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Revista Sul-Americana de Psicologia

versão On-line ISSN 2318-650X

Rev. Sul-Am. Psicol. vol.1 no.1 Americana jul. 2013

 

 

La experiencia de individuación de una adolescente: confusión de roles parentales como factor de riesgo en el contexto de adopción interfamiliar

 

The experience of an adolescent individuation: confusion parental role as a risk factor in the context of family adoptio 

Experiência de individuação de um adolescente: confusão de papéis parentais como fator de risco no contexto de adoção interfamiliar

 

María Cecilia Besser Spichiger1

Universidad Católica Silva Henríquez

 

 


RESUMEN

En el presente artículo se realiza un análisis de caso derivado de un proceso terapéutico con el fin de analizar la relación entre la confusión de roles parentales en el proceso de individuación de una adolescente adoptada por la abuela materna, cuya madre biológica permanece dentro del sistema familiar. El análisis permite observar como los “síntomas” de la paciente, se encontraban dentro de un sistema familiar donde predomina la confusión, triangulaciones y límites difusos, entre otros aspectos. Esta estructura familiar, unida a la confusión de roles parentales, donde no existe una figura materna claramente definida, estaría dificultando el proceso de individuación de la adolescente.

Palabras-clave: Confusión de roles, estructura familiar, proceso de individuación


ABSTRACT

In this article a case study derived from a therapeutic process in order to analyze the relationship between parental role confusion in the process of individuation of a teenager adopted by the maternal grandmother, her biological mother within the family system remains . The analysis allows us to observe how the "symptoms" of the patient were within a family system dominated confusion, triangulations and fuzzy boundaries, among others. This family structure, together with the parental role confusion, where there is no clearly defined maternal figure, would hamper the process of individuation of the teenager.

Keywords: Confusion of roles, family structure, process of individuation


RESUMO

Neste artigo, um estudo de caso derivado de um processo terapêutico, a fim de analisar a relação entre o papel dos pais confusão no processo de individuação de um adolescente adotado pela avó materna, sua mãe biológica dentro do sistema familiar permanece . A análise nos permite observar como os "sintomas" do paciente estavam dentro de um sistema familiar confusão dominado, triangulações e fronteiras difusas, entre outros. Esta estrutura de família, juntamente com o papel confusão parental, onde não existe a figura materna claramente definida, prejudicaria o processo de individuação do adolescente.

Palavras-chave: Confusão de papéis, estrutura familiar, o processo de individuação


 

Introducción

 

La crianza de los niños por los abuelos no es un fenómeno nuevo. En una encuesta realizada en Estados Unidos el año 2006, Blackburn encontró que hay más de 2.5 millones de hogares donde los responsables de la crianza son los abuelos. Más del 51% de estos abuelos reportaron haberse vuelto responsables del cuidado de sus nietos como resultado de embarazo adolescente, abuso de drogas y alcohol por parte de los padres de sus nietos, resulta un dato importante que algunos de estos casos los padres biológicos cohabitan en el mismo hogar.

Respecto de esta situación parece relevante señalar que el acogimiento de la familia extensa se asocia en muchas culturas a la adopción. Este tipo de situaciones, llamada adopción interfamiliar, se refiere principalmente a la adopción del niño por sus abuelos o tíos (Collard, 2007); Ahora bien esta particular situación puede ser comprendida no solo desde lo legal como un proceso de adopción , y es conocido que diversos estudios señalan que el proceso de individuación de los adolescentes puede verse complejizado cuando éste es un hijo adoptivo (Palacios & Sánchez, 1996; Oliva, Parra, López & Sánchez, 2007); por esta razón requiere que se le preste atención especial tanto en el sentido legal y de protección, como en el ámbito clínico.

Resulta interesante y necesario entrara en el análisis de este tema toda vez que en Chile y también en el mundo, no contamos con información que de cuenta de la complejidad del fenómeno, las características familiares que están implícitas en este tipo de adopción, y los conflictos que se enfrentan los adolescentes al momento de su individuación.

