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Psicologia para América Latina

versión On-line ISSN 1870-350X

Psicol. Am. Lat.  no.34 México dic. 2020

 

Percepción del acoso sexual callejero en mujeres

 

Percepção do assédio sexual nas vías públicas em mulheres

 

Perception of street sexual harassment in women

 

 

Hugo GonzálezI; Laura G. PersingolaII; Alessandra Zanotti CavazzoniII; Laura BagnoliII

IUniversidad Católica. Asunción, Paraguay
IIUniversidad Americana. Asunción, Paraguay

Contato com os autores

 

 


RESUMEN

Esta investigación tuvo por objetivo determinar el nivel del acoso sexual callejero percibido por mujeres residentes en Asunción y Departamento Central del Paraguay. Participaron 505 mujeres de entre 18 y 54 años, que transitan por la vía pública. Fuel empleado el cuestionario de acoso sexual en vía pública de Persíngola y Zanotti (2018), construido y validado con una muestra de mujeres residentes en Paraguay, que evalúa 3 (tres) dimensiones: acoso verbal/gestual; acoso indirecto; y acoso físico/invasivo. Los resultados indican que la gran mayoría experimentó acoso sexual callejero algunas veces, siendo el acoso verbal/gestual el de mayor frecuencia. Así también se pudo ver que las mujeres más jóvenes tienen mayor exposición al acoso sexual en la vía púbica. Se recomiendan otras investigaciones con consideraciones culturales.

Palabras claves: Acoso sexual. Acoso verbal. Acoso indirecto. Acoso físico. Acoso invasivo.


RESUMO

O objetivo desta investigação foi determinar o nível de assédio sexual nas vías públicas percebido por mulheres residentes em Assunção e no Departamento Central do Paraguai. Participaram 505 mulheres entre 18 e 54 anos, que trafegam nas vias públicas . Foi utilizado o questionário de Assédio Sexual em vias públicas (Persíngola & Zanotti, 2018), construído e validado com uma amostra de mulheres residentes no Paraguai, que avalia três dimensões: Assédio verbal / gestual; Assédio indireto; e Assédio físico/ invasivo. Os resultados indicam que a grande maioria sofreu assédio sexual na rua "às veces", sendo o assédio verbal/ gestual o mais frequente. Assim, também foi observado que as mulheres mais jovens têm maior exposição ao assédio sexual em vias públicas . Outras pesquisas considerando questões culturais são recomendadas.

Palavras-chave: Assédio sexual. Assédio verbal. Assédio indireto. Assédio físico. Assédio invasivo.


ABSTRACT

The main objective of this research was to determine the level of sexual Harassment in the public road perceived by women residing in Asunción and the Central Department of Paraguay. The participants were 505 women between 18 and 54 years old, who transit on public roads. The sexual harassment questionnaire on public roads of Persíngola and Zanotti (2018) was applied, built and validated with a sample of women resident in Paraguay, wich evaluates three dimensions: Verbal/Gestural Harassment; Indirect Harassment; and Physical/Invasive harassment. Results indicate that the majority experienced Street Sexual Harassment at times, with verbal/gestural harassment being the most frequent. It was also seen that younger women have greater exposure to sexual harassment in the public road. Further investigations with cultural considerations are recommended.

Keywords: Sexual harassment. Verbal harassment. Indirect harassment. Physical harassment. Invasive harassment.


 

 

Introducción

El Acoso Sexual Callejero (ASC) se define como "acciones, gestos y manifestaciones de naturalezas sexuales y misóginas, no consentidas y habituales que hombres desconocidos dirigen hacia las mujeres en los espacios públicos y tienen como efecto anular a la mujer como sujeto de derechos al situarla como objeto sexual a través de la humillación, el miedo y la intimidación" (Bowman, 1993, p. 51-52).

