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Psicologia para América Latina

versión On-line ISSN 1870-350X

Psicol. Am. Lat.  n.11 México sep. 2007

 

PROCESOS SOCIALES Y DE INCLUSIÓN

 

La anulación del lazo social y la sociedade escasa. El desafio del trabajo con adolescentes en situación de expulsión social

 

 

Dr. Alejandro Klein

Facultad de Psicología, Montevideo, Uruguay

 

 


RESUMEN

Este trabajo busca situar cómo se presenta lo adolescente en muchos jóvenes de Latinoamérica hoy, de acuerdo a condiciones sociales difíciles, dentro del marco neoliberal. Este contexto social violento y absurdo se relaciona a nuevas formas de cursar adolescencia, desde prácticas de supervivencia.

Desde allí se replantea el desafío del grupo terapéutico como una valiosa herramienta de ayuda que permite un espacio de indagación que se contrapone a la conmovedora impotencia que estos jóvenes transmiten.


RESUMO

Este trabalho procura situar como se apresenta o adolescente em muitos jovens de Latinoamérica hoje, de acordo a condições sociais difíceis ,dentro do marco neoliberal. Este contexto social violento e absurdo se relaciona a novas formas de cursar adolescência, desde praticas de sobrevivência.

Desde aí se re- plantea o desafio do grupo terapêutico como uma valiosa ferramenta de ajuda que permite um espaço de indagação que se contrapõe à comovedora impotência que estos jovens transmitem.

Palavras-chave: Adolescencia Latinoamericana, Supervivencia, Estrategias de Trabajo.


 

 

La adolescencia como proceso tiene que ver de una u otra manera, con una manera de instaurar una etapa y cierto orden entre pasado y futuro, entre niñez y adultez, entre sexualidad permitida y sexualidad prohibida. Es, de alguna manera, una manera "racional" de resituar distintas variables sociales y personales.

Sin embargo, cada vez más jóvenes latinoamericanos transmiten un contexto social que tiene que ver con el desorden, lo abrupto, lo violento y lo absurdo. De esta manera estimo que la posibilidad de hacer adolescencia está especialmente limitada desde el contexto social del neoliberalismo, tanto para las clases pobres como las de clase media que pasan por un proceso de empobrecimiento (Klein, 2006).

Sin poder entrar a analizar sus múltiples implicaciones quiero señalar especialmente que es el punto en que lo adolescente manifiesta el fracaso en sus procesos de contención, transformación y elaboración, lo que enfrenta al joven a situaciones de dependencia y estructuras de cuidado del otro que vuelven imposible o muy difícil cursar adolescencia bajo los parámetros del júbilo, el crecimiento y la confrontación generacional.

Ser adolescente se transforma así en un problema y una situación de urgencia, por la cual no se sabe muy bien qué hacer ante el mismo. Lo adolescente queda relegado a ser sumatoria de situaciones y ya no estrictamente período etario. Situación que remite a la hipótesis central de mi investigación: se trata de pensar lo inaudito de un estado de adolescentes sin adolescencia (Klein, 2006)

Concomitantemente, la posibilidad de generar una biografía personal (Aulagnier, 1991) y asegurarse un lugar social que les permita procesos creativos de sublimación, pasa a convertirse en una estrategia de supervivencia. Ya no se trata de vivir para crecer sino de sobrevivir para no caer asesinado .

La sociedad neoliberal de acuerdo a una estructura de la nula o la escasa oportunidad, el desmantelamiento de políticas públicas y la agudización de procesos de des-ciudadanización (Klein, 2006) se vuelve menos tolerante con el adolescente al "adelgazar" a la adolescencia como espacio tolerado de descubrimientos, lo que ahora pasa a ser considerado intolerable. Destaco de esta manera la existencia de un estado de "pseudo-moratoria", que como un tipo de contrato social descontractualizado, genera un tipo de subjetividad desde el desencanto, la desesperanza, la sensación de vivir al borde y al límite, la sensación de lo fútil y lo inútil. Tiene que ver también con momentos de clarividencia con respecto a injusticias frente a las que se percibe un sentimiento de malestar y rencor. Socialmente es una expresión de lo que denomino sociedad "escasa", como descripción del manejo de lugares y relevos que realiza el neoliberalismo (Klein, 2006).

