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Revista Puertorriqueña de Psicología

versão impressa ISSN 1946-2026

Rev. Puertorriq. Psicol. vol.23  San Juan  2012

 

Artículos

 

Experiencias de violencia en el noviazgo de mujeres en Puerto Rico1

 

 

Nayda E. Morales Díaz2; Vivian Rodríguez Del Toro

Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano

 

 


Resumen

La violencia contra las mujeres ha sido reconocida como una epidemia. En parejas jóvenes la misma ha ido aumentando, pero escasean estudios con esta población. Se presentan los resultados de una investigación cualitativa para explorar las experiencias de diez mujeres adultas víctimas de violencia en su noviazgo. Las participantes experimentaron todas las formas de violencia (verbal, emocional, psicológica y sexual) y el ciclo. Casi todas indicaron haber tenido secuelas emocionales y psicológicas, como depresión y baja autoestima. Todas manifestaron ideas y visiones tradicionales, estereotipadas de los géneros. El rol de padres/madres mayormente fue de espectadores o apoyo indirecto. Los/as profesionales de ayuda no fueron identificados como fuentes de apoyo. Algunas se aislaron de amistades por presión de sus parejas, protegerlos o justificarlos. Finalmente, las participantes identificaron las metas educativas y la transición a la universidad como factores decisivos para su alertamiento y toma de control de sus vidas.

Palabras clave: Experiencias, violencia, noviazgo, roles de género


Abstract

Violence against women has been considered epidemic. Among young couples it has increased, but there are few studies with this population. Results from a qualitative study with 10 women who experienced violence from their male partner during adolescence are presented. Participants suffered all forms of violence (verbal, physical, emotional, psychological & sexual). Many reported psychological effects as depression and low self esteem. Traditional ideas and beliefs towards gender roles were identified in all women. Parental role was described as indirect support or spectator of their daughter's situation. Helping professionals were not seen as a support system. Some women isolated from peers in response to partner's pressure or to protect and justify his actions. Participants identified educational goals and transition to university level as decisive factors for their awareness and for taking control of their lives.

Keywords: Experiences , partner violence, gender roles


 

 

Las relaciones de pareja y el noviazgo entre adolescentes en el siglo XXI han sufrido cambios. El noviazgo como relación se ha ido trasformando con los cambios sociales, tecnológicos y las diferentes visiones y creencias en torno al género y las relaciones de pareja surgidas en las últimas décadas (Gutiérrez, 2002; Halpern et al., 2001; Johnson et al., 2005; Lichter & McCloskey, 2004;Vézina & Hérbert, 2007). El género asociado a los problemas que enfrentan las mujeres en la sociedad, tales como la desigualdad social y salarial, los estereotipos, el sexismo, la discriminación y la violencia por razón de género han sido tema de amplia discusión e investigación (Albite Vélez & Valle Ferrer, 2003; Barberá, 2005; Rodríguez Del Toro, 2009; Valle Ferre, 2007; Vicente, 2003).

La complejidad de asuntos que afectan las relaciones de intimidad han sido asuntos seriamente analizados, así como la realidad de que las relaciones de violencia siempre han existido y se emplean tanto a nivel interpersonal como institucional (Castro, 2004; Scott Turner, 2003; Vicente, 2003) Además, según Vicente (2003), las condiciones históricas y políticas particulares determinan los discursos culturales que en ocasiones legitiman la violencia y en otras la repudian.

Socialización, roles de género y la violencia

El proceso de socialización de los géneros en Puerto Rico ha sido esencialmente tradicional, predominando la visión del hombre como figura dominante en la relación de pareja heterosexual. Estos discursos culturales que sostienen la supremacía del hombre y su estatus jerárquico como "jefe y cabeza del hogar" se sostienen sobre creencias y valores religiosos tradicionales que promueven el patriarcado como ideal familiar (Alberdi & Rodríguez, 2006; Albite Vélez & Valle-Ferrer, 2003; González Armenteros, 2003; Rodríguez Del Toro, 2011; Santos Figueroa & Toro Alfonso, 2005; Valle-Ferrer, 2007; Vicente, 2003).

La identidad del rol de género constituye un riesgo relacionado con la violencia en el noviazgo. Se percibe que las adolescentes que tienen una identidad de género tradicional, particularmente de excitabilidad emocional y relaciones dependientes, podrían estar en riesgo de experimentar abuso (Rosen & Bezold, 1996). En el 2003, la Oficina de la Procuradora de las Mujeres de Puerto Rico creó la campaña educativa "Un golpe no es un beso". La misma consistía en la distribución de material educativo, como folletos y carteles que se repartieron en escuelas, oficinas gubernamentales, organizaciones comunitarias y a toda entidad o persona interesada en incorporarse a este proceso educativo. La licenciada María D. Fernós López, Procuradora de las Mujeres en ese entonces, señaló:

"…la tarea de reformulación social que se propone es tan necesaria como difícil, ya que los mensajes contrarios a los de nuestra sociedad se envían y se reciben continuamente, donde muchos de estos mensajes, que provocan los asesinatos y las violencias contra las mujeres, vienen disfrazados de aparentes mensajes de amor, peligrosos precisamente por lo inofensivos que aparentan ser y que en muchas sociedades han desvalorizado como seres humanos, promoviendo y justificando la fuerza y la violencia para dominar a la mujer" (2002, p.1).

Sobre la violencia contra las mujeres, Fernós López (2002) añade que en muchas de las obras de la literatura y la música clásica, que sirven de lectura, disfrute y conocimiento universal, se presenta frecuentemente el asesinato de las mujeres por parte de sus parejas como es el caso de Otelo con Desdémona y Don José en Carmen, entre otros. Plantea esta autora que estas obras siguen emocionando por su belleza musical y su mensaje, pero se siguen repitiendo sin reflexión sobre la violencia y el asesinato que presentan. Estas obras, según Fernós López, refuerzan de variadas formas el mito de que "la mató porque la quería", lo que ha pasado a formar parte del imaginario colectivo, tanto de hombres como de mujeres.

Las construcciones sociales de la masculinidad y la feminidad son clave en la comprensión de la dinámica de pareja que propicia la utilización de la violencia como mecanismo de ejercer poder y control, especialmente sobre la mujer (Castro, 2004; Colón Warren, Burgos Ortiz & García Toro, 2006; González Armenteros, 2003; Santos Figueroa & Toro Alfonso, 2005; Valle Ferrer, 2007; Vicente, 2003). Como resultado, la violencia contra las mujeres se da en múltiples espacios y contextos en todas partes del mundo y no se suscribe sólo al hogar. Particularmente, ha sido reconocida como una epidemia por investigadores y organismos internacionales, quienes también revelan que las mujeres son mayormente las víctimas y los hombres los perpetradores (Amnistía Internacional, 2011; Astbury, 1999; Logan, Walker, Jordan & Leukefeld, 2006; United Nations General Assembly, 2006; World Health Organization, 2006). Un principio fundamental del enfoque teórico feminista es que muchos de los problemas de las mujeres están relacionados con las injusticias y las desigualdades que éstas han enfrentado en esta sociedad patriarcal (Bruna Seu, 2006; Nutt, 2005; Rodríguez Del Toro, 2009; Tapia González, 2003).

Debido a esta amplitud de espacios y de formas de violencia, en la literatura relacionada se utilizan diversos términos para referirse a la misma, tales como: violencia doméstica, violencia de género, violencia contra las mujeres y violencia machista. En conclusión, podemos reconocer que la violencia y las relaciones de violencia son construidas y aprendidas social y culturalmente desde el hogar y las instituciones (escuela, iglesia, medios de comunicación, etc.).

