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Revista Puertorriqueña de Psicología

versão impressa ISSN 1946-2026

Rev. Puertorriq. Psicol. vol.21  San Juan  2010

 

Artículo

 

Medición de la identidad sexual en México1

 

 

Ignacio Lozano Verduzco2,I; Rolando Díaz-LovingII

I Género y Desarrollo, A.C.
II
Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México

 

 


Resumen

La identidad sexual ha sido abordada de manera teórica en México a través de dos modelos. Conocer sobre la identidad sexual es importante ya que trastoca el desarrollo del individuo; sobre su manera de ser, de relacionarse y de presentar conductas, deseos y fantasías. En esta investigación, se usó el modelo de Castañeda de la identidad sexual, compuesta por cuatro áreas y el Modelo de Preferencia Genérica del Instituto Mexicano de Sexología. Los reactivos se redactaron basándose en los cuatro factores teóricos de Castañeda para ser contestados en una escala likert de seis opciones. El cuestionario se aplicó a 252 personas del D.F. de entre 14 y 77 años de edad. Para obtener las características psicométricas, se aplicaron pruebas de t de Student, alfa de Cronbach y un análisis factorial ortogonal. Como resultado se obtuvo una escala de 20 reactivos agrupados en tres factores: deseo y amor, conducta sexual y orientación sexual, con una confiabilidad de 0.82 y que explica el 68% de la varianza de la prueba.

Palabras clave: identidad sexual, orientación sexual, homosexualidad, medición


Abstract

Sexual identity in Mexico has been approached theoretically from two distinct models. Sexual identity is considered to be central for individual development; influencing the way a person is, acts, relates, thinks and feels. Two models were used to develop a scale to measure sexual identity: Castañeda's model, and the Generic Preference Model developed by the Mexican Institute of Sexology. The items for the scale were written based on the four areas of Castañeda's model and were answered in a likert type scale of six options. The items were answered by 252 participants living in Mexico City with ages ranging between 14 and 77. A T Student test was used to determine the power of discrimination of each item; a Cronbach's alfa was applied for reliability, and an orthogonal rotation factor analysis was used to determine de construct validity. A robust, conceptually clear 20 item scale emerged, with a reliability of 0.82 and an explained variance of 68%.

Keywords: sexual identity, sexual orientation, homosexuality, measurement


 

 

El estudio de la identidad sexual ha tenido abordajes sociológicos y sexológicos, con una perspectiva menor de la construcción psicológica de la identidad. Han sido varios los intentos por elaborar modelos y escalas para la medición de este constructo; investigaciones que han sorprendido a la sociedad debido a sus hallazgos poco esperados. Dichos resultados han hecho evidente la gran gama de conductas e identidades sexuales que presentan tanto hombres como mujeres (Álvarez-Gayou, 2000; Kinsey et al., 1948; 1954; Reisenfeld, 2006). En México, se han descrito dos modelos teóricos para aproximarse a la identidad sexual, dando por hecho esta amplia gama de orientaciones. El primer modelo es el desarrollado por el Instituto Mexicano de Sexología (Álvarez-Gayou, 2000) y el segundo por Castañeda (1999), que son descritos a lo largo del texto. En este estudio, se pretendió unificar estos dos modelos con la intención de colocar al individuo en una escala de homosexual-heterosexual, tomando en cuenta sus conductas, deseo y amor.

Numerosos autores han definido la sexualidad de diferentes maneras. En los últimos años y después de mucha investigación al respecto, las definiciones expresan perspectivas que consideran a la sexualidad como un concepto multidimensional. La Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Mundial de Sexología definen la sexualidad como "una dimensión fundamental del hecho de ser humano", que se basa:

en el sexo e incluye al género, la identidad de sexo y de género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva y el amor y la reproducción. Se experimenta o se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. Si bien la sexualidad puede abarcar todos estos aspectos, no es necesario que se experimenten ni expresen todos. En resumen, la sexualidad se experiencia y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos (García Rodríguez, 2007, p.10).

