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Psicologia para América Latina

versão On-line ISSN 1870-350X

Psicol. Am. Lat.  no.20 México  2010

 

Artículos

 

Psicoanálisis de la invasión marciana

 

 

Héctor Becerra

(Argentina) 

 

 


Resumen

Así como la fiebre es un síntoma que nos permite entender que el sistema inmunológico está movilizando sus defensas con el objeto de preservarse del virus, la bacteria, o cualquier otro agente que tiende a atacar la salud del organismo. De una manera similar intentamos plantearle al lector La Guerra de los mundos como un síntoma que operó en el cuerpo social. ¿De qué nos habla ese síntoma? De la forma cómo los seres humanos conocen y de la manera cómo se comunican. Sucede que tanto el conocimiento como la comunicación necesitan ser pensados científicamente. Lo que da lugar a las teorizaciones. Una teoría es una forma tentativa de pensar cómo funcionan las cosas. Existe un momento donde la realidad de los hechos da por tierra con las teorías, es el momento donde una teoría entra en crisis. Justamente La Guerra de los mundos nos brinda elementos para pensar que las teorías del conocimiento y la comunicación han entrado en crisis.  En el trabajo desarrollado también hemos tratado de esbozar una nueva teoría del conocimiento que ya no se apoya en certezas; sino en un conocimiento provisorio, que jamás puede dejar de lado todo lo referente a la subjetividad. Con respecto a la comunicación hemos tratado de explayarnos en un concepto que denominamos: Malentendido. Por último, describimos cómo influyen las nuevas teorías en la práctica de la comunicación social, un derecho que ya no sólo es atribuible a los periodistas profesionales; sino a todo ciudadano por su sola condición de tal, lo cual ha dado lugar a un novedoso derecho denominado: Derecho a la información.-

Palabras claves: Comunicación, subjetividad.


Abstract

As fever is a symptom that lets us understand that the immune system is mobilizing its defenses in order to preserve the virus, bacterium or any other agent that tends to attack the body's health. In a similar way we try to put the reader The War of the Worlds as a symptom that operated in the social body. What tells us this symptom? Of how human beings know and the way they communicate. It happens that both knowledge and communication need to be designed scientifically, which leads to the theorizing. A theory is a tentative to think about how things work. There is a moment where the reality of the facts giving ground to the theories, it is the moment where a theory in crisis. Precisely, War of the Worlds gives us reason to think that the theories of knowledge and communication have come into crisis. At work we have also developed tried to outline a new theory of knowledge and not based on certainties but on a provisional knowledge, that can never ignore everything about subjectivity. With regard to communication we have tried to dwell on a concept we call: Misconception. Finally, we describe how the new theory influence the practice of social communication, a right which is not attributable to professional journalists, but to every citizen by their very status as such, which has led to a new law called : Right to information .-

Key words: Comunication, subjectivity


Resumo

Como a febre é um sintoma que nos permite compreender que o sistema imunológico está mobilizando suas defesas, a fim de preservar o vírus, bactéria ou qualquer outro agente, que tende a atacar a saúde do corpo. De maneira semelhante, tentamos colocar o leitor de Guerra dos Mundos como um sintoma que se operou no corpo social. O que nos diz que o sintoma? A maneira como os seres humanos e saber a forma como eles se comunicam. Acontece que tanto o conhecimento como comunicação, precisam ser concebidos cientificamente. O que dá origem à teorização. Uma teoria é uma tentativa de pensar sobre como as coisas funcionam. Há um momento em que a realidade dos factos que estão na terra para as teorias, é o momento em que uma teoria em crise. Precisamente, Guerra dos Mundos nos dá razão para pensar que as teorias do conhecimento e da comunicação tenha entrado em crise. No trabalho, nós desenvolvemos também tentou esboçar uma nova teoria do conhecimento e não baseada em certezas, mas em um conhecimento provisório, que nunca pode ignorar tudo sobre a subjetividade. No que diz respeito à comunicação temos tentado me debruçar sobre um conceito que chamamos de: Equívoco. Finalmente, descrevemos como as novas teorias influenciam a prática da comunicação social, direito esse que não é atribuível apenas aos jornalistas profissionais, mas para todos os cidadãos pela sua própria condição como tal, o que resultou em uma lei inovadora intitulada: Direito à informação .-

Palavras chaves: Comunicação, subjetividade


 

 

Hace sesenta años se realizó una transmisión que marcó el fin de una época y el inicio de otra en el mundo de la ra­diofonía en particular y de las comunicaciones de masa en general, tanto en el  ámbito de la programación como en el de la investigación y la docencia.