Violencia en el noviazgo: Causas, naturaleza, y consecuencias

El aprendizaje de la violencia desde el hogar de origen y la tolerancia a ésta como resultado de haber sido testigo de la violencia durante la niñez, han sido temas de discusión y debate en la literatura relacionada (ej. Albite Vélez & Valle Ferrer, 2003; Castro, 2004; Johnson et al., 2005; Lichter & McCloskey, 2004; Muñoz Rivas, 2003). Según Alberdi y Rodríguez (2006), los/as adolescentes que han experimentado violencia doméstica en el hogar, pueden ser más propensos/as a la violencia en las relaciones de noviazgo. Albite Vélez y Valle Ferrer (2003) argumentan sobre la imposición del poder patriarcal y el hecho de que a la mujer se le exija que se despoje de sus aspiraciones de mujer o persona cuando se convierte en madre. Señalan estas autoras, que la exposición a la violencia emocional, sexual, física o de abandono que muchas mujeres tienen durante su niñez, se convierte en una herramienta dentro del ciclo de la violencia contra las mujeres. Añaden, que en ausencia de la madre, las hijas la sustituyen como ayuda productiva. Esto refleja como se da la trasmisión cultural en las hijas, en un proceso anticipatorio de su futuro como mujeres/madres. La interiorización de este código normativo cultural, lleva a que la mujer/madre se convierta en un ideal de comportamiento. Esto es, la mujer internaliza que al crecer va a conocer al príncipe azul, a casarse y a tener hijos, siendo esta la secuencia obligatoria para su autorrealización, según Albite Vélez y Valle Ferrer. Añaden Vézina y Hébert (2007) que la poca supervisión de los padres/madres y la falta de afecto y proximidad en la niñez son factores asociados a la posibilidad de violencia en el noviazgo. Por su parte, Scott Turner (2003) plantea que hay otros aspectos cada vez más complejos que impactan las relaciones de noviazgo. Entre estos se encuentran, los valores sexuales, la influencia de los medios de comunicación, las ideas románticas del amor difundidas en revistas y películas, el sexo por Internet, la violación en citas, noviazgo de personas del mismo género, embarazos en adolescentes, enfermedades de transmisión sexual y la violencia contra las mujeres.

La violencia en el noviazgo se refiere al uso o amenaza de la fuerza física, restricción, abuso psicológico y/o el abuso sexual con el propósito de causar daño o dolor a la otra persona. Se considera que hay violencia si al menos uno de estos componentes está presente en la relación (Murray & Kardatzke, 2007). En Puerto Rico, la doctora Rebeca Ward, Ex Directora del Centro de Ayuda a Víctimas de Violación (CAVV) (en Pérez Arroyo, 2002) señala que la violencia en el noviazgo implica un patrón de conducta amenazante con repetidos incidentes de abuso físico (golpes), sexual (sostener relaciones sin consentimiento) y emocional (insultos) entre jóvenes de 13 a 20 años.

La violencia durante el noviazgo es un grave problema que afecta en grado considerable la salud física y mental de las adolescentes (Muñoz Rivas, 2003; Rivera Rivera, Rodríguez-Ortega, Chávez Ayala, & Lazcano Ponce, 2006). Añaden Frederick y Alexy (2005) que la violencia en el noviazgo es un evento traumático que puede tener consecuencias devastadoras para las víctimas. Se ha encontrado que con frecuencia sus víctimas son mujeres entre las edades de 12 a 15 años, por lo que parece ser que la violencia tiende a ser más común entre las parejas más jóvenes (Colón Warren et al., 2006). Indican Rivera Rivera y colaboradores (2006) que este tipo de violencia se identificó como un problema social a partir de los estudios de Kanin en los años cincuenta, en el que se encontró que un 30% de las estudiantes participantes tuvo amenazas o relaciones sexuales forzadas durante el noviazgo. A principios de la década de los ochenta, en la investigación de Makepeace con estudiantes universitarios en Estados Unidos, se encontró que un 20% de la muestra fueron víctimas de violencia en la etapa de noviazgo adolescente y que un 61%, informaba conocer a alguien que había sufrido violencia. Según Rivera-Rivera y colaboradores, una de las dificultades identificadas en las investigaciones sobre este tema, es que utilizan distintas definiciones conceptuales y parámetros para medirla, resultando en cálculos variables sobre la magnitud de este problema.

Estudios relacionados con el tema de las actitudes y su relación con la violencia han reflejado que con frecuencia se presentan algunas actitudes que apoyan la violencia del hombre hacia la mujer en las relaciones de noviazgo (Price, Byers & the "Dating Violence Research Team", 1999). Añaden Price y colaboradores (1999) que se ha encontrado que los niños que mantienen actitudes tradicionales sobre los roles de la mujer, son más propensos a aceptar el uso de la violencia por parte del varón. Se reflejó también que hay una conexión entre las actitudes hacia la violencia física y psicológica y el uso de estas formas de violencia por parte de los adolescentes varones; ambas actitudes hacia la violencia psicológica y violencia sexual fueron asociadas con el uso de coacción sexual por parte de los varones. Estos investigadores plantean que el entendimiento de la violencia en el noviazgo se ve dificultado por la carencia de instrumentos validados y adecuados, según la edad, para medir las actitudes hacia la violencia en el noviazgo.

De otra parte, se han identificado múltiples factores que propician la violencia en el noviazgo, tales como: considerar que la violencia es tolerable y justificable, desórdenes de conducta, uso de sustancias controladas, prácticas sexuales riesgosas, embarazos no deseados, deserción escolar, violencia intra-familiar, abuso sexual infantil, violencia en la comunidad, acoso sexual, pobre supervisión y falta de afecto de los padres/madres, disciplina estricta, amistades con conducta delictiva o que aprueban y utilizan la violencia en su relación de pareja (Vézina & Hébert, 2007).

Así como se asocia la violencia en el noviazgo con la que han experimentado los jóvenes en sus familias de origen, igualmente vivir en vecindarios con altos niveles de violencia y desorganización social tiene una correlación alta con la violencia en el noviazgo. Por ejemplo, en Estados Unidos se reportan (Johnson & colaboradores, 2005) mayor cantidad de incidentes de violencia en las relaciones de noviazgo en los adolescentes afroamericanos que en jóvenes de otras etnias.

Estadísticas sobre violencia en las relaciones de noviazgo entre adolescentes

La organización "Love is not Abuse" realizó el estudio "Teen Dating Abuse Survey 2005", presentando las siguientes estadísticas sobre la violencia en el noviazgo en Estados Unidos: una de cada tres adolescentes informó que conocían de un/a amigo/a que había sido golpeado/a, pateado/a, abofeteado/a, con intento de estrangulación o herido/a físicamente por su pareja; una de cinco adolescentes niñas que han estado en una relación han sido amenazadas por los novios de causarles maltrato físico si terminan la relación; el 13% de niñas adolescentes que han indicado haber estado en una relación, indicaron haber sido heridas o golpeadas; una de cuatro niñas adolescentes que han estado en una relación revelaron que han sido presionadas a tener sexo oral o coital; 26% de las adolescentes encuestadas indicaron que fueron maltratadas verbalmente y el 80% indicó que el abuso verbal es un problema serio (Teen Dating Abuse Survey, 2005). En cuanto a buscar ayuda si estuvieran en una relación abusiva, el 73% de la muestra total indicó que se lo pedirían a un/a amigo/a, pero el 33% que ha estado o conocido sobre una relación de abuso indicó que no le comunicaría a nadie sobre el asunto (Teen Dating Abuse Survey, 2005).

