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Revista de Psicología Universidad de Antioquia

versão On-line ISSN 2145-4892

rev. psicol. univ. antioquia vol.4 no.2 Medelin dez. 2012

 

ARTÍCULOS Y ENSAYOS DE REFLEXIÓN

 

Diseminación

 

Dissemination

 

 

Carlos Arturo Ramírez G.1

1 Profesor retirado Universidad de Antioquia. E-mail: cramirezg1@gmail.com

 

Recibido: 11-Abril-2011 • Revisado 04-Mayo-2011 • Aprobado: 08-Junio-2011

 

Para citar este artículo:

Ramírez, C. (2012). Diseminación. Revista de Psicología Universidad de Antioquia, 4 (2), 109-114.

 


Resumen

El texto expone el concepto de diseminación, en el sentido de expresar y transmitir desde la parreshía o decir verdadero. Explora diferentes tendencias y modalidades comprometidas en dicha transmisión, tanto en aspectos positivos como negativos, tomando como referencia algunos conceptos de Michel Foucault y Ken Wilber. Finalmente, propone la posición del transtópico como un jugador existencial que decide diseminar sus experiencias, actitudes y discursos, valiéndose de múltiples recursos y caminos, mediante los cuales, en momentos afortunados, encuentra con otros, la alegría.

Palabras Clave Autores: Diseminar, Eros, Ágape, Jugador existencial, Veridicción.

Palabras Clave Descriptores: Psicología, Humanidades, Ciencias Sociales.


Abstract

This paper explains the concept of dissemination, in the sense of expressing and transmitting from the parreshía or say true. Explore different trends and patterns involved in such communication, both positive and negative aspects, with reference to some concepts of Michel Foucault and Ken Wilber. Finally, it proposes the transtopic position as an existential player who decides to disseminate their experiences, attitudes, speeches, using multiple sources and pathways by which it meets, at fortunate ocassions, with others, the joy.

Key Words Authors: Disseminate, Eros, Agape, Player existential, Veridiction.

Key Words Plus: Psychology, Humanities, Social Sciences.


 

 

A Mar-o

 

La diseminación es la acción y el efecto de diseminar, verbo que significa sembrar, esparcir la semilla, y procede del vocablo semen.

Según Ken Wilber (1997, capítulo 9), habría dos tendencias o impulsos cósmicos: Eros y Ágape, lo ascendente del muchos al Uno (todo[s]) y lo descendente del Uno a muchos (cada uno, la diversidad). Cada tendencia tiene su vertiente negativa: Fobos (el miedo) es Eros huyendo de lo inferior en vez de abrazarlo. [...] la fuerza última que actúa en toda represión (una transcendencia rancia). [...] Eros sin Ágape.

 

[...] Tánatos, por otro lado, es el Descenso divorciado del Ascenso [...] no sólo abrazar lo inferior, sino regresar a ello, no sólo acariciarlo sino quedarse estancado en ello (fijación, atasco); [...] Tánatos es Ágape sin Eros (Wilber, 1997, pp. 33-34).

 

Para la transtópica, Ágape (positivo) sería la distribución, el com-partir; la diseminación como contrapartida de la articulación, la comunión (Eros positivo). Cuando la diseminación se convierte en dispersión y desarticulación es Tánatos (Ta-o). Eros como tendencia al uno es Ma-o, el amor; se convertiría en Logos (Pa-o) cuando integra el análisis y la creatividad de la palabra a la repetición y la conservación de Ananké; que puede paradójicamente, revertir al Caos (K-o) o al estancamiento por fobia a la evolución. Cuando predomina el miedo a la pérdida del amor, Eros se negativiza, los seres se aglutinan y se vuelven pegote; pero, al huir de este totalitarismo los individuos se aíslan, Ágape se vuelve destrucción, odio, muerte y desarticulación en la tendencia tanática que di-sociará y a-solará.

Si se expresa desde una perspectiva teológica: ''Dios somos todos y el diablo es cada uno'': el camino hacia Él es la ascensión (o asunción), y la participación en el mundo es el descenso, la diseminación que se expresa en la creación, al aliarse a la creatividad del Logos: el camino de Dios. El descenso a los infiernos (negativización tanática) es el camino del diablo cuando se asume la negatividad, el odio, como actitud identificatoria.

 

''Cuando predomina el miedo a la pérdida del amor, Eros se negativiza, los seres se aglutinan y se vuelven pegote...''