Desde la pre-historia, todos los agrupamientos humanos han puesto en práctica múltiples procedimientos para producir textos (pinturas, esculturas, viviendas, utensilios, vestimentas, etc.) que les posibilitaran una trascendencia en el tiempo. Luego se construyó el más formidable y económico arte­facto productor de textos: la escritura. La misma alcanzó posibilidades infinitas de almacenamiento y distribución a través de múltiples técnicas de impresión mecánica, eléctrica y electrónica. En términos generales, puede decirse que todos esos artificios para la producción y circulación de textos generaban una serie de escansiones entre los momentos de creación, emisión y recepción. En su libro -Los lenguajes de la ra­dio- José Luis Fernández (1994) los describe como posibilida­des y restricciones.

Evaluemos este recorrido en el caso que vamos a desarrollar: En 1898 el inglés Herbert George Wells había escrito una novela por entregas (un folletín) publicada por el Pearson Magazine y titulada The war of the worlds (La guerra de los mundos) donde se relataba el desembarco en el planeta tierra de un grupo de marcianos dispuestos a acabar con la raza humana.

El guionista Howard Koch (uno de los autores del libro del film Casablanca) adaptó aquella novela de ciencia-ficción y, con la colaboración de Paul Stewart, obtuvo un radioteatro de una sola emisión. El guión llegó a manos del ac­tor Orson Welles  quien lo corrigió y presentó la noche del domingo 30 de octu­bre de 1938  junto a su compañía de acto­res en una de las periódicas audiciones del Mercury Theatre emitidas por la CBS.

Un boletín noticioso interrumpió un programa de música bailable para anunciar que acababa de avistarse un gigantesco cono luminoso viajando hacia la costa este del Atlántico. Una unidad móvil que había par­tido de Groevers Hill, New Jersey, descubría que se trataba de una nave es­pacial llena de marcianos. De ahí en adelante se transmitió la invasión como algo que estaba sucediendo en ese mismo instante: Los foráneos derrotaban al ejército, el gobernador llamaba a la milicia a poner orden, los cami­nos estaban cortados, los marcianos avanzaban hacia Nueva York. Era el fin del mundo.

Si alguien sintonizaba el programa unos minutos después de su comienzo no tenía cómo darse cuenta de que era una obra teatral. Fue lo que sucedió y millares de personas desesperadas huyeron en sus automóviles, produciendo grandes congestionamientos de tránsito, otras debieron resignarse y llenaron las iglesias y los bares. Durante horas y horas, miles de norteamericanos deambularon, viendo horrores inexistentes por las calles. Cuando  los marcianos final­mente fueron derrotados -como narraba originalmente la novela- por las bacte­rias terrestres, ya nadie escuchaba el pro­grama. La cadena CBS anunció du­rante toda la noche que se trataba de un mal entendido, pero varios días después aún se encontraban so­brevivientes saliendo de los bosques con pañuelos ata­dos a su boca para escapar de los gases extra planetarios.

 

Teoría cibernética

Hacia fines de los ´30 los medios masivos de comunicación habían tomado gran desarrollo, las estrategias bélicas estaban en boca del público y nacía la informática. Alicia Entel (1995) relata que aparecen y se difunden en EE. UU. la teoría físico-matemática de la información y la teoría cibernética, surgen de la observación de cómo transmiten información las máquinas, principalmente el telégrafo que es un aparato que sirve para comunicar mensajes a larga distancia mediante impulsos eléctricos que circulan por un hilo metálico.

De acuerdo a lo que plantea la teoría cibernética el proceso de la comunicación consistiría en el pasaje de datos desde un emisor que codifica el mensaje y lo hace circular por un canal hasta un receptor que lo recibe y lo decodifica. No hace falta un análisis profundo para advertir que esta forma de comunicación deja de lado la cuestión de la subjetividad y todo lo que la influye: Los procesos familiares, sociales, históricos, culturales, políticos, etc.

Al amparo de estos desarrollos científicos se concibió la idea de la omnipotencia de los medios. Todas estas teorías suponían que los mensajes emitidos incidían directamente sobre el sujeto y que estos estímulos eran recibidos de manera uniforme por todos los miembros del público que reaccionaba inmediatamente a los mismos y que carecía de posibilidades de sustraerse a su área de influencia.