García Rodríguez (2007), después de hacer un análisis bibliográfico bastante extenso sobre las definiciones de sexualidad y de conducta sexual desde diversas perspectivas (biológica, social, psicológica, antropológica) define a la conducta sexual de la siguiente manera:

la conducta sexual se puede entender como la amplia gama de prácticas, actividades o comportamientos tanto individuales como relacionales, que son posibles por la naturaleza sexuada del ser humano y que expresan su potencial erótico; la conducta sexual se desencadena a partir de una serie de antecedentes tanto de origen intrínseco (motivación o deseo sexual) como extrínseco (objetos y situaciones estimulantes), desarrollándose a través de algunas o todas las fases de la respuesta sexual humana y que se encuentra regulada por procesos individuales (biológicos, cognoscitivos, afectivos, actitudinales) y sociales (interpersonales y socioculturales), generando consecuencias a nivel personal e interpersonal (p.17).

Además la autora señala que el deseo sexual puede servir a los fines de gratificación física, la expresión de afecto, la formación de vínculos y la trascendencia espiritual.

Desde la sexología, Álvarez-Gayou (2000) define a la sexualidad como el punto donde se reúnen el sexo biológico, el sexo de asignación y el papel sexual (que abarca lo social, o cómo se expresa la persona) y la identidad sexo-genérica (que abarca lo psicológico, o cómo se identifica la persona). Indica que hablar de sexualidad es hablar del ser humano integral y en su totalidad; es pensar en el ser humano como uno que es, piensa y convive con otros seres humanos que también son, piensan y conviven. Según este autor, la sexualidad abarca toda una serie de conceptos, como son la identidad nuclear o la identidad sexo-genérica, la identidad de rol o el papel sexual y la identidad de objeto o la orientación sexual (heterosexual, bisexual y homosexual), entre otros. Estas definiciones vislumbran el papel medular de la sexualidad en la identidad y desarrollo del sujeto, de tal manera que la identidad sexual es central en el desarrollo del ser humano.

Tomando este tercer concepto de orientación sexual, se habla de tres orientaciones generales (Reisenfled, 2006):

• Heterosexual: el deseo y la conducta se orientan hacia personas de otro sexo

• Bisexual: el deseo y la conducta se orientan a personas de ambos sexos

• Homosexual: el deseo y la conducta se orientan a personas del mismo sexo

A pesar de que la investigación en México en el campo del desarrollo de la identidad sexual, no ha sido exhaustiva, ha permitido definir y describir que existe una gama amplia de orientaciones del deseo sexual que a su vez se cristalizan en la formación de la identidad sexual que involucra roles, conductas, el deseo y la autodefinición. Además, la conducta sexual de las personas tiene toda una historia y desarrollo, una serie de antecedentes que permiten la expresión sexual en cualquier nivel de la gama de orientaciones (Álvarez-Gayou, 2000; Castañeda, 1999; Freud, 1905; Kinsey et al., 1948, 1954). Desde la misma perspectiva, Reisenfeld (2006) distingue entre identidad sexual y orientación sexual. La orientación la define a partir de la atracción amorosa, afectiva, física y sexual que siente una persona, según su sexo. Esta orientación puede ser heterosexual, homosexual o bisexual y no es una decisión consciente y meditada. La identidad sexual, según esta autora, implica un análisis de los propios deseos y conductas, así como identificarse con una subcultura y grupo específico.

Castañeda (1999) concuerda con esta visión y afirma que los estudios contemporáneos sobre la sexualidad y la homosexualidad toman en cuenta la conducta o los actos, el deseo, el amor y la identidad o autodefinición. A continuación se presentan los cuatros factores del modelo de esta autora:

Acto: la conducta erótica o sexual

Deseo: el sentimiento de vinculación con otro (según la autora, no siempre se es consciente de los deseos)

Amor: el deseo, acompañado de una atracción sexual; puede tomar la forma de dependencia, pensamientos obsesivos, entre otros.

Identidad sexual: es tener conciencia y claridad sobre los elementos antes citados, que culminan en una autodefinición

Respecto al deseo, Toro-Alfonso y Varas-Díaz (2006), al estudiar un grupo de hombres en Puerto Rico, advierten que no se trata de sólo una respuesta biológica, perteneciente al cuerpo, sino que responde a un contexto social y a los significados culturales que se atribuyen al cuerpo y sus manifestaciones. Es la relación con el otro y sus características lo que conforma al deseo y construye la masculinidad y sus expresiones eróticas. El modelo permite entender que la identidad sexual se construye tomando en cuenta la orientación de las conductas, los deseos, el amor y la manera en que asumimos o no esas características.

