SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.4 número1Proyección y construcción de la identidad en los asentamientos de origen informal de la ciudad de BogotáLa experiencia de la procreación en adolescentes varones de la ciudad de Medellín índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Revista de Psicología Universidad de Antioquia

versão On-line ISSN 2145-4892

rev. psicol. univ. antioquia vol.4 no.1 Medelin jun. 2012

 

ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN

 

El mito de la Medusa y el mundo de la transformación estética en el trabajo del sueño alfa de la terapeuta1

 

The Myth of Medusa and The World of Aesthetic Transformation in the Alpha Dream-Work of the Therapist

 

 

Beatriz Alicia Gil Correa2

 

2 Psicóloga, U. Pontificia Bolivariana, Magíster en Psicología Clínica con Énfasis en Psicoanálisis de la Universidad Javeriana, Investigadora Principal y Terapeuta que realiza práctica privada. beatrizalicia2007@hotmail.com.

 

 


Resumen

En el artículo se presenta un aparte de los resultados y el análisis interpretativo de un proyecto de investigación- intervención, que buscó explorar y describir las consecuencias en el psiquismo del fenómeno del incesto y las implicaciones del trauma en tres pacientes en situación de abuso institucionalizadas, mediante la intervención terapéutica individual de orientación psicoanalítica. Este análisis interpretativo sobre los efectos del incesto en la mente y en el cuerpo de las niñas, permitió a la terapeuta utilizar el mito de la Medusa y su comprensión estética, para proponerlo como el mito que permite comprender el horror del incesto, su aniquilamiento psíquico y el manejo familiar, institucional y legal del fenómeno.

Palabras Clave: Incesto, Estructura familiar, Dinámicas psíquicas y relacionales, Modelos de atención e intervención, la Medusa.


Abstract3

This article presents an extract of the results and the interpretive analysis of a research and intervention project that sought to explore and describe the impact of incest on the psyche, and the implications of trauma in three institutionalized patients (in situations of abuse) through individual psychoanalytically oriented intervention therapy. This interpretive analysis of the effects of incest on the mind and body of the girls allows the use of the Myth of Medusa, and its aesthetic understanding, to propose that as a Myth it allows one to understand the horror of incest and its psychic annihilation; and the management of family, institution and legal, of the phenomenon.

Key Words: Incest, Family structure, Psychological and relational dynamics, Models of care and intervention, the Medusa.


 

 

INTRODUCCIÓN

 

''When two personalities meet, an emotional storm is created... If they make enough contact to be aware of each other... an emotional state is produced by the conjunction of its two personalities ...'' ''We must pass the ordeal'' (Bion 1979)

''Cuando dos personalidades se encuentran, se crea una tormenta emocional... Si hacen suficiente contacto como para percatarse uno del otro... se produce un estado emocional por la conjunción de estos dos individuos...'' ''Hay que pasar el mal trago'' Bion (1979)

 

Al terminar la investigación sobre tres casos de niñas institucionalizadas y bajo medida de protección, por haber sido abusadas sexualmente, llegué a concluir que lo que empezó siendo un trabajo sobre el abuso sexual infantil, se convirtió finalmente en un trabajo sobre el incesto, definido por Kuitca (2000) como:

 

La relación sexual entre padres e hijos; por extensión, se denomina la relación sexual entre miembros de una familia que comparte vínculos de consanguinidad. Siendo un hecho reiterado, cometido por personas cercanas emocionalmente y comprometidas en alteraciones patológicas de la dinámica familiar. Situación por la cual muy rara vez se logra denunciar (p. 198).

La relación sexual entre padres e hijos; por extensión, se denomina la relación sexual entre miembros de una familia que comparte vínculos de consanguinidad. Siendo un hecho reiterado, cometido por personas cercanas emocionalmente y comprometidas en alteraciones patológicas de la dinámica familiar. Situación por la cual muy rara vez se logra denunciar (p. 198). Este acercamiento a la vivencia incestuosa de las pacientes que involucraba al padre, al tío y al abuelo, me llevó a pensar sobre las características de estas familias cuya condición se acercaba a una calamidad humana, por tratarse de unidades depredadoras del desarrollo físico y mental de sus hijos, pero también sobre las características de las instituciones de protección, que por estar más preocupadas por cuestiones legales y administrativas, reeditaban el modelo familiar que conlleva abuso, maltrato y abandono emocional. La relación que habían tenido con los adultos se había convertido en una intrusión sexual tiránica que amenazaba y sometía, pero que también tenía visos de elección amorosa y protectora por parte de quien abusaba, mientras se estaba ejerciendo sobre ellas la violencia intrusiva en sus cuerpos y en sus mentes, con efectos desintegradores que les impedía pensar estas confusas y dramáticas experiencias. Simplemente las vivieron en silencio, o rompieron su aparato perceptual y las padecieron desde la lejanía de su ser, mientras dejaban de existir como individuos, acostumbrándose a deshacerse de ellas, proyectando en otros sus ansiedades persecutorias, depresivas y confusionales, mientras lo no contado se expresaba en somatizaciones, autoagresiones, drogadicción y el rechazo activo frente a cualquier autoridad institucional o terapéutica que les recordara el abuso padecido.

La terapeuta fue el receptáculo ideal para las identificaciones proyectivas de las niñas. Era una presencia constante y permanente que les mostraba su compromiso, al ofrecerles un espacio terapéutico propio con posibilidades de reflexión, y una presencia que las acompañaba como objeto confiable, seguro y resistente, que contenía sus silencios, sus proyecciones, y les permitía ser ellas mismas sin someterlas a ninguna normatividad ajena. Esta vivencia era contrastante con lo que habían vivido en la institución, donde el personal que se hacía cargo de ellas y los profesionales que las atendían, mantenían una circulación perversa de información sobre los casos atendidos, que violaba la intimidad y reflejaban de nuevo el equívoco entre la protección y el abuso.

Consciente de lo descrito anteriormente y como investigadora del proceso de interacción terapéutica, me ubiqué en la observación directa del quehacer de la terapeuta, para mirar las experiencias en el proceso, los momentos de crecimiento y los de turbulencia, lo estético detrás del dolor mental relacionado con leer rostros, cuerpos y movimientos. Aprender a escuchar en el silencio, descifrar jeroglíficos impensables, comunicarse a través de idiomas desconocidos y de mil lenguas y acentos inexplorados, que surgían de las experiencias estéticas en el trabajo con ellas y con el material imaginativo donde se condensaban sus experiencias traumáticas. Así se fueron revelando cada vez más las funciones terapéuticas y las reacciones de las niñas, que interpretadas a la luz de la teoría de las transformaciones Bion (1984/2001), daban cuenta de las modificaciones capaces de producirse en el análisis, en la interacción, y en la evolución de la mente en la pareja terapéutica.

Pero esta observación terapéutica me llevaba a preguntarme además por las condiciones del conocimiento humano, por los mecanismos psíquicos utilizados en esta búsqueda, por la puesta en juego del encuentro con lo desconocido y la propia experiencia emocional de la terapeuta como elemento del aprendizaje.