Dice Alicia Entel (1995) que la propaganda nazi fascista fue tomada como un efecto producido por dichas teorías. El elemento más característico de estas teorías era la preocupación por el emisor del mensaje. Como se puede evaluar tomando esta vía de conceptualización, los media eran considerados como maquinarias omnipotentes y terribles de manipulación.

Fue durante esta época que estamos hablando que ocurrió el fenómeno de masas que marcó el cuestionamiento de estas teorías de la comunicación. Ya hemos sostenido en El cuerpo herido (1993) que toda teoría implica una ficción que sin embargo produce una idealización que nos empuja a suponer una completud entre el campo de los fenómenos y el de las representaciones. Umberto Eco sostiene (1978) que una teoría se oficializa cuando se pasa del "como si" al "sí" y del "sí" al "por lo tanto"; o cuando se deja de pensar en la ficción que se ha elegido para suponer que existe la posibilidad de representar la cosa.

 

El malentendido

Con la puesta en el aire del radioteatro observamos que el público no recibe el mensaje que irradia la emisora de una manera pasiva, sino que lo interpreta. Por otra parte, una vez que se significa el mensaje surge una certeza acerca de la significación. ¿A cuántas personas se les habrá ocurrido llamar a la radio, o dirigirse a la emisora radial para confirmar, o refutar lo que sucedía? ¿Por qué se le otorgó tanta credibilidad a lo que se escuchaba?

A partir de formular estas preguntas surgen dos líneas de análisis: La primera decía que el lenguaje es instrumento del sujeto. El sujeto utiliza el lenguaje para comunicarse. Un emisor codifica un mensaje y lo envía a través de una vía o canal y el receptor lo recibe y lo decodifica. Pero a poco que el lenguaje se complejiza, como sería el caso al que estamos aludiendo, vemos que la teoría cibernética de la comunicación se torna insuficiente para dar cuenta de los problemas surgidos del seno mismo del lenguaje: ¡El malentendido! (1)

Un boletín noticioso interrumpió un programa de música bailable para anunciar que acababa de avistarse un gigantesco cono luminoso viajando hacia la costa este del Atlántico. Una unidad móvil que había par­tido de Groevers Hill, New Jersey, descubría que se trataba de una nave es­pacial llena de marcianos. De ahí en adelante se transmitió la invasión como algo que estaba sucediendo en ese mismo instante: los foráneos derrotaban al ejército, el gobernador llamaba a la milicia a poner orden, los cami­nos estaban cortados, los marcianos avanzaban hacia Nueva York. Era el fin del mundo. Podríamos agregar que tanto el autor, y los actores -como su profesión y su talento lo exigen- pretendían imprimirle credibilidad a su dramatización; pero jamás podían imaginar que la representación iba a ser tomada como algo real.

Surgen elementos como para pensar si los sujetos que intervienen en la comunicación no terminan siendo instrumento del lenguaje; es decir, pareciera que el lenguaje es el que termina determinándolos. Siguiendo los desarrollos de Jacques Lacan (1960) vamos a tratar de graficar esta cuestión.

 

 

Dibujamos una línea horizontal que atraviesa el espacio de izquierda a derecha: es la variable del lenguaje. La variable que representa al sujeto es transversal a la del lenguaje, de allí que lo atraviese en un punto que vamos a llamar código.  La variable sujeto se cruza con la variable del lenguaje y empieza a describir una curva que termina descendiendo y volviendo a cruzar la línea del lenguaje en otro punto que llamaremos mensaje.

Decimos, entonces, que si el sujeto está sujetado al lenguaje la curva parece describir adecuadamente este aspecto. El sujeto no manipula el lenguaje; por el contrario parece doblegarse ante el mismo. La teoría cibernética planteaba el código a la izquierda y el mensaje a la derecha; pero, resulta que aunque el código esté cargado de intencionalidad por el emisor del mensaje; el receptor siempre puede entender algo diferente.

Cuando Orson Welles emite su mensaje tenía una intencionalidad; sin embargo el receptor –el radioescucha- no lo recibe de una manera pasiva, sino que lo resemantiza,  lo cual  quiere decir  que lo interpreta a su manera. Lo "interpreta a su manera" quiere decir que lo interpreta  a partir de ciertas influencias previas. Los sociólogos y comunicadores sociales han estudiado a fondo los condicionamientos que intervinieron en la verosimilitud que alcanzó el radioteatro y han concluido que hubo una im­portante incidencia de factores históricos y so­ciales: los temores suscitados por el crack de 1929 y los fantasmas de la inmi­nente Segunda Guerra Mundial.  Esos factores sobredimensionaron el mensaje; en definitiva, fueron ellos los que terminaron influyendo a las personas encargadas de dar significación a lo escuchado.

