campo del "entre", en que la psicología y la sociología son colocadas en diálogo para los estudios de fenómenos sociales. Según Maisonneuve (1997) la psicosociología es psicología porque lo psíquico siempre estará implicado en los problemas socioculturales y es sociología porque toda actitud psíquica es influenciada por condiciones sociales. Según este mismo autor, no es posible hablar de una psicosociología ajena a los procesos de interacción entre sujetos y estructuras sociales. Por tanto, sus apuestas surgen de la idea de pensar la psicosociología como "ciencia bisagra", en francés, charnière, en el sentido de la unión o articulación entre las dos grandes ciencias, la psicología y la sociología, ya que solo la psicología o la sociología no darían cuenta de explicar la integralidad de la conducta humana, establecer este punto de contacto parece favorecer la comprensión de realidades tan diversas.

En América Latina, los procesos de enunciación de la psicosociología son diferentes, en este artículo partimos inicialmente del trabajo del sociólogo colombiano Fals Borda publicado en 1956 titulado Aspectos Psico-sociológicos de la Vivienda Rural en Colombia publicado en el primer número de la Revista Colombiana de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia. En este artículo, el autor no nos da una definición de lo que son las psicosociologías, él nos muestra cómo hacer psicosociología mediante un detallado estudio de los aspectos psicosociológicos de las composiciones arquitectónicas de las casas de los campesinos colombianos en la década de los cincuentas.

¿Será útil estudiar la vivienda campesina, no como la miraría un ciudadano urbanizado, únicamente, sino como la vive y la siente el propio campesino? Quisas un estudio de esta clase pueda dar pueda dar base a una revisión de principios. De todos modos, no es bueno dejarse llevar por el etnocentrismo y tratar de imponer cambios ciegamente. Solo porque puedan parecer buenos. La psicosociología enseña que todos estos conceptos son relativos, y que en la mayoría de los casos todo fenómeno sociológico tiene su razón de ser. Lo que queremos subrayar es que hay elementos positivos en la vivienda rural actual que no se han apreciado en toda su importancia y que pueden utilizarse como eslabones para programas de mejoramiento. (Fals Borda, 1956, p. 209).

El estudio cuestiona las intenciones de las agencias de desarrollo urbano que intervinieron o pretendían intervenir en estas casas con modelos arquitectónicos propios de la ciudad, sin entender la psicosociología que era abrigada por estas viviendas. "Una función psico-sociológica más de la vivienda campesina es la de facilitar la defensa y el cuidado de los bienes y de las personas" (Fals Borda, 1956, p. 215).

Podemos observar cómo la psicosociología propuesta por Fals Borda en los años cincuenta hizo parte de una serie de estudios iniciales que, después de revisados y reformulados darían inicio en los años setentas a su propuesta investigación acción participante IAP, que para 1998 el mismo Borda va a sugerir que sea enunciada I(A)P o simplemente Investigación Participativa IP.4

Si en los años cincuenta Borda se inspira en la psicosociología para caminar hacia la Investigación Participativa, hoy nos inspiramos en la IP para construir una psicosociología de comunidades, enunciada desde Nuestra América, porque es con las comunidades que construimos el cómo de la psicosociología: construyendo encuentros (sujeta-o-e/sujeta-o-e) críticos, antirracistas, antipatriarcales, antineoliberales-extrativistas, transformadores y contra hegemónicos, en los que es central la enunciación epistémica de las comunidades y se desmontan los privilegios de las/los investigadores.

En el libro Inovações e Trajetos: comunidade, desenvolvimento e sustentabilidade organizado por Maciel y Souza (2018) la psicosociología desarrollada por Maria Inácia D'Ávila Neto durante su trayectoria y construcción del Programa de Post-Graduación en Psicosociología de Comunidades y Ecología Social en el Instituto de Psicología de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, que inicialmente se llamaba Estudios Interdisciplinares de Comunidades y Ecología Social (Eicos), propone la interdisciplinaridad como proyecto teórico-práctico, Denise Jodelet (2018), pensado el legado de la Profesora Maria Inácia, considera que los estudios e investigaciones promovidas en ese sentido van más allá de una interdisciplinaridad, alcanzando la transdisciplinaridad que tiene como finalidad la comprensión de la vida en el mundo, donde las disciplinas son usadas como herramientas para esta comprensión, promoviendo un diálogo entre la diversidad disciplinar para mejor comprender los fenómenos, y no los fenómenos adaptarse para encajar en las disciplinas.

La psicosociología desde América Latina ha tenido la intención de cuestionar los cánones disciplinares e institucionales para colocarse a disposición de la vida, caminando junto con las comunidades y sus procesos. Es una psicosociología producida en territorio latino americano consciente de la herida colonial y por eso se construye desde el sur, en las bases, para cuestionar la colonialidad del poder5 y la colonialidad del saber6.

La cultura de paz aquí la compremos como parte de una crítica al modelo político-global de paz, paz (neo)liberal, una paz que prevé la continuidad y el desarrollo de un proyecto capitalista extractivista. En este modelo político-global de paz, la violencia continúa afectando a grupos y personas de los territorios periféricos urbanos y rurales de Nuestra América; comunidades negras, indígenas, mujeres, LGBTQIA+, jóvenes, niñas/os y con más agudezas en las intersecciones de estas categorías. Esto sucede porque se firman acuerdos que garantizan el buen funcionamiento de los engranajes neoliberales extractivistas, manteniendo la seguridad del norte global perpetuando una relación centro-periferia. En contravía se teje una cultura de paz crítica que tiene como foco la vida cotidiana en los territorios, donde los grupos de víctimas han generado diversos procesos (en muchos casos) relacionados a los movimientos sociales, para defender sus causas con sus potencias y producciones cotidianas (Cinep, 2020).

