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Psicologia para América Latina

versión On-line ISSN 1870-350X

Psicol. Am. Lat.  no.27 México dic. 2014

 

ARTÍCULOS

 

La cultura política en estudiantes universitarios: Una comparación entre universidades interculturales y universidades de León, Guanajuato

 

A cultura política em estudantes universitários: Uma comparação das universidades interculturais e universidades de León, Guanajuato

 

Political culture in university students: A comparison between intercultural universities and universities from León, Guanajuato

 

 

Elí Orlando Lozano GonzálezI, 1

IFacultad de Filosofía y Letras, UNAM

 

 


RESUMEN

Se comparan algunos rasgos que configuran la cultura política de dos muestras de estudiantes universitarios mexicanos: alumnos de tres universidades interculturales de tres regiones distintas del país y alumnos de universidades de la ciudad de León, Guanajuato, en la Región Centro. Se aplicó un cuestionario a los estudiantes. Para este artículo se retoman 7 preguntas, en donde se indaga cómo se informan los alumnos respecto a la política, su confianza en figuras de poder y sus acciones relativas al voto y los partidos políticos. Los resultados muestran variedad en la forma de significar y vivir la política en los distintos estudiantes, pero se observa desconfianza hacia las figuras gubernamentales, así como hacia los partidos políticos. Este rechazo se presenta con mayor énfasis en las universidades interculturales.

Palabras clave: Cultura política, estudiantes universitarios, universidades interculturales.


RESUMO

O objetivo deste trabalho é comparar algumas características que moldam a cultura política de duas amostras de estudantes universitários mexicanos: estudantes de três universidades interculturais de três diferentes regiões do país e estudantes de universidades na cidade de León, Guanajuato, na região central. Um questionário foi aplicado aos alunos. Para este trabalho sete perguntas são retomadas, onde é investigado como os alunos são informados sobre a política, a sua confiança em figuras de poder e suas ações sobre o voto é os partidos político. Os resultados mostram a variedade em como os diferentes alunos vivem política e suas sigificados respeito. Mas a desconfiança é visto em números do governo, bem como nos partidos políticos, tal rejeição ocorre com mais ênfase em universidades interculturais.

Palavras-chave: Cultura política, estudantes universitários, universidades interculturais.


ABSTRACT

This paper aims to compare some features shaping the political culture from two samples of Mexican university students: students from three Intercultural universities in three different regions in the country, and students from universities in León, Guanajuato, in the Mexican Central Region. A questionnaire was applied to the students. Seven questions were resumed for this article, the questions inquire how the students are informed about politics, their trust in authorities and their actions related to vote and political parties. Results show diversity in the way different students give meaning and live politics; but distrust related to government authorities and to political parties is observed. Such rejection makes itself present with greater emphasis in intercultural universities.

Keywords: Political culture, university students, intercultural universities.


 

 

Introducción

El presente artículo parte de una investigación colectiva enfocada en el estudio de la ciudadanía en estudiantes de educación superior, y tiene por objetivo hacer una comparación entre la cultura política que tienen dos muestras de estudiantes: por una parte, estudiantes de tres universidades interculturales de regiones distintas del país; por otra, alumnos de diversas universidades, tanto públicas como privadas, de la ciudad de León, Guanajuato.

En las siguientes páginas se mostrarán las diferencias existentes en la cultura política de estos dos grupos. Se trata de personas que viven en contextos diferentes; por un lado, estudiantes provenientes predominantemente de ambientes rurales (interculturales), en contraste con alumnos que han desarrollado su vida predominantemente en la urbe (León, Guanajuato).

La cultura política se puede entender, a grandes rasgos, como las predisposiciones subjetivas que tienen los individuos respecto a la política, sus actores, instituciones y procesos. Es, en cierto sentido, de carácter individual, porque cada persona es distinta a las demás, pero no es meramente una cuestión psicológica, sino social. Una cultura, para ser tal, no puede ser exclusiva de una sola persona.

La cultura, y la cultura política en particular, son de carácter público, se construyen en sociedad, en los contextos en los que los individuos se desarrollan, donde crecen y se forman como personas, como miembros de una sociedad. En dichos contextos se construye y se conforma la cultura política que las personas que ahí conviven también comparten. Para configurar una cultura entran en juego las tradiciones, las formas de vida, el lenguaje, los modos de hablar, los procesos comunicativos, las condiciones de vida, además de las experiencias e intereses individuales.

Dado lo anterior, se hipotetiza que las personas que se desarrollan en entornos distintos manifiestan una cultura política también diferente a la de quienes no comparten sus mismas condiciones. Es el caso de las dos poblaciones comparadas en este estudio.

Sin embargo, también hay semejanzas. Y esto se debe en gran medida a que todos comparten ciertos elementos comunes: el país, el régimen político. Todos estos elementos de orden político institucional son compartidos por los alumnos que constituyen la muestra de este estudio, por lo que también se indagan aquellos aspectos en común respecto a su cultura política.

El primer apartado está dedicado a hacer una exposición teórica respecto de la cultura política. Se define el concepto y se analizan sus implicaciones. Posteriormente, se presenta el método utilizado, y se analiza el cuestionario que se aplicó.

Los resultados se dividen en tres secciones: La información política, la confianza en figuras de poder y, finalmente, las elecciones y los partidos políticos. En cada sección se muestran y analizan los resultados obtenidos en ambos grupos de estudio.

El artículo cierra con algunas reflexiones y cuestionamientos que surgen al considerar los resultados.

La cultura política: Definición del concepto

La mayoría de los estudios que tratan acerca de la cultura política se han desarrollado desde disciplinas como la ciencia política y la sociología. Sin embargo, en otros campos de la ciencia también se ha volteado a ver este fenómeno, por ejemplo, la antropología, la filosofía, la lingüística, la psicología y la pedagogía (Krotz, 2002). En cada caso, dependiendo de los intereses y características propias de cada disciplina, se producen variantes metodológicas e incluso conceptuales.