Una encuesta del Departamento de Justicia Federal (Bureau of Justice Special Report, 2000) con 500 adolescentes y mujeres jóvenes de Estados Unidos, entre las edades de 15 a 24 años, reveló que el 60% estaban o habían estado en una relación abusiva y que todas las participantes habían sido víctimas de violencia en el noviazgo. Sobre esta encuesta, en el Informe especial actualizado de violencia en la relación de pareja, Rennison y Welchans (2002) indican que el 85% de las víctimas de violencia en las relaciones de pareja eran mujeres. Se indica además que, para el 1998, el grupo de mujeres jóvenes entre las edades de 16 a 24 años experimentaban el índice per cápita más elevado en cuanto a violencia en las relaciones de pareja. Esto es, 19.6 por cada 1,000 mujeres.

En Puerto Rico, la violencia en todas sus manifestaciones ha ido en aumento también, particularmente entre los/as adolescentes y adultos jóvenes. Como la violencia contra las mujeres ocurre en todos los ámbitos, aunque es más frecuente en el hogar, se considera como una forma de ejercer el poder y de controlar a la pareja en las relaciones de intimidad. Por lo tanto, sus manifestaciones van desde el maltrato verbal o físico leve, la violencia sexual, hasta la agresión agravada y el asesinato (femicidio). Las últimas estadísticas de violencia doméstica disponibles para el 2009 (Tendenciaspr, 2010) reflejan 20,389 incidentes reportados, de éstos 17, 074 (84%) de las víctimas fueron mujeres. En cuanto a las edades de las víctimas, 10,366 (50%) de éstas tenían entre 12-29 años. Los femicidios o asesinatos de mujeres en el ámbito de la violencia doméstica, para ese mismo año, 2009, revelan que de un total de 17 asesinatos, 16 fueron mujeres. Para el año 2010, datos recopilados por la Lic. Verónica Rivera, Presidenta de la Comisión de la Mujer del Colegio de Abogados revelan un total de 19 femicidios bajo la Ley 54 de violencia doméstica (Rivera, 2011). Lamentablemente, hasta el 9 de septiembre de 2011, esta cifra subió a 27 mujeres asesinadas según la periodista Maribel Hernández (2011) y hay varios casos adicionales bajo investigación policial para determinar si son por violencia doméstica.

Como resultado de este aumento en conducta delictiva y criminalidad en nuestra sociedad, se observa mayor atención hacia el problema de la violencia en los/as adolescentes y jóvenes, asociada al narcotráfico. Sin embargo, la violencia en el noviazgo ha sido desatendida o ignorada como una forma de violencia (Montes, 2009; Theriot, 2008) especialmente dentro del escenario escolar. Por otro lado, muchos estudiosos y especialistas en los temas de violencia y criminalidad (ej. Albizu García, 2007; Nevárez Muñíz, 2008) han señalado consistentemente que la política gubernamental tiene un enfoque estrictamente policial y punitivo. Los programas y políticas con enfoques preventivos y salubristas que trabajen con la violencia de forma sistémica y atiendan todas sus manifestaciones son escasos o reciben poco apoyo económico y gubernamental.

El estado de la violencia en estudios previos

El estudio de la violencia es de carácter multidisciplinario y se han abordado tanto factores de riesgo individuales como culturales (Colón Warren et al., 2006; Logan, et al., 2006; Santos Figueroa & Toro Alfonso, 2005; Valle-Ferrer, 2007; Villaseñor-Farías & Castañeda-Torres, 2003). Las investigaciones han ofrecido recomendaciones para la prevención de la violencia, así como de los costos en salud pública. Sin embargo, la mayor parte de estos estudios han abordado el fenómeno separando a víctimas y a personas victimarias, partiendo del acto violento catalogado como delito, y priorizando en datos estadísticos. Esta visión es limitante, ya que la violencia va más allá del delito o del acto violento y es algo más que una cifra (Díaz Aguado & Martínez Arias, 2001; Logan et al., 2006; Nevárez-Muñiz, 2008; Villaseñor-Farías & Castañeda-Torres, 2003).

Se conocen pocos estudios sobre la violencia entre parejas jóvenes en Puerto Rico. Entre éstos, Güenard Otero y Jiménez Tolentino (1998) destacan el estudio realizado con adolescentes embarazadas entre las edades de 13 a 19 años que recibían servicios en el Programa de adolescentes embarazadas del Departamento de Salud de Puerto Rico. Este estudio reveló la existencia de maltrato en las relaciones de noviazgo y/o convivencia. Además mostró que, la violencia no precipitó las relaciones sexuales; que las jóvenes no conocían de los servicios que se le ofrece a las mujeres maltratadas y, si los conocían, no acudían a éstos por no sentir necesidad, por miedo o porque no querían hacerlo.

En el estudio Factores protectores y de riesgo relacionados a la violencia entre jóvenes de octavo grado, sus padres y maestros, del Programa Bio-psicosocial del Hospital Pediátrico de Puerto Rico (en Rivera Vargas, 2005) se encuestaron 260 estudiantes. Los participantes eran de nivel socioeconómico bajo que cursaban el octavo grado en el sistema educativo público. Los hallazgos reflejaron que en términos de comunicación con los padres, los varones demostraron tener mejores relaciones con sus progenitores que las niñas. Las niñas encuestadas señalaron que recibían más castigos y tenían mayores conflictos con los padres que los varones. Las niñas informaron también que perciben más conducta antisocial en la familia. Entre los varones se registraron más conductas violentas que entre las niñas.

El estudio de Güenard Otero y Jiménez Tolentino (1998) con jóvenes universitarios tuvo el objetivo de conocer si habían experimentado situaciones de violencia con su pareja. Además, explorar si pueden identificar indicadores de violencia en las relaciones de pareja y conocer las expectativa de los roles de género que tienen los jóvenes. La investigación utilizó un diseño exploratoriodescriptivo mediante un cuestionario, con 16 áreas principales, entre las cuales se incluían características por género, conductas en la relación de pareja y otros. Los/as participantes eran estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, Recintos de Cayey y Humacao y la edad promedio fue de 18 años. El 69.2% de los encuestados pertenecía al género femenino y el 80.7% provenían del sistema educativo público. El estudio auscultó si los/as participantes atribuían características específicas a los hombres y a las mujeres de acuerdo al género.

Los hallazgos de Güenard Otero y Jiménez Tolentino (1998) revelaron que el 69% adjudicó la característica "Sentimental" a la mujer, nadie se la adjudicó al hombre. Se destacó que la característica "Débil", el 64.9% se la adjudicó a la mujer y sólo un 2% al hombre. La característica "Fuerte", la mayoría (57.1%) se la adjudicó al hombre. La característica "Tierno/a", sólo un 3.4% se la adjudicó al hombre, mientras un 51.9% se la adjudicó a la mujer. En cuanto a la relación de pareja, un 52.9% de los/as participantes tenía pareja y un 44% de estos llevaba más de dos años en la relación, un 41% había tenido sólo una pareja anterior a la relación en la que estaban en el momento de la encuesta. A los/as participantes también se les preguntó si ocurrían agresiones verbales en su familia de origen y un 65.7% contestó afirmativamente. Además, un 93.3% indicó que los estilos de crianza en el hogar para el hombre y la mujer eran diferentes. El estudio también exploró la ocurrencia de maltrato en las relaciones de pareja previas. Los datos reflejaron que un 80 % de los/as participantes había experimentado por lo menos un incidente violento en su relación de pareja anterior. Los incidentes que más prevalecieron fueron "Gritos" (47.6%), "Celos" (43.8%), "Indiferencia" (39.2%), "Insultos y palabras obscenas" (36.1%) y la "Prohibición de hablar con personas del sexo opuesto" (35.6%). En cuanto al tipo de maltrato que predominó en estos participantes fue la modalidad de maltrato emocional (65.0%). Un dato significativo señalado por Güenard Otero y Jiménez Tolentino, fue que los/as participantes tenían dificultad para discernir entre una situación violenta y no violenta y para identificar correctamente situaciones que conllevaban violencia emocional y explotación.