El gráfico que estamos planteando es una teoría alternativa a la teoría cibernética de la comunicación.(2) En el gráfico que estamos planteando vemos que el código se desplaza de izquierda a derecha y el mensaje de derecha a izquierda. ¿Por qué? Porque el radioteatro plantea –de acuerdo a lo que leemos- una intencionalidad; pero cuando la comunicación es dramatizada por los actores resulta interpretada de una manera distinta. Eso nos hace sostener que el receptor del mensaje es quien en definitiva termina originándolo.

Dijimos que la variable que representa al sujeto cruzaba la línea del lenguaje daba una curva y volvía a descender cruzando nuevamente la línea del lenguaje. El semi-círculo que va desde el código al mensaje, define la resignificación que se produce con la comunicación. Mientras la comunicación intenta seguir la direccionalidad que va de izquierda a derecha, la re-significación -en rigor, deberíamos decir la significación- se desplaza en el sentido retrógrado, de derecha a izquierda.

Debemos hablar de "significación" y no de "resignificación" porque nuestra lectura de lo sucedido nos permite entender que la interpretación de los radioescuchas no coincidió con la intencionalidad del autor y de los actores, pero este es un caso excepcional, no siempre podemos tener la suerte –o la desgracia- de contar con alguien, que pueda aclarar supuestos malentendidos. De allí que, como la mayoría de las veces toda esta operación no se lleva a cabo, decimos, entonces, que el supuesto receptor es quien interpreta el mensaje, lo significa, en definitiva, lo emite.

Nos encontramos pues con un dispositivo mediático que, a diferencia de los relacionados con la escritura, permite una simultaneidad rela­tiva entre los momentos de producción, emisión y recepción. Sin embargo, esa simultaneidad comparte con la escritura, la necesariedad -tanto para el productor como para el recep­tor- del conocimiento de las convenciones específicas de construcción de esos textos.

Cuando se publicó la obra original, nadie aventuró que Herbert George We­lls estaba narrando algo real. Todo ocurría en un futuro no demasiado lejano y los territorios de la ficción y la rea­lidad, de la alegoría y del periodismo, estaban clara y cómodamente demarcados. Con respecto al guión, ¡éste se realiza cuarenta años más tarde!  de la publicación de la novela y su importancia radica en que Orson Welles toma el texto escrito adaptándolo a otro que se metaboliza en imágenes visuales y/o auditivas.

Por último, no traspuso la obra mecánicamente, sonori­zando una es­tructura narrativa, sino que tomó la situación inicial y la acomodó al nuevo medio en que debía hacer su aparición. La puesta en el aire mixturó elementos específicos de la es­tética radioteatral (lo ficcional, la dramatización) con aquellos frecuentados por los noticieros de la época (la verosimilitud, la realidad convertida en relato).

Por eso resultó tan creíble para los oyentes, porque representó con elementos habituales un programa normal que, pri­mero a través de flashes informativos y después con supuestas transmisiones en directo desde el lugar de los he­chos, fue anunciando paulatinamente la invasión foránea con un magistral uso de los efectos de sonido, la música y el silencio. José Luis Fernández (1994) se refiere a ese componente que Arnheim denominaría paralinguístico y Lacan en el terreno del psicoa­nálisis llamaría discurso.

 

También la objetividad entró en crisis

Galileo acaba de inventar el telescopio, primer instrumento científico que nos acercaría las estrellas hasta una dis­tancia en que resultaran visibles; nos permitiría, también, averiguar que la Luna no es una superficie lisa y pulida, sino que  es irregular  y rugosa. El planteo galileano que -según Alexandre Koyré (1981)- apareció plasmado en el Mensaje de los Astros fue recibido con recelo e incredulidad; es que si el ojo no había podido ver aquellas estrellas fijas, daba por tierra la ilusión del ser humano de que el yo no tiene límites en lo que respecta al conocimiento.