Los autores antes mencionados han construido sus definiciones a partir de estudios sobre la homosexualidad, por lo que es importante tomar en cuenta identidades como gay, lesbiana y bisexual en el estudio de las identidades sexuales. La investigación acerca de la identidad homosexual comienza estableciendo una formación lineal y única de llegar a definirse como homosexual. Por ejemplo, Cass (1984) señala una evolución natural en la formación de la identidad homosexual. Este modelo señala que hay un cambio hacia la identidad homosexual cuando el individuo percibe incongruencia entre sus percepciones sobre sus propias características, su percepción de su comportamiento y sus creencias acerca de cómo son percibidos por otros/as; y en un intento por igualarlas, pasa por una serie de etapas discretas: confusión de identidad, comparación de identidad, tolerancia de identidad, aceptación de identidad, orgullo de identidad y síntesis de identidad. Por otro lado, Horowtiz y Newcomb (2001), al estudiar diferentes modelos lineales de la identidad sexual, señalan que este proceso se puede agrupar en cuatro etapas: conciencia de la orientación, internalización o aceptación, divulgación y síntesis o integración. No obstante, advierten que muchos de estos modelos no han recibido validación empírica.

En México, el estudio sobre estas identidades es escaso y sobre todo teórico, más que empírico. Uribe y Arce (2004), después de llevar a cabo un grupo de reflexión con varios adolescentes homosexuales, definen a la homosexualidad como "un término que ayuda a referirse a la inclinación del deseo del sujeto hacia una persona de su mismo sexo" (p. 61). Los autores hacen una distinción entre la homosexualidad y lo gay, entendiendo éste último como "un conjunto de vivencias sociales que estructuran una subjetividad específica, con sus propios ritos de paso, sus mitos estructurales, sus territorios de reconocimiento y sus usos especiales del lenguaje" (p. 61). Lizarraga (2003) también distingue entre los dos conceptos y afirma que "ser homosexual es preferir las relaciones sexo-afectivas con individuos del mismo sexo; ser gay implicará el trabajo de construir constantemente, a partir de la preferencia homosexual, una cultura, una forma de mirar, una perspectiva, un discurso plural de la diferencia" (p. 169). Esto quiere decir, que lo gay involucra una identificación con ese grupo y que la identidad subjetiva, se construye a partir de las relaciones y procesos grupales que se establecen con esta minoría. Además, da a entender, que mientras se puede ser homosexual, no necesariamente se es gay, ya que éste implica relaciones y movimientos dentro de la comunidad gay. Del contenido anterior, se puede concluir que el concepto de gay se refiere al espacio sociocultural, mientras que el concepto de homosexualidad hace referencia al espacio individual.

Esta segunda definición, concuerda con la teoría construccionista de la homosexualidad, que establece que esta orientación sexual no está dada por la biología, sino que se construye y expresa a través de un estilo de vida, una comunidad y una sensibilidad consciente de sí misma. Se trata del reconocimiento de la existencia por parte de la cultura, que no es solamente una preferencia personal, sino una identidad social y por tales motivos, la homosexualidad no es algo dado, sino construido (Lizarraga, 2003; Uribe & Arce, 2004). De la misma manera Coyle (1992) sostiene que el formar una identidad gay a partir de la subcultura gay, es decir, contar con una red de apoyo de hombres o mujeres que se definen y aceptan como homosexuales, aporta a la construcción y narración de una identidad más sana que se relaciona con niveles más altos de bienestar subjetivo y autoestima; subcultura entendida como un grupo de personas que comparten experiencias, gustos, actividades y que forman su propia comunicación, formas de relacionarse, ritos de paso, entre otras, dentro del marco general de una cultura como puede ser la mexicana. El estar inmerso en una subcultura gay, además permite al individuo poder relacionarse con otras personas que se definen de la misma manera, compartir y apoyarse en sus experiencias, ampliar sus redes sociales tanto amistosas como amorosas. Coyle (1992), por otro lado, sostiene que si un individuo construye su identidad gay a partir de estereotipos negativos, puede ser una barrera para intentar contactarse con la cultura gay o evaluarla con un lente negativo.