El estudio del 2003 realizado por Benítez, Torres y Rivera (en Montes, 2009) en el Recinto de Humacao de la Universidad de Puerto Rico, se basó en una encuesta entre los/as estudiantes entre el 2001-02. El propósito fue recoger datos relacionados con la percepción de la seguridad en el Recinto, el conocimiento sobre las causas de la violencia hacia las mujeres, el nivel de tolerancia a las diferentes manifestaciones de la violencia y la experiencia con diferentes formas de violencia. Se obtuvo una participación de 964 estudiantes. Entre los hallazgos de este estudio, se encontró que al comparar la percepción de seguridad por género, las mujeres expresaron sentirse más inseguras que los varones en ambos años. En cuanto al conocimiento, predominó el tema de violencia doméstica, seguido por agresión sexual y acecho. Sobre la violencia doméstica, más del 70% de las personas encuestadas contestó correctamente a la mayoría de las aseveraciones. En torno a la violencia emocional, el nivel de conocimiento estuvo por debajo del 65%. En lo relacionado al acecho, este estudio reveló que los/as estudiantes mostraron conocimiento excelente sobre las medidas de seguridad y los actos de acecho, pero no así a las leyes para parejas de novios o personas que conviven, alternativas disponibles y el acecho como delito. Sobre la perspectiva de equidad por género, se encontró que existen diferencias significativas entre féminas y varones. Las mujeres manifestaron posiciones de mayor equidad que los hombres.

Otro estudio en Puerto Rico realizado por Alberdi Torres y Rodríguez Méndez (2006), investigó las características específicas de las relaciones de noviazgo entre adolescentes de escuela superior que se asocian a la conducta violenta. Se utilizó el diseño descriptivo con una muestra de 161 estudiantes de duodécimo grado, entre los 16 a 18 años de edad de los pueblos de Cayey y Humacao. Se recopiló la información a través de cuestionarios, que incluían escalas para examinar la experiencia en el noviazgo.

Las investigadoras encontraron que entre un 3 a un 18% de los/as adolescentes en relaciones de noviazgo experimentaron violencia (Alberdi Torres & Rodríguez Méndez, 2006). En cuanto a las características de la relación de noviazgo, se encontró que el poder y el control de un miembro de la pareja sobre la otra tienen una incidencia alta en las relaciones donde hay situaciones de violencia. Se encontró también que, estar sexualmente activo y haber aprendido roles tradicionales femeninos y masculinos, no fueron determinantes al momento de distinguir entre parejas violentas y no violentas. Según Alberdi Torres y Rodríguez Méndez, los datos apuntan que, a mayor tiempo en la relación, es mayor la probabilidad de que ocurran actos de violencia.

El estudio de Montes (2009) exploró el nivel de conocimiento de patrones de violencia y las relaciones maltratantes en el noviazgo de 459 mujeres de 14 a 18 años, de escuelas superiores en Puerto Rico. El instrumento utilizado, fue el Cuestionario de Conocimiento e Incidencia de Patrones de Conductas Violentas en el Noviazgo, desarrollado por la investigadora. Según Montes, los hallazgos generales reflejaron que las estudiantes de escuela superior de los tres grados encuestados, poseen un nivel de conocimiento alto en cuanto a los patrones de violencia dentro de una relación de pareja. Un 87 % de las jóvenes reportaron incidentes de violencia, en varios niveles de frecuencia, siendo el maltrato psicológico el que presentó una frecuencia más alta. Las participantes manifestaron aceptación a los patrones de maltrato en las áreas relacionadas al control por parte de la pareja, indicativo de maltrato emocional.

En cuanto al nivel de conocimiento, Montes (2009) encontró que se asoció significativamente con el grado escolar, siendo las estudiantes de grado 12, las que obtuvieron mayores puntuaciones en esta área. Sin embargo, según la investigadora, no se reflejó una relación significativa entre el nivel de conocimiento y la incidencia de violencia en las adolescentes. Esto es, no hubo diferencias por grado en las incidencias de violencia reportadas por las estudiantes encuestadas. Del total de participantes, sólo 71 (15.5%) percibieron haber estado en una relación de maltrato, 318 féminas (69.3%) indicaron que no y 69 (15%) indicaron no estar seguras. Señala Montes que la incidencia de maltrato reportada, no necesariamente se asocia al nivel de conocimiento que poseen las adolescentes sobre el tema de patrones de conductas violentas y relaciones de maltrato.

En lo relacionado a las redes de apoyo, la investigación de Montes (2009) encontró que los padres y las amigas, fueron las opciones principales seleccionadas por las participantes. El consejero profesional obtuvo el tercer lugar de preferencia como recurso de apoyo. También, se encontró que el modelo social de maltrato al que más están expuestas las participantes reflejó ser las amigas. Este dato es muy significativo si consideramos que son precisamente las amigas uno de los recursos primarios de apoyo identificados. Por lo tanto, es cuestionable la capacidad de apoyo efectivo que pueden proveer los pares cuando ellas mismas están experimentando conductas violentas de parte de sus parejas.

En un estudio realizado con adolescentes españoles, entre los 16 y 20 años, Muñoz-Rivas, Graña, O';Leary y González (2007) encontraron que el 90% de los encuestados/as manifestaron que habían agredido verbalmente a su pareja, mientras que el 40% expuso hacerlo de forma física. Sobre la violencia física en el noviazgo, Rivera Rivera y colaboradores (2006), indican que ésta puede aumentar hasta un 51% en los primeros 18 meses de la relación.

En Reino Unido, una investigación realizada por Hird (2000) encontró que el 17.9% de las estudiantes confesaron ser forzadas a mantener relaciones sexuales con o sin penetración por sus novios. Señala este autor, que muchas de las agresiones físicas que las jóvenes admitieron haber realizado, eran una medida auto defensiva contra las agresiones físicas o las sexuales por parte de sus parejas masculinas. En cuanto a la violencia psicológica, Hird encontró que un 54% de las jóvenes informaron este tipo de violencia en su relación.

Estas investigaciones y datos confirman que la violencia en el noviazgo es un grave problema que afecta a los/as jóvenes en Puerto Rico y otros países del mundo. Las causas y orígenes son multifactoriales y sus efectos pueden tener repercusiones graves y prolongadas para las víctimas. De hecho, un estudio longitudinal con parejas recién casadas en Estados Unidos (O'Leary et al., en Holtzworth-Munroe, Clements & Farris, 2005) encontró que la probabilidad de que ocurriera violencia contra las mujeres, dentro de los primeros 30 meses después del matrimonio, era de 0.72 cuando había habido violencia física en el noviazgo.