Transcribo en tal sentido algunos párrafos de un material clínico, proveniente de un adolescente a la que tocó vivir una experiencia que seguramente muchos otros comparten.

D: No tengo nada bueno para contar. Murió uno de mis mejores amigos. No sé si murió o lo mataron. Un botija de 17 años, un día antes del cumpleaños lo mataron. Llego a mi casa y llama la madre a decirme que estaba preocupada. Salimos en moto a buscarlo. Era el jueves a las 9 de la noche. Lo encontraron en un terreno baldío con camiseta y calzoncillos. Le robaron todo. Yo no quise saber... Lo estrangularon... Él tenía problemas en la casa. Pero no como para matarse, pero tampoco se hubiera sacado la ropa...Fue la barra de adentro de la Colonia. Yo no lo digo porque me barren. Según la policía, en Colonia Nicolich hay una parte que a cierta hora no podés entrar. Bueno, entrás, pero no podés salir. Vino a mi casa, pero no llegó a la casa de su novia. Lo encontraron allá arriba, encontramos el cuerpo. Lo primero que dijeron los milicos fue: "¡AL. Un malandrito menos en la Colonia!". A mi me dolió. El tenía 17, cumplia 18, iba a sacar la libreta (carta de motorista). Si preguntaba por M. nadie te iba a decir que era un malandro. Fui al velorio pero fui 15 minutos, y me fui, no aguanté más. Estaba todo el mundo, los familiares. No aguanté porque vi toda la gente llorando, hecha pomada. Tendrían que hacer al fin justicia en la Colonia y agarrarlos a todos. ¡Si yo los conozco y los milicos también! Pero van a tomar algo con ellos...

Este material -como otros que utilizo en mi investigación sobre adolescentes- no aparece relacionado a lo que esperamos generalmente del adolescente: temáticas en torno a la elección vocacional, los conflictos intergeneracionales, la autonomía, o la confrontación. Por el contrario, D. ofrece el relato de nuevas problemáticas en un tipo de sociedad que ya no se maneja por las coordenadas de la modernidad keynesiana. El relato no es solamente el de un sujeto que sufre, sino que lo que expresa involucra al mismo tiempo a su medio social hecho de situaciones de expulsión social, criminalización de la pobreza y el uso de la fuerza como recurso mesiánico para solucionar problemas sociales (Klein, 2006).

Su relato condensa un contexto social que se relaciona con la des-adolescentización de la adolescencia. No hay posibilidad de júbilo (Urribarri, 1990), de investigación, de indagación. Y tampoco futuro. Ni hay posibilidad de ser adolescente. La vida aparece como absurda y se enlaza con la muerte unida a estrategias que se anudan a una crueldad que se multiplica.

De esta forma cruel matan a su amigo el día antes de su cumpleaños. La violencia se impone y avasalla. Lo absurdo roba todo tipo de felicidad en una dimensión de cotidianeidad donde la felicidad es, no solamente esporádica, sino que además puede desaparecer en cualquier momento. El desamparo sobresale: "Lo encontraron en un terreno baldío. Le robaron todo". Desnudez corporal que remite metafóricamente a una "desnudez" también social y simbólica.

En la época que concurría al grupo, D. se mostraba como un joven especialmente sensible, perfilándose hacia una carrera profesional (historia) que de alguna manera sentía que le permitiría poder encontrar algún tipo de respuesta a las preguntas que se planteaba como parte de su crecimiento. En su lugar surge la incertidumbre: "No sé si murió o lo mataron", lo que es inquirir de alguna manera nuestra opinión al respecto. Transferencialmente es una interpelación a un supuesto "conocedor "de adolescentes referida a si su amigo realmente se pudo haber suicidado. Y ofrece datos: "el tenía problemas en la casa". Pero también explica que lo llamó la madre, que estaba preocupada, es decir que había un sostén en algún lugar.

Esta información contradictoria quizás refleje su propio angustia, referida a si él podría llegar a hacer lo mismo en caso de que su amigo se haya suicidado. O tal vez se relacione con una identificación con el agresor (Frankel, 2002), mecanismo mental por el cual se llega a sentir que efectivamente no existe derecho a la vida, identificado con el agresor que quita la vida.