Castañeda (1999) señala que dada la cultura heterosexista, los/as homosexuales deben tomar conciencia de su preferencia sexual y afectiva que se definen a partir de la norma heterosexual. De tal manera que el homosexual en ocasiones esconde sus gustos sexuales (negando su identidad homosexual) con tal de conformarse a la norma, mientras que el heterosexual siempre puede ser heterosexual. La autora advierte que esto se debe al rechazo que enfrentan las personas con orientación diferente a la heterosexual, ya que ésta ha sido la norma social a partir de la cual se construye la sexualidad. Además, el salir del closet implica una etapa de re-aprender normas y formas de convivencia, a la cual Castañeda (1999) le pone el nombre de segunda adolescencia. Es debido a esto que en muchas ocasiones la identidad como homosexual no se asume y se prefiere esconder o manifestarse como heterosexual. De tal manera que también se ha optado por usar el término "hombres que tienen sexo con otros hombres", ya que esto permite referirse tanto a hombres que se identifican como homosexuales como a aquellos que se identifican como heterosexuales (Toro-Alfonso, 2005). Esta situación es común en México. Carrier (2001) afirma que el esconderse es una estrategia que se ha usado comúnmente por muchos años por la mayoría de los hombres que tienen encuentros sexuales con otros hombres. Aunque, como ya se leyó, Castañeda (1999) y Coyle (1992), advierten tanto de la dificultad como de la importancia de formar una identidad homosexual que empieza en la conducta sexual, involucra los deseos y el amor y termina en la aceptación de todos éstos.

El Modelo de Preferencia Genérica propuesto por el Instituto Mexicano de Sexología (Álvarez-Gayou, 2000), parte del concepto de preferencia genérica, más que de una preferencia sexual (Ver Tabla 1). En otras palabras, el modelo critica definiciones de sexualidad, en dónde se define únicamente como el acto o conducta sexual. Álvarez- Gayou (2000) sostiene que la atracción se experimenta hacia los aspectos fenotípicos y externos, es decir, hacia lo que sitúa a la persona dentro del género masculino o el femenino. Esta definición, además, no se restringe únicamente a un aspecto sexual erótico y genital, sino que también envuelve aspectos como el amor, el cariño y el enamoramiento.

 

 

El modelo de Preferencia Genérica propone tres grandes categorías, similares a las referidas por Reisenfeld (2006):

• Personas cuya atracción es predominantemente hacia los individuos del otro género (heterosexualidad).

• Personas cuya atracción es predominantemente hacia los individuos de su mismo género (homosexualidad).

• Personas que sienten un mismo nivel de atracción hacia uno y otro género (bisexualidad).

El modelo está fuertemente influenciado por la teoría de Kinsey (1948, 1954) en cuanto a que la homosexualidad existe en un continuo. En este sentido, debe considerarse que hay potencialidades homosexuales en el grupo heterosexual (la posibilidad de que una persona autodefinida como heterosexual tenga deseos, fantasías y/o conductas homosexuales) y viceversa. A su vez, el modelo propone subdivisiones dentro de las tres grandes categorías antes mencionadas, en el cual se puede expresar cierto nivel de hetero u homosexualidad.

Es importante subrayar que el modelo no contempla la historia o experiencia sexual erótica del individuo para poder ubicarlo en alguna categoría. Esto permite a una persona sin experiencia erótica poder identificarse con cierta categoría en tanto que contempla otros factores como el cariño y el amor. Desde la visión de este modelo, la experiencia erótica y sexual no adquiere relevancia en la medida en que no es determinante del grado de preferencia genérica. A continuación se enlistan las categorías de experiencia erótica del modelo:

• Nunca haber tenido experiencia erótica (no practicante o NP)

• Haber tenido una (o más) experiencia(s) erótica(s) (practicante abierto o PA)

• Sólo haber tenido la experiencia en sueños o fantasías (onírico- fantasioso u OF)

Es obvia la flexibilidad de este modelo, porque prácticamente cualquier persona puede encontrar categorías donde encaja mejor sin excluir a aquellos que no han ejecutado la conducta erótica. Sus autores comentan que el modelo ha sido aplicado y probado durante varios años tanto en la práctica clínica como con alumnos del Instituto Mexicano de Sexología, demostrando ser sencillo y fidedigno (Álvarez- Gayou, 2000).