El presente trabajo pretende hacer un aporte, desde la teoría sistémica en tanto esta nos nos permite un acercamiento práctico a este tipo de fenómenos, sobre todo en lo referido a cómo se desarrollan las dinámicas familiares en sistemas de tres generaciones y los conflictos que se presentan en este tipo de familias. El objetivo es entonces aportar al entendimiento del fenómeno de la adopción interfamiliar, así como al quehacer clínico de los profesionales que trabajan en esta área, al analizar una familia, con el fin de responder a la pregunta ¿Cómo influye en el proceso de diferenciación de una adolescente adoptada por la abuela materna, la confusión de roles existentes en la familia?

Antecedentes teóricos 

Minuchin y Fishman (1982) conceptualizan la familia como un grupo natural que en el curso del tiempo ha elaborado determinadas pautas de interacción que determinan su estructura. Esta estructura familiar rige el comportamiento de sus miembros, definiendo su gama de conductas y facilitando su interacción recíproca. Esta estructura permite a la familia desempeñar sus tareas esenciales, a saber, apoyar la individuación de sus miembros al tiempo que proporciona un sentimiento de pertenencia.

Dentro de la perspectiva sistémica existen muchos modelos desde los cuales se puede analizar la familia. Este trabajo se centrará en el enfoque estructural, complementando el análisis con algunas características del modelo transgeneracional.

La familia como estructura

Estructura familiar se define como "el conjunto invisible de demandas funcionales que organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia” (Minuchin, 1974, p. 86), estas pautas establecen cómo, cuándo, y con quién cada miembro de la familia se relaciona, regulando la conducta de los sus miembros. Para los efectos de este trabajo se considerarán el análisis de holón, roles, jerarquías y alianzas.

Koesler (1979 citado en Fishman, 1994) define los holones como “entidades que son en sí mismo un todo y simultáneamente son una parte de un todo supraordenado”. Minuchin (1974) señala que existen varios holones o subsistemas que forman parte de la estructura familiar. Los que merecen especial atención han sido definidos por Minuchin y Fishman (1982) y son: Holón individual, Holón conyugal, Holón parental y Holón fraternal.

Con respecto a los roles, es necesario destacar las funciones parentales, cuyo contenido es uno de los primeros en aparecer, por ser la familia el contexto de desarrollo principal y más duradero (Rodríguez, Triana & Hernández, 2005). Los roles se refieren a la totalidad de expectativas y normas que un grupo, por ejemplo, la familia, tiene con respecto a la posición y conducta de un individuo en ese grupo (Stierling, Simon & Wine, 1997). En consecuencia, un rol es equivalente a las expectativas de conducta que son dirigidas hacia un individuo en una situación o contexto social dado. La familia como institución social hace posible que el individuo, a través de su proceso de socialización, conozca e interiorice los roles que existen en el complejo sociocultural en el que se encuentra inserto (Macías, 2004).

La teoría estructural nos señala que todo ejercicio adecuado de los roles parentales, maternidad y paternidad, se basa en la aceptación de los prolongados vínculos de dependencia que los hijos establecen con sus padres. Dependencia que se expresa no solamente en su vertiente material para la satisfacción de las necesidades básicas, como alimentación, vestido, vivienda, atención de la salud y cuidado de la vida a través de la anticipación ante los riesgos; sino también, y de modo significativo para posibilitar la estructuración sana del psiquismo infantil (Allidiere, 2003). La desestructuración familiar, o cualquier otra circunstancia en la que las funciones parentales no se ejercen de forma adecuada, enfrenta a los hijos a situaciones que ponen en peligro su bienestar físico y emocional (Rodríguez, Triana & Hernández, 2005).

La organización familiar es el ambiente idóneo para llevar a cabo un entrenamiento adecuado en el proceso del mantenimiento del diferenciado yo soy, al mismo tiempo que ayuda a adquirir habilidades interpersonales en diferentes niveles. Por eso es importante establecer límites, cuya función es proteger la diferenciación del sistema. La fijación de límites o fronteras de parte de la familia regulan la permeabilidad de las que separan a los holones entre sí. Estas estrategias pueden apuntar a la distancia psicológica entre los miembros de la familia y a la duración de la interacción dentro de un holón significativo (Minuchin & Fishman, 1982).