Es necesario posicionar los caminos epistémicos en las ciencias humanas y sociales a favor de la vida y de la construcción de culturas de paz, pues entendemos que la paz no es una finalidad, la paz es el camino. Pensar en una psicosociología teórico-práctica, que camina cultivando la vida, al lado de los grupos, las comunidades y movimientos sociales subalternos y promueve el intercambio de saberes y relaciones transdisciplinares, atenta a la producción de saberes de abajo para arriba, considerando las subjetividades en la relaciones y producciones que surgen en ese envolvimiento; es pensar una psicosociología como un dispositivo epistémico para la producción de una cultura de paz.

 

La psicosociología crítica en contexto de conflicto en América Latina - experiencias Brasil-Colombia

La primera experiencia a ser relatada es el proyecto de extensión Juventude(S): intervenções urbanas de arte-cultura no território, coordinado por la profesora Beatriz Akemi Takeiti, que desde 2015, realiza intervenciones a partir de la oferta de talleres de arte-cultura para jóvenes en el conjunto de favelas del Complexo do Alemão, situado en la zona norte de la ciudad de Río de Janeiro (Takeiti & Gonçalves, 2021), haciendo referencia a las prácticas de investigación y actividades de extensión realizadas en contextos de conflicto y vulnerabilidad junto a jóvenes, negros y pobres. Consiste en experiencias junto a jóvenes que, por un lado se involucraron en los circuitos de educación formal y no formal, y por otro por circuitos artísticos periféricos, produciendo arte urbana en las comunidades y favelas, potencializando las territorialidades locales. Tal propuesta cuenta con la asociación con las organizaciones de las sociedad civil de interés público: Espaço Democrático de União, Convivência, Aprendizagem e Prevenção (Educap) y con el Colegio Estadual 'Olga Benário Prestes', se desarrollaron acciones con los jóvenes.

Inicialmente, priorizamos las acciones en dos contextos institucionales - una escuela pública de ensino médio7 y una organización no-gubernamental (ONG) - para podernos aproximar del territorio y de las personas que allá se encuentran. Al comprender la escuela, como apunta Dayrell (s/d) como un espacio sociocultural, rescatamos, al mismo tiempo, el papel de los sujetos en la trama social que la constituye en cuanto institución. Así, nuestro trayecto con las acciones de Juventude(s) se fue dando tanto en espacios formativos de aprendizaje, como en los espacios no formales.

"Marga", habitante del Complexo desde la infancia, nos abrió espacio para desarrollar las actividades en Educap, y nos presentó el Complexo "por dentro y de cerca" conforme propone Magnani (2002). Conocimos las instituciones, las personas con las que podríamos establecer alianzas, los movimientos sociales y muchos jóvenes. Ella fue esencial para conseguir entrar en un territorio en el cual aún no conocíamos los símbolos territoriales, los espacios por los cuales podríamos transitar y, ante frecuentes incursiones policiales y la presencia aún fuerte del tráfico (además de las Unidades de Policía Pacificadoras - UPPs - instaladas), la violencia territorial nos trajo inseguridad para movernos por el territorio.

La propuesta inicial del proyecto fue hacer interferencia en el contexto donde intervienen los jóvenes que se encuentran en el Complexo do Alemão, a partir de talleres de arte-cultura, buscando ampliar los repertorios de vida, contribuyendo para la formación en ciudadanía y derechos humanos. Estas acciones fueron desarrolladas no sólo en las instalaciones de la institución sino también en otros espacios/equipos, ampliando las intervenciones y favoreciendo a diversos jóvenes de diferentes comunidades al participar. En las acciones siempre se pautaron dos ejes: a) Juventud, Escuela y Territorio; y b), Juventudes y Derechos Humanos. Las actividades estéticas de arte-cultura promovidas por el proyecto siempre se fundamentaron en discusiones sobre la situación de violación de derechos de los jóvenes en estos territorios.

Las primeras incursiones por la escuela y más allá de los muros que la rodean, como la entrada en la organización no-gubernamental, nos permitió conocer trayectorias de vida de jóvenes alineados con el territorio en el que viven, y revelaron una cultura juvenil periférica y performática alimentada por la vida vivida en la favela o en los barrios del Complexo do Alemão. Desde la literatura al funk carioca, desde la poesía rítmica a la danza, desde el sonido capturado por el celular a los disparos de fusil. Todos estos elementos, de algún modo, son internalizados y participan de la producción estética de arte-cultura, en la medida en que tales actividades involucren a estos jóvenes en acciones políticas, producen sentidos colectivos, conformando nuevas identidades para lo joven de/en la comunidad y contribuyen a una cultura de paz en lugares donde el conflicto y la violencia participan de la vida de las personas.

Los primeros talleres de actividades de arte-cultura en los dos espacios - la escuela y la ONG tenían como tema "el barrio y sus artes". En Educap, los jóvenes, equipados con materiales de reciclaje, construyeron en grupo una maqueta ilustrando todo el Complexo do Alemão - las calles, las favelas, la Unidades de Policía Pacificadora (UPP), el teleférico.