Propósito y preguntas de investigación

Considerando la discusión previa y el reconocimiento de la escasez de estudios sobre la violencia en el noviazgo en Puerto Rico, la presente investigación pretendió estudiar, de forma cualitativa, las experiencias de mujeres adultas que fueron víctimas de violencia en sus relaciones de noviazgo durante su adolescencia. El propósito principal fue explorar, entender y describir, desde sus propias voces, las formas de violencia que sufrieron, las circunstancias familiares y sociales relacionadas a su experiencia, los recursos de apoyo disponibles, el rol de la escuela, de la familia, los amigos/as y los profesionales de ayuda; así como las estrategias que utilizaron estas mujeres para salir de la relación abusiva. Se plantearon las siguientes tres preguntas de investigación:

1) ¿Cómo fue la experiencia de violencia que vivieron las mujeres participantes durante su adolescencia?, 2) ¿Qué papel desempeñaron los sistemas de apoyo como la familia, la escuela y el grupo de pares y de amistades, durante la experiencia de violencia en la relación de noviazgo?, y 3) ¿Cuál era la perspectiva de género que tenían las mujeres participantes que sufrieron violencia de pareja durante su adolescencia?


Método

El presente estudio fue de tipo cualitativo de diseño exploratorio-descriptivo. La recopilación de datos se realizó mediante la estrategia de entrevista cualitativa semi-estructurada. Para las entrevistas se utilizó una guía de 15 preguntas, elaborada de los temas identificados en la revisión de literatura y dirigidas a contestar las tres preguntas de investigación formuladas. Esta guía incluía preguntas sobre la experiencia en esa relación; cómo comenzaron los eventos de violencia; cómo se percató de la misma; descripción de los incidentes y sus reacciones; apoyos recibidos; impacto de las experiencias; emociones y sentimientos; cómo terminó la relación; rol de la familia, escuela y pares ante esta situación; entre otras preguntas pertinentes.

Para el análisis de las entrevistas, se utilizó la técnica de análisis de contenido propuesta por Rubin y Rubin (2005). Las unidades de análisis que se utilizaron surgieron de la revisión de literatura y corresponden a las tres áreas temáticas en las preguntas de investigación: experiencia de violencia en el noviazgo, sistemas de apoyo y perspectiva de los roles de género. Partiendo de estas unidades de análisis, se leyó varias veces cada entrevista transcrita "ad verbatim" para ir comparando y diferenciando entre las narrativas, hasta identificar los temas que se repitieron y sobresalían, así como los que son particulares. De este modo, se fue descomponiendo la información en conceptos, temas y eventos relevantes que constituyeron las categorías y subcategorías (hallazgos) y que permitieron contestar las tres preguntas de investigación formuladas.

Las participantes fueron diez mujeres heterosexuales entre las edades de 26 a 39 años. Se reclutaron por disponibilidad mediante anuncios en varios lugares públicos y referidos en cadena (snowball effect). Para participar debían ser mayores de 25 años y haber experimentado violencia en una relación de noviazgo durante su adolescencia. Cada participante se entrevistó individualmente por un periodo aproximado de hora y media utilizando la guía de preguntas previamente elaborada. Además, se utilizó una planilla de observaciones para anotar aspectos relevantes, tales como: sentimientos manifestados, tono de voz, gestos peculiares, etc. Las entrevistas se grabaron en audio con el consentimiento previo de cada participante y luego se transcribieron "ad verbatim" para el análisis de contenido.

Los datos de las participantes reflejaron que nueve de ellas tenían estudios universitarios y solo una estaba en el proceso de terminar la escuela superior. Cinco (5) de ellas eran solteras, dos divorciadas y tres casadas. Durante la relación de noviazgo donde hubo violencia, las participantes tenían entre 12 a 19 años; cinco de ellas estaban en la escuela superior, tres cursaban el nivel intermedio y dos estaban en primer año de universidad. Más de la mitad (6) indicó que el noviazgo duró cuatro años o más. Además, la mitad (5) vivía en esa etapa con ambos padres; la otra mitad en hogares con jefatura femenina. Una de las participantes reportó haber estado embarazada y experimentó un aborto natural durante la relación de noviazgo.


Hallazgos e Implicaciones

El análisis de contenido de esta investigación, reveló cinco categorías:

● Experiencia de la violencia-. En ésta se recogen todas las formas de violencia manifestadas por las participantes (verbal, física, sexual y emocional). Además, cómo éstas se percatan de que están siendo violentadas y el trasfondo de violencia en la familia de origen de las participantes y de sus parejas. Se evidenció también el ciclo de la violencia doméstica según lo describe Walker (1994).

● Reacción a la violencia en el noviazgo-. Recoge los sentimientos y emociones que las participantes experimentaron como resultado de la violencia, tales como baja autoestima, depresión, y las conductas resultantes, como sumisión, aislamiento, resistencia, enfrentarse, justificar la violencia.

● Rol de los sistemas de apoyo-. Recoge el rol de la familia, la escuela y los pares ante la situación de violencia de las participantes. En esta sobresale que los padres no intervienen de forma directa y firme, sino más bien indirecta con la situación de violencia experimentada por sus hijas, y que las participantes tienden a ocultar y justificar la violencia de sus parejas. En el ámbito escolar, las participantes no identificaban a los profesionales de ayuda ni a los educadores como recursos para manejar la situación de violencia que estaban sufriendo.

● Perspectiva y roles de género en la relación de noviazgo-. Se refiere a las visiones e ideas sobre las mujeres y los hombres que las participantes evidenciaron. En esta se evidencian ideas tradicionales sobre los géneros, tanto en las participantes como en sus parejas y la posición de jerarquía y poder que asumen los hombres en la relación de pareja.

● Autoevaluación y aprendizajes derivados de la experiencia de violencia en el noviazgo durante la adolescencia-. Esta categoría refleja los aprendizajes que las participantes manifiestan como resultado de haber vivido estas experiencias de violencia y el alivio y felicidad que expresan haber logrado al terminar el noviazgo violento.

Entre los aprendizajes sobresale tener cero tolerancia a la violencia. Además, se recoge el proceso de evaluación que las participantes hacen de estas experiencias y las recomendaciones que le dan a otras mujeres para prevenir ser víctimas de violencia en el noviazgo. En cada una de estas cinco categorías se identificaron unas subcategorías, las cuales se describen brevemente a continuación seguidas de algunos ejemplos de expresiones de las participantes.

La primera categoría, Experiencia de la Violencia, incluye las subcategorías Manifestaciones de la Violencia, que incluye el ciclo de la violencia doméstica (Walker, 1994), auto-percatación de la violencia experimentada, uso de drogas o alcohol, y las formas de violencia (Emocional y Psicológica, verbal, física y sexual). La segunda subcategoría, Violencia en la Familia de Origen, incluye la violencia doméstica en el hogar de la novia y en el hogar del novio. La tercera subcategoría Efectos de la Experiencia de la Violencia en el Noviazgo y la cuarta y última subcategoría, Dificultad para Romper la Relación, que se manifiesta mediante sentimientos de culpa, temor a represalias, creencias de no tener motivos válidos y justificación de la conducta violenta del novio.