Los límites internos se identifican como las reglas que rigen entre los miembros de los subsistemas familiares, mientras que los límites externos se reconocen por las reglas de interacción entre la familia y el ambiente externo, por ejemplo, otras instituciones sociales, tanto familiares como educativas (Andrade & Montalvo, 2006). Para Minuchin (1974), la presencia de límites claros y flexibles permite pautas de interacción más sanas y, por consiguiente, limitan la presentación de problemas en la familia. Mientras que los límites rígidos o difusos invariablemente significa problemas psicológicos de uno o varios miembros de la familia.

Otro concepto relacionado con la estructura familiar es el de la jerarquía. Vista en términos jerárquicos, la organización familiar incluye personas de diferentes generaciones, de diferentes ingresos y de diferentes grados de inteligencia y destreza. Estas complicadas líneas jerárquicas guardan relación con las múltiples funciones de una familia. La jerarquía más elemental involucra el límite generacional. En cualquier momento dado hay, cuanto más, cuatro generaciones en funcionamiento, aunque lo más común es que sean tres: abuelos, padres e hijos (Haley, 2005).

El último de los elementos que marcan la estructura familiar, las alianzas, se refiere a la unión de dos o más miembros para obtener algún beneficio del otro. En la estructura familiar también pueden existir coaliciones que consisten en la unión de dos o más miembros para perjudicar a otro, éstas son fuentes de problemas y necesariamente implican un conflicto si se dan en forma constante (Andrade & Montalvo, 2006).

Dinámicas transgeneracionales: la lealtad como elemento clave

Las madres adolescentes tienen que enfrentar a muy temprana edad la tarea de ser madre, lo que ha sido identificado como uno de los roles más significativos de la etapa adulta (Osofsky, Hann & Peebles, 1990). En muchos casos, las madres adolescentes no tienen el apoyo del padre del bebé, lo que las obliga, o bien a encontrar un trabajo para poder mantener a su hijo, o bien a convertirse económicamente y emocionalmente dependientes de sus padres (Brooks-Gunn & Chase-Lansdale, 1995).

En este sentido, una de las principales características familiares de la maternidad adolescente es que puede enmarcarse dentro de lo que algunos autores han denominado sistemas de tres generaciones, conformado por abuelos, madre adolescente y bebé (Coley & Chase-Lansdale, 1998; Oyserman, Radin & Ben, 1993). En muchos casos, además de compartir el mismo espacio físico, las adolescentes terminan compartiendo muchos aspectos de la crianza y desarrollo de los niños con sus padres, lo cual se convierte en un factor de constante conflicto. Así, las abuelas se constituyen no sólo en la principal fuente de apoyo emocional y económico, sino que en muchos casos llegan a asumir el rol de cuidadores principales de sus nietos.

Haley (2005) desarrolló el concepto de conflicto trigeneracional, como un conflicto en cuya situación básica intervienen la abuela, la madre y el niño problema. En este caso, tiende a definirse a la abuela dominante, a la madre como irresponsable y al niño como presentando un problema de conducta. En este tipo de familia, la autoridad ejecutiva recae en la abuela, en tanto que la madre y los nietos funcionan como un subgrupo vagamente diferenciado (Minuchin, 1967). El autor señala asimismo que, en algunos casos, abuela y madre pueden disputar a tal punto que sencillamente desatienden al niño.

Proceso de individuación

La necesidad de individuación durante la adolescencia es entendida como la necesidad de expresión del sí mismo unida a la necesidad de cohesión y mantenimiento del grupo familiar a través del tiempo. Si el sujeto posee la seguridad de su pertenencia al grupo familiar, tenderá a diferenciarse en su sí mismo individual y en este proceso se hará cada vez más independiente de su familia, hasta que finalmente logre una separación que permita la construcción de un nuevo sistema familiar (Andolfi, Angelo, Menghi, & Nicolo-Corigliano, 1995).