No es raro que la reproducción del propio barrio por sus habitantes pase por la representación de la presencia masiva de la policía en los lugares donde viven. El impacto de las UPPs en el cotidiano de los habitantes de la favela y en sus proyectos de vida y sus relaciones con el resto de la ciudad, se pudo observar nítidamente en la presentación del barrio por parte de los jóvenes durante este primer taller. Según Franco (2018) las favelas cariocas fueron reducidas apenas en tres letras: U - P - P (Unidades de Policía Pacificadora), en nombre de una estrategia de seguridad pública que adopta el Estado Penal contra los habitantes de la favela y comunidades. Convivir en tránsito con fusiles la policía local parece construir sentidos en los jóvenes que viven en estos territorios, además en algunas comunidades de Rio de Janeiro, la milicia se presenta como Estado paralelo, relacionado a algunas facciones criminales8 y prestando servicios clandestinos al mismo Estado.

Según Takeiti y Vicentin (2016), la periferia o favela, para los jóvenes que viven en ellas, no es apenas una connotación geográfica, del espacio que los rodea, también se refiere al territorio de existencia, en que identidades son construidas y reconstruidas cotidianamente, con una acelerada producción de subjetividades, donde sus efectos aparecen en los estilos de vida, en la estética (Nardi & Silva, 2009), en los vínculos sociales y lazos afectivos que los constituyen (Novaes, 2006). Ellos expresan, por medio de la música, de la poesía, de la danza, del dibujo, de la palabra, la vida y las violencias presentes a nivel local y global. Esta expresividad estética y singular, es colectiva y política, da visibilidad a las redes territoriales y sociales existentes. Estos jóvenes contribuyen a la construcción de los espacios públicos en las propias periferias y favelas sometidas a las violencias y a todas las formas de vulnerabilidades - desde la privatización por el tráfico hasta la escasez de políticas públicas. Estas experiencias hacen posible pensar una cultura de paz que se construye a partir del arte y de la cultura, en que tales dispositivos funcionan como re-existencias de mundos en los territorios.

La segunda experiencia surge a partir del desarrollo de la investigación de maestría "Contra-colonialidades nos movimentos artísticos-culturais de jovens urbanos periféricos: um estudo participante em psicossociologia na Zona Oeste da cidade do Rio de Janeiro"9 (Fontes, 2021) sobre orientación de Beatriz Takeiti. La investigación de campo fue realizada en el barrio Campo Grande, en la ciudad de Río de Janeiro, con un colectivo cultural creado y desarrollado por jóvenes de la región que ofrecen talleres de danza y teatro para otros jóvenes y también promueven algunos eventos culturales. El Colectivo Cultura Zona Oeste atiende alrededor de 98 jóvenes, entre los 16 y 24 años de edad. El equipo organizador está formado por 5 personas, entre ellas hay cuatro jóvenes universitarios con edades entre los 19 y 21 años y una socióloga. El proyecto ofrece clases de danza y teatro dadas por jóvenes monitores voluntarios. Las clases suceden en el centro del barrio usando el espacio ofrecido por la Universidade Cândido Mendes y funcionan de acuerdo con el calendario escolar de las escuelas públicas, para aprovechar el pase libre en el transporte de los estudiantes y así poder atender a jóvenes de todas las áreas del barrio y proximidades, dando facilidad de acceso, alcance en la comunidad es más amplio.

La Zona Oeste de Río de Janeiro, local de actuación del colectivo, es una de las zonas más grandes de la ciudad y al mismo tiempo la que menos asistencia recibe por parte del gobierno de la ciudad. Al comparar el estado de la salud, educación, movilidad, cultura y recreación entre esa región y otras de la ciudad, es evidente la negligencia. Esta región también está marcada por una disputa política y de poder por parte de milicias.

Azevedo (2014) discute en su disertación de maestría llamada "Milícias e relações de poder no bairro de Campo Grande, na Zona Oeste do município do Rio de Janeiro"10 desde la historia del barrio, su desarrollo social y económico, las divisiones de tierras y los marcos e influencias del proceso de colonización y llegada de europeos en la región hasta las relaciones de la milicia con la población en el momento actual de la investigación. Con eso, es posible ir identificando cuanto los hechos históricos van ofreciendo fragmentos que forman las relaciones de poder social, político y económico por parte de esos grupos autoritarios.

La creación del Colectivo Cultura Zona Oeste surge de un levantamiento juvenil por parte de jóvenes que habían comenzado a inclinarse hacia las problemáticas políticas y sociales a partir de los movimientos de ocupación de las escuelas que sucedieron en Brasil en los años 2015 y 2016, pero, es con el marco del asesinato de la vereadora y defensora de los derechos humanos Marielle Franco, en 2018, que dos de estos jóvenes deciden crear el colectivo para actuar en el barrio en que viven a través del arte y de la cultura, con el objetivo de fortalecer la fuerza de la juventud, resignificar sus acciones sociales y generar un movimiento artístico para la juventud de la región.

El colectivo viene desarrollando y ampliando sus acciones a través de las actividades artísticas, participación en eventos y promoción de foros de discusiones. Defienden el hecho del Colectivo ser realizado por manos juveniles, pues creen que hay una potencia de transformación en la juventud que debe ser valorada y colocada en la agenda política. Al verlos en el escenario es posible percibir la potencia de transformación y producción artística, en las que las pautas sociales, los cruces, los sentimientos son transformados en arte, y por medio de ese arte cualquier cosa puede ser dicha. Con la danza y el teatro se trabajan las pautas como machismo, LGBTQIA+fobia, racismo y muchas otras problemáticas que atraviesan la periferia y la subjetividad de cada una/uno. Con eso, los procesos de pensar sobre estos asuntos, dar conciencias a estos tipos de conocimientos, comprender las opresiones y engranajes sociales, van sucediendo a través de lo que ellas/os producen y presentan, pero también por parte de la comunidad que los observa y se cruza con aquellas producciones.