Este agresor "es la barra de adentro de la colonia", un enemigo indeterminado que es un extraño (Bauman, 1999), que es a la vez ominoso (Freud, 1919). La posibilidad de agresión se relaciona a la existencia de subespacios dentro de la ciudad, con límites y rituales de pasaje entre uno y otro. La violencia está permitida si se traspasa ese espacio sin el recaudo imprescindible: "entrás pero no salís". Son espacios de marginación que se circularizan y que se cierran sobre sí mismos, desde adentro y desde afuera. Las posibilidades de intercambio se agotan, lo que no deja de ser una metáfora de los vínculos o no-vínculos que los grupos sociales mantienen entre sí.

Uno de los síntomas que aparece en ese cierre abrupto y de incomunicación es, reitero, la violencia. La misma, vista desde afuera, aparece totalmente inexplicable, pero estudiada desde esta lógica de los espacios cerrados, se la comprende como la posibilidad de resguardar límites y rituales de pasaje.

No es casualidad que para la policía se trate de ‘Un malandrito ("moleque") menos en la Colonia", ya que en estas condiciones la ley se transforma o es reemplazada por la transgresión y el desprecio. En realidad la transgresión es la ley y no una corrupción de la ley (Birman, 2001). Por eso, los jóvenes como "malandritos" no entran dentro de la ley. Ya no hay ley segura y estable, sino procesos de estigmatización que anulan los espacios de ciudadanía.

Este "menos" remite al mismo tiempo a un espacio social escaso, donde no hay lugar para todos, por lo que esta situación desgraciada no ha hecho sino confirmar un destino: es esperable que antes o después estos "malandritos" vayan muriendo. "Malandrito" es lo contrario del ciudadano; es la fatalidad de una "muerte" física, que se anuncia y entrelaza a una muerte simbólica previa, acentuando su presencia irremediablemente compulsiva. En estos jóvenes no hay paño para constituir figuras de héroe, sino otras de marginalidad y delincuencia. Es un mundo con un adentro exacerbado en relación al cual el afuera no aparece como suplementario o renovador.

Desde este adentro dos posibles actitudes parecen surgir: los que lloran y los que actúan. En el velorio: "toda la gente está llorando" menos un grupo que no llora, los supuestos malandros. Los que lloran son los que no saben qué hacer, y los que actúan son los que se vuelcan a la violencia: D. sale en moto, empuña un palo. Se implanta una clasificación binaria entre aquellos que "no- hacen", que se contrapone a aquellos que "hacen". O se hace o no-se hace, pero lo que se pierde es la posibilidad de reflexionar sobre lo que sucede. Por el contrario, en el marco terapéutico se trata -en la medida de lo posible- de acentuar la posibilidad de las alternativas y las opciones.

En el relato clínico lo que nos está advirtiendo D. es que estas conductas son impulsivas y sin alternativas, lo que implica la ausencia de procesos intermediarios terciarios: o no se piensa en nada o se pasa al acting. Los procesos simbólicos están francamente atenuados o desactivados. Hay que señalar de cualquier manera que la presencia de D. en el grupo, ya es de alguna manera una tercera opción, que se trata de enriquecer simbólicamente.

D.: Me tomé cuatro aspirinas y me fui al liceo, pero fue peor, veía a M. en todos lados. Hay un compañero que es parecido y me pasé diciéndole M. .El martes intentaron violar a mi hermana de 10 años a las 8 de la noche. Fue hasta el almacén y vino con la camisa rota. Le pregunté que te pasó y ella decía: "nada, nada". Entonces le dije: "la camisa no se rompe sola. ¿Te quisieron hacer algo? "Sí", dijo mi hermana. Salí con un fierro, no encontré a nadie, lo único que sé es que es un tipo alto. (Se le pregunta: "¿Hiciste la denuncia?"). D.: ¿Para qué? Si no hacen nada!!".

Mientras desde el campo social existe una perversión de la ley y una transgresión de la norma, que se concreta en que la policía "toma" con los supuestos maleantes, él también toma -nos cuenta- cuatro aspirinas quizás como forma de aliviar su dolor. Su hermana de diez años, que aparentemente ha tratado de ser violada, probablemente de forma abrupta comprendió algo que hasta dicho momento no había comprendido y establece muy bien D.: hay lugares donde entrás y no salís. O no se sale igual: se sale muerto o violado, o dañado, o golpeado, o perjudicado, pero no indemne.