La noción de cultura política aborda una pluralidad compleja de fenómenos. El estudio de cada uno demanda igualmente diversas aproximaciones, diferentes confluencias interdisciplinarias, así como distintos enfoques metodológicos que concurren al estudio de la cultura política (Ramos, 2006: 26)

Ramos (2006) ubica dos enfoques principales en el estudio de la cultura política. Uno es el enfoque estructural–funcionalista, cuyo origen y principales características surgen de la obra de Almond y Verba (1963). El otro lo denomina "el giro hermenéutico", que surge gracias a los aportes de Geertz (1987) en torno al estudio de la cultura.

Ahora bien, para comprender qué es la cultura política se debe tener en cuenta que ésta tiene aspectos tanto individuales como sociales. Esto quiere decir que cada individuo significa y vive los procesos, instituciones y actores políticos de manera particular. Es una disposición subjetiva. Sin embargo, es producto del contacto con los grupos sociales con los que convive: familia, amigos, escuela. Además de la historia, las tradiciones, las costumbres, las formas de vida, las condiciones sociales y económicas en las que vive, que varían de región a región; y tiene que ver también con el régimen político del país al que se pertenece, etcétera. Es decir, la cultura política se construye en sociedad, aunque en cada persona se manifiestan rasgos individuales.

Antes de definir específicamente la cultura política, es necesario trabajar el concepto cultura. De acuerdo con Geertz (1987), la cultura "consiste en estructuras de significación socialmente establecidas en virtud de las cuáles la gente hace cosas y se adhiere a éstas" (p. 26). Es decir, la cultura, aunque con rasgos individuales, no es un fenómeno meramente psicológico, sino que es fundamentalmente de carácter social y, en este sentido, contextual, debido a la gran diversidad de grupos sociales que existen, cada uno con características propias que los distinguen.

Los individuos nacen y, por diversos procesos de formación y socialización, se apropian y construyen gradualmente cierta cultura, relativa a los contextos en los que se desarrollan. Le otorgan un significado a los diferentes elementos de su entorno, esto como un proceso individual, pero que sucede gracias a la influencia que en el individuo ejercen los diferentes elementos que constituyen dicho entorno. La cultura otorga identidad y pertenencia a las personas con respecto a los grupos sociales de los que forman parte, de esa manera guía también su actuar.

El mismo autor afirma que "la cultura es pública porque la significación lo es" (Geertz, 1987: 26). El significado que tienen las cosas no es una decisión arbitraria que cada persona realiza, sino que se construye en sociedad y permite al individuo formar parte de la misma. Geertz retoma algunas ideas de Max Weber y afirma que "el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre" (p. 20).

Se podría definir la cultura como una red compleja de significaciones que los individuos atribuyen a los objetos sociales. Esta red se construye en los grupos sociales y permite al individuo ser parte de la misma, ya que interioriza dichos significados, los que son de carácter público y, por lo tanto, posibilita la comunicación e interacción al interior de los grupos sociales. Ahora bien, la cultura política puede considerarse como esa red de significaciones en torno a la política, sus procesos, actores e instituciones.

El estudio de la cultura política tiene su origen en la afamada obra The civic culture, de los politólogos Gabriel Almond y Sidney Verba (1963). Es en este libro en el que se acuña el término cultura política. Ahí intentan explicar cómo es la cultura política en cinco naciones: Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, México e Italia.

Estos autores definen la cultura política como "el sistema de creencias empíricas, símbolos expresivos y valores que definen la situación en la que tiene lugar la acción política" (Almond y Verba, 1963: 965). Sin embargo, esta obra ha sido ampliamente cuestionada por diversos pensadores, pues se le atribuyen sesgos metodológicos y una marcada tendencia estructuralista y positivista (Ramos, 2006).

Más allá de los cuestionamientos, Almond y Verba son los responsables directos de colocar en la mesa el concepto cultura política, y han logrado valiosos aportes a su estudio, por lo que vale la pena rescatarlos.

Quizá lo más valioso de la obra mencionada es que, cuando fue publicada, se comenzó a hacer énfasis en los actores políticos, es decir, en toda persona involucrada en las relaciones de poder en el espacio público. Contrario a la predominancia de estudios políticos enfocados en las estructuras de poder y los procesos políticos, en los que se deja de lado a los actores políticos, mismos que pueden ser individuos o agrupaciones. De acuerdo con Krotz (2002), lo que se busca en los estudios enfocados en la cultura política es:

"Conocer los motivos que subyacen a las decisiones y conductas de los actores, las ideas y los valores que los orientan, los sentimientos que influyen sobre ellos y que, por tanto, explican su actuación y, de esta manera, gran parte de la realidad política del país. Podría decirse también que el interés por la cultura política es el interés por el lado subjetivo de la vida política". (pp. 8-9)

Conocer estas cuestiones ayuda a comprender el comportamiento político de las personas estudiadas, que pueden ser ciudadanos de algún país, o personas pertenecientes a algún grupo social en específico, como son en este caso los estudiantes de las universidades interculturales y de la ciudad de León.

Desde que se inició con el estudio de la cultura política ha habido diversos avances. En México, por ejemplo, diversos organismos gubernamentales promueven este tipo de estudios, como el escrito de divulgación del Instituto Federal Electoral (Peschard, 2001), y estudios empíricos de gran escala a cargo de la Secretaría de Gobernación con las Encuestas Nacionales sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) (Secretaría de Gobernación [SEGOB], 2001, 2003, 2005, 2009, 2013), y la Cámara de Diputados (Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública [CESOP], 2012), por mencionar sólo algunos. En estos trabajos se contemplan amplias muestras de estudio, generalmente a nivel nacional, y son de carácter predominantemente cuantitativo.