La experiencia más reciente junto al colectivo hizo posible percibir cuando esas vivencias colectivas se transforman en potencias individuales y subjetivas en cada una/uno. En el momento en que la investigación provocó la producción de vídeos individuales artísticos tratando temas específicos como identidades, experiencias sociales y locales, los jóvenes relataron una sensación inicial de desafío para la producción artística, pero al final fueron relatados discursos de autoconocimiento, autovaloración y surgimiento de una identidad individual-grupal, en que hay un intercambio entre: lo que la vida de cada uno promueve y cómo eso puede ser usado como potencia para el colectivo; y lo que el colectivo como grupo promueve y cómo eso puede ser usado como potencia en el alcance individual de los participantes. Además, estos intercambios y movimientos entre los jóvenes pertenecientes a este colectivo y este colectivo juvenil como lugar de potencia, viene impactando y transformando el lugar en el que viven a través de estas acciones subjetivas, artísticas y micropolíticas.

La tercera experiencia hace referencia al trabajo de fortalecimiento del Grupo Juvenil Prodesarrollo de Micoahumado, Sur de Bolívar, Colombia (Tovar, 2019). Este grupo de jóvenes pertenece al corregimiento de Micoahumado, ubicado en zona rural del municipio de Morales al sur del Departamento de Bolívar en Colombia11.

El territorio ha estado históricamente marcado por el conflicto armado y esta comunidad en particular, protagoniza una iniciativa de resistencia pacífica auto proclamada como Proceso Soberano Comunitario por la Vida, la Justicia y la Paz de Micoahumado (en adelante PSCVJPM). El proceso se inició cuando, en el momento más álgido del conflicto armado (año 2003), la comunidad organizó una comisión de diálogo con cada uno de los actores armados que tenían presencia en su territorio, para exigir que la población civil fuera sacada del conflicto; tras el cese al fuego y la salida de las tropas de su corregimiento, se formó la Asamblea Popular Constituyente de Micoahumado que asumió gran parte de la vida de la comunidad en sus aspectos económico, social, cultural y político.

Actualmente una de las grandes preocupaciones de los líderes del proceso, es el relevo generacional.12 Atendiendo a esta prioridad, desde la Facultad de Psicología de la Universidad Javeriana y con la financiación de Vicerrectoría de investigaciones, se adelantó un proyecto orientado a que la comunidad formulara el Plan de formación para el liderazgo. El proyecto se sumó a la iniciativa de un grupo de jóvenes que, de la mano de Edwin Arias, estudiante de Educación Comunitaria de la Universidad Pedagógica Nacional, habían tomado la iniciativa de participar en los asuntos de su comunidad, empezando por el cuidado del medio ambiente, que era un tema de interés para ellos. Así nace el Grupo Juvenil Prodesarrollo de Micoahumado,13 al que el proyecto de investigación se sumó, invitándolos a participar en la construcción del plan de vida comunitario.

El punto de entrada fue rastrear, en la trayectoria del grupo, la configuración de subjetividades políticas. De esta manera, la idea fue propiciar en los participantes del PSCVJPM la reflexión y el diálogo intersubjetivo para reconocer los horizontes comunes de sentido frente al liderazgo y proponer unas prácticas formativas/educativas orientadas a preparar a su generación de relevo, propiciando la subjetivación política de sus jóvenes.

El proyecto tuvo como inspiraciones metodológicas la Investigación Acción Participativa (IAP) liderada por Orlando Fals Borda (1986), la Auto-indagación de la Memoria Colectiva propuesta por un destacado grupo interdisciplinario en Colombia (Oviedo, 2009) y la psicología histórico-cultural de Jerome Bruner (1991), especialmente el análisis de narrativas como referente para el análisis.

Se hizo uso de las siguientes herramientas y técnicas de movilización personal y colectiva y de recolección de información: Encuentros/talleres utilizando diálogos participativos, teatro imagen, líneas de tiempo y cine foros; talleres pedagógicos a manera de pilotaje de procesos de educación para el liderazgo; entrevistas y grupos de discusión.

Los asuntos tratados en estos espacios fueron: el reconocimiento del contexto local y regional, la caracterización de los riesgos y vulnerabilidades de la comunidad y el grupo juvenil en particular, con miras al diseño, por parte de los jóvenes, de un Plan de protección y autoprotección. Se realizó un diálogo con otras experiencias juveniles de liderazgo en el marco de la Asamblea anual del proceso comunitario en 2018. Se promovieron espacios de capacitación a manera de pilotaje de algunos campos de formación propuestos por los jóvenes (oratoria, medios de comunicación comunitarios, formulación de proyectos sociales y edición de video).

Igualmente, en los diferentes encuentros y entrevistas se reflexionó sobre el futuro de la comunidad y las expectativas de los nuevos liderazgos en la mantención de la paz reconociendo las rupturas y continuidades del proyecto actual de los jóvenes líderes con respecto al proyecto colectivo de sus mayores. Se recuperó de manera reflexiva la trayectoria del grupo juvenil lo que permitió reconocer sus prácticas de liderazgo y proyectar su acción en el mediano plazo. Todo esto permitió identificar los principales retos para la sostenibilidad tanto del PSCVJPM como del grupo de jóvenes.

En términos de subjetividades políticas, fue posible reconocer el fortalecimiento de la autonomía expresada en una actitud activa y decidida de los jóvenes en la búsqueda de información, la ampliación de sus redes y la consecución de recursos, también su creciente participación en otras instancias comunitarias, un fortalecimiento identitario a través de su membresía en el grupo, una ampliación y complejización de la visión sobre la realidad y el análisis de contextos. Pero tal vez lo más destacado ha sido que algunas y algunos jóvenes del grupo han desarrollado valientes posicionamientos dentro de las relaciones de poder, que se resisten a la docilidad y generan tácticas para contrarrestar las estrategias de dominación de los actores hegemónicos.