Estas investigaciones apuntan a que la construcción de las identidades sexuales puede estar matizada por vivencias individuales, el contexto histórico, social, cultural y hasta político y económico. Es decir, la manera de identificarse no es única, pueden ser varias y cambiantes, los elementos que forman parte de la identidad pueden oscilar en una especie de dialéctica no cristalizada donde interactúan el medio y el individuo. Ejemplo de ellos es el caso de los hombres que tienen sexo con hombres: hombres que desean mantener conductas homoeróticas con otros hombres pero que no se consideran a sí mismos como homosexuales ni como gays (Carrier, 2001; Núñez Noriega, 2005). O el caso de personas que mantienen deseos y conductas hacia personas de ambos sexos: algunos se definen como bisexuales, otros como homosexuales y otros como heterosexuales, permitiéndose entablar conductas sexuales tanto con hombres como mujeres (Castañeda, 2006; Reisenfeld, 2006).

Entender la identidad sexual dentro de este contexto, cambiante y dialéctico, aprueba operacionalizar los modelos descritos (Álvarez- Gayou, 2000; Castañeda, 1999) al inicio de este texto en forma de una escala. El uso de una escala permite que los/as sujetos se identifiquen en diferentes grados con los elementos que se hipotetiza forman parte de la identidad; de tal manera que hoy la identidad puede ser una y mañana otra; es decir, el deseo puede cambiar y transformarse, al igual que la conducta. Así, el objetivo de este estudio, fue desarrollar y validar una escala que se aproxime a los diferentes factores de la identidad sexual en hombres y mujeres de la Ciudad de México.

 

Método

Para la construcción de la escala de identidad sexual, se tomaron los dos modelos antes descritos: el modelo de identidad sexual de Castañeda (1999) y el Modelo de Preferencia Genérica del Instituto Mexicano de Sexología (2000). Se redactaron seis reactivos referentes a la conducta sexual, seis referentes al deseo y seis referentes al amor. Estos reactivos tenían un objeto de deseo heterosexual. Además, estos 18 reactivos se redactaron con un objeto homosexual. Por ejemplo:

• Objeto heterosexual: He besado en la boca a personas del otro sexo.

• Objeto homosexual: He besado en la boca a persona del mismo sexo.

Estos reactivos se contestaban en una escala tipo likert de seis opciones de "siempre" a "nunca", con la intención de que cada una de las opciones representara una de las opciones descrita por el Modelo de Preferencia Genérica (FHM, FHT, BHM, BHT, PHM y PHT). Además, se incluyeron dos preguntas acerca de la manera en que se identificaba el sujeto; en la primera tenía la opción de identificarse de "muchísima" a "nada", en seis opciones, como "heterosexual", "bisexual" y "homosexual". En la segunda, la pregunta se planteaba de la misma forma, pero las opciones de respuesta eran "heterosexual", "bisexual" o "gay/lesbiana". De tal forma que la primera versión estuvo constituida por 38 reactivos. Los reactivos se redactaron intentando abarcar las cuatro áreas de la identidad sexual descritas por Castañeda (1999): conducta, deseo, amor e identidad.

Esta versión se aplicó a 252 personas de la Ciudad de México, elegido de manera intencional no probabilística, 123 hombres y 128 mujeres, de entre 14 y 77 años, con una media de edad de 32.77 años y una desviación estándar de 13.14 años. En cuanto a la escolaridad, 48.8% tenía estudios de preparatoria o escuela técnica o menos y el 51.2% estudios universitarios o más.

 

Resultados

Como primer paso de la validación, se realizó una prueba t de Student entre el grupo que puntuó alto y el que puntuó bajo, para conocer el poder discriminativo de los reactivos. Los resultados demostraron que nueve reactivos no discriminaron. El segundo paso fue conocer la confiabilidad a través de un alfa de Cronbach, a través de correlación ítem-escala; encontrando que 12 reactivos tenían un alfa de Cronbach menor a 0.2, por lo que se eliminaron de futuros análisis; la escala final tuvo una confiabilidad de 0.82. Por último, se realizó un análisis factorial de componentes principales con ortogonal para conocer la validez de la escala. Uno de los reactivos se eliminó por poseer un peso menor a 0.4. Los resultados del análisis factorial demostraron que los cuatro factores teóricos existen y explican el 68% de la varianza, pero que el deseo y el amor se entienden como uno solo. A continuación se presenta la manera en que se distribuyeron los reactivos en los tres factores (Ver Tabla 2).

 

 

 

A continuación se presenta el nombre, la descripción y los indicadores de cada factor (Ver Tabla 3).

 

 

Para conocer la manera en que se relacionan los diferentes factores de esta escala, se corrió una correlación de Pearson, con el objetivo de conocer si cada factor forma parte del mismo constructo (Ver Tabla 4).