También existen otros estudios que se realizan en entornos académicos, los cuales tienen objetivos diferentes, específicamente generar un conocimiento más profundo en torno a ciertos grupos sociales. Los estudios académicos sobre la cultura política suelen delimitar más la población de estudio que aquellos promovidos por órganos de gobierno, además de que se siguen diversas estrategias metodológicas, que pueden ser cualitativas, cuantitativas o mixtas, además de que en estos trabajos se hace una labor de interpretación de los datos, al contrario de los estudios a cargo de órganos del gobierno, limitados a la descripción. Ejemplos de estos estudios son los realizados por Durand (1998, 2002, 2004), Piña (2008), Piña, García Reyes y Lozano (2010) y Portillo (2004).

De vuelta al aspecto teórico-conceptual, hay diversos autores que definen el concepto cultura política, por ejemplo Durand (1998), quien expresa lo siguiente:

Definimos a la cultura política como el conjunto de reglas que posibilitan a los actores calcular sus acciones políticas.... en la aplicación de esas reglas, en su uso, se incluyen o movilizan valores políticos, conceptualizaciones, informaciones, resultados, de las experiencias participativas, evaluaciones del sistema o de partes del mismo, sentimientos y emociones, que posibilitan el cálculo de la acción.... de acuerdo con el contexto que envuelve la acción, las reglas se especifican, en un régimen democrático son diferentes que las existentes en un régimen autoritario o en un régimen que transita del segundo al primero. (p. 15)

De esta cita se puede rescatar el papel que el régimen político tiene en la conformación de la cultura política. Se hace énfasis en el hecho de que bajo un régimen democrático se encuentra una cultura política diferente a la que se podría manifestar en cualquier otro tipo de régimen. Es decir, la cultura política es de carácter contextual. En este caso, el régimen político es compartido por los estudiantes que conforman las dos muestras de estudio. Todos viven en México, por lo tanto, viven bajo el mismo régimen.

Esta situación compartida implica que entre las personas se encuentren elementos similares en su cultura política. Pero en la cita también se mencionan aspectos como las experiencias, los sentimientos y las emociones, que son de carácter individual. Existe un constante juego entre los aspectos macrosociales y los microsociales.

La cultura política parte de aspectos macrosociales: el régimen y las instituciones gubernamentales dictan reglas, establecen el régimen, muestran el camino a seguir. Existe, por lo tanto, cierta cultura política común al total de la población, en este sentido: La cultura política consiste en las creencias, valores y capacidades que son comunes al total de la población, así como también en las tendencias especiales, modelos y patrones que sólo pueden encontrarse en sectores particulares de esta última (Almond y Powell, 1972: 72).

Esto quiere decir que no por el hecho de vivir bajo un mismo régimen político todas las personas tengan la misma cultura política, hay sectores que pueden tener inclinaciones o características específicas dependiendo del contexto. Por ejemplo, Piña, García Reyes y Lozano (2010) y Durand (2004) argumentan que los estudiantes de educación superior poseen una cultura política distinta a la que manifiestan otros grupos sociales de menor grado de escolaridad. Esta pluralidad se presenta también mediante la interacción de distintas variables, por ejemplo, la situación económica, la profesión, la región donde se vive, el sexo, el origen étnico, y muchos otros aspectos que hacen de la sociedad algo plural y multicultural.

La cultura política es producto de un proceso de construcción en el que los individuos —dependiendo de su situación de vida particular y de las características de los contextos en los que se desarrollan— se informan, evalúan y toman posición ante la política. Si bien existen leyes, normas, derechos y obligaciones que marca el régimen, estos aspectos nunca son llevados a la práctica de manera plena, sino que las personas deciden qué acatar y qué no en función de su contexto, sus necesidades y las características del Estado; también los actores se plantean cómo participar o, si es el caso, no participar; sentirse cercanos o alejados a algún partido político; posicionarse ante las autoridades, etcétera. En este sentido:

No nos parece correcto afirmar que la cultura política de los ciudadanos es sólo un reflejo de las estructuras o sistemas; como tampoco lo es pensar que los individuos son autónomos y calculan su acción como un simple acto individual, ignorando cualquier contexto institucional. Para nosotros es indispensable mantener una relación de intercausalidad entre lo micro y lo macro, entre la acción del actor y entre el sistema político o la estructura social. (Durand, 2004: 27)

En la construcción de la cultura política están en constante juego aspectos individuales y sociales. La cultura política se interioriza en los individuos mediante una constante interacción entre las instituciones —las reglas del juego— y los mismos sujetos. Pero esto no es una simple decisión individual, para que suceda entran en acción los diversos aspectos que conforman el contexto en el que el sujeto se desarrolla.

Hasta aquí se tiene ya un panorama de lo que es la cultura en general, y la cultura política en específico. Sin embargo, es necesario especificar qué se entiende por política, ya que este es un concepto de uso cotidiano y de alguna manera ambiguo. De acuerdo con autores como Bobbio, Matteucci y Pasquino (2005) y Arendt (1997), la política se puede entender, a grandes rasgos, como el ejercicio del poder en el espacio público. El poder es entendido como los medios que posee una persona o grupo de personas para lograr lo que desean sobre otra persona o grupo de personas. Y el espacio público definido en contraposición al espacio privado o personal, es aquello que concierne no sólo a una persona, sino más bien a una comunidad, ciudad, país e incluso a nivel internacional.

Bajo estas premisas, la cultura política no sólo se refiere a los asuntos del gobierno, sino que involucra aspectos de la vida cotidiana en la que se manifiestan relaciones de poder, por ejemplo, cuando un estudiante, o grupo de estudiantes, expresa su inconformidad ante las autoridades escolares. No se trata precisamente de un asunto de gobierno, pero es de carácter político.