Experiencias emocionales durante este proceso tuve muchas, pero una experiencia que gestó y determinó de alguna manera la mirada comprensiva, humana, clínica y teórica sobre el tema de esta investigación, se originó en el encuentro terapéutico con Luisa, segundo caso de observación del trabajo investigativo, y curiosamente también durante el segundo momento de su proceso terapéutico, premonitoriamente llamado ''De sueños y cuentos propios''. La permanente búsqueda de la paciente de un objeto externo seguro que le permitiera repararse, creer en ella y en los demás, abonaron el escenario para lo que sería lo que hasta hoy ha sido una de las experiencias emocionales más impactantes que he tenido como terapeuta, como mujer y como madre. Me referiré más comprensivamente a lo sucedido en la sesión trece4 del proceso de la paciente, por cuanto la intención de esta discusión es sustentar mi propuesta y tratar de describir los procesos psíquicos que se dieron en la paciente y en la terapeuta, para llegar a esta idea de la Medusa, como el mito que refleja toda la tragedia personal, la exclusión-destierro familiar y la condena social e institucional del menor abusado.

 

1. Paciente y terapeuta en el horror del incesto

La transferencia materna se encontraba en un punto muy alto y, con esto, su yo se había fortalecido, como un sujeto que se estuviera reconstruyendo y utilizara sus habilidades. Luisa plasmaba a través del dibujo el rostro del terror, del abuso y de sus dudas. Lograba hablar del miedo al abusador, de las agresiones de los otros y del abandono. Buscaba y encontraba estrategias (las varitas mágicas) para deshacerse de sus miedos, reconociendo dimensiones y espacios donde ponerlos para que ya no hicieran tanto daño:

 

Miedo, es cuando me pegan o a mis hermanas. [...] Porque miedo es cuando lo sorprenden a uno y no tengo con quién hablar o no veo soluciones.

[...] Yo le tengo miedo también a los payasos [...] a la muerte. [...] a la oscuridad [...] Y a las alturas. [...] Es cuando ¡yo quiero matar!.... Cuando no puedo comprender las cosas que me hacen los demás (S10).

 

Intenta pensar sobre lo que le pasa a su cuerpo cuando recuerda el abuso:

 

Sí, tiene cara de miedo, tristeza y amor... el miedo es que uno quiere decir algo pero no se atreve porque lo regañan y no lo decía. [...] La ira, es cuando uno tiene temor a otra persona [...] que pega y amenaza [...] dan calambres cuando uno tiene miedo. (Mira para un lado y luego para el otro, se ve asustada. Abre sus ojitos y me dice: me siento confundida. [...] Me tengo que ir... ¿Me puedo ir? (S5).

 

Al llegar a sesión, retomamos con la niña el significado del dibujo de la sesión anterior, que hacía referencia a como ella se convertía en el primito Justin, debido a su temor y a la dificultad de ser la hermana mayor, por miedo a ser abusada por el padre, quien le imponía este lugar como un mandato al faltar su hermana mayor, ella afirmaba:

 

Mi hermana se fue ayer... ''Sí, yo les dije que no se la llevaran, que si ella se iba yo no iba a comer ni a obedecerle a nadie aquí'' [...] ''Cuando ella salió de la casa yo sentí que me partía, no quería hablar con nadie, luego fui y me escondí debajo de la mesa para que nadie me hablara ni me viera. Porque yo no quería hablar con nadie, ni que me dijeran nada, ahí me quedé hasta el otro día'' [...] ''Sí, a mí no me gusta ser la hermana mayor... mi hermana no me hace caso'' [...] ''Mi papi me dijo, que cuando mi hermana Nancy se fuera, me iba a tocar a mí ser la hermana mayor y cuidar a mí hermana como si yo fuera la mayor [...] cuando Nancy se fue yo me arrancaba y me rasguñaba así.

 

Y desde este momento empecé a sentir todo el rigor de la proyección que ella ponía sobre mí, buscando despojarse de todos sus miedos, su dolor, de todo su abuso y el de su hermana. Al sentir esta confusión que me invadía e incapacitaba, en lo único que pude refugiarme fue en un corazón que dibujé y, que más adelante descubrí, hacía referencia a la fe, a mi más grande y firme creencia en el Sagrado Corazón de Jesús, que como me enseñaron, ''suple la incapacidad de nuestros sentidos''. El corazón que he dibujado, la paciente lo retomó incluyéndolo en su propio dibujo, tapando un manchón negro que representaba siempre a su padre, reparando de esta manera las montañas-hermanas dañadas y escribiendo un cuento sobre las plantas dañadas, el agua sucia, la falta de un arco iris, donde solo había montañas de nieve, y unas niñas congeladas y paralizadas, que reflejaban el estado de sus objetos internos y de ella misma. Aparecía también una niña que llegaba y desocupaba las cosas malas que encontraba, pero otras veces llenaba y regaba todos los días el paisaje de cosas buenas. Mientras la paciente se despojaba de su horror y buscaba significados a través de su fantasía, la terapeuta se desintegraba, entraba en caos y no lograba ver el orden oculto detrás de lo que sucedía.

Traer a la sesión todos sus objetos abusadores y maltratantes, representados en el pincelpadre que cae al piso y mancha todo, y la tapamadrastra que también cae de la mesa, como si tratara de inventar conmigo, y con lo que yo había hecho y mezclado, su arco iris (el ideal de su yo, su tesoro) a manera de compañía, que le permitiera limpiar lo sucio y caído, lo oscuro del padre que dañaba todo, representado en la rígida y fálica cualidad del pincel que cayó al piso. La niña intenta así sobrevivir al miedo por la pérdida de su hermana, convertirse en la hermana mayor y tener que ocupar el lugar de mujer abusada si el padre se la llevaba, pero también tenía la ilusión de acercarse a quien amaba y necesitaba. Aparece también la relación maléfica con la madrastra, otro objeto malo que abusa de su poder y las maltrataba físicamente. Trae la combinación del rojo y el azul conjugándolos por primera vez, y usados posteriormente para representar el Superman pene-abusador, su tío Rubén.

 

Paciente: ''Esto es una capa, (señalando el color rojo y alargándolo), voy hacer un Superman, mire: (Y hace otra línea azul debajo de la roja. Termina y levantando su dibujo me dice:) ya terminé, mire...''.

Terapeuta: ''Parece que ese Superman está encima de estas dos montañitas hermanas, (pasa un tiempo). Lo que tú dices que es una capa, podría ser un pene, parece un pene... (La observo, mira el dibujo fijamente con angustia) un pene rojo. Es como si fuera un órgano genital de un hombre, que está sobre esta figura que podrían no ser unas montañitas.

Paciente: Responde con angustia: ''Guardemos y jugamos. (Lo dice mirando el dibujo) de pronto: ¡ahí! Es un bebé durmiendo, (señalando el dibujo y las dos montañas sobre las que está el pene.) Mire las piernas, la espalda y esto es una ceja, señalando la cabeza. [...] Vamos a lavar esto. (Recoge todo los materiales y sale al baño a lavar todo. Se demora bastante, y al regresar afirma): ¡Ya! (Guarda y limpia todo y dice:) ahora juguemos cartas. (S14).

 

Esa descripción idealizada del bebé que hizo la niña no logró tapar el escenario del abuso y el maltrato familiar, ni sus miedos ni angustias. La terapeuta al recibirlos se convirtió en el vehículo que le permitió despojarse de ellos, pero quedó inundada de las imágenes y ansiedades del pene abusador.