Para Bowen (1995) la individuación es el proceso por el cual una persona se diferencia emocionalmente de su familia de origen. Desde la teoría de este autor, existe una masa indiferenciada del yo familiar, la cual se define como una identidad emocional, aglutinada, que existe en cada nivel de intensidad, tanto en las familias en las que es más evidente, como en aquellas en las que es prácticamente imperceptible.

Un estudio reciente realizado por Lawson y Brossart (2001) examinó las relaciones transgeneracionales, específicamente en temas relacionados con la intimidad y la individuación en tres generaciones; padres, hijos y nietos. Este estudio, que nos entrega una hipótesis acerca de la transmisión transgeneracional de pautas que influyen en la individuación, señala que el proceso de transmisión ocurre por el aprendizaje social que se da en el triángulo primario (madre/padre – hijo) y luego se extiende a los demás miembros de la familia. Este estudio demuestra, además, que a mayor triangulación, menor individuación en los miembros de la familia y probablemente en la generación siguiente se replique lo mismo.

En algunas familias, marcadas por eventos traumáticos o por colusiones rígidas entre los padres, los hijos son necesarios para el funcionamiento homeostático del sistema. Estos hijos quedarían pegados en el sistema (Díaz, 2001). En este sentido familias altamente fusionadas generan conflictos e impedimentos en la individuación del adolescente. Las dificultades en la individuación de estos adolescentes están marcadas por la obediencia a mandatos y lealtades familiares. No pueden separarse de sus padres ya que ha sido tan intensa y profunda la imposición de estos mandatos, que el no seguimiento de ellos implicaría la traición a la familia.

Metodologia

Partindo El estudio de caso corresponde a una metodología de investigación cualitativa que se define como una pesquisa empírica y multifacética que investiga un fenómeno contemporáneo en su contexto real (Montero & León, 2002).

A partir del enfoque estructural complementado con una mirada transgeneracional de la familia, la estrategia de análisis del caso tiene por objetivo comprender cómo influyen los roles parentales definidos confusamente en el proceso de diferenciación de una adolescente adoptada legalmente por la abuela materna. En este sentido el énfasis está puesto en la familia, considerando a las tres generaciones que involucra.

A continuación se presenta un resumen del caso y posteriormente un análisis de los contenidos más relevantes. Para ello se realizará una revisión de algunas viñetas obtenidas en las sesiones de psicoterapia realizadas, las cuales se complementarán con información clínica relevante, contrastándolo con el marco teórico presentado.

La información ha sido recolectada por medio de entrevistas familiares, individuales y diádicas, durante las 13 sesiones con que contó el proceso terapéutico. A fin de proteger la identidad de las personas los nombres han sido modificados.

Análisis del contenido

Resumen del caso

El grupo familiar está formado por la madre (Sra. Alejandra, 57 años), el padre (Germán, 55 años, quien no viven con ellos) y cuatro hermanos hijos de la madre (Alejandra, 35 años; Pilar, 29 años, madre biológica de la niña; Daniel, 23 años; y la paciente índice Carolina). Carolina tenía 13 años al momento de consultar y cursaba 7° Básico en un colegio particular subvencionado. En ese momento, Carolina estaba repitiendo de curso y presentaba problemas conductuales en el colegio. La abuela materna no lograba ponerle límites respecto a los asuntos del colegio, por lo que Alejandra, la tía materna, decidió llevársela a vivir con ella y su marido durante el semestre, con el fin de que estudiara y lograra finalizar exitosamente el año lectivo, ya que consideraba que los problemas familiares podrían estar influyendo en el comportamiento de Carolina.

Antecedentes familiares relevantes: Cuando Pilar tenía 15 años quedó embarazada de un hombre 15 años mayor. En ese momento toman la decisión de casarse, sin embargo, la madre nos autoriza hasta que su hija cumpliera la mayoría de edad. Finalmente, la pareja se separó antes de que naciera Carolina y el padre no se hizo cargo de la situación. Alejandra, que en ese tiempo tenía 21 años, sugirió que sus padres se hicieran cargo de la menor, ya que consideraba que Pilar no tenía las condiciones para cuidar a su hija. Finalmente los abuelos maternos la adoptaron legalmente cuando nació. La adopción se generó a partir de presiones sociales y cuestiones prácticas tales como el colegio de Carolina, con el fin de que los abuelos pudieran ser los apoderados de la niña.