El ser humano es un ser político por naturaleza, Aristóteles lo denominó zoon politikon o animal político. La cultura política de las personas se puede observar y analizar a partir de la comunicación y convivencia en los grupos en los que el individuo se encuentra inserto en su vida cotidiana, a partir de la información que recibe por diversos medios, y también a través del gobierno y el régimen político, los cuales son elementos importantes y quizá los más visibles al hablar de política. De acuerdo con Peschard (2001):

"La cultura política abarca desde las creencias, convicciones y concepciones sobre la situación de la vida política hasta los valores relativos a los fines deseables de la misma, y las inclinaciones y actitudes hacia el sistema político, o alguno de sus actores, proceso o fenómenos políticos específicos. (p. 16)

La cultura política es un fenómeno complejo. Para su estudio, originalmente, Almond y Verba (1963) reconocieron tres dimensiones de toda cultura política, las cuales tomaron como base para la elaboración de sus encuestas: la cognitiva, que se refiere a la información y el nivel de conocimiento respecto de los componentes del sistema político; la afectiva, referida a los sentimientos y actitudes que se experimentan hacia el sistema político, sus partes y procesos; y la evaluativa, en la que se define qué posición política se asume o qué clase de participación política se decide.

Estas dimensiones son retomadas en la interpretación de los datos empíricos mostrados más adelante, aunque aquí se trabajan de una manera distinta a como lo hicieron los autores originales. Almond y Verba pensaron en estas dimensiones para definir indicadores y establecer el tipo de cultura política que poseen los individuos. En este caso no se trata de establecer cierto tipo de cultura política. Se recuperan las dimensiones como aportes conceptuales que permiten entender cómo es la constitución de la cultura política.

 

Método

El presente estudio fue realizado con estudiantes inscritos en tres universidades interculturales en distintas regiones de la República Mexicana, y en otras tres universidades de la ciudad de León, Guanajuato. Las interculturales se ubican en tres regiones rurales distintas de la República (centro, sureste y oriente-golfo) y las de la ciudad de León en el medio urbano.

Se aplicó un cuestionario de 57 preguntas a los estudiantes de las seis escuelas mencionadas: 228 alumnos respondieron al mismo en las universidades interculturales y 122 en las de la ciudad de León. Del total de preguntas del cuestionario, sólo se retoman siete para este artículo, aquellas referidas a la cultura política. El resto de las preguntas se refieren a distintos aspectos referentes a la ciudadanía y datos socioeconómicos de los alumnos encuestados, y son trabajadas por otros miembros del equipo de investigación. Para la presentación de los datos se utilizan los porcentajes obtenidos y en un caso se hace uso de la media.

Para realizar la comparación de los resultados se decidió establecer el sexo y la institución como variables analíticas debido al supuesto de que existen diferencias porcentuales marcadas en los datos resultantes, lo que indica que hay formas distintas de ver y vivir la política entre hombres y mujeres, pero también en relación a las instituciones universitarias a las que pertenecen los entrevistados. De esta manera, se comparan los resultados de las tres universidades interculturales como conjunto en contraste con las tres universidades de la ciudad de León.

Cabe mencionar que esta comparación se hace, sobre todo, en función de las características de las universidades. Las universidades interculturales tienen ciertos rasgos que las distinguen, están pensadas para acoger a estudiantes provenientes del medio rural, predominantemente indígenas, en su misión general se menciona que buscan "promover la formación de profesionales comprometidos con el desarrollo económico, social y cultural, particularmente, de los pueblos indígenas del país y del mundo circundante" (Secretaría de Educación Pública [SEP], 2013).

Por otra parte, las universidades de la ciudad de León son típicas del medio urbano y atienden a la población que la habita. Esta es la ciudad más grande y poblada de la región del Bajío, a ella acuden estudiantes originarios de diversas comunidades o ciudades cercanas, así como de la misma localidad, a recibir educación superior. Estas instituciones tienen un perfil distinto al de las universidades interculturales.

Respecto de las carreras que estudian los alumnos encuestados, en las universidades interculturales se tienen las siguientes: Turismo Alternativo, Ingeniería en Agroecología, Lengua y Cultura, Gestión Municipal, Comunicación Intercultural, Salud Intercultural y Desarrollo Rural Sustentable. En el caso de las universidades de León se encuestó a alumnos de Psicología, Derecho, Desarrollo e Innovación Empresarial y Lenguas Modernas e Interculturalidad. Las licenciaturas mencionadas son un claro indicador de los diferentes perfiles que hay en ambos grupos de instituciones universitarias.

Para el análisis de los resultados se retoman las tres dimensiones propuestas por Almond y Verba (1963) para el estudio de la cultura política: cognitiva, afectiva y evaluativa.

En cuanto a la dimensión cognitiva, se preguntó cuáles son los medios a través de los cuales los estudiantes se enteran de las noticias políticas y la frecuencia con la se informan de los asuntos políticos. Con respecto a la dimensión afectiva, se cuestionó en relación al nivel de confianza que se tiene hacia diversas figuras de autoridad. Finalmente, de la dimensión evaluativa se indaga al respecto del partido político de preferencia y los criterios para decidir el voto.

En el siguiente apartado se muestran los resultados obtenidos en relación a la dimensión cognitiva de la cultura política. Específicamente en relación a los medios por los cuáles los alumnos se enteran de las noticias políticas y la frecuencia con la que lo hacen.

La información política

El primer elemento con el que toda persona debe contar para tomar una posición y decidir las formas de participación política que considere más adecuadas para sí mismo, y en función de las condiciones sociales y contextuales en las que vive, es la información. La cultura política es una construcción social que se manifiesta de manera subjetiva e individual, pero que se construye a partir de las interacciones que los individuos tienen con los grupos sociales a los que pertenecen y sus instituciones, dichas interacciones dotan al individuo de información.

De esta manera, el individuo genera imágenes, opiniones y juicios de valor en referencia a los objetos del mundo circundante, incluida también la política, por lo que se puede considerar parte de la dimensión cognitiva de la cultura política propuesta por Almond y Verba (1963).