Este tipo de conductas cuenta con características particulares que lo definen. Según lo definió Bowman (1993), tiene como objetivo a las mujeres; generalmente son hombres; también son desconocidos para las víctimas; la interacción se lleva a cabo cara a cara; y, por último, el lugar donde se ejecuta el acoso es un ambiente público, tales como la calle, la vereda, los buses, el taxi o cualquier otro lugar de acceso público. Actualmente, siguen siendo las mujeres las principales víctimas de este fenómeno, siendo sus principales actores, los hombres (OCAC, 2015). Sin embargo, los hombres que expresan su identidad de género de manera no acorde a su sexo biológico, son también víctimas de acoso (Macías, 2016).

De ese modo, se entiende que el acoso sexual callejero es un concepto que agrupa múltiples conductas y manifestaciones y que, al ser llevadas a cabo por personas extrañas, generan malestar e incomodidad en las personas que la sufren. Así también, la connotación sexual, es relevante debido a que ésta se vincula con relaciones desiguales tanto de poder como de apropiación del espacio, y refiere actos en el cual la interpretación dependerá de lo que se reconoce como sexual dentro de las diferentes culturas. "En general, en las ciencias sociales existe una cierta falta de contenido y definición con respecto a este concepto y ha sido primariamente desde el ámbito legal del cual han surgido los principales intentos definitorios" (Casas, 2010, p. 119). En ese caso, en la concepción normativista, "la connotación sexual refiere una significación o sentido determinado por pautas culturales y sociales: un acto de significación sexual sería aquel que "resulta objetivamente adecuado para incitar el instinto sexual de una persona, dentro del medio social que se desarrolla" (Ramírez, 2007, p. 9).

Siguiendo la misma línea, se entiende por conductas de connotación sexual a toda aquella acción relacionada ya sea directa o indirectamente a comportamientos relacionados con el impulso interior que dirige la conducta en la vida sexual del ser humano, pudiendo esta ser expresada de manera verbal, gestual, escrita y/o a través del contacto físico. "El acoso sexual callejero también es sexual en la medida en que se enfila en contra la sexualidad de la mujer a través del sometimiento e imposición del deseo sexual por parte de hombres desconocidos" (Espinoza, 2014, p. 72).

Expuestas las distintas definiciones, convenimos que el ASC genera emociones desagradables o negativas y puede provocar malestar. Para comenzar, se entiende que "el bienestar es una sensación individual posibilitada por un entorno social que proporciona una buena calidad de vida y salud. Es así como el bienestar se compone por una dimensión social, que cobra sentido ahí donde los individuos construyen una imagen de sí, de los otros y del mundo en el contexto de sus experiencias sociales" (PNUD, 2012, pág. 16).

En otras palabras, si bien el bienestar se relaciona con el desarrollo de capacidades individuales, también tiene que ver con capacidades relacionales y sociales. Entre ellas, sentirse seguro y libre de amenazas, participar e influir en la sociedad, ser reconocido y respetado en dignidad y derechos, y conocer y comprender el mundo en que se vive. Por el contrario, podemos definir malestar como cualquier estado en que el bienestar se encuentre amenazado o deficiente.

De ese modo, se entiende que, la probabilidad de que el ASC produzca emociones displacenteras y/o malestar, resulta polémica, ya que existe la suposición, en mayor o menor medida, de que uno de los motivos por el cual el ASC se da en numerosas culturas y en diversos ámbitos, es que producen agrado (Jara, 2014).

Cabe destacar que en Paraguay y otros países de la región, actualmente, no se cuenta con información científica con respecto a las emociones y/o malestar que el ASC puede provocar o provoca en las víctimas. No obstante, estudios existentes llevadas a cabo por el (Observatorio Contra el Acoso Sexual Callejero, 2014) muestran que las mujeres reportan emociones displacenteras al enfrentarse a situaciones experimentales y reales de ASC. Incluso, aun cuando no se presenten emociones displacenteras, las intenciones de relacionarse más allá con el perpetrador, sin importar el contexto ni las características de éste, son cercanas a cero (Cartar, et al., 1996, p. 742).