Nunca le han ocultado esta historia a Carolina, ella conoce todos los detalles de cómo surgió la decisión de adoptar. En la medida que ha ido creciendo, ha aumentado su interés por el tema, acudiendo a Pilar cada vez que le surgen preguntas al respecto.

Pilar está en tratamiento psiquiátrico y psicológico desde hace 13 años. Empezó a asistir cuando nació Carolina, debido a que presentó crisis de pánico, lo que se manifestaba en que se ponía a gritar que le iban a quitar a Carolina. Ha tenido 3 intentos de suicidio. La familia está cansada con la situación, señalan que ella no pone nada de su parte. Al respecto, Alejandra señala: “Hace como dos meses dijo que iba a cambiar de verdad, pero parece que nuevamente se le olvidó”.

Análisis del contenido de viñetas

Características estructurales de la familia: confusión en la definición de las relaciones al interior de los subsistemas

En esta familia, formalmente ya no existe el holón conyugal, que involucra las pautas establecidas respecto a el modo en que cada uno de los cónyuges se experimenta a sí mismo y experimenta al compañero dentro del contexto pareja, ya que los cónyuges están separados hace 13 años; separación que se produce a partir de una infidelidad del padre quien además ha formado una nueva familia.

En la actualidad, no existe una clara redefinición de la relación entre la Sra. Alejandra y don Germán en concordancia con la separación; el padre viene a la casa todos los días e incluso se queda a alojar junto a su ex esposa, además de pasar algunas fiestas con ellos. En este sentido, la Sra. Alejandra señala: “Encuentro que está bien que pase la navidad con nosotros en la casa, somos su familia número uno y el año nuevo lo pasa con los otros”.

Es posible apreciar la existencia de un subsistema que no estaría claramente definido en sus roles y funciones. El esposo va y viene entre ambas familias, cumpliendo a veces el rol de amante de la Sra. Alejandra y otras veces regresa a su nuevo hogar a cumplir el rol de esposo y padre en la nueva familia que conformó. La dificultad de redefinir la relación entre ellos, tendría relación con que la pareja quedó atrapada en el triángulo con Pilar, por lo que los conflictos y los temas de la pareja quedaron sin resolver. Este tipo de organización implicaría la transmisión de un modelo de pareja confuso, ya que no existe una redefinición de la relación post separación.

En esta familia, el subsistema parental, encargado de la crianza de Carolina, incluye a Sra. Alejandra (abuela-mamá), Pilar (mamá-hermana) y Alejandra (tía-hermana). Acá podemos ver como estas tres mujeres cumplen funciones parentales, en un escenario relacional confuso y contradictorio.

Alejandra es quien toma las decisiones respecto a los asuntos de Carolina, ya que considera que nadie más es capaz de hacerlo. Esto da cuenta de la parentalización de Alejandra, quien asume roles que le corresponden a sus padres, tal como se observa en la siguiente viñeta: “Alejandra, que ese tiempo tenía 21 años, sugirió que sus padres se hicieran cargo de la niña, ya que consideraba que Pilar no la podía cuidar”. Asimismo, Alejandra señala: “La única opción para salvar a Carolina es llevándomela a mi casa, ya que en la familia existen muchos problemas con Pilar y es obvio que en ese ambiente ella no puede estudiar”. En este sentido Alejandra señala que se le acabó la paciencia y que si ella no hace algo nadie lo va a hacer. “Al final quien toma las decisiones siempre soy yo”.

Por su parte, dado que la Sra. Alejandra tiene la adopción legal, argumenta tal situación al momento de reclamarle a sus dos hijas. “Si yo la adopté fue por algo, la mamá soy yo, tanto frente a Carolina, como ante la ley”.

Por último, Pilar es la madre biológica de Carolina, quien se siente desplazada respecto de su rol materno. En este sentido ella señala que siempre ha tenido la intención de ser más mamá de Carolina, pero que su madre nunca se lo ha permitido.