Finalmente, estas subjetividades políticas se configuraron en un campo complejo de tensiones: 1. Entre el anhelo de progreso y la defensa de la vida campesina, 2. Los proyectos personales y el proyecto colectivo. 3. Entre la legitimidad y la legalidad, 4. Entre el apoyo a los diálogos de paz y el miedo al fin de la insurgencia en el territorio 5. Entre la protección medioambiental y su vocación agrícola y campesina.

La cuarta experiencia es el Refugio Humanitario por la vida, la paz y la vivienda digna en la localidad de Ciudad Bolívar en el sur de Bogotá. Desde abril de 2020, veintiuna organizaciones del orden nacional, local y distrital de víctimas, del movimiento negro, del movimiento indígena, de mujeres y de jóvenes del sur de Bogotá, con amplia trayectoria en acciones de masas, consolidaron una propuesta organizativa para realizar una acción de masas contundente con repercusión a nivel nacional e internacional. Estas organizaciones tomaron meses para analizar e unificar criterios en torno a la figura que convocaría, entre todas las propuestas la que más caló fue la de vivienda digna. Así, la vivienda convocó, pero las organizaciones decidieron que la acción de masas debía ir más allá de la cuestión de la vivienda para lograr el objetivo político de denunciar la crisis humanitaria en materia de derechos humanos, los asesinatos a las/los líderes sociales, las recientes masacres en los territorios, la lucha por el buen vivir y el mínimo vital. La idea fue aceptada por las organizaciones y así blindaron la acción política de masas, dado el talante represivo del Estado, que generalmente resuelve los problemas sociales y populares con acciones ofensivas de la fuerza pública sobre la población civil, es así que se propone la figura de Refugio Humanitario, basada en experiencias previas de las organizaciones (Comité del Refugio Humanitario por la Vida, la Paz y la Vivienda Digna, 2020).

Haciendo balances periódicos para analizar el mejor momento para realizar la acción en base a experiencias realizadas en acciones de masas similares, decidieron que el mejor momento para realizar la acción fuera en el marco de la jornada nacional de manifestaciones del 21 de Septiembre "21S",14 dado que la fuerza pública estaría ocupada en control del centro de la ciudad y sitios considerados críticos por la fuerza pública. La acción en el territorio se realizó del 21 al 24 de septiembre, convocaron en un sitio equidistante para la acción política de masas con más de 500 personas, ya que muchas personas estaban cerca del sitio y llegaron sin contratiempos. La entrada al terreno se hizo por varios costados, las personas se fueron ubicando y tomando posiciones que los protegiera en a la hora de un eventual desalojo violento del Esmad,15 ubicando cordones humanitarios, contando con acompañamiento internacional, equipo jurídico y de derechos humanos, y medios de comunicación en el terreno. Durante la acción siempre estuvo la fuerza pública como medio de presión, sucedieron momentos tensos, drones sobrevolando sobre el Refugio Humanitario, y completamente militarizados por todos los costados.

Una de las razones por las cuales la fuerza pública y la administración distrital no optaron por la vía de la fuerza fue por: a) el contenido político de Refugio Humanitario, sin embargo por todos los medios de comunicación hegemónicos, se intentó deslegitimar la acción política, llamándolos terreros, invasores (entre otros); b) la presión internacional y nacional, porque las asociaciones que configuran el refugio son conocidas de tiempo atrás cuando fueron obligadas a dejar sus territorios, contando con el apoyo de parlamentarios amigos, la bancada alternativa del Concejo, ONGs, organizaciones de derechos humanos, que siempre han defendido la figura del refugio humanitario como una forma de defender la vida amenazada.

El proceso cuenta con 3.800 familias (aproximadamente 6.000, de cada 10 personas 6 son jóvenes), de las cuales 2.000 familias son víctimas del conflicto social político económico armado colombiano, 700 familias indígenas, 400 familias afrocolombianas.

Como lo enuncian las/los líderes del Refugio, "este proceso es grandioso". Los logros alcanzados hasta el momento han sido visibilizar los asesinatos de las y los líderes sociales, denunciar por todos los medios las masacres selectivas en los territorios, instalar una mesa de interlocución y diálogo entre los voceros del Refugio y las entidades del orden distrital (Bogotá) y nacional, posicionar en la agenda el tema de la vivienda por autoconstrucción, activar la ruta de prevención y protección, acceso a tierras, uso adecuado del suelo, educación superior, entre otros. En lo mínimo se logró arriendos y la entrega de 3.800 mercados x 3 meses prorrogables, esto vino por añadidura, porque lo estructural es lo que se viene conversando en la mesa con el Distrito.

Podemos observar como el proceso del Refugio Humanitario está compuesto por la articulación de diversas organizaciones sociales que cuentan con muchos años de trayectoria en los procesos de construcción de paz en Colombia desde las bases.