También ocurre que las mujeres acosadas modifican sus rutinas, sus comportamientos y, a veces, incluso la ropa que llevan puesta para evitar experiencias de acoso (Kelly, 1988, citado en Chacón, 2018). Además, estas consecuencias pueden tener efectos de más largo plazo en términos cognitivos como miedo a la victimización, ansiedad en lugares públicos, miedo a la violación y conductuales llevando a modificar prácticas de movilidad, autonomía y uso de espacios públicos (Lennox & Jurdi-Hage, 2017, p. 31).

La dimensión de connotación sexual del acoso traslada lo privado a lo público, lo que supone una reafirmación de los roles tradicionales masculino-femenino. Este acto no es reprimido por el entorno en tanto que hay una aceptación tácita de que el espacio público es de dominio masculino" (Bourdieu, 2000, p. 68). Es por ello que, además de ser un acto de violencia física o verbal, "el acoso es un acto de violencia simbólica que supone la asimilación de los principios de visión y división dominantes que permiten, a su vez, considerar natural actos como el que estudiamos" (Reilly, et al., 1992, p. 122)

Dicho lo anterior, se entiende que el espacio público es dominado por el hombre, y que la mujer en dicho espacio queda reducida a un cuerpo en territorio ajeno, cuerpo que puede ser observado, tocado, del cual se pueden emitir opiniones; es decir, un cuerpo sin conocimientos, habilidades, emociones ni sentimientos, sin derecho a opinión ni a protesta (Arancibia et al., 2017, p. 119).

Teniendo en cuenta lo anterior, surge la interrogante sobre qué puede estar sustentando la creencia de que el ASC genera agrado, o algún tipo de bienestar. Una razón posible sobre esta creencia, se establece por la (SERNAM, 2012) al observar que, en la actualidad, la mayoría de las reacciones ante el ASC, son respuestas pasivas, tales como ignorar la situación. Entonces, cabe preguntarse por qué el ASC no genera un rechazo activo por parte de quienes lo reciben, aun cuando ciertamente éstas generan emociones displacenteras, miedo a la violación, miedo al acoso, estrategias pasivas de afrontamiento y auto-culpabilización (Fairchild, 2010, pp. 124-125) lo que podría producir una disminución en el sentido de control sobre el entorno y sobre la propia vida de quienes son víctimas de éste (Gaytán, 2011, p. 37-54)

En cuanto a las tipologías del acoso sexual callejero se resaltan las expresiones verbales, físicas y las conductuales. De ese modo (Bowman, 1993) señala dentro de las verbales que las víctimas experimentan comentarios sexistas y/o comentarios sexuales explícitos, silbidos o bocinazos. En tanto, las expresiones físicas, son manifestadas a través de tocamientos indebidos, roces de partes íntimas y/o agresión física. Por último, las expresiones conductuales suelen darse en forma de miradas, besos voladores, bloqueo intencional del camino, ser seguida por un desconocido y/o actos exhibicionistas.

Una forma de invisibilizar este tipo de acoso es el desconocimiento de la magnitud de la violencia cotidiana vivida por las mujeres en las ciudades y también por el alto grado de tolerancia hacia estas conductas. Existen situaciones que se configuran en estereotipos de género para ignorar expresamente o justificar la violencia de género en las calles, los gestos, chistes, burlas y agresiones verbales, ser observadas como objeto sexual y los comportamientos corporales invasivos de la intimidad.