 

La alegría es el resultado de la integración armónica de las dos tendencias y el descontento es el sentimiento diabólico, la desarmonía. La transtópica propone un camino alegre: el método analítico, y busca su transmisión mediante una expansión creativa que sea diseminación en vez de difusión (confusión teórica), divulgación (vulgarización del discurso), dispersión o esparcimiento (di-versión o es par si miento): a estas formas de expansión negativa se opone el análisis en extensión, como complemento del análisis en intención que propende a la formalización, concreción y articulación del método, y a la congregación de los analíticos para conformar una comunidad transtópica.

La diseminación del método analítico implica el decir a otros, el compartir con otros la verdad, al construirla en un dia-logo que produce efectos de verdad; ''[...] para que la práctica del decir veraz sobre uno mismo se apoye en la presencia del otro y apele a ella, la presencia del otro que escucha, el otro que exhorta a hablar y habla'' (Foucault, 2010, p. 22). Propone el ''coraje de la verdad'', del decir franco, la parrehsía o veridicción.

La parrhesía no es un oficio sino algo más difícil de discernir. Es una actitud, una manera de ser que se emparenta con la virtud, una manera de hacer. Son procedimientos, medios conjugados con vistas a un fin y que, por eso, incumben a una técnica, claro está, pero es también un rol, un rol útil, precioso, indispensable para la ciudad y los individuos. Más que [como una] técnica [a la manera de] la retórica, la parrehsía debe caracterizarse como una modalidad del decir veraz.2

Habría cuatro modalidades del sujeto que practica la veridicción: el profeta, el que enseña, el sabio y el parresiasta. Los dos primeros transmiten saberes institucionales y los dos últimos hablan en su propio nombre (Foucault, 2010). El profeta es el único que habla del futuro, y lo hace de una manera oscura, críptica, como el sabio, a diferencia del docente y el parresiasta, que prefieren la claridad y la transparencia. El sabio (según Foucault, 2010) habla del ser y lo general (''un principio general de conducta'') (p. 36), mientras los otros tres se refieren a lo concreto y singular, aunque el técnico de la enseñanza puede también enseñar lo general.

Podríamos decir que el analítico transtópico, en la transmisión o diseminación del método utiliza las cuatro formas de veridicción: a veces es franco, transparente y concreto como el parresiasta, otras es críptico y multívoco como el profeta y el sabio; silencioso como éste, que sólo responde -a veces- cuando le preguntan. El analítico transtópico prefiere hablar en nombre propio, pero también, como el maestro (docente o técnico que enseña) recita saberes que otros han expresado mejor y, aunque se refiere a lo concreto y actual, no desdeña hablar de los gérmenes del porvenir que ya despuntan en el presente y se manifiestan mediante indicios, como hace el profeta, aunque más bien prediga que profetice.

Como la del parresiasta, la veridicción del transtópico [...] se opone punto por punto a lo que es, a fin de cuentas, el arte de la retórica. [...] La retórica es un arte, una técnica, un conjunto de procedimientos que permiten al hablante decir algo que tal vez no sea en absoluto lo que piensa, pero que va a tener por efecto producir sobre aquel [a] quien [se dirige] una serie de convicciones, que van a inducir una serie de conductas, que van a establecer una serie de creencias.

 

[...] El buen retórico, el buen rétor, es el hombre que puede perfectamente y es capaz de decir muy otra cosa que lo que sabe, muy otra cosa que lo que cree, muy otra cosa que lo que piensa, pero decirlo de tal manera que, en resumidas cuentas, lo que diga -que no es ni lo que cree, ni lo que piensa ni lo que sabe- será, llegará a ser lo que creen y creen saber aquellos a quienes él se ha dirigido (Foucault, 2010, p. 32).3

 

Aunque el analítico estudia y valora los aportes de la retórica al análisis del discurso, prefiere una ética de la congruencia y de la integridad pues, como el parresiasta, ''asume el riesgo de decir'' y le apuesta al coraje del interlocutor para soportar la verdad; aunque, a diferencia del ''asertivo franco'' opta por la vía del tacto, la consideración por el otro y la cortesía analítica (quizás del montañero urbano).

Y es también, ''la aleturgia, los procedimientos verbales o no, mediante los cuales se saca a luz lo verdadero en oposición a lo falso, lo oculto, lo indecible, lo imprevisible, el olvido'',4 la manera fundamental que orienta su hacer y su decir. Para lograrlo, el transtópico construye estrategias fractales, para abordar la realidad (fractal) en el mismo sentido en que lo hace la filosofía kegon.