El dibujo de la siguiente sesión, en donde el paisaje está ya limpio de suciedades pero vacío, será usado un tiempo después para elaborar el cuento y el dibujo, titulado ''Un paisaje feliz'' donde llega una señora que se da cuenta que este paisaje es tan feo que contrata unos hombres para que le ayuden a arreglarlo, y pone en este nuevo paisaje todo un proyecto de vida diferente y feliz, que contrasta con el anterior manchado y sucio. Como si ella estuviera diciendo: ''parece que el ciclón ya se fue y ya se pueden ver las estrellas, parece que la vida cambió y yo cambié con ella'', en un intento por reconstruir mágicamente sus objetos internos masculinos y femeninos dañados y abusadores.

Cuando ella sale del consultorio hago un esfuerzo gigantesco por tratar de comprender lo que estoy sintiendo, y automáticamente empiezo a realizar un dibujo que termina representando el abuso, el que yo misma, por toda la confusión que tengo, no logro observar. Del lado izquierdo del corazón, dibujo un círculo alargado de color verde que pienso hace referencia a la fuerza de mi parte masculina y debajo del corazón un círculo más pequeño, que asocio con partes niñas a las que se les une del lado derecho tres círculos que se encontraban como fusionados, sin límites claros, y que me confunden poderosamente cuando lo asocio con la paciente, con sus hermanas y con el abuso.

Así, después de un primer intento por aclarar la mente y la razón, de dar coherencia a lo ocurrido, y de observar la escena de la violación, que mi hija me muestra al observar el dibujo preguntándome: Mami, ¿qué es esto? ¡Es un animal violando un bebé! ¡Mira, tiene cachos! Su sorpresa y sus palabras generaron en mí un asombro indescriptible. Casi que tuvieron el efecto de una revelación. Era como si esa imagen le diera coherencia a lo ocurrido y mi mente se aclarara por fin. Era eso lo que yo no entendía, era eso lo que Luisa había depositado en mí, con la intención de que yo le ayudara a pensarlo. Los pedazos de la imagen se habían unido y aclarado pero todavía no podía encontrar claridad sobre lo vivido. Fue solo al escuchar sobre el origen del mito de la Medusa y la violación de Poseidón a esta sacerdotisa virgen en el templo de Atenea, que mi mente encuentra el hecho seleccionado que condensa y aclara esta vivencia. Se trata de ese símbolo terrorífico que Freud (1922/1940) había pobremente sugerido, lo que permitiría comprender la acción apotropeica5 del miembro viril erecto, pensándola como una de las formas de intimidar con que ataca el abusador. Asocio libremente esta narrativa mítica al abuso sexual, doy valor a los hechos encontrados y propongo a la Medusa, como el mito que puede explicar el padecimiento psíquico de la víctima de abuso sexual intrafamiliar y del manejo que se le da a esta problemática social.

Imaginé como una sacerdotisa virgen violada por Poseidón en el templo de Atenea fue, por ser víctima de abuso sexual, condenada y transformada por esta Diosa, que ignora al victimario y acalla el hecho, en un horrible monstruo mítico que representa la muerte. Pierde su status de belleza, su capacidad de mirar a alguien sin matarlo, es desterrada y condenada a vivir en soledad y aislamiento. Su larga cabellera es ahora un enjambre de serpientes que representa la invasión del abuso en la mente de la víctima, la imposibilidad de sacarse este horror padecido, el abandono materno y familiar y además la condena social y judicial que obliga a la víctima a cargar con las consecuencias, simplemente, por haber hablado al respecto.

El uso del mito en psicoanálisis ha sido, desde Freud, una fuente de conocimiento que permite esclarecer las particularidades del desarrollo humano. Fue Bion (1963), quien afirmó que los elementos psicoanalíticos y los objetos derivados de ellos tienen extensión en el dominio del sentido, del mito y de la pasión. En relación a la extensión en el dominio del sentido, afirma que la interpretación tiene una realidad sensorial contactable; en el dominio del mito se hace referencia a construcciones de origen social o personal que a manera de narraciones intentan explicar fenómenos vividos, siendo utilizados por el analista para sus interpretaciones, y en el terreno de la pasión significa que L, (amor), H (odio) y K (conocimiento) están juntos y representan vínculos entre los objetos psicoanalíticos que se afectan mutuamente, representando el término pasión, ''una emoción experimentada con intensidad y calidez aunque sin ninguna sugerencia de violencia'' (pp. 29-30). Estos tres componentes estaban en la experiencia vivida. Además propone aproximarse a los mitos buscando relacionarlos con el vínculo K, es decir, con el problema del conocimiento de sí mismo y por extensión de otros conocimientos. Es él también el que al unir K (conocimiento), a los vínculos L (amor) y H (odio) básicos en el ser humano, define la pasión como un factor que juega un lugar predominante en el desarrollo mental.

Desde esta mirada estudia los mitos del Edén, Edipo y Babel, narrativamente muy diferentes pero que comparten elementos comunes: un Dios omnisciente y omnipotente, un modelo para el crecimiento mental, una actitud de curiosidad y desafío y un castigo relacionado con la curiosidad sobre lo prohibido que tiene que ver con el placer sexual y la búsqueda del saber y el conocimiento. Bajo este modelo, Bion (1962) propone un camino para comprender los problemas humanos, y reconoce que la historia es una versión social del fenómeno individual.

Siguiendo el razonamiento anterior, el Mito de Medusa podría entenderse en relación al incesto como aquel que incluye un dios padre-estado abusador omnisciente y omnipotente que se opone al conocimiento y a la verdad perteneciente al sistema moral, y que ejerce su poder sobre lo prohibido, llevando a la ceguera o a la muerte psíquica. Pero también a nivel familiar la tragedia de estos niños puede verse reflejada en su sensación de expulsión-exclusión del Jardín del Edén. Al ser retirados de su paraíso terrenal -su hogar- y ser ''judicializados'', su desafío se relaciona con lo que tendrán que padecer una vez son institucionalizados, por haber hablado, por contar su verdad, su historia, por tratar de comprender. La trágica condena social puede verse reflejada en la gran confusión de lenguas vivida en aquella locura de la Torre de Babel que se da en el manejo legal, institucional y terapéutico, y que es castigada con la destrucción de la capacidad de comunicación y comprensión del fenómeno.

Medusa entonces en relación con el abuso sexual intrafamiliar, contendría el significado de las tres grandes narraciones mitológicas, pero reflejaría también el conflicto que se da entre K, interés hacia el conocimiento en búsqueda de la verdad, de la integración y –K que saturada de mentiras, de confusión de teorías falsas, de hipocresía, llena de equívocos las experiencias emocionales. Aquí hay dos dioses omnipotentes y omniscientes, el padre y la institución que se oponen a su conocimiento, a dejar pensar a la víctima. La prohibición recae sobre el conocimiento, sobre el placer de la sexualidad y sobre la existencia propia. La víctima, limitada a su mínima expresión, es además castigada con la expulsión de su hogar y de la institución. De la primera, por la medida de protección, y de la segunda, al no encontrar el manejo institucional y la atención clínica adecuados, finalmente terminan convirtiéndose en niños problemas, evasores de la institucionalidad o consumidores dentro de ésta.

Tres mitos, tres grandes escenarios, que pueden explicar lo que pasa con el menor abusado y que dan cuenta del impacto que deforma y deteriora todos los niveles de su desarrollo por la confluencia de tantos vértices perversos que lo perturban. La comprensión profunda del fenómeno del incesto implica no solo el estudio del individuo, de los momentos de su desarrollo, de las formas del conocimiento y del saber a los que el individuo y la sociedad haya accedido, sino también, el análisis de los modelos sociales, judiciales y terapéuticos de atención que han intentado acercarse a solucionar esta grave situación y que finalmente han contribuido a agravar el problema, como se pudo comprobar en esta investigación.