Estas conductas no son consideradas como plausibles de ser sancionadas y, por tanto, no son visibles para la sociedad y las instituciones públicas. Tales comportamientos machistas se aceptan (o ignoran) socialmente al asumirse de facto abiertamente o no, conscientemente o no que ocurren allí donde la mujer es percibida ocupando una situación subordinada frente al varón. Como consecuencia de lo anterior, se relativiza o minimiza el daño y las consecuencias de estas agresiones para las mujeres, no fue grave... no la violó. Aquí se perciben estos hechos como actos sin consecuencias relevantes y se asume que las mujeres deben aceptarlos dada su condición subordinada. Por tanto, el que se presenten o cuestionen aparece como algo excepcional y, por ello mismo, terminaría siendo aceptado como la prueba de que se trata de hechos ocasionales o tolerables; todo lo cual conduce al silenciamiento u ocultamiento del problema. (Tristán, 2005, pág. 18).

En América Latina el número de mujeres víctimas de violencia de género crece año a año, pese a las múltiples campañas realizadas por los Estados para combatir ese tipo de violencia y de intentar reducir en cierta medida las prácticas machistas, pero los números indican que en América Latina las mujeres que declaran haber sido víctimas de violencia, llega hasta el 39% en países como Colombia, en Perú y Ecuador al 31%, siendo cifras alarmantes (Fonseca Estévez, 2015).

La Corte Suprema de Justicia del Paraguay (2017), menciona que en diciembre de 2016 el Poder Legislativo de la República del Paraguay promulgó la Ley Nº 5.777/16 De Protección Integral a las Mujeres, contra toda forma de violencia. La misma tiene como objeto establecer políticas y estrategias de prevención de la violencia hacia las mujeres, así como mecanismos de atención y medidas de protección, sanción y reparación integral, tanto en el ámbito público con en el privado. Su finalidad, es pues, promover y garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, por ello el Art. 3 establece que la misma será aplicada a todas las mujeres, sin ningún tipo de discriminación, frente a actos u omisiones que impliquen cualquier tipo de violencia hacia la mujer.

De ese modo cabe destacar que el caso de los eventos violentos en la vida de las mujeres, está relacionado a la cotidianeidad, por lo que la identificación de los actos violentos se vuelve cada vez más difícil, en la medida que las acciones se hacen diarias, y no solo son producidas por personas conocidas, familiares y no familiares, sino que en distintos contextos y en distintas maneras ya sean éstas físicas, psicológicas, verbales, económicas, etc., y por desconocidos.

Esta investigación tuvo como principal propósito de estudio medir el acoso sexual callejero percibido por mujeres en la ciudad de Asunción y departamento Central. Considerando que el tema a investigar ha sido poco explorado, y que no se cuenta a nivel nacional con investigaciones ni datos estadísticos exactos que provean información precisa de la cantidad de mujeres que sufren este tipo de violencia y sus consecuencias, surge la necesidad de realizar esta investigación a nivel país, empleando como muestra a mujeres que transitan en la vía pública.

 

Método

Participantes

La muestra, seleccionada de manera no probabilística accidental, estuvo conformada por 505 mujeres de entre 18 y 54 años, con un promedio de 27 (SD = 6), residentes en la Ciudad de Asunción y en ciudades del Departamento Central, que transitan por la vía pública. Con respecto al grado de formación académica, el 47, 5 % indicó ser egresada universitaria; el 48,9 % se encuentra estudiando una carrera; el 3,2 % ha concluido sus estudios secundarios; y el 0.4 % no ha terminado aún esta etapa de su formación.

Instrumentos

El instrumento para la recolección de datos ha sido el Cuestionario de Acoso sexual en vía pública de González et al (2019), construido y validado con una muestra de mujeres residentes en Paraguay. El análisis factorial de la versión final indicó que este cuestionario contiene a 3 (tres) dimensiones, a decir: Acoso Verbal/Gestual; Acoso indirecto; y Acoso físico/invasivo. El análisis de confiabilidad medido mediante el Alpha de Cronbach reportó coeficientes superiores a 0.80.

Del mismo modo, los autores establecieron una sección para recolectar información sociodemográfica de las participantes (edad, sexo, ciudad de residencia, nivel de formación).