La organización formal del yo y del objeto quedan igualmente afectados en su estructura, esto quiere decir que debemos sacar nuevas conclusiones en lo que respecta al conocimiento: el yo co­noce proyectando sus atributos a aquello que pretende cono­cer, de allí que el objeto adquiere la misma estructura que el yo que lo piensa. Resulta entonces que si no habíamos podido ver aquellas lejanas estrellas, ellas sí nos estaban mirando; desde ellas nos estaban mirando.

La conducta extrema suscitada por la emisión radiofónica se debió -además de las causas citadas- a la enorme implicación del yo y del conocimiento en la situación escenificada por el programa. Las construcciones delirantes que atribuían intenciones nocivas a los extraterrestres, ponen de manifiesto un momento primitivo en la génesis del yo. La llegada de los marcia­nos presentificaba la llegada de aque­llos que desde siglos atrás se hallaban instalados en la esfera celeste, invisi­bles, vigilándonos, acechándonos, a la espera de una opor­tunidad en la cual desembarcar y apro­piarse de todos nues­tros valores, la vida inclusive. El pá­nico era insoslaya­ble.

Esta etapa crítica de la génesis de la subjetividad humana determina –según Jacques Lacan (1979) la estructura paranoica del yo: su manera paranoica de conocer. Sucede que la dramatización; es decir, la puesta en acto de todas estas cuestiones provocó en los oyentes lo que se conoce comúnmente como fenómeno de masas; es decir, una regresión a los  momentos más arcaicos de la constitución de la subjetividad, o para decirlo de otra manera, una actualización de ellos.

 

Nuevas vicisitudes de la práctica periodística

Esta dificultad que encuentra el sujeto a la hora de poder dar cuenta de qué forma recibe el mensaje su audiencia le exige al periodista el conocimiento de nuevas convenciones en la construcción de textos. De allí que si durante un tiempo resultó importante el espacio que tanto diarios como revistas le dedicaban al correo de lectores como una forma de establecer un feed-back entre periodista y lector, hoy dicho espacio resulta a todas luces insuficiente.

Una forma de orientar la búsqueda y ampliación de ese feed-back ha empujado a algunos periodistas a colocar junto a su nombre y apellido con el que firman el artículo su dirección de correo electrónico. Esta moderna vía de comunicación admite que si bien el mensaje emitido tiene determinada intencionalidad, ella queda sujeta a la resemantización del lector.

En La mirada interior (2010) sostenemos que el periodista moderno, instruido en la crisis de la objetividad periodística y en las nuevas teorías de la comunicación sabe que su mensaje –más allá de la intencionalidad- está sujeto a tantas interpretaciones como lectores tenga y más allá de su rol de autor debe seguir investigando de qué forma desarrolla una noticia, cuáles son las diferentes derivaciones que puede ir tomando esa noticia y por eso entiende que el correo electrónico es una forma de establecer rápidamente un canal de comunicación con su lector.

 

Audiencias al servicio de la información

Apréciese que en el momento que el lector le brinda información al periodista de la redacción, al periodista profesional,  se constituye en el emisor del mensaje y también en informador. Como se puede evaluar, para las teorías modernas de la comunicación, emisor y receptor; informador e informado son roles dinámicos, circunstanciales y momentáneos.

Hasta qué punto de complejidad ha llegado la construcción de textos que en junio de 2006 –según el diario argentino La Nación (2009)- un editor de la revista Wired publicó un libro basado en la inteligencia colectiva y la participación de los internautas en la generación de noticias.

La tesis del editor de Wired es polémica; pero no desconoce las modernas teorías de la comunicación: Un grupo de lectores apasionados por un tema pueden ponerse en movimiento para realizar el trabajo de un grupo de profesionales experimentados en aportar cantidad, variedad y alcance global en la investigación de un hecho. Grandes medios como USA Today, The New York Times y The Guardian incluyen la participación masiva de sus usuarios en determinadas investigaciones para reducir tiempos de relevamiento de datos, costos de producción y testear a sus audiencias.

Los críticos sostienen que para que este aporte colectivo respete los estándares de calidad y rigor periodísticos es fundamental el chequeo de las fuentes y la veracidad de los datos obtenidos por los cronistas amateur; en definitiva, nada distinto de lo que se les exige a los profesionales sénior de los medios.

 

La comunicación es un  patrimonio de la humanidad

En el artículo 14 de la Constitución Nacional de 1853 (2003) leemos: "Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades, de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender".