Ante una realidad tan compleja y avasallante para la víctima del incesto como la que quedó consignada en este trabajo, limitaré mi discusión al horror del encuentro de mi mente con Medusa, situación que me acercó a la mirada del conflicto estético del fenómeno y determinó la dirección de la discusión.

La invasión que padeció mi mente, me provocó un dolor tan desconocido, tan desgarrante, un dolor tan ajeno y desmedido, que sentía que mi cuello iba a ser removido, mis brazos inmovilizados dolían y pesaban como si yo misma careciera de la fuerza mínima para tomar o mantener por lo menos entre mis manos el pincel. La confusión que hacía que mi cuerpo intentara dolorosamente pensar por mí, no me permitía encontrar un camino, solo había dolor y, sin espacio, solo podía mirar hacia una bolla que se encontraba encima de nosotras, y por la que entraba un rayo de luz. Tal vez pidiendo al cielo algo de ayuda desde mi inconsciencia por este dolor tan avasallante que me estaba consumiendo por la proyección de la paciente, que intentaba comunicarme aquella experiencia vivida del abuso. Solo oía que ella me decía, ¡dibuje, dibuje!

Tal vez ella ya había asimilado en sesión que a través de la expresión artística y del poder de la imaginación, de utilizar esa capacidad de soñar, dormidos o despiertos, de la que hablaba Bion (1962), podríamos dar un significado a toda su tragedia, tal vez ella había comprendido que podíamos empezar a crear nuevos escenarios mentales en nuestro encuentro y que algo podría cambiarse desde el vínculo ya construido y lo que pasaba entre las dos en este escenario clínico. Es decir, entre la relación que habíamos logrado y el espacio en que ésta se había dado, nuestro espacio potencial de crecimiento psíquico. Y es por esta razón que el dolor mental y su modulación en un vínculo, constituyen el núcleo central que posibilita el desarrollo del psiquismo, especialmente en lo que se refiere al contacto con el mundo interno y a los procesos de simbolización, como articuladores entre realidad externa e interna.

Por lo que solo se puede llegar a una comprensión de mi propuesta de la Medusa, desde tres lugares. Desde la experiencia de la paciente, la experiencia de la terapeuta y la comprensión teórica y clínica del uso del mito de medusa para entender el incesto. Para Freud (1922/1940) no era común interpretar temas mitológicos individuales, pero en el caso de este mito, la horrible cabeza de Medusa, afirma que ''el terror a la Medusa sería el terror relacionado con la vista de algo'' (p. 2697). Omito el término castración, utilizado en la frase original, ya que la comprensión que Freud realiza sobre el mito en una única página y la del psicoanálisis, se refiere exclusivamente al complejo de castración, ignorando, olvidando o evitando otras comprensiones como la que aquí se propone y en donde, como en el incesto, se deja de lado el poder comprender ''quién es la víctima'' del pene intrusivo y violento. La situación que los lleva a convertirse, en adictos, niños o niñas problemas, somatizadores, Medusas o delincuentes por las circunstancias familiares o institucionales, sino, en quienes eran en su origen, niños, niñas o adolescentes normales, sacerdotisas vírgenes que fueron violadas, violentadas, acalladas y recluidas para que no se supiera del horror del padre y la familia, que oculta la gravedad del abuso o culpa a la víctima.

La visión de la cabeza de Medusa paraliza de terror a quien la contempla, lo petrifica, afirma Freud (1922-1940), y más adelante escribe: ''quedar rígido significa efectivamente la erección y el ponerse rígido viene a confirmárselo'' (p. 2697). Es decir, en la mirada de la niña (o), adolescente, mujer violada o sacerdotisa, solo existe el abuso sexual, como objeto parcial que se instaura en la mente, convirtiéndose en el filtro de todas las experiencias sensoriales que se recordarán, se vivirán y que se deformarán, paralizarán o aniquilarán por lo observado. Matándolas, antes de originarse por el recuerdo y por la misma trasformación del afecto que propone el autor. Así, el abuso en la mente se convertirá en lo que Bion (1962), llamó en su teoría del pensamiento y de las funciones, la pantalla de elementos beta que utiliza para explicar aquellos estados mentales en los que no existe diferenciación entre consciente e inconsciente, entre estar dormido o despierto, formada por elementos beta, considerados como ''cosas en sí mismas'' que sin capacidad de establecer vínculos entre sí con significados, son más una aglomeración de elementos sin sentido, masa informe, que provocan en el objeto terapeuta respuestas emocionales relacionadas con la contratransferencia. Pero fue el poder reconocer esta contra-identificación, la que me permitió explorar mis emociones como un medio más de aprendizaje, y que me llevó al reconocimiento del mecanismo psíquico utilizado por la paciente en la situación clínica, la identificación proyectiva.

1.1. Desde la paciente

Al acompañar a Luisa a realizar un intento por desintoxicarse de su pasado, del incesto que envenenó no solo su vida sino la de su familia, cuyos miembros están llenos de dolor mental, enfermedades físicas y de vínculos familiares atacados violenta y desmedidamente, que impidieron el crecimiento mental de la niña, y convirtieron su realidad cotidiana en algo casi imposible de representar, tomé conciencia del doloroso proceso mediante el cual ella había sido transportada al mundo de lo concreto, a la parálisis mental, a la imposibilidad de creer, esperar y ensoñar, y la hacía caer en el profundo abismo del terror, el silencio y la soledad del incesto. En palabras de Luisa:

 

''A mí me dan miedo los payasos. Asustan... En la casa asustan. Se abren las ventanas cuando uno está dormida [...] Mi papá intentó abusar de mi hermana [...] Y eso es malo''.

Terapeuta: La niña ha dibujado dos corazones, uno ángel y otro diablo, al indagar sobre el significado afirma: ''Y DIABLO, PORQUE A MÍ MI TÍO RUBÉN ME ABUSÓ CUANDO YO TENÍA 5 AÑOS [...] Pero él me dijo que fue por mi culpa, porque yo me mantenía en la calle. Por eso tiene cachos. Es que yo andaba todo el tiempo en la calle. Por eso él me dijo que no dijera nada, que si yo decía algo él [...]'' (S2).

 

El vínculo con la terapeuta viene a representar el camino que favorecería poder hablar de la turbulencia en su mente, de aquello que enturbiaba su horizonte, de la oscuridad y agite de su vida, de todo aquello que se reflejaba en sus dibujos, en los remolinos que realizaba en el agua al limpiar los pinceles impregnados de la témpera negra, y que agitaba desequilibrando la aparente calma del agua en donde los introducía... Reflejo también de su estado mental confuso, fragmentado, incluso al borde del derrumbe, de aquel ''sentirse partida'' del que hablaba, y que tenía que ver con ese existir arremolinado en medio del tenebroso recuerdo del abusador que la paralizaba o en sus angustiosos estados depresivos por la pérdida del objeto, en donde el llanto y la agresividad, «las pataletas », eran utilizadas como medio regresivo y manipulador para obtener lo deseado. Reflejo también de la comprensión, el calor, el cariño y la seguridad de la madre-hermana-abuela perdida que no llegaba y que la llevaba a que fuera lo corpóreo lo que pensara por ella, lo que mandara su existencia, como lo reflejaban sus continuas alergias y autoagresiones.