Las cuatro experiencias aquí relatadas, están comprometidas política, cultural y socialmente en sus territorios expresan, de alguna forma, lo que Santos (2015)16 llamó de confluencia - herramienta teórico-conceptual para hablar de los procesos colonizadores. Las movilizaciones de los jóvenes en el Complexo do Alemão y en el Colectivo Cultura Zona Oeste en el Brasil, el Grupo Prodesarrollo de Micoahumado, en el sur de Bolívar y el Refugio Humanitario por la vida, la paz y la vivienda digna en la localidad de Ciudad Bolívar en el sur de Bogotá en Colombia, se afirman por la producción de vida, por una cultura de paz, en medio a las violencias, subalternizaciones y vulnerabilizaciones. Entendiendo que la idea de confluencia es la regla en la cual se da la convivencia entre seres humanos y seres de la naturaleza, estando íntimamente interligados y produciendo enseñanzas, dada la diversidad con la cual se presentan. Como afirma Santos (2015, p. 89):

[...] no todo lo que se junta se mezcla, o sea, nada es igual. Por eso la confluencia rige también los procesos de movilización provenientes del pensamiento pluralista de los pueblos politeístas. He ahí el gran desafío resolutivo para que podamos llegar al nivel de sabiduría y buen vivir, dicho y soñado por muchos. Para mí, uno de los medios necesarios para que lleguemos a ese lugar es transformar nuestras divergencias en las diversidades, y en la diversidad alcanzamos la confluencia de todas nuestras experiencias.17

Para él, la guerra de colonización es una guerra territorial, con territorialidades en disputa. Aquí entendemos al territorio más allá de la geografía del lugar, también comprendido con todo lo que él expresa y produce colectivamente y subjetivamente. Los pueblos contra-colonizadores, aquellos que detentan el derecho resguardado por la tierra, han demostrado, a lo largo de la historia, la gran capacidad de comprender y hasta convivir con la complejidad de las cuestiones colonizadoras que se presentan a los colonizados. Santos (2015) da como ejemplo sus sucesivas resignificaciones de las identidades colonizadoras en medio a los perversos contextos de racismo, discriminación y estigmas; la readaptación de los modos de vida en territorios destrozados, descaracterizados y degradados, como en el caso de las favelas y comunidades en la ciudad de Rio de Janeiro y Bogotá, que se presentan como verdaderos "quilombos18 urbanos"; la interlocución del lenguaje oral con el lenguaje escrito de los colonizadores, por esto, se vuelve necesario dialogar lo que se dice, con lo que se escribe y con la historia que "se conoce". Así mismo, en los escenarios de resistencia en Colombia en donde históricamente confluyen las narrativas ancestrales con los discursos de la modernidad, se han reconfigurado los paisajes, las relaciones, los intercambios materiales y simbólicos y las subjetividades a partir de disputas que se han caracterizado por la violencia, pero que reclaman un trámite justo a través de negociaciones de sentido protagonizadas por quienes han sido explotados, excluidos y silenciados por siglos. Estas negociaciones que se asientan en significados y prácticas culturales, implican ineludiblemente transformaciones en las estructuras injustas.

Así, lo que proponemos como paz en estas experiencias no se entiende como "antónimo" de guerra; lo opuesto a la paz está más próximo a las violencias que se instituyen al mando del Estado u otros actores de los conflictos, que se articulan en torno de las carencias por la falta o ausencia de políticas pública, principalmente en espacios desterritorializados y despojados de derechos.

En esta confluencia de saberes y prácticas que habitan territorios marcados por las violencias, por la guerra, por el conflicto, por la diferencia y diversidad, si pretendemos un ejercicio emancipatorio en dirección a la construcción de la paz, necesitamos deconstruir el modo como la academia para la paz, con sus saberes hegemónicos, producen ciertos tipos de conocimiento. Como nos lo indica Castro Herrera (2020, p. 31) "mientras los académicos pensaban los marcos interpretativos de los conflicto y las violencias, los movimientos sociales y los procesos comunitarios locales se organizaban en torno a la paz".

Así, nuestras apuestas aquí son por una psicossociología crítica, antirracista, antipatriarcal, antineoliberalista-extrativista, contra-hegemónica, que deconstruyan privilegios de investigadores e investigadoras que reproducen una visión colonialista. Es necesario reposicionar conceptos, teorías, ontológicas y epistemes, que nos permitan problematizar la relación de paz con otras visiones y, por qué no, con las cosmovisiones de una cultura de paz.

Se torna imprescindible y necesario en los Estudios de Paz latinoamericanos, crear categorías que superen una visión eurocentrada o donde se reconocen únicamente como conocimientos válidos de los saberes del Norte, en los que hemos estado inmersos. Por esto, hacemos el llamados a cuestionar el detrás de bambalinas de nuestras investigaciones, a la luz de este giro crítico, según el Cinep (2020) esta revisión incluye: a) cuestionar los paradigmas teórico metodológicos de investigación; b) crear y recrear estrategias metodológicas donde se analice y se reconozcan las afectaciones de la presencia del investigador en el proceso investigativo; c) comprender los efectos e impactos sociopolíticos del ejercicio investigativo; d) desarrollar procesos financieros, administrativos y logísticos sostenibles; e) articular una mirada transversal interseccional a estos cuatro puntos anteriores.

Estos temas estructurales están en los bastidores de las investigaciones, y se relacionan con el grado de libertad para investigar y/o la transferencia de estructuras de violencia, relacionadas con los procesos de financiación, en las que se desarrollan las investigaciones. Lo anterior implica la reproducción de dinámicas de dominación centro-periferia imponiendo estructuras teórico-metodológicas ajenas a las realidades y normatividades para la lectura de los procesos llamados "locales", que imponen una visión universal referente a la productividad y eficiencia, así mismo se da la imposición de burocracias externas al desarrollo de la actividad del investigador, sobrecargando y diluyendo trabajo en la investigativo.

Nos resta cuestionar: ¿Cómo los procesos de construcción de paz se están reconfigurando en América Latina? ¿Qué saberes, a partir de las experiencias cotidianas, están siendo construidos? ¿Por qué no aprendemos con las lecciones de la vida práctica, como las experiencias juveniles y, a partir de ahí, ejercitarnos teóricamente a partir de la creación de nuevas categorías que reflejan las realidades?