Las narraciones de estas mujeres permitieron reconocer todas las fases (tensión, agresión y arrepentimiento/ reconciliación) que componen el ciclo de la violencia doméstica, según elaborado por Walker (1994). Las siguientes citas ilustran este ciclo, como parte de las manifestaciones de la violencia, en la primera categoría de experiencias de violencia:

…nos dejábamos un mes, y volvíamos …y al otro mes …Él se pasaba peleando conmigo …y al otro día, las flores, la cosa …venía como el perro arrepentido y las flores y perdóname …yo caía …hasta que llegó el momento que dije no… (p4)3

…me decía que le diera una oportunidad, me prometía que no lo volvería a hacer, que me amaba, que lo juraba …yo siempre pensaba que él iba a cambiar… (p1)

Dentro de la subcategoría de Manifestaciones de la Violencia se encontró que todas las participantes (10) identificaron que desde el principio de la relación comenzaron a ver señales que las hizo autopercatarse de que "algo" no estaba bien. Además, todas fueron víctimas de violencia emocional y psicológica, a través de formas de control, intimidación, humillaciones y manipulaciones según se desprende de sus narrativas. Por ejemplo, sus novios les controlaban su apariencia, vestimenta, selección de sus amistades, los lugares a donde ir y la participación en actividades, entre otras. Las siguientes citas ilustran estas formas de violencia:

…Me criticaba mucho …peleaba …me decía que estaba muy gordita, que él …prácticamente no podía salir conmigo porque… y que había aumentado de peso… (en voz baja y con tono de tristeza) (p8)

…su forma de ser tan celoso y tan controlador…pasaba por los salones para ver como yo tenía puesta la t-shirt (si levantas la mano, se te puede ver el seno y los muchachos estaban pendiente a eso…) tú te sientes que no puedes hacer nada y cuando me dijo, si tú no vas a ser para mí, no vas a ser para nadie, a mí se me cayó el mundo …yo sabía que él tenía acceso a un revólver …yo sabía que él podía ser capaz de muchas cosas porque él ya había sido violento… (p7)

…que si no me iba con él …que te voy a matar …o, que no te coja con nadie… (p8)

Otra forma de violencia emocional es el uso de coerción y restricción. Esto se evidenció a través de experiencias violentas dentro del carro, en las cuales el novio utilizaba el exceso de velocidad o el encerrarlas y controlar su permanencia dentro del automóvil, como mecanismos de restricción de libertad y coerción. Las expresiones de las participantes muestran señales de miedo, desesperación y la sensación de confinamiento. Algunas de estas narrativas se incluyen a continuación:

…el carro en movimiento y muchas veces me quise tirar del carro, porque tenía miedo que su violencia fuera más allá de los puños, …hubo momentos en que aceleraba el carro hasta lo último con tal de yo no tener la oportunidad de bajarme…(p10)

…había una discusión y aceleraba el carro …y yo le decía que bajara la velocidad, que me dejara bajar …mira, mejor déjame aquí que yo mi vida la quiero…(p5)

De sus narrativas, se desprende también que todas ellas experimentaron violencia verbal por parte de sus novios. Ésta se manifestaba mediante palabras soeces, gritos, insultos y críticas con intención de humillarlas. En torno a estas conductas, De Porto (2003) plantea que para un agresor, las señales, miradas, gestos, entre otros, tienen el propósito de advertirle a la víctima lo que puede venir luego, en cuanto a agresión y violencia. Esta forma de violencia tenía efectos anímicos en ellas, ya que les generaba ansiedad anticipando las situaciones subsiguientes relacionadas con esos gritos y peleas. Las palabras de tres participantes evidencian estos hallazgos:

…lo veo entrar… el "body language" de él, ¡si yo lo he vivido (con mi papá hacia mi madre), estaba familiarizada con esa energía de las personas cuando van a agredir!… (p4)

…recuerdo que yo era estudiante y me hospedaba y que él tratara de entrar a mi apartamento de forma violenta porque por X o Y razón yo no quería recibirlo y sí recuerdo ese tipo de evento, gritar, tocar la puerta duro… si yo no quería abrir se ponía violento… (p6)

…cuando él me dejaba los mensajes en el celular (tras la ruptura) …un día me amaba y me quería y al otro día yo era mala, una puta y me quería matar… (p9)

Otras investigaciones de violencia en la relación de parejas adolescentes han confirmado la prevalencia de la violencia verbal y psicológica como forma de maltrato (ej. Alberdi & Rodríguez, 2006; De Porto, 2003; Güenard & Jiménez, 1998; Muñoz Rivas et al., 2007).

Sobre la violencia física, más de la mitad de las participantes (7) reportó haber sido víctima de conductas tales como, empujones, apretones y hasta puños. Además, el acoso sexual o presión para tener relaciones sexuales se manifestaba mediante conductas agresivas que iban desde bajarlas de los autos en lugares solitarios y peligrosos, divulgar información de tipo sexual con amistades, dudar de su virginidad y acusarlas de haber estado con otras parejas hasta obligarlas a consumar el acto sexual en lugares públicos y de poca seguridad. Las siguientes citas exponen lo antes presentado:

…una día, que me rompió el labio y boté sangre …la excusa que di (a mi mamá) fue que me tropecé con la puerta …fue la excusa que tuve que dar para que mi familia no se diera cuenta… (p1)

…yo le dije que iba para la fiesta de mis vecinos, él se fue …Y da la mala pata que mi vecino me saca a bailar…y cuando volteo, con una cara, porque al virar y encontrarme bailando …Me dice, vente vamos a hablar y subimos donde él tenía el carro y ¡fua!, el puño en la cara… (p10)

…cuando me decía que yo era una puta …para mí eso era lo peor …yo era señorita cuando me le entregué a él …eso no era (bajito con tono triste)… (p2)

…era una cosa increíble …se me trepaba encima (para lograr intimidad sexual) y era como, ¿y ahora, qué tú vas a hacer? ...me marcaba las manos, se quedaban marcas …él me inmovilizaba …cuando yo accedí fue por manipulación de él; no fue voluntario …Para mí fue tan traumático, que yo decía, ¿por qué la gente quiere tener relaciones sexuales? (p5)

En cuanto a los efectos de estas manifestaciones de violencia, la mitad (5) de las mujeres participantes mostraron síntomas asociados a la depresión, tales como llanto, tristeza y aislamiento, no buscar ayuda y someterse completamente en la relación, ante el miedo que les tenían a sus novios. Además, expresaron haber tenido su autoestima baja durante esa etapa de sus vidas. Las siguientes expresiones recogen estos aspectos:


…yo me acuerdo que yo me encerraba en mi cuarto y lloraba porque yo no me atrevía decirle a alguien… (Ya finalizada la relación) ...en la universidad me explotó todo eso emocionalmente y me deprimí, …no porque lo extrañara, …quizás eso me marcó… (p2)

…(Describiéndose) no me pintaba, era llenita …feíta, el pelito, la pollinita tostá, la olita, las cejitas bien peluítas (sonriendo) …yo sentía que a mí nadie me quería, que la única persona que me quería era él me bajó la autoestima, yo sentía que yo no podía conseguir a alguien más… (p1)

…él ya me había amenazado en dos ocasiones que se iba a suicidar si yo lo dejaba …yo me acuerdo que yo encerrada en mi cuarto lloraba porque yo no me atrevía decirle a alguien: me está pasando esto, ¡no quiero estar en esta relación y estoy!… (p2)

La segunda categoría que emergió de las narrativas de las participantes, fue: Reacción a la Violencia en el Noviazgo. En ésta se identificaron dos subcategorías con sus conceptos: Estrategias de Manejo de la Violencia, que incluyó los conceptos Adaptación, Sumisión, Justificación, Aislamiento, Resignación, Mentir, Uso de Recursos y Redes de Apoyo, Religión y Espiritualidad, Llorar y Bajarse del Auto.