El fenómeno transferencial permite la reconstrucción del pasado en la medida en que este se presenta como un revivir en el presente. El paciente según Freud, trasfiere el pasado en el presente proyectando en el analista los atributos de las personas que le son familiares y, especialmente, los primeros objetos que ocuparon un papel principal en la infancia, siendo esta nueva relación, una particular relación de objeto de tipo infantil, que confunde el pasado con el presente y que busca la satisfacción.

Fenómeno del pasado que no se desea recordar. Freud permite entender que de esta manera las transferencias aparecerían como reediciones o repeticiones de impulsos o fantasías, conectadas con traumatismos psíquicos pretéritos (1912b). Más adelante en Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico (1914d) escribe: ''las asociaciones de los pacientes, retrocedían desde las escenas que se querían esclarecer, hasta vivencias anteriores y así obligaban al análisis, cuyo propósito era corregir el presente, a ocuparse del pasado'' (p. 14).

Cuando su hermana Nancy fue trasladada como castigo a otra institución, Luisa se sentía completamente abandonada y sola por la separación que venía a reeditar todas las pérdidas anteriores, el miedo y la no comprensión de saber qué era eso de tener que ser la hermana mayor, que la desbordaba, y los conflictos que heredó en la institución por los problemas de su hermana con otras niñas, terminaban de agravar la situación. Ahora ella estaba sola y tendría que solucionar todos sus problemas como pudiera, inclusive recurrir a la agresividad y a la fuerza para defenderse de estos ataques, quizás en una identificación con el agresor y con la misma hermana que también la maltrataba, no solo en su casa, sino en el hogar de protección. Esta nueva actitud causó muchos problemas con la coordinadora de la casa que solo veía su cambio de comportamiento, ese pasar de ser una niña sumisa y callada a tener que exigir y violentar también. Parecía que el escenario terapéutico era el único que le permitía y le aportaba algo de tranquilidad, y la terapeuta, el único objeto capaz de intuirla y estar dispuesta a acompañarla, ya que se sentía tan dañada, diferente y perdida que se identificaba en este momento con el patito feo, al personaje que nadie quiere.

El mecanismo de la identificación proyectiva fue propuesto por Klein (1946) y hace referencia a una conjunción de relaciones objetales, ansiedades y defensas propias de la posición esquizoparanoide, en donde las partes indeseables de la mente son escindidas y ubicadas en un objeto para intentar controlarlo, con lo cual se genera una confusión entre el sí mismo y el objeto. Así es como Luisa hace un intento por rescatarse de partes dañadas de su self, que le están causando agonías confusionales y persecutorias que le están desmembrando el alma, su ser. Este mecanismo que utiliza en la fantasía, no solo tiene un efecto impactante en la terapeuta por la intensidad de la proyección, sino que es una forma que está utilizando la niña desde la precariedad de su aparato mental para tolerar el dolor, en busca de un sofocado equilibrio que trata de resguardar.

Pero es Bion en Volviendo a pensar (1967/1979) y en Atención e interpretación (1970/1974), quien realiza un aporte interesante a la identificación proyectiva, con su modelo de relación continente- contenido, como método de comunicación y de funcionamiento normal, que se despliega en el paso de la posición esquizo-paranoide a la depresiva, modelo PSßàD, que denomina identificación proyectiva realista, en la cual el bebé deposita en la madre sus expresiones molestas en búsqueda de alivio, y que puede considerarse como un factor primordial en la adquisición de significado en la comunicación humana.

El modelo permite entender como Luisa, la bebé-lactante, proyecta una parte de su psiquismo, esas aterradoras experiencias que dentro de su psiquis funcionaban como elementos beta,6 dado el contenido del horror por las pérdidas, el destierro y el desamparo, en aquel continente del abuso sexual que marcó su vida por estar invadido de objetos dañados y abusadores, dentro de un continente pecho-bueno-terapeuta que viene a tolerarlas, que las acoge, que recibe el temor y la muerte, desintoxicando y metabolizando estas experiencias bajo esta nueva relación dinámica continente-contenido y de crecimiento, al permitir al bebé-paciente Luisa, pasar de la desintegración a la integración psíquica a través del pleno significado de la nueva experiencia emocional vivida, en este úteromente en el que se convierte la sesión-consultorio, por la capacidad reverie de la terapeuta que convierte estos pedazos desintegrados en vivencias soportables y llevaderas, al recibirlos y tratar de tolerarlos, abriendo una ventana a la esperanza y al futuro que logra observarse en sus nuevos dibujos e historias, en la posibilidad de considerar despedirse de la terapeuta y tratar por medio del dibujo agradecer y mostrar su dolor por la terapeuta, que siente añorará.

Pasando de una comunicación pre-verbal primitiva a la posibilidad de desarrollar un aparato psíquico que permita pensar los pensamientos y trasformar estas impresiones corporales que la abrumaban, ese latir psicosomático que lograba intuirse en sus autoagresiones, en sus afecciones de la piel, en su bajo peso y talla que la hacían ver como una niña de 8 años, en elementos alfa, vivencia consciente de sus emociones y pensamientos. Tal vez empieza a construir en su interior un objeto bueno que cuida, protege y resguarda, producto de la recuperación de posibles experiencias amorosas con su hermana, a través de estas experiencias terapéuticas reparadoras y gratificantes, de contacto seguro y continuo que ha tenido en el último tiempo.

1.2. Desde la terapeuta

Cuando elijo la segunda parte del título de esta discusión: ''el mundo de la transformación estética, en el trabajo de sueño alfa de la terapeuta'', y el aparte del trozo poético: ''Cuando dos personalidades se encuentran, se crea una tormenta emocional. Si hacen suficiente contacto como para percatarse uno del otro. Se produce un estado emocional por la conjunción de estos dos individuos''; lo hice pensando en sustentar y poder reflejar la importancia del significado clínico que descubrí en la Medusa, y aunque en ella se encontraba implícita la relación con la paciente como elemento primordial de este hallazgo, me vi forzada a pensar sobre la cualidad psíquica que la terapeuta debería poseer y que le permitiría aceptar, transitar y enfrentar la realidad del paciente. Como escribiría Bion (1979):

 

En la guerra, el objetivo del enemigo es atemorizarnos tanto que no podamos pensar claramente, mientras que nuestro objetivo es seguir pensando con claridad por más adversa o atemorizante que sea la situación. La idea de pensar implica percatarse de la realidad [...] Evaluar [...] Pero percatarse de la realidad puede involucrar percatarse de lo desagradable [...] Es posible que nos estemos desenvolviendo dentro de un campo de pensamiento por el que sufrimos la dolorosa convicción que no conduce a nuestro bienestar [...] Atreverse a reconocer los hechos, exige coraje. Este universo puede no ser agradable y es posible que estemos dispuestos a salir de él; si no podemos salir de él, si, por alguna razón nuestra musculatura no responde o no es la apropiada para evadirse o retirarse; entonces podemos vernos reducidos a otras formas de escape, irnos a dormir, volvernos inconscientes del universo del que no deseamos estar conscientes, permanecer ignorantes o idealizar (p. 246).