Procedimiento

El cuestionario ha sido difundido y aplicado a través de los diversos medios online como Facebook, WhatsApp, Instagram y LinkedIn, incluyendo el Consentimiento Informado de los participantes. Así también, se utilizó como parámetro el código de ética de la sociedad paraguaya de Psicología, así mismo se informó a las participantes el fin de esta, y se solicitó a las participantes responder con honestidad a cada ítem, con respuestas basadas en experiencias personales y no en experiencias de terceros y que dichas experiencias hayan ocurrido en los últimos doce meses.

Análisis de dados

Para el análisis se procedió a la carga de los puntajes brutos en una base de datos utilizando el software Microsoft versión 2013. Estos datos fueron analizados mediante el programa SPSS 11.0 para Windows, obteniendo así, medidas de tendencia central (medias, desvío estándar, puntajes mínimos y máximos), así como el estadístico de correlación de Pearson.

 

Resultados

Para la mejor valoración de los resultados, se presentan estadísticos descriptivos para cada ítem, agrupados por dimensión, de acuerdo con las características del instrumento.

La tabla 1 indica que en promedio los casos en que el "Acoso sexual verbal/gestual" se da "algunas veces" ocurre en las situaciones de "me han piropeado de manera incomoda" (M = 3; DS = 1.07); "me han mirado de manera morbosa" (M = 3; DS = 1.0); "he recibido silbidos u otros sonidos (bocinas de autos)" (M = 3; DS = 1.0); y "me han pedido mi número de teléfono con fines de levante" (M = 3; DS = 1.2).

 

 

En la tabla 2, referida a la dimensión "Acoso Indirecto", en promedio, solo "raras veces" ocurren las situaciones de acoso sexual indirecto, presentándose en situaciones como: "me he sentido perseguida o arrinconada con intenciones sexuales" (M = 1; DS = 0.96); "he sentido que se me han acercado excesivamente" (M = 1; DS = 1.2).

 

 

La tabla 3 reporta los estadísticos descriptivos de los ítems correspondientes a "Acoso físico/invasivo", no notándose altos promedios.

 

 

La tabla 4 evidencia que la experiencia de recibir acoso algunas veces es la que ocurre en mayor medida. Es decir, la mayoría de las mujeres participantes han recibido acoso sexual callejero.

 

 

La tabla 5 indica que existen correlación significativa negativa entre la edad y la percepción de haber sido víctima de acoso sexual verbal/gestual y acoso sexual indirecto. Esto siguiere que a medida que las mujeres son más jóvenes, estas reciben mayor acoso sexual callejero en estas dimensiones.

 

 

Discusión

Los resultados indican con respecto al "acoso sexual verbal/gestual" que estas conductas hasta podrían considerarse "típicas" o comunes en la población en general, e interpretarse como "de galanteo" para ver "qué pasa", es decir, esperando un cierto tipo de resultado positivo por parte de la persona que realiza el acoso (Espinoza, 2014). Con relación al "Acoso Indirecto", el reporte indica que, si bien pueden darse, deben ser interpretadas como acoso por parte de la mujer. Es importante recalcar que, considerando la agrupación de los ítems del instrumento, esta categoría contiene a conductas de acoso que al llevarse a cabo pretenden no ser detectadas por la víctima, y aquellas que pretenden ser entendidas como "galanteo", pero que, a pesar de "los cuidados" del acosador, son finalmente percibidas como invasivas.

Al respecto del "Acoso físico/invasivo", los promedios indican que las conductas de acoso físico o invasivos no fueron frecuentemente experimentadas por los participantes. A un nivel menos macro, estos resultados también coinciden con estudios de poblaciones más específicas, registrándose un 89% de mujeres que considera que alguna vez ha sufrido acoso callejero (Martínez, 2018), como por ejemplo estudiantes de medicina (Llerena, 2016) donde el 91% de las participantes dijeron haber sido acosadas al menos una vez en el 2014 y el 84% refirió que esta situación había ocurrido de una a algunas veces.