…Empecé a adaptarme, y deje de ser yo, cambias hasta tu forma de vestir, cambias tus amistades, cambias tus gustos …pues uno empieza a ceder para complacerlo… (p4)

… yo me sometí a él …tenía que estar al lado de él y mantenerme calladita… (p10)

…tuve que someterle una Ley 54, orden de alejamiento, llamar a la Policía... (p9)

…yo lo dejaba, que discutiera y hablara solo… (p3)

…hasta que yo no lloraba o me veía tan mal, él no me dejaba, ahí dejaba de insistir…(p5)

Para la segunda subcategoría se encontraron las Formas de Resistencia, donde se ven las conductas de Reto, Asumir la misma Conducta de Agresión, e Inventar Excusas. Más de la mitad de las participantes señaló que en ocasiones enfrentaban la violencia con violencia. Estas conductas en muchas ocasiones provocaban respuestas de mayor violencia y agresión de parte de sus novios. A continuación, algunas narrativas que ilustran esta categoría:

…si tú eras dulce conmigo, yo iba a ser dulce contigo …si tú eras agresivo conmigo, vas a recibir agresividad de mí …entonces por eso fue que las cosas se ¡complicaron más! ...Porque al él ser agresivo y después yo ponerme así también, era una pelea de …diaria, constante …todo el tiempo… (p1)

… A veces yo lo retaba, me ponía la ropa como me gustaba, como a retarlo y hacer las cosas aunque a él no le gusten… (p8)

…lo retaba, discutía, el día que me raptó, yo le rompí unos "cassettes", desesperada… (p7)

La tercera categoría que emergió de las narrativas analizadas, fue el Rol de los Sistemas de Apoyo, que incluye Familia, Escuela/Universidad y Amistades (pares) y Otros. Sobre el rol de la familia, en el caso de los padres o encargados, la mayoría de las participantes (8) señaló no haberle informado a éstos lo que les ocurría en su noviazgo. Es importante destacar que de las narrativas de (8) participantes se desprende, que aunque los padres y madres sabían lo que pasaba en la relación de pareja de sus hijas, no las alertaban, orientaban ni intervenían para protegerlas. Tampoco, los padres y madres las exhortaban directamente a romper la relación de noviazgo maltratante. En cuanto al apoyo del hogar ante la situación, la mayoría de las participantes expresó que tuvo algún apoyo, pero lo describen como indirecto, tal como lo presenta esta entrevistada:

…mi mamá no me habló del tema como tal, pues mira de sentarse a hablar conmigo, pero sí como que me tiraba como esa pullita, me dijo: bueno mi'ja ese muchacho me va a tumbar la casa porque metiendo puños, …mira mi'ja, si tú sigues con ese nene, tú vas a coger más puños en esa cara…, pero de sentarse a hablar, no; eso sí, siempre estuvieron pendiente. (p1)

Se infiere que para estas participantes sus padres, madres o encargados actuaron como espectadores de lo que les estaba pasando. Las participantes señalaron que les hubiera gustado que sus padres y madres hubieran tenido un rol más activo en oposición a la violencia que ellas experimentaron. Estas palabras de una participante ilustran este asunto:

… (Aunque mi papá no vivía conmigo) él sabía que yo tenía novio …A mí me hubiese gustado que se interesara más …como ir a la casa, (que preguntara) qué estaba pasando …me diera un poco más de seguimiento y participación… (p2)

Según Vézina y Hébert (2007), la poca supervisión de los padres es un factor asociado a la posibilidad de violencia en el noviazgo.

Sobre el rol de la escuela, nos parece esencial discutir la poca participación que las participantes le adscriben al personal de ayuda de la escuela para atender su situación de violencia. Esto es, a los/as consejero/as, trabajadores/as sociales y psicólogos/as escolares. Las participantes no identificaron a estos profesionales como fuentes de ayuda o apoyo para ventilar y trabajar su problema de violencia. Entre las razones que ofrecen para no hacer uso de la labor de estos profesionales, dos de las participantes indican que no los veían accesibles y que no entendían cómo podían ayudarlas. Esto se refleja en la siguiente cita:

…porque en mi escuela (superior) había consejera, había trabajadora social, pero …yo como que no entendía para qué ir a donde ellas y hasta cierta medida yo subestimé la situación por la que yo estaba pasando …pero tampoco las profesionales (de la escuela) eran muy accesibles a mí …en la información y los servicios que ofrecen …yo, yo sabia que estaban ahí, pero no sabia para qué funcionaban… (p2)

En cuanto al rol de las Amistades, la mayoría identificó haber recibido apoyo de su grupo de amistades ante la situación. No obstante, de las narrativas surgió que algunas de las participantes (4) tuvieron dificultad para integrar su rol de novia y miembro del círculo de amistades, por lo que se aislaban de los conocidos y amigos, manteniendo a su pareja como centro de su vida social. Estas participantes se alejaron de sus amistades, porque consideraban que éstas no entendían la conducta de sus novios y "que los juzgaban sin realmente conocerlos". Se observaron comportamientos de proteger al novio (agresor), no identificar la violencia, y justificar las conductas violentas. Estos datos son importantes si consideramos que se ha reportado (Smith & Hill, 2009) que más del 40% de las adolescentes conoce a alguna compañera de su edad que ha sido maltratada o golpeada por su novio.


La cuarta categoría que emergió de esta investigación fue: Perspectiva y Roles de Género en la Relación de Noviazgo. Esta categoría se compone de las subcategorías Percepción de la Violencia y Roles de Género en el Noviazgo. Del análisis de las narrativas de las entrevistadas, se puede concluir que este grupo de mujeres manifiestan características asociadas a las mujeres tradicionales (Castro, 2004) y al estereotipo del género sexual femenino que todavía prevalece en la sociedad. Esto es, todas asumían que su rol en la pareja es de complacer, ser cuidadora, apoyo y protección. El silencio de las participantes ante las situaciones de maltrato que recibían de sus parejas prevalecía por diferentes razones, tales como, miedo a la pareja y al rechazo de sus pares. Según Sastre y Moreno (2005) como la adolescencia es una etapa en que las jóvenes se sienten presionadas a aceptar y regular su sexualidad, sus relaciones personales y sus deseos, en el marco interpretativo del sistema patriarcal, esto puede conducirlas a sentir que han perdido su voz o la capacidad de expresarse, lo que les provoca sentimientos internos de tristeza. A continuación algunas citas de las participantes a modo de ilustración de la percepción de la violencia:

…Después que yo me le entregué a él …después que sucedió la primera vez …él se puso celoso …Pues uno siempre oye, si él te cela es que porque te quiere, es porque te ama… (p6)

…él siempre estaba celoso, si estaba hablando con compañeros, él empezaba, que si ¿quién es ese?, ¿qué hablabas?, ¿por qué te reías tanto?…pero yo no lo veía como violencia como tal, lo veía como parte de él, de que era mi novio y tiene derecho a estar celoso…(p8)

…como mujer reaccioné como me enseñaron, a aceptarla, es lo que uno ve desde pequeña …(p10)

…yo era como que débil, me dejaba llevar, él veía que yo accedía fácilmente y me controlaba de esa forma…(p9)

En cuanto a la subcategoría Roles de Género se encontró que todas las entrevistadas (10) señalaron que el hecho de ser mujer tiene relación con la violencia que experimentaron por parte de sus novios. Esto es, las participantes plantearon la doble vara social que existe para juzgar la conducta de los hombres y de las mujeres. Además, mencionaron las visiones de género y los estereotipos aprendidos socialmente, tal como se aprecia en las palabras de las siguientes participantes:

…yo decía que está bien, porque mi papá siempre le pegaba a mami …lo vi desde los 13 años …pensaba que esto estaba bien, que esto era normal… (p2)


…pienso que a lo mejor si (mis padres) hubiesen sido un poco más "open" (conmigo), de decir la sexualidad es tuya y tú lo haces con quien tú quieraszes tú decisión (con énfasis) …a lo mejor yo hubiese ido más abierta donde él y le diría, no, es mí decisión decirte que no (quiero tener relaciones sexuales)… (p5)