De acuerdo con Durand (2004), el conocimiento que las personas poseen es lo que determina qué hacer o qué no hacer y en qué medida involucrarse en las acciones políticas.

Así, se preguntó a los estudiantes qué medios utilizan para informarse de las noticias políticas, y se obtuvieron los siguientes resultados para el total de la muestra en los dos grupos de análisis (Ver Gráfica 1).

 

 

Los resultados indican que los periódicos son el medio predilecto que los estudiantes consultan para conocer las noticias políticas, con una amplia ventaja para los alumnos de León. En segundo lugar aparece la televisión, seguido por Internet. Con porcentajes muy bajos están las revistas, la radio y de manera casi nula los libros.

Se debe aclarar que cada medio tiene ciertas particularidades, por ejemplo, la televisión es un medio en el que se dispone de pocas opciones para elegir, en México se cuenta con pocos canales dentro del espectro televisivo en el sistema abierto, no así en el de paga, pero este último está restringido a los sectores sociales que cuenten con la capacidad económica para solventarlo. Por otra parte, algunos medios más plurales y abiertos son Internet, los periódicos e, incluso, la radio. También se destaca en los resultados la poca preferencia de los alumnos por medios especializados como revistas y libros, esto podría indicar que los estudiantes encuestados no poseen información especializada con respecto a la política.

Un caso aparte es la opción de respuesta "Todas las anteriores", que refleja una mayor disposición a enterarse de las noticias políticas por parte de los alumnos. Los resultados obtenidos para este caso resultan contrastantes, 36% de los alumnos de universidades interculturales la eligieron, en contraparte de 1.6% de los provenientes de León.

La ENCUP 2012 (Secretaría de Gobernación [SEGOB], 2013), aplicada en todo el territorio nacional y a una muestra plural, es decir, no sólo jóvenes universitarios, coloca a la televisión como el principal medio que los ciudadanos consultan para informarse de las noticias políticas, alcanza un 76% de las preferencias. En la muestra de estudiantes para esta investigación la televisión aparece por debajo de los periódicos.

Una segunda pregunta que se realizó podría brindar mayor claridad en torno a la información política que poseen los estudiantes encuestados. Se les cuestionó con qué frecuencia suelen informarse al respecto. Las respuestas se presentan en la Tabla 1.

 

 

Al observar la tabla es posible ver que se obtuvieron resultados muy similares para ambos grupos de estudiantes. La respuesta que mayor porcentaje obtuvo fue "De vez en cuando", con 42.6% del total de la muestra de ambos grupos. Le siguen, en ambos casos, "Dos o tres días a la semana", "Todos los días", "Un día a la semana" y "Nunca", en dicho orden.

Estos resultados indican que, aun cuando existen ciertos niveles de información —ya que poco más de la mitad de la muestra respondió informarse de asuntos políticos por lo menos una vez o más a la semana—, hay una cantidad cercana al 50% de estudiates, en los dos tipos de universidades, que mencionó sólo hacerlo de vez en cuando, o incluso nunca.

Un dato importante es el que se obtiene en la respuesta "Todos los días", ya que en las universidades interculturales se obtuvo una cifra mayor (18.3%) que en las de León (14.8%), sin embargo, esto contrasta con el resultado obtenido en la respuesta "Nunca", ya que son más los estudiantes de escuelas interculturales que eligieron esa opción en relación con el otro grupo.

En esta pregunta, no hay una tendencia clara respecto a cuál de los dos grupos de estudiantes tienden a informarse con mayor o menor frecuencia, pues las cifras obtenidas son muy parecidas en ambos casos. Pero se puede afirmar que los hombres se informan con mayor frecuencia que las mujeres en los dos grupos de análisis, la evidencia la otorgan las cifras obtenidas en la opción "Todos los días", mientras que los hombres superan en ambos casos 20%, las mujeres apenas rebasan el 10%.

Los datos obtenidos mediante esta pregunta apuntan hacia estudiantes que no tienen un alto nivel de información política, sino más bien bajo. Día con día se gestan incontables acontecimientos de interés público, hechos políticos, por lo que la frecuencia con la que dicen informarse los alumnos es insuficiente. No se trata de generalizar, en cada institución deben existir alumnos con mucho interés en estos temas, pero también existen aquellos a los que no les interesa la política.

De acuerdo con la ENCUP 2012 (Secretaría de Gobernación [SEGOB], 2013), el 65% de los encuestados tiene poco interés en la política, mientras que sólo el 16% tiene mucho interés en la misma. En adición, 39% tiene nulo o bajo conocimiento de la política, y sólo el 19% tiene un elevado conocimiento al respecto. Estos datos reafirman lo obtenido en esta investigación enfocada en alumnos de educación superior.

El régimen político en México es democrático, así lo dicen las leyes: El Artículo 40 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice:

"Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental".

Se esperaría así que un ciudadano estuviera fuertemente informado acerca de la realidad política cotidiana y recibiera dicha información de manera crítica con el fin de vigilar la actuación de los gobernantes, ya que, según Sartori (1992), en un régimen democrático el titular del poder político es el ciudadano, como conjunto, y no la clase gobernante. Por lo tanto, es labor del ciudadano vigilar la actuación de los gobernantes y para ello necesita información. Los datos aquí obtenidos hablan de una realidad diferente.

Confianza en figuras de poder

La información que poseen las personas es el primer elemento para formarse una opinión ante la política, sus actores, sus instituciones y sus procesos. Permite también asumir una actitud, que se refiere a la posición que se toma ante algo, y puede ir de lo favorable a lo desfavorable. Esta información puede ser especializada, amplia y crítica; pero también puede ser escasa y carecer de reflexión. Sea cual sea el caso, la información lleva a una toma de postura.

En este punto se explorará cuál es el nivel de confianza que tienen los estudiantes ante diversas figuras de poder. Esto es parte de la dimensión afectiva de la cultura política, la que se refiere al apego al sistema, la actitud ante el mismo y sus procesos y actores. En este caso se centra la atención en los actores.