También se relaciona con la edad de las mujeres acosadas, ya que el presente estudio tenía una edad promedio de 27 años, y en el de Llerena (2016) fueron las de 22 años las más afectadas, mientras que en el de X las más acosadas tenían alrededor de 30 años. En realidad, ningún grupo etario está exento del acoso callejero, ya que a pesar de que el mayor porcentaje de mujeres acosadas tiene entre 18 y 29 años, un 17,7 % de mujeres mayores de 60 años afirmó haber sufrido acoso (Barrantes & Chaves, 2015).

El número de mujeres acosadas también podría deberse a que no existe un perfil específico de acosador. Medina et al. (2016) menciona que al preguntar directamente a las mujeres sobre un tipo específico con el que se pudiera identificar a los acosadores, respondían que no había un conjunto de características ni económicas, ni de edad, ni de apariencia que los pudiera definir. Asimismo, otro factor que podría explicar esta cifra es el anonimato en el que se encuentra el acosador, ya que no se encuentran presentes las personas con quienes conviven cotidianamente en sus círculos sociales que podrían reprender estas conductas.

No obstante, Segato (2016) explica a través del término "mandato de masculinidad", la necesidad imperiosa del hombre de exhibir su potencia o su dominación sobre las mujeres frente a otro grupo de hombres, de quienes espera su validación como tal y como parte de una cofradía. Esto también podría explicar por qué se dan más situaciones de acoso u otros tipos de violencia contra la mujer en presencia de grupos de hombres. Supone un intento de reafirmar la dominación masculina y la inferioridad femenina es a través de prácticas de violencia simbólica (Bourdieu & Passeron, 2001, citado en Atancibia et al., 2017), que se traducen en la limitación de los espacios de las mujeres, en este caso, la limitación de transitar por la vía pública.

Un aspecto central en el análisis feminista sobre el acoso callejero y sobre la violencia de género ha sido la necesidad de ir más allá de las explicaciones psicológicas de la misma, que hacen invisibles las múltiples formas en que las mujeres son acosadas y abusadas a diario no solo en la calle, sino también en otros contextos. En este sentido, los estudios feministas y de género han sido claves en la comprensión de la violencia como causa y consecuencia de la desigualdad de género. "La violencia se sigue patologizando, se sigue considerando como una manifestación extrema, y no como un fenómeno cotidiano, lo que deja fuera del análisis las explicaciones estructurales sobre la violencia" (Chacón, 2018, p. 5).

De igual manera, las manifestaciones de violencia de género se han naturalizado y normalizado hasta el punto de sostener la idea de que se debe sobrellevar en el ámbito privado, aunque algunas de estas se den en el espacio público (Beuvoir, 1949; Segato, 2016). En cuanto al acoso sexual indirecto, la invasión impositiva de la intimidad es un acto que se percibe (Medina et al., 2016).

Por otra parte, el acoso sexual directo suele ser más común en medios de transporte público o lugares particularmente hacinados, ya que por las características de no poder moverse con facilidad le impiden a la mujer poder salir del lugar ante la presencia del acoso. De igual manera, el "factor sorpresa" de esta situación hace que la mujer reaccione cuando el acosador ya no se encuentra a la vista o se ha perdido con la multitud (Medina et al., 2016).

Al comparar los tipos de acoso con la población catalana, por ejemplo, se observa que la mayor cantidad de acoso se refiere alusiones al cuerpo y su sexualidad, silbidos, bocinazos y otros sonidos (besos, jadeos, etc.) y un menor porcentaje ha sufrido tocamientos de senos, vagina o trasero (Martínez, 2018). Ante la presunción de que es el tipo de acoso más experimentado por la percepción de ser "menos agresivo" que el acoso directo, esto podría deberse a que el mismo es vivido como "socialmente tolerable", por ser común.