No tenemos las respuestas para los cuestionamientos, pero, algunas pistas que, a primera vista, nos pueden orientar a ampliar el diálogo en lo que se refiere al contexto latino-americano. Más de que hablar de un giro para los temas de paz, se hace necesario reconocer, visibilizar y teorizar los saberes nascidos de las luchas para, en seguida, promover, lo que Sousa Santos (2007) denominó de una ecología de saberes, o sea, reconocer la co-presencia de saberes y conocimientos de grupos y comunidades consideradas subalternas por los procesos de colonización.

Pero es, justamente desde el hacer cotidiano, desde el caminar en colectivo que se van forjando nuevos vínculos comunitarios y formas de relacionarse que tienen un alto potencial transformador. Estos están dando lugar a un proceso de comunalización capaz de poner en jaque al capital y el Estado, produciendo comunidad desde la gente. (Sañudo, Aguilar, Zahonero, Pérez, & León, 2020, p. 48).

Así, fueron las redes tejidas alrededor de las experiencias retratadas aquí, que conformaron otras tramas comunitarias, que consolidaron y reforzaron las capacidades políticas, sociales, económicas, comunitarias, territoriales y subjetiva, invirtiendo el orden hegemónica de saber, de vivir colectivamente, de producir conocimiento, en territorios marcados por los conflictos, violencias y vulnerabilidades.

 

Consideraciones finales

Al tomar la psicosociología en una vertiente crítica, como un dispositivo epistémico para la cultura de paz, buscamos evidenciar, a partir de las experiencias latino-americanas entre Brasil y Colombia, como algunos procesos comunitarios de construcción de paz, se configuraran como caminos de resistencia y re-existencia en territorios históricamente marcados por violencias, subalternidades y vulnerabilidades. Indagaciones del tipo: ¿A quién sirve la psicosociología crítica latino-americana o, en qué bases ontológicas, epistemológicas, teóricas y metodológicas su conocimiento se asienta? Son preguntas que aún permanecen como reverberaciones en esta escrita y no se finalizan al término de esta reflexión. Buscamos, así, colocar en debate de qué modo la academia y, en particular, la propia psicosociología, en cuanto ciencia y práctica, se han articulado para construir un cierto tipo de conocimiento - y aquí, nos instalamos en bases anticoloniales.

Fue fundamental localizar los presupuestos teóricos de una psicosociología crítica latino-americana, cuyas bases se afirman ética y políticamente comprometida con las realidades sociales locales y globales del sur. Se vuelve esencial dar nombres marcar las responsabilidades políticas en territorios de conflicto en que sus actores están insertados.

Así, la psicosociología que adoptamos en este artículo, se fundamenta en presupuestos contra-hegemónicos, descoloniales contra-coloniales que subvierten la reflexión sobre las experiencias de construcción de paz y sus colectivos, instituyendo otros modos de "investigar la acción" con ellos y no sobre ellos, engendrando aquí procesos de lucha y re-existencias encarando la muerte. Re-existencias aquí no como una forma de negar un poder colonizador, pero sí para crear modos de vida y existencia, incluyendo formas de sentir, pensar, actuar en un mundo marcado por variadas insurgencias e irrupciones (Maldonado-Torres, 2017). Al tomar la producción estética y artística y la militancia política por brasileños y colombianos en territorios urbanos y rurales, vemos que hay una afirmación por la vida que se construye a partir de una cultura de paz, cuando la muerte se presenta como una constante presencia.

Así, apuntamos como pistas para nuevas aberturas en los estudios de paz a partir de una psicosociología crítica que busca articular los diálogos sociales y subjetivos como propuesta para una práctica emancipadora de paz, en que la paz no es concebida solamente como una interpretación en sí misma, pero sobretodo, como un elemento del proceso de su transformación (Sánchez Vásquez, 2016). Es necesario resituar los estudios de/para la paz fuera del paradigma occidental del conocimiento, abriendo el diálogo con otras formas de comprender y concebir el mundo y la propia paz. En este sentido, dar abertura para la institucionalidad, los estudios de género, raza y clase social en enclave interseccional e intercultural puede ser una invitación a profundizar y abrir otros horizontes para una psicosociología crítica latino-americana.

 

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Recebido em: 30/11/2020
Aceito em: 4/6/2021

 

 