Serias palabras de Bion que hacen referencia indudablemente a las competencias, que en estos casos de incesto o abuso sexual, deberán tener los terapeutas que atiendan a esta población, que como requisito indispensable tendrán que poseer un aparato psíquico desarrollado (experiencia emocional-elementos alfa- aparato para pensar pensamientos) que les permita atender adecuadamente a la población, para no caer en lo que ya Ferenczi (1932) había advertido y que logra detectarse en esta investigación como resultado de la precaria atención terapéutica, legal e institucional;

como terapeutas se debe estar atento para que las experiencias terapéuticas de nuestros pacientes realmente lo sean y no se conviertan en repeticiones, más o menos deformadas, de los desencuentros relacionales traumáticos que se dieron en la infancia. Ya que el trauma se desarrolla en dos momentos sucesivos: el de la experiencia propiamente dicha y el de la posterior reacción de los adultos frente al niño, cuando éste se acerca en busca de algún tipo de consuelo (p. 60).

Los enemigos del proceso terapéutico son dos: el propio estado mental del terapeuta, y el dolor psíquico del paciente por el trauma vivido, puntos claves para decidirse a pasar este mal trago o huir de él en el cuarto terapéutico. De las tolerancias al dolor, a lo desconocido, al asombro, a la incertidumbre, depende que la terapeuta y el paciente puedan mantenerse al borde del peligro y el horror el tiempo suficiente, para darse cuenta de la vivencia, darle sentido y significación y, llegar finalmente, a transformar simbólicamente la experiencia.

En este mismo documento Bion escribe: ''el cuerpo puede ser utilizado para compensar lo desagradable de la mente; recíprocamente, la mente, puede ser utilizada para pensar lo desagradable del cuerpo'' (1962, p. 246), refiriéndose al supuesto teórico, en el que la función mental del terapeuta puede usarse para transitar por estos estadios del suceder psíquico en la atención de pacientes gravemente afectados por vivencias externas e internas, como es el caso de los pacientes que padecen las consecuencias del incesto y del abuso sexual. El analista necesitará entonces, poder escuchar, sentir, recibir, acoger y comprender de manera onírica, y sin perderse, el dolor, la destrucción, la inmundicia, la catástrofe proyectada, para que el paciente pueda sentirse acompañado, aceptado y respetado y poder revivir la situación traumática. Todas estas vivencias son las realidades que borra y arrasa el incesto al no reconocer la diferencia adulto-niño, padre-hijo cuidado-trasgresión, que conducen a la deshumanización de la relaciones familiares al transgredirse todos los límites y espacios posibles.

Me concentraré en la relación de la terapeuta con su función de pensamiento, su función alfa, que provee vínculo y que se convierte, según Bion, en el prototipo de la función mental del proceso de aprender.

Cuando Bion (1962/1980), habla de la identificación proyectiva como el mecanismo de comunicación más primitivo entre el bebé y la madre, hace referencia a la capacidad que esta tiene de entrar en comunicación con el inconsciente del bebé, pero a la vez, nos habla de lo intuido por el bebé con el encuentro armonioso con la madre. La terapeuta puede reconocer, contactar e identificar los contenidos mentales del paciente, convirtiéndose en este continente mental que le asegurará su desarrollo psíquico y la continuidad vital de cualquier relación, por la introyección de la función continente y pensante del objeto. Así, lo que Bion llama el ''reverie materno'' (1962/1972) expuesto en Una teoría del pensar y en Aprendiendo de la experiencia (1962/1980), se impone en este trabajo, como la posibilidad que se le brinda al paciente de conformar su propia función alfa, camino que le permitirá ir edificando sus propias funciones yoicas y, que a la terapeuta le hará posible la comprensión del fenómeno estudiado y sus consecuencias psíquicas. Este ir y venir entre terapeuta y paciente es el prerrequisito necesario que el terapeuta deberá poseer para la atención de la población víctima del incesto o abuso sexual. Pues como dice Tabbak (1999): ''el reverie materno cumplirá una función de amparo mental, que al proteger de las vivencias catastróficas de desamparo, trasforma el pánico en una emoción tolerable, a través de forjar instrumentos para pensar'' (p. 154).

Refiriéndose a la posibilidad y capacidad del terapeuta de oscilar entre estados mentales de desintegración e integración, (PSßàD), desorganización-organización, se proveerá al paciente de la relación continente-contenido (masculino-femenino), como factor necesario y fundamental del desarrollo psíquico. Pues el desafío para el terapeuta con este tipo de paciente, víctima del incesto, no es solamente, establecer contacto con sus aspectos desgarrados, dolidos, necesitados y abandonados, sino poder acercarse lo suficiente para ensoñar su realidad vislumbrándola, y nuevamente poder retirarse revelándole al paciente esta posibilidad, manteniendo así no solo el aspecto terapéutico, sino el lado humano, tan necesario en la atención de esta población.

Cuando Bion habla de una actitud mental privada de deseo, de memoria y de necesidad de comprensión para el contacto con lo desconocido, para entrar en consonancia con lo desconocido, hace referencia a que la realidad psíquica es de carácter onírico (imagen-palabra), y solo puede o debe ser comprendida de esta misma forma como en un sueño. Sin embargo, en estos pacientes esta realidad externa traumática y aterradora que es el incesto, debe vivirse como un sueño-pesadilla, compuesto de imágenes y palabras que reflejarían la situación vivida, y que solo pueden ser intuidas a través de procesos como la transferencia-contratransferencia, las identificaciones proyectivas y las contraidentificaciones que podrían llevar al terapeuta, si no las comprende, a experiencias dolorosas y psicóticas en el cuerpo, que pueden ser tan confusas y aterradoras como el abuso mismo, tal y como sucedió en este caso. A esto debemos estar atentos, ya que la realidad psíquica incluye lo continuo y lo discontinuo, lo que une y lo que separa, el contacto y la ruptura. Trachtenberg (2005) en El modelo ético-estético de Bion/Meltzer afirma que: ''El psicoanalista en un modelo ético-estético tiene que soportar una identidad transiente: un estar-siendo psicoanalista en cada sesión como un estado mental constante y oscilantemente perdido y reencontrado'' (p. 3).

Esto precisamente es lo que posibilita el encuentro de las continuidades y conexiones. Bion (1959) caracteriza al vínculo como la unidad funcional de la mente en su auto-organización, y enuncia una concepción de lo Negativo que consiste en el ataque a la unidad mínima, mediante la cual dos objetos se interrelacionan y la mente se auto-organiza a través de la conexión de sus diversas funciones (capacidades). Cuando esta unidad, el vínculo, se establece, posibilita la relación entre distintas partes de la mente. (Citado por Rogelio Sosnik, 2006, p. 110). Esto precisamente es lo que no se encontraba en Luisa y lo que me permitió encontrar el significado estético del mito, al poder vincular las situaciones vividas por las pacientes objeto de estudio, (a pesar de haber sido la proyección de Luisa la que me permitiría comprender) las hipótesis terapéuticas que se habían ido construyendo a lo largo de la atención, no solo con esta muestra estudiada, sino con las de las pacientes particulares, que en el transcurso de su proceso, habían recordado su propia experiencia de incesto. Así como las teorías estudiadas que, aplicadas a la problemática del abuso sexual infantil, me permitieron realizar las conexiones necesarias para comprender lo sucedido en sesión con Luisa, su relación con el origen del mito de la Medusa me acercaron a la complejidad del fenómeno estudiado.