Eso es lo que la hermana le transmite, por más que D. se desespere por tratar de protegerla y cuidarla: "Salí con un fierro, no encontré a nadie, lo único que sé es que es un tipo alto". Se podría señalar que la pregunta sobre si hizo la denuncia no deja de ser algo inocente, ya que antes había trasmitido la corrupción e ineficacia de la policía, pero sin embargo marca algo de la necesidad de aceptar sus límites recortando el campo de la venganza privada Venganza privada que por otra parte es indisociable del registro de la ley impotente.

D.- Es una botija de 10 años!!! (tono de hombre protector) y fue sólo a comprar pan al almacén. Salí furioso de allí adentro. Yo a este tipo lo mato, lo destrozo. No me importa si voy dentro. (A lo que el terapeuta le señala): Si vas adentro, ella queda más sola y vos te convertís en uno de ellos.

Hago notar que así se vuelven sinónimos el "adentro" de la Colonia Nicolich donde vive, con el "adentro" de la cárcel, dentro de un ciclo de violencia del cual es víctima y victimario. Los espacios de adentro de estos dos lugares, son espacios que constituyen una circulación de distintos cerramientos, y ésto es lo que le está advirtiendo implícitamente el terapeuta: "Cuidado con ir adentro, porque como nos dijiste vos, cuando se va para adentro no se sale más ". De alguna manera D. así lo comprende y comenta:

Lo que pasa es que pongo la cabeza en al almohada y no puedo dormir. Voy siempre yo a hacer los mandados, pero ese día, yo me estaba bañando. Era a una cuadra...Yo demoré más en el baño. Le pregunto a mamá: ¿ Y L. ? Me contestó: está en el almacén. Le dije: ¡ Cómo demora! Y en éso que abro la puerta para ir a buscarla, mi hermana viene corriendo.

El lugar de D. es de culpa y responsabilización extrema. Su baño demorado ha hecho que la hermana lo reemplazara en sus obligaciones, lo que le hace entrar en un intenso proceso de remordimiento (Kancyper.1992). Su "falta" le genera culpa y le causa tormento. Situación que se agrava por el hecho de haber fallado en su rol de mesianismo exacerbado, ya que quería evitarle a la hermana una situación violenta como la que vivió su amigo. Se siente entonces responsable por su hermana y por su amigo y así D. siente que el no haber podido proteger a su amigo se redobla en la tragedia de su hermana.

 

Escena psicodramática

Se recrea una escena de diálogo entre él (D.) y la hermana (L.)

(Dice de L). : Es muy reservada. En su cuarto no podés entrar. Hay una pared. Hagamos la escena en el cuarto de ella, es el único lugar para hablar.

D.- ¿Qué pasó realmente ese martes?

L. - No sé, estoy confundida. Algo pasó, pero no sé.

D. - Realmente ¿qué es?

L. - ¿A qué te referís?

D.- Pasó algo, alguien vino y bueno, vos ya sabés...

L. - La única ayuda que quiero es estar sola. Déjenme sola.

D. -¿Te parece lo mejor?

L.- No podés hacer nada.

D.- ¿ Que pasó realmente ese martes de noche?

L. - Vos sabés lo que pasó...

D. - Contame soy tu hermano mayor.

D. - Nadie me puede ayudar... (T- ¿Qué estás sintiendo?)

D. - Tengo una amargura bárbara y algo en el pecho. Ganas de llorar, de salir corriendo, un dolor que no me deja respirar, como un tapón. Tengo ganas de matarme. (Se trabaja con ese dolor al que se concretiza , haciendo que "hable" ):

D.- "Ayúdenme, quiero saber qué pasa. Lo quiero ayudar para que sepa la verdad. El tiene que saber todo, qué pasó realmente...Siempre sé lo que tengo que hacer ". (Alter ego de las manos): "A mi me encanta apretarte. Sé que debo apretarte".

D.- ¡¿Por qué, por qué!? - (manos repiten: "Yo estoy para castigarte").

D. - Tenés que salir de acá, yo solo quiero saber. Andate, andate. Yo sé que violaron a mi hermana. (Clima de gran tensión y angustia).