 

 

Se encontró que todos los factores guardan una correlación entre sí, excepto la conducta sexual con la orientación sexual. Esto indica, primero, que la conducta sexual se relaciona estrechamente con el deseo y el amor, y que éste a su vez está relacionado con la orientación sexual. Sin embargo, la conducta sexual no resulta ser un factor que influye en la conformación de la orientación sexual. Cuestión que no sucede con el amor y el deseo, que son fundamentales en la asunción de una identidad sexual.

Debido a que el objetivo de esta escala es aproximarse a la identidad sexual y a que todos los reactivos que medían deseo, amor y conducta hacia personas del mismo sexo no resultaron ser lo suficientemente confiables y válidos, se decidió correr una relación de Pearson entre los reactivos que sí cargaron en todos los factores con el factor denominado orientación sexual (ver Tabla 5).

 

 

 

Se observa que los reactivos que conforman el factor de conducta sexual no guardan relaciones significativas con el factor de orientación sexual como conjunto. Esto es indicativo de que la frecuencia de la conducta sexual no se relaciona con la orientación sexual. Sin embargo, sí se observan correlaciones significativas entre los reactivos del factor denominado "conducta sexual" y los reactivos del factor llamado "orientación sexual". Con "heterosexual", se encontraron relaciones positivas, indicando que cuando el sujeto se identifica más como heterosexual, presenta mayor frecuencia de conductas sexuales con personas del otro sexo. Con el reactivo de "gay/lesbiana" se encontraron relaciones negativas, indicando que a mayor orientación gay, menos conductas sexuales con personas del otro sexo. Con el reactivo de "bisexual" no se encontraron relaciones significativas, entendiéndose, que las personas con esta orientación no diferencian sus conductas entre personas de uno u otro sexo.

Por otro lado, los reactivos del factor de deseo y amor, sí guardan relaciones significativas con el factor de orientación. Esto muestra que la frecuencia con la que se tiene pensamientos y deseos sexuales, afectivos y amorosos, que se dirijan a personas del mismo o del otro sexo, influyen en la construcción de la orientación sexual, tanto para heterosexuales, bisexuales y gays/lesbianas.

Del total de la muestra, 15 sujetos (diez hombres, cuatro mujeres, uno no reportó sexo) se identificaron "muchísimo", tres (un hombre, dos mujeres) "mucho", tres (un hombre, dos mujeres) "más o menos" y cuatro (un hombre, tres mujeres) "casi nada" como gay/lesbiana; ocho (tres hombres, cinco mujeres) se identificaron "muchísimo", dos (dos mujeres) "mucho", cinco (tres hombres y dos mujeres) "más o menos" y 11 (cinco hombres, cinco mujeres, uno no reportó sexo) "casi nada" como bisexuales. Esto significa que el 21.8% de la muestra se identifica, en algún grado, como gay o lesbiana y el 16% como bisexual. El 5.9% de la muestra se identificó "mucho" o "muchísimo" como gay/lesbiana.

Según el Modelo de Preferencia Genérica del Instituto Mexicano de Sexología en el cual se basó la escala, se encuentra que 15 participantes se definen como fundamentalmente homosexual, tres como básicamente homosexual y tres como preferentemente homosexual. En otras palabras, los primeros 15 únicamente se sienten atraídos por personas del mismo género, tres sienten atracción por personas de su mismo sexo y se consideran capaces de reconocer la belleza del otro género, y tres sienten atracción por personas de su mismo género y por personas del otro género aunque en menor medida. Los resultados acerca de la identidad sexual se deben tomar con precaución, debido a que no se separaron las medidas de gay/lesbiana de las de bisexual, por lo que algunos participantes pudieron haber reportado cierto nivel de identificación como gay/lesbiana y como bisexual, de tal manera que los porcentajes, no son acumulables.