Pues es cuando la paciente sale del consultorio, que yo, la terapeuta, trato de buscar alguna salida a todo este dolor mental con el que he quedado impregnada. Yo misma sin saber hacia dónde me dirijo y también en una proyección de mis sentimientos y emociones sin sentido, pongo en el dibujo, en este ideograma del incesto en el que transito sin rumbo, sin intención, sin planeación todo este dolor psíquico. Al terminar, logro observar el dibujo que me confunde poderosamente al asociarlo con las tres pacientes, y al que siento como una masa deforme y que me atemoriza. La imagen que llega a mi mente en este momento es un aborto7, y es que aborto es desmembrar, matar, disolver, eliminar, desangrar. Contactándome con el apoyo y compañía de mis objetos internos, con la primera ensoñación del estado mental, de la paciente y de su experiencia del incesto, que a pesar de la interpretación, me ha dejado embotada.

Es cuando salgo del consultorio que se inicia lo que he llamado el auxilio de mis objetos externos. Mi hija, como señalé antes, es quien despeja la incertidumbre-dolor con la que he permanecido desde que salí de la institución. Sentada en la mesa del comedor continúo observando el dibujo, ella al percatarse de la imagen que he pintado en los tres círculos, es quien me muestra cómo aparece en el dibujo la escena del abuso. Todo adquiere un significado abrumador al comprender de qué se despojó la paciente y del impacto que causó en mi mente esa proyección.

Y si la capacidad negativa a la que invitaba Bion, sostiene la posibilidad de la imaginación creadora y las conjeturas imaginativas permitiendo la observación y la producción de vínculos insospechados, será entonces con esta capacidad receptora de las experiencias emocionales, esa capacidad trasformadora y generadora de elementos, mi propia capacidad de reverie, la que me permite comprender cómo logré descubrir en la Medusa, el hecho seleccionado que dio coherencia a la experiencia desbordante del abuso en sesión, al poder acoger esta experiencia en mi mente, sin llegar a la actuación, a la desesperación y al alejamiento.

Esta capacidad natural de mi mente-mamá, del reverie introyectado de la función alfa de mi objeto materno, quizás y por qué no, un ''reverie-continente transgeneracional'', que acepta, aloja y trasforma elementos indeseados, como condición, para el desarrollo de una conciencia capaz de tolerar hechos aterradores, y mantener el vinculo K de conocimiento en mí y en la paciente.

Pero este trabajo onírico continúa hasta el momento en que logro unir los hechos que faltan al escuchar una versión del origen del mito. Medusa fue violada por un dios, en su casa, el templo de otra diosa que calla, rechaza e ignora; fue expulsada y desterrada, además de ser convertida en un monstruo que mata con su sola presencia al mirar. La penumbra desaparece, es este mito el representante de este dolor tan grande, la imagen que observo de la Medusa en el televisor y su historia, se unen a la imagen que he dibujado. Las coincidencias son abrumadoras, en mi dibujo también aparece un Dios padre, solo que este acoge, un templo lleno de objetos internos que resguardan y apoyan sosteniendo el horror del abuso que he pintado y que faltan en la historia de la Medusa; finalmente un monstruo que abusa y daña, representado en la bestia con cachos que viola a una pequeña niña, y que hace su aparición en las dos historias.

Jean van Buren en The Modernist Madonna (1989), afirma: ''... los mitos en sí mismos son una segunda matriz, tejida de construcciones culturales interpretativas de la programación innata de la fantasía y de sucesos externos... mitos y ritos o la cultura misma... surgen de la necesidad de amparar al prolongadamente dependiente infante humano'' (Citado por Pistiner; 1999, p. 151). En este documento postula Pistiner que las fantasías, sueños y pensamientos oníricos de vigilia, que tienen sus manifestaciones más elaboradas en los mitos y en las creaciones artísticas, constituyen una matriz simbólica esencial para el nacimiento psíquico de la experiencia emocional, formando el equipo básico para las funciones mentales de descubrimiento, contacto y comprensión de la realidad psíquica. Bion (1963/66) al respecto dice: ''El mito puede ser considerado como una forma primitiva de la pre-concepción8 y una etapa en la publicación, o sea en la comunicación del conocimiento privado del individuo a su grupo'' (1963, p. 124).

Pero la elaboración psíquica de las experiencias emocionales requiere de un trabajo mental adicional. Bion (1994/1996) en Cogitaciones llamó Trabajo-de sueño–alfa, a la función que ocurre en el ser humano, no solo durante el soñar sino en forma permanente durante la vigilia y que hace referencia al estado mental de atención relajada, necesario para la observación, en donde el individuo podrá establecer contacto con su ambiente a través de los sentidos, se dará cuenta de sus sensaciones y podrá describirlas. Esto fue lo que me sucedió en todo este proceso de deducción onírica y científica, donde la trasformación de las impresiones sensoriales en imágenes visuales, parte del proceso de asimilación mental, que va a trasformar la totalidad de la experiencia en una forma adecuada para su almacenamiento en la mente y luego poder ser evocada y comunicada. Como sucedió con la imagen que realicé de la sesión, ese ideograma9 del abuso de Luisa y de su hermana, que se convirtió en la posibilidad de poder registrar en mi mente la escena del incesto, para luego poder asociarla al mito y a la problemática social. Pistiner (1999) afirma que:

En el trabajo de sueño alfa construimos nuestro ''alfabeto'' de imágenes extraídas de la conjunción de la experiencia emocional y sensorial, combinándose de diferentes formas: siendo evocativos de experiencias pasadas, presentes y futuras y formando ''los ojos de la mente'' que necesita la imaginación y el ''insight'' (p. 161).

Espero que este proceso de asimilación, donde quedó registrada la experiencia de la paciente y la terapeuta, en esa comunicación inconsciente, sin palabras pero sugestiva, haya sido suficientemente clara para responder a la pregunta sobre las condiciones del conocimiento humano, que buscaba indagar los mecanismos psíquicos utilizados en el proceso de búsqueda, destacar la importancia y el efecto del encuentro con lo desconocido y su significado. Espero además que la experiencia emocional de la terapeuta como elemento del aprendizaje, haya quedado registrada a lo largo de todo el trabajo.

Al encontrarme con la experiencia clínica del incesto y del abuso sexual, tuve ante mi mente, uno de los aspectos que con mayor poder de destructividad arrasa el psiquismo infantil. Pude además aprehender y reconocer, una vez despejado el horror de la Medusa, el lado estético del Mito. Detrás de este grave fenómeno social y de sus víctimas, pude encontrar la belleza detrás del monstruo, la verdad detrás de la mentira y el sueño detrás de la pesadilla; ya que en el fondo Medusa era una virgen-hermosa a la que se le robó su ingenuidad, su infancia y sus sueños, como a estas niñas atendidas, protagonistas dolidas y casi borradas de la existencia en su presencia hermosa, antes de ser dañadas. Después de un encuentro armonioso y enriquecedor en la intimidad del cuarto terapéutico con ellas, con su dolor y con los factores que hacían que el proceso se oscureciera, me encontré con una evocación que hace Begoin (2000) sobre un trozo de la obra de Proust En busca del tiempo perdido.