La noción de que "todos los habitante de la Nación gozan de los siguientes derechos" pone la noción de colectividad en primer plano; sin embargo, la democracia liberal pretende salvaguardar los derechos inherentes a la condición humana encarnados en cada individuo: Derecho a la libertad y a la propiedad privada, con sus componentes inseparables: La libre iniciativa y la empresa privada.

Damián Loreti (1995) en su libro Derecho a la información comenta que un editor del Wall Street Journal sostenía en 1908 que: "Un diario es una empresa privada que no debe absolutamente nada a un público que no tiene sobre ella ningún derecho. La empresa no está afectada por ningún interés público, es propiedad exclusiva de un dueño que vende un producto manufacturado por su cuenta y riesgo".

Se produce un serio conflicto de intereses: Mientras la legislación fundamental brega porque todos los habitantes de la Nación puedan publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; sólo un reducido grupo de privilegiados ciudadanos –en un principio los empresarios periodistas y más tarde los periodistas profesionales- lo consigue efectivamente. La tensión que se establece entre el periodismo pensado como empresa privada, o como bien social permanece vigente; de allí los conflictos que se originan actualmente en el ejercicio cotidiano del periodismo.

Cuando el Estado deja de ser un observador impasible de lo que sucede en el mercado para comprometerse a intervenir en la búsqueda de la igualdad y la justicia social –casi un siglo después del nacimiento del periodismo- la comunicación social empezó a convertirse realmente en un beneficio social de todos los ciudadanos. El conocimiento de los derechos y garantías que asisten a los individuos, como así también el nacimiento de nuevas ciencias como la sociología, la lingüística, la semiología, la antropología, el psicoanálisis, etc. permiten avanzar en la idea de que la comunicación es un patrimonio de la humanidad.

El novedoso derecho a la información afecta el ejercicio profesional porque mueve a anteponer el bien común y los intereses de la comunidad a las responsabilidades contractuales con la empresa periodística para la cual trabaja. A partir de este momento el periodista debe considerar su acto de informar como un acto de justicia ya que cuando le da forma (sentido literal del verbo informar) a lo que puede percibir de la realidad, lo trata de entender, lo redacta y lo entrega al público; en realidad, le está devolviendo a la gente algo que es suyo. Al público no sólo se le vende un producto –de acuerdo a las leyes de mercado- sino que se le está entregando algo a lo que tiene derecho: Saber.-

 

Bibliografía

-Fernández, José Luis: Los lenguajes de la radio. Atuel, Buenos Aires, 1994.         [ Links ]

-Entel, Alicia: Teorías de la comunicación. Cuadros de época y pasiones de sujetos. Editorial Docencia. Buenos Aires, 1995.         [ Links ]

-Becerra, Héctor: El cuerpo herido. Ensayos sobre el goce, la ética y la transmisión del psicoanálisis. Catálogos editora, Buenos Aires, 1993.         [ Links ]

-Eco, Humberto: La estructura ausente. Introducción a la semiótica. Editorial Lumen. Barcelona, 1978.         [ Links ]

-Lacan, Jacques: Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano en Escritos 1. Siglo XXI editores. México, 1981.         [ Links ]

-Koyré, Alexandre: Estudios galileanos. Siglo XXI editores. México, 1981.         [ Links ]

-Lacan, Jacques: De las psicosis paranoicas en sus relaciones con la personalidad. Siglo XXI editores. México, 1979.         [ Links ]

-Becerra, Héctor: La mirada interior. Derecho a la información y autorregulación periodística. (Inédito)        [ Links ]

-La Nación. Buenos Aires, domingo 24 de mayo de 2009.         [ Links ]

-Constitución de la Nación Argentina. Texto de 1853/60 con las reformas de 1866, 1898, 1957 y 1994. Comentada por Alberto Ricardo Dalla Via. Abeledo Perrot. Buenos Aires, 2003.         [ Links ]

-Loreti, Damián: El derecho a la información. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995.         [ Links ]

 

 

(1)Durante todos estos años (1999-2010), en las clases dictadas en la escuela de periodismo TEA & DeporTEA, decidimos fundir la frase en una sola palabra ("malentendido")  privilegiando la expresión oral, tratando de darle un estatuto meta-fórico.

(2)No desconocemos que el gráfico de Lacan (él lo llama grafo) está construido en base a las influencias que el psicoanalista francés recibe de la lingüística. Podríamos citar aquí el Curso de lingüística de Ferdinand de Saussure, los Ensayos de lingüística general de Román Jacobson y los dos tomos de Los problemas de lingüística general de Émile Benveniste.