Debido a la amplia gama de edades de los y las participantes de la muestra, se optó por correr un análisis factorial de componentes principales con rotación ortogonal entre dos muestras de edad: con participantes de 14 a 32 años (139 participantes) y con participantes de 32 hasta los 77 años (113 participantes). En la primera muestra, la estructura de la escala fue exactamente la misma a la presentada en estos resultados. Para la segunda muestra, se encontraron también tres factores (que explican el 66% de la varianza), pero con algunas diferencias. El primer factor, denominado deseo y amor está compuesto por los mismos reactivos descritos en la Tabla 2, más los reactivos cinco y siete, que originalmente formaban parte del segundo factor, denominado conducta sexual. El segundo factor que conforma la escala en participantes de 32 a 77 años, se denominó Conductas sexuales no destinadas a la reproducción, y está conformado por los reactivos nueve y 11. Debido a que sólo están incluidos dos reactivos, en realidad se trata de un indicador; mismo que sostiene que las personas mayores de 32 años colocan de manera muy separada sus conductas sexuales destinadas a la reproducción con las que no lo están (como pueden ser el sexo oral y el sexo anal). Además, las que sí están destinadas a la reproducción están sumamente relacionadas con la expresión del deseo y el amor. El tercer factor se le denominó orientación sexual ya que está compuesto por los mismos reactivos que conforman ese factor en la escala general.

Por último, se llevaron a cabo un análisis de varianza y t de Student usando los factores de la escala general, para conocer las diferencias entre los grupos de edad antes mencionados. Ninguna diferencia fue significativa. Dichos resultados señalan que las diferencias entre los grupos de edad son de carácter estructural, es decir, cómo cada muestra entiende la identidad sexual, es distinta.

 

Discusión

El propósito de este estudio fue validar una escala, que explore la manera en que las personas expresan y asumen sus conductas, deseos, fantasías y amor, hacia uno u otro sexo, como lo sugiere el modelo de Castañeda (1999), para completar una identidad sexual, sobre todo en aquellas personas con una orientación diferente a la heterosexual; y en el modelo del Instituto Mexicano de Sexología (2000), que señala que la conducta sexual se puede orientar hacia uno y otro sexo en una escala de seis peldaños. Los análisis estadísticos señalan que no se cumple completamente el objetivo inicial de la escala, debido a que ninguno de los reactivos que miden la conducta, amor y deseo dirigido a personas del mismo sexo fue sensible (ya sea porque no discriminaron o no fueron confiables). Esto se puede deber a la dificultad de las personas de revelar este tipo de información, debido al rechazo que existe en contra de la comunidad homosexual o a la poca cantidad de personas no heterosexuales que participaron en esta investigación.

Además, en la escala inicial no se contempló observar y medir la identificación que los sujetos guardan con personas con una orientación sexual y afectiva diferente a la heterosexual y las relaciones que guarda con ese grupo. De tal forma que los reactivos señalan la frecuencia con que una persona mantiene conductas sexuales con personas de otro sexo y qué tanto se asumen como heterosexuales, bisexuales o gay/lesbiana. Considerando la posibilidad de que al contestar las preguntas de esta escala exista un alto grado de deseabilidad social, debido a la sensibilidad y dificultad de revelar información de tipo sexual y personal (Baile Ayensa, 2008), se considera que también es sensible a la apertura sexual. Aunado a que la escala señala, además de la frecuencia, la facilidad con que las personas pueden asumir sus conductas, deseos y fantasías sexuales. Las personas que presentan menor dificultad en revelar información acerca de sus conductas, deseos y fantasías, probablemente presentan mayor facilidad para revelar si han sostenido conductas homoeróticas y asumirlas dentro de su identidad.

Por otro lado, los análisis estadísticos indican que la muestra estudiada entiende de manera similar al amor y al deseo, dimensiones que Castañeda (1999) separa y entiende como diferentes. Sin embargo, la autora señala que el deseo es parte del amor, por lo que la población también indica esto y lo menciona como un solo factor. Para ellos el deseo y el amor es el gusto de pensar en relaciones afectivas y sexuales, de fantasear en tener contacto sexual y relaciones afectivas de pareja, de compartir su intimidad y de sentirse cómodo/a con alguien más. Además, la escala muestra que la identidad sexual se puede presentar en seis escalones, como lo indica el Modelo de Preferencia Genérica. Es decir, los resultados no muestran una única bisexualidad pura, sino que el deseo, el amor y la conducta se mezclan para orientarse en una de seis opciones entre la heterosexualidad y la homosexualidad, en el momento de contestar la encuesta. El factor de orientación sexual cargó con el reactivo "gay/lesbiana" y no "homosexual". Esto resulta interesante puesto que la gente se está identificando no sólo con una orientación, sino con una subcultura, relaciones específicas y vivencias sociales específicas (Uribe & Arce, 2004); y que se han construido, a partir de una preferencia sexo-afectiva con una manera diferente de ver las cosas y con un discurso diferente (Lizarraga, 2003).