 

Conclusión

El acoso callejero es la forma de violencia más experimentada por las mujeres, al mismo tiempo que es la menos estudiada (Vera-Gray, 2016). Los datos obtenidos demuestran una situación similar vivida en países de Latinoamérica, ya que son la mayoría de mujeres participantes las que describe haber recibido algún tipo de acoso callejero (OCAC, 2015); lo cual lleva nos a pensar más en un fenómeno global que en "marcas culturales" de la cultura paraguaya predominantemente machista (Soto, 2009).

El tema del acoso callejero u cualquier otra forma de violencia de género necesita un análisis interdisciplinario (Glocer, 2011), ya que realizando un análisis feminista sobre el acoso callejero se evidencia la necesidad de ir más allá de explicaciones puramente psicológicas del mismo, que generalmente individualizan la cuestión y no abarcan la comprensión del fenómeno desde un contexto más amplio, en donde se analice el acoso callejero como una forma de violencia resultante de las desigualdades de género (Chacón, 2019). Incluso desde el punto de vista económico, el hecho de ser acosada implica un costo marginal social, ya que incide en sus decisiones de consumo o producción, como por ejemplo el transitar por ciertos lugares de la ciudad o dedicarse a ciertas actividades productivas (Zambrano, 2015).

Para futuras investigaciones se sugiere indagar acerca de las reacciones al acoso sexual callejero, teniendo en cuenta que éstas usualmente son reprimidas por parte de las mujeres acosadas, pues deciden aparentar que los ignoraron, aunque en el caso de ser respondidas son con un vocabulario agresivo (Medina et al., 2016). Asimismo, como otra posible sugerencia para dar continuidad a esta línea de investigación, se podría ampliar la población a participantes masculinos, teniendo en cuenta que la literatura arroja información sobre vivencias de acoso en el caso de hombres en que su expresión de género no "corresponde" a su sexo biológico (Macías, 2016),

El espacio físico y psicológico es violentado cuando se realizan comentarios acerca del cuerpo de uno, acercamientos invasivos, etc., lo cual lleva a la persona a simbolizar su cuerpo como un objeto que puede ser transgredido. Esto, al mismo tiempo, confirma al que realiza estos actos, que realizar estas acciones impunemente es algo normal e incluso tradicional de su expresión de género (Arancibia et al., 2017).

Es necesario visibilizar esta situación en el país, ya que este tipo de manifestaciones violentas practicadas en espacios públicos por cualquier hombre no pueden denominarse "galantería". Son actos provocados por ellos con el fin de evidenciar su poder ante las mujeres, sin tener en cuenta los daños ocasionados a las mujeres víctimas de este problema social (Medina et al., 2016).

 

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Contato com os autores:
Hugo González
Teniente Bernal 3789, Asunción
Cel: +595 971 341153

Recebido em: 28/04/2020
Revisado em: 02/07/2020
Aprovado em: 13/07/2020

 

 

Sobre os autores:
Hugo González
Lic. en Psicología. Director de carrera de Psicología. Docente universitario. Psicólogo Clínico. Tutor Metodológico y estadístico. Catedrático del Seminario de Construcción de Instrumentos de Evaluación y Diagnostico.
Universidad Católica. Asunción, Paraguay.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3625-0197
E-mail: hugoargon@gmail.com
Laura G. Persingola
Lic. en Psicología.
Universidad Americana. Asunción, Paraguay.
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0254-6667
E-mail: lauripersingola89@gmail.com
Alessandra Zanotti Cavazzoni
Lic. en Psicología.
Universidad Americana. Asunción, Paraguay.
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0466-9767
E-mail: alezanottic@hotmail.com
Laura Bagnoli
Lic. en Psicología. Docente de Escolar Básica. Docente universitaria.
Universidad Católica. Asunción, Paraguay.
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4321-2401
E-mail: laurabagnoli22@gmail.com

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