Después de describir entre ''la tibia infusión mezclada con migas'' en su paladar y el exquisito placer que había invadido'', con ese ''efecto que el amor tiene de colmarme con una preciosa esencia'' que no estaba en él, pero que era él mismo y que le permitían dejar de sentirse ''mediocre, contingente, mortal'' (p. 631). Gesto que el protagonista repetiría varias veces y que suspendió al darse cuenta que ese sentimiento de identidad y el placer de estar vivo debía estar en él y no en la taza. De la exploración de su mente surge entonces el recuerdo del trozo de magdalena mojado por la tía en su tasa para ponérsela luego a él en la boca, y termina Proust con una disquisición sobre el ''inmenso edificio del recuerdo'' del cual surgen de un pasado distante, memorias de los ''más frágiles pero más duraderos, más inmateriales, más persistentes, más auténticos'' trozos que se recuperan de las ruinas de la vida y de los personajes perdidos como esencias olvidadas bajo el paso del tiempo.

Termino este documento con esta frase de Heidegger, que encuentro en el escrito de Renato Trachtenberg (2005), El Modelo Ético-Estético de Bion/Meltzer, y que recoge el sentimiento que me embarga frente a la complejidad del fenómeno vivenciado y estudiado:

''La obra de arte es un enigma constituido por un exterior que se ofrece y un interior que se retrae, y delante de ella solo somos lanzados al desconcierto. Tal estado es fugaz y sufrido, pero solamente él permite el surgimiento de lo nuevo''.
Heidegger, 1935

 

REFERENCIAS

Begoin, J. (2000). Amor y destructividad. Psicoanálisis. Revista APdeBA - XXII (3)        [ Links ]

Bion, W. (1980). Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Bion, W. (1966). Elementos de psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Bion, W. (1979). Volviendo a pensar. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Bion, W. (1978). Seminarios de Psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Bion, W. (1996). Cogitaciones. Valencia. Editorial Promolibros.         [ Links ]

Bion, W. (1982). La Tabla y la Cesura. Buenos Aires, Gedisa.         [ Links ]

Bion, W. (2001). Transformaciones. Valencia, Promolibros.         [ Links ]

Braier, E. (2001/2008). Destructividad e identificaciones primarias. En línea: www.intercanvis.es/ pdf/08/80-01.pdf        [ Links ]

Ferenczi, S. (1984). ''La confusión de Lengua entre los adultos y el niños''. En: Psicoanálisis Madrid, Espasa-Calpe.         [ Links ]

Ferenczi, S. (1988) (Post). Diario Clínico. Buenos Aires, Conjetural.         [ Links ]

Freud, S. (1981) ''Más allá del principio del placer''. Obras completas. Tomo III. Madrid, Biblioteca Nueva.         [ Links ]

Freud, S. (1981). ''El yo y el ello''. Obras completas. Tomo III. Madrid, Biblioteca Nueva.         [ Links ]

Freud, S. (1981. ''Inhibición síntoma y angustia''. Obras completas. Tomo III. Madrid, Biblioteca Nueva.         [ Links ]

Freud, S. (1981). ''La cabeza de la Medusa''. Obras completas. Tomo III. Madrid, Biblioteca Nueva.         [ Links ]

Green, A. (1993). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires, Amorrortu.         [ Links ]

Green, A. (1995). El trabajo de lo negativo. Buenos Aires, Amorrortu.         [ Links ]

Green, A. (2001). El tiempo fragmentado. Buenos Aires, Amorrortu.         [ Links ]

Goldberg y Kuitca. (1994). ''Abuso sexual''. Revista APdeBA, XVI.         [ Links ]

Harris, M – Meltzer (1990). Familia y comunidad. Buenos Aires, Spatia Editorial.         [ Links ]

Klein, M. (1988). ''Notas sobre algunos mecanismos esquizoides''. Obras completas. Vol. 3. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Klein, M. (1988). ''Algunas conclusiones sobre la vida emocional del bebé''. Obras completas. Vol. 3. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Klein, M. (1988). ''Sobre el desarrollo del funcionamiento mental''. Obras completas. Vol. 3. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Klein, M. (1988) ''Nuestro mundo adulto y sus raíces en su infancia''. Obras completas. Vol. 3. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Meltzer, D. (1979). ''La bidimensionalidad como un parámetro de funcionamiento mental: su relación con la organización narcista'' en: Metzer, D; Bremner, J; Hoxter, S; Weddell, D; y Wittenberg, I. (1971) Exploración del autismo. Buenos Aires, Paidós.         [ Links ]

Meltzer, D. (1990). Desarrollo Kleiniano. Buenos Aires, Spatia Editorial.         [ Links ]

Meltzer, D. (1997). Sinceridad y otros trabajos. Buenos Aires, Spatia Editorial.         [ Links ]

Meltzer, D. y otros (1984). Exploración del Autismo. Buenos Aires, Editorial Paidós.         [ Links ]

Meltzer, D. (1989). El papel de la familia. Un model psicoanalitic del procés dapenentatge. Barcelona: Expaxs.         [ Links ]

Meltzer- Harris (1990). Aprenhensión de la Belleza. Buenos Aires, Spatia Editorial.         [ Links ]

Ody, M. (1993). ''Carencia paterna, importancia del padre y de la función paterna en el desarrollo del funcionamiento mental. En: S. Lebovici, R. Diatkine y M. Soulé. Tratado de psiquiatría del niño y del adolescente. Tomo VI. Madrid, Biblioteca Nueva.         [ Links ]

Ogden, Th. (1989). La matriz de la mente. Madrid, Tecnipublicaciones.         [ Links ]

Pistiner de Cortiñas, L Bianchedi, E. (1999), Bion Conocido/ Desconocido, ed. Lugar, Buenos Aires.         [ Links ]

Trachtenberg, R. (2005). El modelo ético-estético de Bion/Meltzer. Presentado en AP de AB por ocasión del encuentro/homenaje a Meltzer. Disponible en: http://www.gpbarcelona.org/doc/ELMODELOETICOdefinitivo.pdf.         [ Links ]

 

Recibido: 12-mayo 2012
Aprobado: 14-junio-2012.

 

 

1 Documento que hace parte de los resultados de la investigación titulada: ''Las niñas víctimas de incesto tienen desgarrada la matriz mente-cuerpo: Una mirada femenina de la Medusa''. Trabajo realizado para optar al título de Magíster en Psicología Clínica con Énfasis en Psicoanálisis, de la Universidad Javeriana. Con asesoría y colaboración de la profesora Cecilia Muñoz.
3 Traducción al inglés realizada por Karin Mónica Munar Bohórquez. Ingeniera de soporte de proyectos en Touchbase Londres y actualmente gerente de operaciones en BCSG. moni_munar@hotmail.com
4 Puede leerse detalladamente lo sucedido en el aparte de la vivencia de la terapeuta, sesión N. 13 de la investigación. ''Las niñas víctimas de incesto tienen desgarrada la matriz mente-cuerpo: Una mirada femenina de la Medusa'', p.174.
5 De ''apotrópeos'' epíteto que daban los griegos a las divinidades invocadas cuando tenían recelos de alguna desgracia o accidente funesto. ''La Cabeza de Medusa'', Freud (1922/1940)
6 Son objetos compuestos por cosas en sí mismas, sentimientos de depresión, persecución y culpa. De aspectos de la personalidad ligados por una sensación de catástrofe.
7 Visto en una película en mi clase de educación sexual, cuando cursaba décimo grado de secundaria, siendo adolescente.
8 Bion hace referencia a la pre-concepción como un estado de expectativa, acto para el encuentro con los hechos (1962). Señala además, que estas pre-concepciones forman parte del equipo mental para aprender de las experiencias.

9 Imagen que representa un ser o una idea.