La manera en que se procedió para explorar esta dimensión fue preguntando a los estudiantes el nivel de confianza que diversas figuras de autoridad representan para ellos en una escala del 1 al 10. Se obtuvo una media del total de respuestas y los resultados se observan en la Gráfica 2.

 

 

La gráfica muestra con claridad la disparidad que existe en la confianza que los estudiantes de ambos grupos de análisis le otorgan a las diferentes figuras de autoridad. Los estudiantes de las universidades de León, Guanajuato, tienen una confianza mayor en todos los casos.

Respecto a las autoridades mencionadas, los primeros cuatro nombres remiten a las autoridades gubernamentales (presidente de la república, gobernador del estado, presidente municipal y delegado), las siguientes dos figuras se refieren a los cuerpos armados encargados de la seguridad pública y de la nación (policía y ejército, respectivamente), y finalmente se evalúa a las autoridades escolares (director y representante estudiantil).

Los estudiantes encuestados de las universidades interculturales muestran una baja confianza en las figuras de poder, sobre todo, respecto a las cuatro primeras (autoridades gubernamentales). En los casos de presidente de la república, gobernador y presidente municipal fueron calificados por debajo de 4, mientras que el Delegado supera por 2 décimas esta cifra. El presidente de la república es la figura que menor nivel de confianza inspira en estos alumnos, lo evaluaron con 3.7. Al considerar que se trata de una escala del 1 al 10, estos resultados son considerablemente bajos.

En el mismo rubro, los alumnos de las universidades de León califican por arriba de 6 a tres de las cuatro figuras de autoridad gubernamental, sólo el presidente municipal alcanza una media de 4.6; de esta manera, es la autoridad con el menor grado de confianza para los estudiantes de la zona urbana, al que le sigue el policía con 4.9.

En las universidades interculturales la policía inspira una confianza baja (4) y el ejército una mayor (5.7), aunque ambas por debajo de la media de las universidades de León, donde se tienen medias de 4.9 y 7.4, respectivamente.

Finalmente, las autoridades escolares son las que conjuntan las valoraciones más altas en ambos casos, aunque con la misma tendencia de toda la gráfica, en la que los alumnos de León son más positivos en cuanto a sus valoraciones del nivel de confianza que les inspiran las autoridades.

En la ENCUP 2012 (Secretaría de Gobernación [SEGOB], 2013) se pregunta también por el nivel de confianza en diversos actores e instituciones, algunos incluidos también en este trabajo: el presidente es calificado con 5.3, gobernadores con 5, presidentes municipales con 4.9 y la policía con 4.3. En comparación con la Gráfica 2 de este documento, los alumnos de universidades interculturales califican por debajo del promedio nacional a dichas autoridades, y los de León por arriba del mismo.

Además, se observa una tendencia a desconfiar con mayor énfasis en las figuras cuyo poder es más amplio, a estos actores se les podría considerar además como distantes (por ejemplo, el presidente de la república o el gobernador del estado). Por el contrario, a mayor cercanía corresponde mayor aprobación, como es el caso de las autoridades escolares, aunque el espacio donde ejercen su poder es más reducido.

La persona común, en este caso estudiantes, se puede encontrar de manera cotidiana y casual con el director de la escuela, representantes estudiantiles, policías, soldados, el delegado o incluso el presidente municipal, pero esto no sucede con figuras como el presidente de la república o el gobernador del estado, de quienes escucha hablar por medio de los medios masivos de comunicación.

En la Gráfica 2 se observan diferencias claras en ambas poblaciones, al respecto podrían existir múltiples causas que permitan comprenderlas; la confianza es un fenómeno que no depende de un sólo factor, sino que es multicausal y complejo. Sin embargo, hay un dato obtenido del cuestionario que brinda ciertos elementos para la interpretación, los ingresos económicos personales mensuales (Tabla 2):

 

 

La tabla muestra con claridad que los ingresos personales mensuales de los alumnos de las universidades interculturales son menores que los del otro grupo. La mitad de los alumnos de escuelas interculturales dijo obtener menos de mil pesos, en comparación con el 23.8% de los alumnos de la ciudad de León. Por otra parte, sólo 2.6% afirma tener a su disposición más de 2500 pesos, en contraste con el 20% en el caso de los alumnos de León.

No se pretende generalizar, pero es una realidad que las condiciones económicas pueden cambiar en gran medida el panorama y la visión de la vida de las personas. Quienes tienen mayor solvencia económica se enfrentan a menos dificultades que aquellos que pasan por apremios dadas sus limitaciones económicas.

Los alumnos de las universidades interculturales, podemos suponer, viven en condiciones económicas más precarias que los de la ciudad de León. Al tener esto en cuenta, se puede pensar que exista mayor descontento con las figuras de autoridad. Se le puede imputar al gobierno y a las figuras de autoridad no haber mejorado las condiciones de vida de este grupo de personas, y de ahí la falta de confianza.

Las elecciones y los partidos políticos

Una de las primeras oportunidades de participación política en el ámbito formal que tienen los jóvenes mexicanos es durante los periodos electorales, al ejercer su voto. El momento en el que se introduce la papeleta a la urna electoral es la consecuencia de un proceso en el que el individuo se ha informado, ha analizado las propuestas políticas y ha tomado cierta postura. Esto le permite decidir qué hacer, si votar o no, a quién dar su voto y porqué razones.

Al momento en el que la información y la actitud entran en acción se le puede ubicar dentro de la dimensión evaluativa de la cultura política (Almond y Verba, 1963). Existen múltiples formas de participación política, las que pueden ir de lo institucional a lo no institucional, de lo convencional y formal a lo no convencional. Diferentes formas de protesta, la autogestión comunitaria y la participación en distintos tipos de organizaciones son también formas de participación política y forman parte de la cultura política.