Podemos observar como no se encuentra claramente definido quien desempeña el rol materno, todas quieren ocupar ese rol, pero ninguna logra desempeñarlo adecuadamente y hacerse completamente cargo, destacando la lucha de poder entre las tres, lo que hace que se vaya rotando e intercambiando el rol, mostrando un mensaje paradójico donde por una parte reclaman el rol de madre y por otra lo delegan.

Se puede ver como Pilar, quien es la madre biológica de Carolina, se ve constantemente expulsada de este holón, requiriendo otras veces la presencia de ella, para disciplinar a su hija. Así se observa como la Sra. Alejandra a veces reclama que no se inmiscuyan en la disciplina de su hija, y otras, llama a Pilar que se haga cargo de este rol.“Ella es mi hija y siempre ha sido así, Pilar nunca ha sido su mamá para nada, sólo es su hermana”. Por otra parte, Pilar nos señala: “Mi mamá me decía: ya, hazte cargo de la Caro que es tu hija”.

Esta confusión de los roles maternos, desemboca en una confusión de Carolina sobre a quién acudir frente al requerimiento materno, lo que se complica aún más debido a que tanto la Sra. Alejandra como Pilar se paralizan y sabotean entre sí, particularmente en lo que atañe a cuestiones referidas a la crianza de Carolina, lo que finalmente implica que ninguna de las dos logren ponerle límites a la adolescente, recayendo esta responsabilidad en Alejandra, quien no vive con ellas. De esta manera, se puede observar que los límites que separan a la madre de sus dos hijas son frecuentemente invadidos de manera inapropiada, mostrando fronteras difusas entre ambos subsistemas.

Por su parte, Alejandra, Pilar y la Sra. Alejandra concuerdan que el padre mantiene una posición principalmente periférica en cuanto a la crianza de Carolina, manteniendo una relación cercana de tipo afectivo y lúdica con la adolescente, pero no logrando imponerse en tanto como figura de autoridad.

Si entendemos que todo ejercicio adecuado de los roles parentales se basa en la aceptación de los prolongados vínculos de dependencia que los hijos establecen con sus padres, en esta familia se observa que nunca se ha permitido vínculos de dependencia entre Pilar y su hija. Carolina sabe que Pilar es su madre, pero al no permitirle ejercer roles maternales, Pilar se retira desechando la posibilidad de crear lazos de dependencia con su hija. Carolina percibe esta situación reclamando el derecho de relacionarse con su madre biológica. Sin embargo, tanto la Sra. Alejandra como su hija Alejandra se han preocupado de alejar a Pilar de Carolina, ya que consideran que es una mala influencia para ella. Esto queda reflejado en la siguiente viñeta de Carolina: “Estoy cansada de que me quieran separar de la Pilar, no quieren que vaya a mi casa para que no vea a la Pilar, pero ella es mi mamá y esa es mi casa, me da rabia que siempre traten de que no esté con ella”.

Por último, el holón fraternal se refiere al holón formado por los hermanos y constituye el primer grupo de pares en el que participa. Este holón está débilmente conformado, además de ser muy confuso ya que no está claro si quienes lo conforman son tíos o hermanos de Carolina. Por otra parte, aunque legalmente Alejandra y Pilar son sus hermanas, en los hechos no son sus iguales sino que actúan como figuras maternas, lo cual aparece coherente con su condición de tía y madre biológica respectivamente. Sólo Daniel se estaría comportando como par en este subsistema, aún cuando mantiene una relación conflictiva con sus hermanas. En este sentido se observa que Daniel con Pilar, así como Alejandra y Pilar presentan una afiliación conflictuada, manteniendo disputas permanentes entre ellos.

La relación de Alejandra con Pilar también es conflictiva. Alejandra decidió no hablarle ya que considera que es irresponsable y es la causante de todos los problemas de la familia, lo que da cuenta de su condición de chivo emisario. Por su parte, Pilar considera que Alejandra actúa como la “dueña de todo” y asume un rol que no le corresponde, lo que da cuenta de cómo Pilar resiente el rol parentalizado de Alejandra. Lo anterior nos muestra lo difícil que resulta que ambas hermanas puedan tener una relación solidaria, si Alejandra es una hija parentalizada y Pilar el chivo emisario de la familia. Al respecto Alejandra nos señala: “Trato de no hablarle. La Carolina pasa desapercibida en la casa, porque ella acapara toda la atención; sólo cuando le conviene es su hija”.