1 En este contexto, se estima que desde el 28 de abril hasta el 31 de mayo de 2021 hay 71 personas asesinadas en su mayoría por la desmedida represión de la fuerza pública y paramilitares, según el último informe del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), donde fueron cruzados los datos de Temblores ONG y de la REDDHFIC. También en el comunicado de Indepaz y de Temblores ONG del 9 d mayo de 2021, fue informado que se han registrados 963 arrestos arbitrarios por parte de la fuerza pública, 12 casos de violencia sexual (todos dirigidos a mujeres), se estiman 548 personas desaparecidas, 28 víctimas de heridas en los ojos, 1.876 hechos violentos y 278 agresiones por parte de la policía. Las fuentes de la elaboración del comunicado fueron la Defensoría del Pueblo, junto a organizaciones sociales defensoras de los derechos humanos, como la Plataforma Grita, Temblores ONG, Red de Derechos Humanos Francisco Isaías Cifuentes, Campaña Defender la Libertad Prensa, entre otras. Fuentes: http://www.indepaz.org.co/victimas-de-violencia-homicida-en-el-marco-del-paro-nacional/ y http://www.indepaz.org.co/cifras-de-violencia-policial-en-el-paro-nacional/.
2 El Registro Único de la Unidad de Víctimas 9'100.155 desplazamientos desde 1985 hasta el 30 de abril de 2021, Fuente: https://www.unidadvictimas.gov.co/es/registro-unico-de-victimas-ruv/37394.
3 La palabra milicia tiene raíces latinas que significan 'soldado' (miles) y 'estado, condición o actividad' (itia) y que, juntas, sugieren servicio militar. La milicia es comúnmente usada para designar una fuerza militar compuesta de ciudadanos o civiles que toman las armas para garantizar su defensa, el cumplimiento de la ley y el servicio paramilitar en situaciones de emergencia, sin que los integrantes reciban salario o cumplan funciones específicas en normas institucionales. En el Brasil, el término milicia se refiere a policías y ex-policías (principalmente militares), unos pocos bomberos y unos pocos agentes penitenciarios, todos con entrenamiento militar, que pertenecen a instituciones del Estado, que toman para sí la función de proteger y dar "seguridad" en los barrios supuestamente amenazados por traficantes "depredadores" (Zaluar & Conceição, 2007, p. 90).
4 La IP puede definirse como un método de estudio y de acción que va al paso de una filosofía altruista de la vida para obtener resultados útiles y confiables en el mejoramiento de situaciones colectivas sobre todo para las clases populares. Reclama que el investigador o investigadora base sus observaciones en la convivencia con las comunidades de las que también obtienen conocimientos válidos. Es inter y multidisciplinaria y aplicable en continuos que van de lo micro a lo macro de universos estudiados (de grupos a comunidades y sociedades grandes), pero siempre sin perder el compromiso existencial con la filosofía vital del cambio que la caracteriza (Fals Borda, 2015; 1998, p. 320).
5 Concepto de Anibal Quijano (2000), ampliamente trabajado por el colectivo de pensamiento crítico latinoamericano Proyecto Modernidad/Colonialidad.
6 Concepto propuesto por el colectivo de pensamiento crítico latinoamericano Proyecto Modernidad/Colonialidad.
7 Los tres últimos años del bachillerato (como es llamado en Colombia) o en otros países como México llamado de la preparatoria.
8 Las facciones criminales se caracterizan por tener una estructura organizada en el mundo del narcotráfico y otros crímenes, capaz de articular, definir órdenes y objetivos, imponiendo respeto a las reglas y liderazgos que las rigen. La diferencia entre facciones criminales y pandillas es que estas últimas se articulan en torno a una práctica o actuar de manera desorganizada e improvisada, mientras que las primeras calculan los riesgos de una operación, buscando resultados más seguros (Bigoli & Bezerra, 2014). El narcotráfico también puede ser considerado cómo una facción criminal que actúa más fuertemente alrededor de la compra y venda de las armas y drogas.
9 "Contra-colonialidades en los movimientos artístico-culturales de la juventud urbana periférica: un estudio participante en psicosociología en la Zona Oeste de la ciudad de Río de Janeiro".
10 "Milicias y relaciones de poder en barrio de Campo Grande, en la Zona Oeste de ciudad de Río de Janeiro" (traducción nuestra).
11 Las conclusiones sobre esta experiencia presentadas acá, hacen parte de los resultados de la investigación Comprensión de la Subjetividad política para la vida y construcción Colectiva del programa de formación del relevo generacional para el Proceso Soberano Comunitario por la Vida la Justicia y la Paz de Micoahumado, Sur de Bolívar, financiado por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, en el marco de la convocatoria para el apoyo a nuevos doctores.
12 Desde mayo de 2013, una de las autoras de este artículo ha desarrollado un trabajo de investigación social y acompañamiento articulando construcción de conocimiento y la acción psicosocial, en el marco, primero, de su tesis doctoral, y más adelante, del trabajo de formación de psicólogos y psicólogas, y a través de investigación financiada por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Uno de los propósitos fue acompañar a la comunidad y a sus líderes en un proceso reflexivo sobre su historia de lucha. De allí emergió el concepto de Subjetividad política para la vida, que se constituyó en un referente fundamental en el proceso reflexivo y se fortaleció su Plan de Vida Comunitario, que incluyó en su agenda la formación del relevo generacional.
13 El grupo inicialmente se autodenominó "Formando Jóvenes Para el Liderazgo". No obstante, al utilizar su sigla FJPL, surgieron rumores respecto del origen y carácter del grupo, pues con frecuencia lo confunden con el frente guerrillero que opera en la zona FJSS del ELN; igualmente la palabra liderazgo era motivo para que la gente les aconsejara un cambio de nombre, dada la estigmatización a los líderes sociales en el país que se expresó de manera directa contra los líderes del corregimiento que fueron víctimas persecución judicial. Por estas razones los jóvenes decidieron cambiar el nombre del grupo.
14 En rechazo a los hechos de violencia que se han dado en el país y por la crisis generada debido a la pandemia por el coronavirus. Fuente: Atena2 https://www.antena2.com/mas-alla-del-deporte/jornada-de-protestas-en-colombia-este-21-de-septiembre-horarios-y-puntos-de
15 Escuadrón Móvil Antidisturbios, unidad especial de la Dirección de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional de Colombia.
16 Oriundo del estado de Piauí en el Noreste del Brasil, Maestro del Saber Popular.
17 Traducción de autores.
18 Locales de resistencia de la población negra esclavizada contra las relaciones de violencia de blancos señores de ingenio en el periodo de la esclavitud. Se configuró como espacio de producción de comunidades, sociabilidad y producción cultural, permitiendo la manutención de expresiones identitarias.

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