Para este artículo se centra la atención en la participación electoral y en la figura de los partidos políticos. No porque ésta sea la más importante o la única forma de participación, pero sí es quizá lo más visible y común. El voto es ampliamente promovido en los medios de comunicación y son millones de personas las que lo ejercen, y los candidatos, hasta ahora, van respaldados por algún partido político. Por esa razón, en este artículo nos enfocaremos en ellos. La Tabla 3 muestra los resultados con respecto a los criterios por los cuáles los alumnos deciden su voto.

 

 

La respuesta con el mayor porcentaje es la que dice que eligen al presidente municipal por sus propuestas. En ambos grupos de estudiantes la calificación sobrepasa el 85%. La segunda respuesta mayoritaria es "Por el partido al que pertenece", con un porcentaje considerablemente mayor para los estudiantes de León que para los de las instituciones interculturales. Las otras dos respuestas obtuvieron porcentajes mínimos, sobre todo en el caso de las universidades de León.

Que los estudiantes hayan respondido mayoritariamente que eligen su voto con base en las propuestas implica que cuentan con información que les permite fundamentar la elección en aquéllas que más convienen al estudiante y a su comunidad. Se demuestra que la elección de un candidato no se basa en otros criterios, como la simpatía que pueda generar, que se hayan ofrecido materiales o regalos, o incluso la preferencia por el partido político de pertenencia.

De acuerdo con la ENCUP 2012 (Secretaría de Gobernación [SEGOB], 2013), el 57.67% de los encuestados elige a su candidato con base en sus propuestas, mientras que sólo el 8.95% lo hace debido al partido político al que pertenece. Esta tendencia corresponde a lo obtenido en nuestra investigación, sin embargo se debe considerar que los estudiantes de educación superior tienen características particulares que los distinguen de otros sectores de la sociedad, por ello los resultados deben tomarse con cautela.

Lo que se muestra en la tabla anterior es que ejercer el voto requiere de una reflexión, al parecer los estudiantes se informan y analizan antes de asistir a las urnas. Pero se puede dar el caso de que ningún candidato satisfaga claramente sus expectativas, ¿qué ocurre entonces? La Tabla 4 presenta datos relativos a dicha situación.

 

 

Las dos respuestas con mayor porcentaje en ambos grupos son "Votas por el menos peor" y "Asistes a las urnas para anular el voto". Estas dos respuestas muestran que, a pesar de no encontrar al candidato ideal, los estudiantes tienen el compromiso de asistir a las urnas y emitir su voto. Hacen observable su postura y llevan a cabo una acción de participación política.

Votar por el menos peor podría implicar que previamente se han informado de las propuestas de cada candidato y que, aunque ninguno los satisface, reconocen la importancia del voto y eligen a uno. Anular el voto también es una opción, incluso como medio para manifestar la inconformidad con los candidatos y, quizá también con sus partidos políticos.

Las dos opciones de respuesta restantes implican no votar; una es la abstención por inconformidad, distinta a la abstención por indiferencia o desinterés en el asunto. En este caso se puede hablar de un estudiante que posee cierta información que lo lleva a decidirse por una participación no visible, es decir, no asistir a las urnas. De acuerdo con Durand (2004), no participar es también una forma de participación política, y es resultado de un proceso de reflexión y consecuencia de la inconformidad con las opciones con que el individuo cuenta para manifestarse. Esta opción de respuesta ocupa el tercer lugar en el caso de los estudiantes de universidades de León y el último en el de las escuelas interculturales.

Finalmente, la opción "Te da lo mismo votar o no votar", muestra una actitud de desinterés, apatía e indiferencia. Podría relacionarse con el entorno social, las condiciones de vida y, también, con la confianza en las figuras de poder —que en el caso de las autoridades gubernamentales es baja, sobre todo en las universidades interculturales (Ver Gráfica 2).

En los resultados de la opción "Te da lo mismo votar o no votar", en el grupo de las escuelas interculturales se obtuvieron cifras cercanas a 20%, en la muestra de León los números son mínimos. No es de extrañar que los alumnos de las primeras muestren falta de interés en los procesos electorales, si se compara con el nivel de confianza que le otorgan a las autoridades gubernamentales. Se puede concluir que los estudiantes que eligieron dicha respuesta no le otorgan un valor relevante a la elección de un presidente en relación con su vida personal. Es decir, el presidente de la república es un personaje alejado de sus vidas y por en el cual no confían.

Los candidatos van respaldados por algún partido político, instituciones fundamentales en toda democracia. Sin embargo, autores como Touraine (2006) y Durand (2004) afirman que su protagonismo se ha ido perdiendo en la sociedad actual y pasan hoy por una crisis de credibilidad e identidad.

Durand (1998) afirma, en un estudio empírico acerca de la cultura política en estudiantes de la UNAM, que más del 60% de los estudiantes de esta institución tienen una confianza nula o casi nula con respecto a los partidos políticos. Datos más recientes lo confirman: En un estudio realizado en la Universidad de Vanderbilt en cooperación con Barómetro de las Américas en el año 2010 (Seligson, 2011), los partidos políticos son la institución peor valorada del país al obtener una media de confianza de 3.5. Lo mismo se reporta en la ENCUP 2012 (Secretaría de Gobernación [SEGOB] 2013): El nivel de confianza de los partidos políticos alcanza una media de 4.4, sólo por encima de la policía que tiene 4.3. Estos datos confirman el desprestigio de esta institución en México.

Sin embargo, los partidos políticos son instituciones fundamentales de la política formal y del sistema político mexicano, son una de las formas a través de la cuales los ciudadanos focalizan su participación política, sobre todo en periodo de elecciones. Por esta razón se preguntó a los estudiantes si tienen algún partido político de preferencia (Ver Tabla 5).