Una familia organizada en triángulos

La manifestación de síntomas da cuenta de un ordenamiento jerárquico confuso donde nadie sabe quién es su par y quien es su superior. Los subsistemas no están bien delimitados, por lo que nadie sabe con exactitud que rol le corresponde a quien.

En el aparatado teórico se señala que en situaciones disfuncionales uno de los hijos se puede convertir en chivo emisario o bien ser cooptado como aliado de un cónyuge contra el otro. En este caso, se puede ver que cuando los padres se separan Pilar se embaraza, con lo que exonera a su padre de la culpa por la infidelidad, focalizando toda la atención en ella. De esta forma, los padres canalizan la tensión de su conflicto de pareja a través de Pilar, quien pasa a tomar la posición de chivo emisario de la familia, logrando desviar en ella los conflictos, lo que provoca que los conflictos conyugales pasen a segundo plano. Al respecto, Alejandra señala: “Cuando Pilar se embarazó todos los ojos se pusieron en ella”. “Pilar está enferma, ella no puede ni quiere hacer nada por ella, no es capaz de hacer nada y al final siempre todos los ojos están puestos en lo que le pasa”.

Al mismo tiempo, Pilar le echa la culpa del embarazo a la separación de sus padres, por lo que el padre, lleno de culpa, se alía a ella, protegiéndola y defendiéndola ante las críticas constantes que recibe de su familia. Al respecto, Alejandra señala: “El papá la defiende, le da trabajo y le paga aunque no vaya a trabajar. Le compra todo lo que quiere y le hace el gusto en todo… son sus ojos”.

Sin embargo, el embarazo de Pilar también da cuenta de la lealtad que tiene con su madre, en el sentido de que le da una nieta de la cual hacerse cargo, lo cual actúa como un distractor al dolor de la infidelidad, encontrándole un nuevo sentido a la vida y a la posibilidad de ser mamá nuevamente.

En el caso de Carolina, su madre biológica es su madre y hermana a la vez, provocando una confusión en Carolina con respecto a bajo qué circunstancias puede recurrir a Pilar, dado que en ciertos momentos la ve a como su hermana y otras la ve como su mamá; además en ciertos momentos, Carolina cuida a Pilar como si fuera su hija. Las viñetas que se exponen a continuación dan cuenta de esto: “A Pilar la siento como mi hermana mayor”. “¡Ella es mi mamá!”.

Por otra parte una coalición consiste en la unión de dos o más miembros para perjudicar a otro. En esta familia, por un lado, se aprecia una coalición entre Sra. Alejandra y Alejandra en contra de Pilar, que tiene como objetivo desacreditar a Pilar en relación a sus capacidades, tanto personales como de madre, con el fin de que no mantenga contacto con Carolina, así se diluye la incertidumbre de que Pilar asuma un rol activo de su maternidad.

Por otro lado, en determinados momentos se observa una coalición transgeneracional de Carolina y la Sra. Alejandra en contra de Pilar, logrando situar a esta misma, en un rol de hermana conflictiva más que de madre. Refiriéndose al regreso de Pilar a la casa, Carolina señala: “Mejor que no hubiera vuelto, grita mucho, pelea todo el día con mi mamá, cuando llegó se acabó la calma en la casa”.

Por otra parte, Pilar y Carolina se coalicionan en contra de Sra. Alejandra, con el fin de demostrarle que ellas quieren estar juntas y, de esta manera, desacreditarla en su rol de madre. Carolina expresa: “Estoy cansada de que me quieran separar de la Pilar (…) ella es mi mamá (…) me da rabia de que traten que no esté con ella…Ella es mucho mejor mamá que mi mamá”.