 

''... El analítico transtópico prefiere hablar en nombre propio, pero también, como el maestro (docente o técnico que enseña) recita saberes que otros han expresado mejor...''

 

En los términos de la filosofía kegon (o hua-yen) del budismo chino (que a menudo es erróneamente tomada como una teoría de sistemas), hay cuatro principios primordiales de realidad. El primero es shih, o fenómeno individual. El segundo es li o noumeno absoluto. El tercero es shih li wu ai (entre el absoluto y los fenómenos no hay obstrucción). El cuarto es shih shih wu ai (entre fenómeno y fenómeno no hay obstrucción; es decir, todos los fenómenos se interpenetran). La teoría de sistemas es este último principio, pero no compren [de] a li, el absoluto (Wilber, 1997).5

Para ello utiliza la pintura, los dibujos, los caligramas y videos; como también los nudos, la música, la danza.6 Pero el escrito es el modo preferido, después de la cura analítica o el dispositivo terapéutico, el diálogo personal en las conversaciones benévolas de la clase, el grupo analítico, la tertulia y la conferencia, que utiliza el transtópico en el ejercicio de la veridicción. Su estilo al escribir, como el de Jacques Lacan, intenta ser homólogo a aquello que se pretende transmitir (Roldán, 2011), estilo fractal que es ejemplificado en el libro El método analítico (Lopera, Ramírez, Zuluaga y Ortiz, 2010) en el que cada capítulo intentó escribirse en un estilo acorde con su tema, que a la vez fuera la versión sinfónica de los estilos de los cuatro autores.

Podríamos preguntarnos: ¿por qué el analítico quiere transmitir el método, diseminar la transtópica? Porque está convencido de que la vida en comunidad es mejor en la urbanidad, los buenos modales de la cortesía y la consideración por los otros que permiten el despliegue de la singularidad de cada uno dentro del progreso de la comunidad. Para ello es necesaria la formación, 7 la paideia (Jaeger, 1957), o la ethopóiesis (Foucault, 2009). Una vez más, es inspiradora la teorización de Foucault al referirse a las formas de discurso aletúrgico, político y moral:

 

Lo que hace que un discurso filosófico sea otra cosa que cada uno de esos tres discursos, es que jamás plantea la cuestión de la verdad sin interrogar al mismo tiempo sobre las condiciones de ese decir veraz, sea [por el lado de] la diferenciación ética que da al individuo acceso a dicha verdad, [sea además por el lado de] las estructuras políticas dentro de las cuales ese decir veraz tendrá el derecho, la libertad y el deber de pronunciarse (Foucault, 2010, p.84).

 

Al diseminar el método, el analítico busca, no una confrontación, un desafío o una provocación, sino una invitación, una pregunta o una infiltración (Lopera y otros, 2010), que permita un diálogo, un encuentro de discursos o un juego simbólico no competitivo donde todos ganen. Es su manera particular de co-construir la verdad, de integrar el ascenso y el descenso de Logos y Ananké, Eros y Thánatos, Ágape y Fobos, en un (otro) lado de los lugares que le permita transcender el dualismo y el conflicto y esparcir la semilla del logos, de esa vocecita insistente en que ponía toda su fe el incrédulo fundador del psicoanálisis (Freud, 1979) y en la que el jugador existencial apuesta... su vida.

 

''... el analítico busca, no una confrontación, un desafío o una provocación, sino una invitación, una pregunta o una infiltración, que permita un diálogo, un encuentro de discursos o un juego simbólico no competitivo donde todos ganen...''

 

 

Referencias

Foucault, M. (2010). El coraje de la verdad. El gobierno de sí y de los otros II. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]         [ Links ]

Freud, S. (1979). El porvenir de una ilusión. Buenos Aires, Amorrortu, Vol. XXI.         [ Links ]

Jaeger, W. (1957) Paideia. Los ideales de la cultura griega. México, Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

Lopera, J. D.; Ramírez, C. A.; Zuluaga, M. y Ortiz, J. (2010). El método analítico. Medellín, Centro de Investigación Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia.         [ Links ]

Ramírez, C. A. (2011). Ensayitos. Medellín. Policopiado por el Grupo de investigación ''El método analítico''.         [ Links ]

Roldán, L. M. (2011) ¿Lacan fractal? En: El amanuense. Boletín de Encuentros Psicoanalíticos de Medellín, N.° 3.         [ Links ]

Wilber, K. (1997) Sexo, ecología, espiritualidad. Vol. 1, Libro 2 El alma de la evolución. Madrid, Gaia.         [ Links ]

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