…yo tenía el rol de cuidadora porque él tenía problemas emocionales, como mujer debí haberme dado más valor por las faltas de respeto. (p1)

…él era el hombre, mayor que yo, tengo que hacer lo que él diga… (p8)

Para justificar sus experiencias de maltrato, las participantes utilizaron la metáfora de estar "ciegas" mediante expresiones, tales como:

"…nos reconciliamos …porque yo estaba ciega…; uno tiene sentimientos por esa persona…sabe que está haciendo algo (me está dando puños en el rostro), pero uno, ciego al fin…; influyó mucho que me enamoré …me cegué…(p10)

Cabe indicar que todas las participantes mencionaron que diferentes personas, incluyendo compañeros/as y amistades, algunos padres y madres, maestro/a, les comentó de forma indirecta o directa sobre la conducta de poder y control que manifestaba su novio, pero que ellas no hicieron nada al respecto. De sus narrativas se desprende que se juzgan a sí mismas por haber tenido la violencia de frente y negarse a verla y tomar acción inmediata. Estos datos validan lo que plantean Sastre y Moreno (2005) y Chung (2007) en torno a la individualidad de la violencia. Esto es, las víctimas no le adjudican responsabilidad social al agresor, sino a sí mismas por la conducta de su pareja y por quedarse en la relación violenta. Entendemos que esto también es un reflejo del discurso social prevaleciente que típicamente culpa a las víctimas por su situación al seleccionar parejas maltratantes y por permanecer en relaciones violentas.

La quinta y última categoría que emergió del análisis de contenido es: Autoevaluación y Aprendizajes Derivados de la Experiencia de Violencia en el Noviazgo. Esta categoría surgió de las descripciones de toda la experiencia y del proceso de autorreflexión que se fue dando a través las entrevistas. En la misma se identificaron tres subcategorías: Emociones y sentimientos al terminar la relación; Recomendaciones, que incluye: buscar ayuda, romper con la relación y seguir metas y la subcategoría de Aprendizajes. En ésta última, las participantes exponen que debe haber Cero tolerancia a la violencia, Conocer a la persona (pareja) y que las mujeres deben aprender a Valorarse y Respetarse.

Un dato significativo que emergió es el sentimiento de felicidad y alivio que casi todas las participantes (8) expresaron, como resultado de terminar la relación de noviazgo violento. Las siguientes citas de varias participantes así lo ilustran:

…fíjate …aliviada …feliz …tú sabes, fui otra …ya la amargura se fue …empecé a hablar, me sentí con más seguridad en mí…me sentí aceptada… (p1)

…con esa experiencia al final yo terminé con ese deseo de como "comerme el mundo", fue cuando más ánimo tuve en mis estudios… (p6)

…aliviada, me quité un peso de encima, ¡libre!... (p2)

…libre, feliz, tranquila… (p4)

Las mujeres participantes hicieron también un análisis de los factores que las ayudaron a terminar la relación. Uno que fue afín a todas ellas (10) fue el tener metas futuras relacionadas con estudios postsecundarios. De hecho seis (6) de estas mujeres le reconocen un valor a la transición del nivel superior al postsecundario, como agente transformador y de alertamiento. Expresaron que la transición a la universidad les permitió evaluar su relación desde una perspectiva diferente, compararla con otras y escuchar nuevas narrativas sobre las relaciones de noviazgo. Además, la mitad de las participantes ofrecieron sugerencias a la Escuela/Universidad para trabajar con la violencia en el noviazgo. Sus recomendaciones incluyeron: (1) que se elabore una revista juvenil que provea información y mensajes sobre el noviazgo; (2) que los profesionales de ayuda de la escuela estén más accesibles; (3) que se ofrezcan charlas a las jóvenes sobre estos temas utilizando de recurso a mujeres jóvenes que han vivido y superado esa experiencia; (4) que se les exhorte a reconocer que pueden superarse y salir de relaciones maltratantes y alertarlas sobre la manipulación que muchas veces reciben para obligarlas a escoger entre el novio o los estudios. Otras recomendaciones fueron buscar ayuda profesional y espiritual; romper con la relación, seguir metas y estudiar.

Las narrativas de las participantes de esta investigación son muy valiosas, ya que surgen de las propias voces de estas mujeres. Por lo tanto se puede afirmar que son expertas en esta experiencia de violencia, ya que la vivieron, sobrevivieron y pueden contarla, debido a que salieron de la misma y se superaron. De hecho, en el momento de la entrevista ninguna de ellas estaba experimentado situación de violencia, lo que es un indicador de aprendizaje. Sus recomendaciones plantean lo que a su juicio puede hacer la diferencia para que otras jóvenes no pasen por esta experiencia. Estas mujeres aprendieron a tener "Cero tolerancia a la violencia", a valorar sus fortalezas y metas, tomar control de sus vidas y a tomar sus propias decisiones. También aprendieron sobre el valor de la familia.

Implicaciones para los psicólogos/as y otros profesionales de ayuda

La violencia en el noviazgo es un problema vigente, complejo y creciente que tiene serias repercusiones para el desarrollo psicoemocional y el futuro de las/os jóvenes. La literatura científica revisada y los datos de la presente investigación nos llevan a plantear la necesidad apremiante de integrar la perspectiva de género en los currículos educativos en todos los niveles en Puerto Rico. Las manifestaciones de violencia (verbal, emocional, física, sexual) en las relaciones de pareja, están sostenidas por creencias y visiones tradicionales y estereotipadas asociadas a los roles de género, aprendidas social y culturalmente. Educar hacia la equidad y el respeto entre los géneros es una tarea de toda la sociedad, pero es una responsabilidad particular de los educadores/as y profesionales de la salud. No puede eliminarse la violencia de género y los feminicidios mientras en la sociedad se perpetúan los mensajes machistas y estereotipados sobre los hombres y las mujeres y los roles sexuales. Por lo tanto, es indispensable trabajar desde dos niveles: preventivoeducando a las futuras generaciones desde la equidad y remediativo-deconstruyendo las ideas y creencias estereotipadas de los géneros en el resto de la población, incluyendo a los propios profesionales de la conducta.

En cuanto a la violencia en las relaciones de noviazgo, entendemos que es imprescindible que las autoridades escolares y los/as profesionales de ayuda tengan conocimiento de la magnitud de este problema y sus manifestaciones. Específicamente, se requiere que estén adiestrados en la intervención con esta población, para que puedan intervenir tanto en el nivel preventivo como en el remediativo.

Las universidades que tienen programas para preparar Psicólogos/as; Trabajadores Sociales; Consejeros/as; Psiquiatras y Educadores/as deben integrar la perspectiva de género en todo el currículo. Para los psicólogos/as y otros profesionales en las ciencias del comportamiento deben requerirse cursos dirigidos a la intervención con parejas y familias donde ocurre violencia de género. Es importante que éstos tengan un enfoque basado en la Teoría Feminista, ya que ésta enfatiza el rol que juega lo social, político, cultural y las circunstancias económicas en los problemas y en la búsqueda de soluciones en las personas.

 

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1Nota: Este artículo fue sometido a evaluación en abril de 2011 y aceptado para publicación en julio de 2011.
2Toda comunicación de este trabajo debe hacerse a la primera autora a: naydaesther@yahoo.com.
3Nota: Cada verbalización ha sido identificada con un código único para cada participante. La cuarta participante ha sido identificada como p4 y así consecutivamente.