La escena desarrolla la angustia de D. ante la imposibilidad de haber evitado una posible violación a su hermana, o más precisamente, la culpa por sentir que de alguna manera ha sido responsable por tal situación.

La hermana representada se muestra evasiva, por momentos impenetrable, guardiana de un secreto que a D. le mortifica de forma dramática: qué sucedió realmente. La respuesta parece avizorarse, tanto como temerse. Lo que se dramatiza en realidad es también otra situación: la posibilidad o no, de mantener un rol dentro del mesianismo exacerbado.

Al mismo tiempo surgen aspectos de culpa devastadora, su auto-mortificación, pero también su intento para poder pensar sobre lo sucedido. Tal vez una interpretación que tendría un efecto terapéutico sería hacerle notar que él no es responsable por tales situaciones, pero sí del hecho de que se trata a sí mismo como fueron tratados su hermana y su amigo. Quizás pueda elaborar así una situación de duelo, reconociendo sus límites y tolerando su dolor, lo que le ayude a aceptar la inevitabilidad de la muerte de su amigo.

Así la escena parece sugerir que D. se debate entre un dolor psíquico insoportable y un acercamiento a un duelo que le es imprescindible. En esta segunda opción podría aceptar su impotencia, desculpabilizándose.

Porque de una u otra manera D. transmite su sensación de que la hermana -aún trágicamente- está aprendiendo a hacerse cargo y a defenderse a sí misma, lo que puede llevar a una situación de alivio para él. Este trabajo psíquico se realiza en un espacio grupal que puede oficiar como amparante de lo desamparante, subjetivizante de lo desubjetivizado y permitir un espacio de indagación que se contraponga a la conmovedora impotencia que este joven transmite.

La pregunta es cómo, terapéuticamente hablando, se puede resguardar lo adolescente que traigan estos jóvenes, recuperando adolescentemente el derecho a plantear preguntas y la oportunidad de obtener respuestas, dentro de un proceso donde el pasaje de la complejización del psiquismo a su simplificación, implica aspectos tanáticos y no pocas veces mortífero (Klein, 2004).

El grupo terapéutico es una formidable herramienta de trabajo psíquico, de contención, de resignificación. Desde allí el coordinador debe preservar su lugar de adulto capaz de pensar y sentir, manteniendo su sensibilidad social como herramienta ética fundamental. Por supuesto se trata de un dispositivo de trabajo que no puede dar una solución definitiva a terribles problemas sociales...

Sin embargo, no todo está perdido, pero la tarea que tenemos por delante implica la necesidad de repensar -desde el contexto social en que vivimos y trabajamos- mucho de lo que tradicionalmente se han considerado axiomas y lugares comunes en psicoterapias y salud mental. Un verdadero desafío creativo, ético y de compromiso social.-

 

BIBLIOGRAFIA

AULAGNIER, P. (1991) Construir (se) un pasado. Argentina:Revista de APdeBA Vol XIII-Nº 3.        [ Links ]

BAUMAN,Z. (1999) Modernidade e Ambivalencia. Brasil: Jorhe Zahar Editor.        [ Links ]

BIRMAN, J. (2001) Mal-estar na atualidade .Río de Janeiro: Civilizaçao Brasileira.        [ Links ]

FRANKEL, J. (2002)Explorando el concepto de Ferenczi de identificación con el agresor. Su rol en el trauma, la vida cotidiana y la relación terapéutica. España :Revista Apertura de Psicoanálisis Nº 11, www.aperturas.org/11frankel.html.        [ Links ]

FREUD, S. (1919) Lo ominoso. Argentina: Amorrortu Vol. XVII.        [ Links ]

KANCYPER, L. (1992) Resentimiento y Remordimiento- Estudio psicoanalítico. Argentina: Paidós.        [ Links ]

KLEIN, A. (2004) Adolescencia, un puzzle sin modelo para armar. Uruguay: Psicolibro-Waslala.        [ Links ]

KLEIN, A. (2006) Adolescentes sin adolescencia: Reflexiones en torno a la construcción de subjetividad adolescente bajo el contexto neoliberal. Uruguay: Psicolibro- Universitario .        [ Links ]

URRIBARRI, R. (1990)Sobre adolescencia, duelo y a posteriori. Argentina: Revista Psicoanalítica Argentina vol. XLII, Nº 4.        [ Links ]

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