La apertura sexual que se puede obtener a través de esta escala guarda cierta similitud con lo que reportan García Rodríguez (2007) y Simpson y Gangestad (citado en García Rodríguez, 2007) a través de la escala de orientación sociosexual, que indica la apertura en conductas y actitudes sexuales de los individuos. En el caso de la escala reportada en esta investigación, no sólo se considera la conducta interna y externa, sino que se incluye el factor de orientación sexual. Se considera este último factor de suma importancia para la evaluación de la apertura sexual y la conformación de la identidad sexual en una cultura heterosexista y hetero-normativa (Castañeda, 1999, 2006), lo cual permite explorar una nueva área de la apertura y de la identidad sexual. En resumen, la escala mide un constructo que mezcla tanto la orientación como la apertura sexual.

Al observar la manera en que los factores se relacionan entre sí, la escala permite vislumbrar cómo se entiende la identidad sexual. Estos resultados muestran que el deseo y el amor se relacionan de manera importante con la orientación sexual, pero no con la conducta sexual. No obstante, la correlación de los reactivos, muestra que la conducta sexual no se relaciona con la autodefinición como heterosexual, bisexual o gay/lesbiana. Esto indica que la orientación sexual no se define únicamente por con quien se tiene contacto sexual, sino que tiene más peso con quien se desea tener ese contacto. En otras palabras, contradice lo que muchos autores entienden como orientación sexual (Kinsey, 1948, 1954; Real Academia de la Lengua Española, 2002). Concuerda con definiciones más completas que involucran el deseo y el amor, así como la conducta sexual en la definición de orientación sexual (Álvarez-Gayou, 2000; Baile Ayensa, 2008; Castañeda, 1999).

Es importante recalcar que la muestra estuvo constituida por personas desde los 14, hasta los 77 años y que los resultados muestran diferencias estructurales entre grupos de edad. Queda claro que la identidad sexual como es concebida por los dos modelos estudiados, se expresa de manera distinta entre los y las participantes más jóvenes y los/as de más edad. Para el segundo grupo, las conductas sexuales no destinadas a la reproducción no son parte de su deseo y fantasía. Es decir, no desean ni fantasean de manera afectuosa y sexual con el sexo oral y el anal. Los resultados parecen indicar que se trata de un concepto aparte del repertorio usual de conductas sexuales (Cañizo & Salinas, 2007). Esto se puede deber a diferencias histórico-socio-culturales de su desarrollo, es decir a las premisas de un tiempo y espacio cultural específico que subyacen la conducta de sujetos de diferentes edades (Díaz-Guerrero, 2003). Como bien menciona Castañeda (2006), existe una apertura sexual de distintos tipos entre personas nacidas anterior y posterior a los años 80.

A pesar de que los resultados de la validación psicométrica de la escala son robustos, hay niveles altos de confiabilidad y de validez, así como un buen porcentaje de varianza explicada, queda la duda de si realmente es posible aproximarse a la identidad sexual de las personas a través de una escala que dé números como resultados. De tal forma, que aunque sea una medición aceptable, los resultados deben verse con suma cercanía al contenido semántico de cada uno de los factores y de los reactivos. Además, estos resultados deben ser interpretados en un contexto social, cultural e inclusive individual. La escala permite conocer la orientación del deseo y conducta sexual de una muestra, así como un nivel significativo de la apertura que tienen hacia sus propios deseos y conductas. Por otro lado, es un cuestionario que se puede usar en ámbitos clínicos, sobre todo en el trabajo con personas con una orientación sexual y afectiva diferente a la heterosexual; ya que permitiría que el o la consultante se dé cuenta de sus preferencias, constituidas a partir del deseo y amor que siente y hacia quién. Debido a los niveles altos de homofobia y normas heterosexistas en el País, resulta importante la conciencia de estos elementos para la construcción de una identidad completa para personas que sienten atracción hacia personas de su mismo sexo (Castañeda, 1999).

 

REFERENCIAS

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1 Nota: Este artículo fue sometido a evaluación en marzo de 2009 y aceptado para publicación en diciembre de 2009.
2 Toda comunicación sobre este trabajo debe hacerse al primer autor Ignacio@gendes.org.mx.