 

 

En el caso de los alumnos de las universidades interculturales se observa una preferencia por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), seguido por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), otros partidos y, finalmente, el Partido Acción Nacional (PAN). En León el partido preferido es el PAN, luego el PRI, el PRD y otros. Las cifras más altas en León las obtiene el PAN, superiores a 30 por ciento.

Sin embargo, la opción que impera en ambos casos, aunque es más claro en las escuelas interculturales, es "Ninguno". Gran parte de los alumnos encuestados no se siente cercano a alguno de los partidos políticos. Basta recordar que el presidente de la república, el gobernador del estado y el presidente municipal son las autoridades que provocan mayor desconfianza, según la muestra de las universidades interculturales, y tampoco obtienen cifras muy alentadoras en León (Ver Gráfica 2), y que son las figuras de autoridad que surgen desde los partidos políticos. Encontrarse con que más de la mitad de los alumnos no tiene algún partido político de preferencia habla también de desconfianza.

Otros estudios realizados con estudiantes de educación superior confirman esta tendencia. Piña, García Reyes y Lozano (2010) trabajan con estudiantes de escuelas normales del distrito federal, y encuentran que el 42% de los alumnos encuestados para dicho trabajo no tienen algún partido político de preferencia, mientras que el 92% no está afiliado a alguno de ellos. Datos más drásticos los obtiene Lozano (2011), quien indaga respecto de estudiantes de carreras de ciencias sociales en la UNAM, en la que cerca del 70% de los estudiantes encuestados piensa que los partidos políticos no son la mejor opción para involucrarse en la política, además, el 90% afirma no tener algún partido político de preferencia.

Los datos arrojados por diversas investigaciones confirman que los partidos políticos no aparecen como una opción viable para los estudiantes universitarios, y en general para la población juvenil, esto de acuerdo con la Encuesta Nacional de Juventud 2010, realizada por el Instituto Mexicano de la Juventud (IMJUVE, 2011), en la que el 60% de los jóvenes consideran a los partidos políticos un obstáculo para la democracia. En el mismo rubro, Beretta, Trincheri, Laredo y Verdi (2013) afirman que:

Los jóvenes tienden a no reconocer a los partidos políticos con posibilidades y capacidades de transformación a corto plazo, sino más bien como espacios burocráticos, de baja representatividad y con un fuerte cuestionamiento respecto a su legitimidad; existe poco interés por perder la identidad individual en el seno de grandes organizaciones, en calidad de afiliados o militantes. (p. 30)

 

Discusión

Los resultados del cuestionario aplicado a los dos grupos de estudiantes que se refieren en estas páginas brindan sólo un panorama de su cultura política. En el apartado teórico se mencionó la complejidad que conlleva este tipo de estudio. A pesar de ello, los datos que se expusieron previamente permiten vislumbrar ciertas características.

En la muestra predomina la pluralidad. México es un país multicultural en el que prevalece la diversidad, y en cuanto a intereses, preferencias y tendencias políticas también existe, los datos aquí presentados así lo muestran.

Más allá de la pluralidad, los datos permiten establecer ciertas tendencias, al menos para la muestra elegida. En este documento se muestra ante todo desaprobación y desconfianza hacia las figuras de autoridad, sobre todo las gubernamentales y la policiaca, no tanto así con respecto al ejército y las autoridades escolares.

Esta desconfianza en el gobierno se ve reflejada posteriormente en la actitud hacia los partidos políticos, entre 50% y 60% de los encuestados no tiene algún partido político de preferencia. Para los que sí lo tienen, el PRI es mayoría entre los alumnos de las escuelas interculturales y el PAN en la ciudad de León.

Otro aspecto que vale la pena destacar es que en las universidades interculturales hay desconfianza en las figuras de autoridad y en los partidos políticos en comparación con las universidades de León. Una explicación posible la encontramos en el perfil del estudiante que asiste a las primeras, que están enfocadas en los pueblos indígenas y ubicadas en medios rurales. Los datos de la encuesta arrojan, además, que sus ingresos económicos son menores que en el caso de los estudiantes de León. Las condiciones de vida adversas podrían llevar a un distanciamiento de las instituciones y los actores de la política formal.

De esta manera surge uno de los pendientes de la investigación, si los partidos políticos y las elecciones no son la opción idónea de participación política para los jóvenes estudiantes (porque además así lo confirman diversas investigaciones), ¿qué sí lo es?, o, en todo caso, ¿cómo participan?, ¿qué piensan de la política?, ¿qué alternativas surgen en estos entornos?, ¿cómo es el acercamiento de estos estudiantes a la política?

Los resultados proporcionados por diversas investigaciones, por ejemplo las diversas ENCUP o la Encuesta Nacional de Juventud, y también las realizadas con fines académicos, muestran, específicamente en sectores juveniles, amplios niveles de desinterés y desinformación respecto de la política y altos índices de ausencia de cualquier tipo de participación política. Si a esto le sumamos la desconfianza y alejamiento de las instituciones políticas formales, en especial de los partidos políticos, estamos ante un gris panorama.

Autores como Borobia, Kropff y Nuñez (2013) y Krauskof (2000) confirman el alejamiento de los sectores juveniles de las formas tradicionales de participación política, como los partidos políticos, afirman que sus líneas de acción se pueden reconocer como alternativas o nuevas, y reconocen que el joven no es visto como un actor político tradicional, sino más bien como un actor o productor cultural. En este sentido, la participación del joven se puede dar en diversas esferas de la sociedad, no necesariamente en el campo político, y conlleva por lo mismo diversos objetivos y modos de operar, que pueden ir de lo individual a lo colectivo.

Dicha participación varía de acuerdo a los intereses y el contexto en que cada joven se desenvuelve. De esta forma, las preguntas planteadas unos párrafos atrás adquieren una nueva dimensión. La investigación queda abierta, y permite innumerables derroteros.

 

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1 Mexicano. Mtro. en Pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. México, D. F. Correo electrónico:  eli_orlando_lozano@hotmail.com

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