Se puede apreciar que Carolina está conflictuada entre dos lealtades, una hacia su madre-abuela y otra hacia madre-hermana. Este tipo de lealtad se observan como compromisos verticales, es decir hacia los padres, siendo leal con Pilar sólo cuando involucra su rol de madre. Esto se observa ya desde la primera sesión en que describe a Pilar como hermana, desacreditándola en su comportamiento y posteriormente la idealiza cuando se refiere a ella en su rol de madre.

A mayor triangulación, menor individuación en los miembros de la familia y probablemente en la generación siguiente se replique lo mismo. Se puede ver como en esta familia rara vez ocurren transacciones diádicas; predominando la interacción triádica o de grupo.

En este sentido, se puede ver que cuando nace Carolina y la adopción se hace efectiva, empieza a aparecer la primera sintomatología de Pilar, la cual se manifestaba en crisis de pánico. Llama la atención que esta sintomatología aparece justo cuando Pilar está en un momento donde se presenta la ambivalencia entre autonomía y dependencia de sus padres. Lo que da cuenta de las dificultades de diferenciación de Pilar. Según señala Alejandra: “Pilar gritaba que le iban a quitar a su hija y no se calmaba con nada”. En este sentido, parece relevante destacar que apenas nace Carolina, Pilar empieza a “enfermarse”, lo que llevaría a justificar el tema de la adopción, ya que se inhabilita como madre, siendo leal con la Sra. Alejandra y con la decisión que tomaron de adoptar a su hija. Cuando la Sra. Alejandra se hace cargo de Carolina, ésta aparta de las decisiones relativas a la niña a Alejandra, quien en ese tiempo se casa y se va de la casa. Alejandra refiere: “Nunca estuve de acuerdo en como la estaban criando, así que no me metí más”.

En este contexto, Pilar desarrolla una sintomatología cada vez más compleja, presentando tres intentos de suicidio. Luego del primer intento de suicidio, Pilar queda internada y empieza un tratamiento psiquiátrico y psicológico, el cual se mantenía al momento de la consulta por Carolina. A partir del primer intento de suicido, Carolina comienza a adoptar un rol cuidador de su madre biológica, sobre todo cuando ésta consumía alcohol. Sra. Alejandra (dirigiéndose a Carolina): “La otra vez que se quedaron solas trató de suicidarse y ahora cuando te quedas con ella todo el rato la estás cuidando tú”.

En total Pilar realiza tres intentos de suicidio. Luego del tercer intento Alejandra decide que es momento de volver a criar a Carolina, por lo que decide llevársela a vivir a su casa, para lograr ponerle normas y límites ya que considera que entre su mamá y su hermana no son capaces de criar a Carolina. Claramente es posible de observar que en la toma de decisiones, respecto a la crianza de Carolina (permisos, castigos, normas, etc.), la Sra. Alejandra comparte su jerarquía con alguna de sus hijas, promoviendo la interacción triádica, lo que confunde aún más los roles.

En el conflicto trigeneracional, que se estructura como un triángulo familiar, tiende a definirse a la abuela dominante, a la madre irresponsable y al niño o niña presentando un problema de conducta. En esta familia toda la autoridad recae en la Sra. Alejandra, mientras que Pilar y Carolina funcionan como un subgrupo vagamente diferenciado.

En este caso, se generaría la siguiente secuencia del conflicto trigeneracional: La Sra. Alejandra se hace cargo de Carolina, protestando porque Pilar es una irresponsable y no logra atender a la niña como debiera. “Pilar no es capaz de hacerse cargo de la Carolina, yo prefiero que no se vean, que no compartan, para que Carolina pueda salir adelante”.

De esta forma, la Sra. Alejandra se une a Carolina en una coalición transgeneracional contra Pilar, lo que provoca en Carolina un profundo conflicto de lealtades y logra que Pilar decida dejar el cuidado de su hija en ella. Carolina empieza a presentar conductas problemáticas en el colegio, y bajo rendimiento escolar, con lo que la Sra. Alejandra le dice a su hija que se haga cargo. Cuando Pilar intenta hacerse cargo de su hija, la Sra. Alejandra alega señalando que Pilar es una irresponsable y que no puede hacerse cargo de Carolina, con lo que Pilar se retira y deja que su madre cuide a su hija. Sin embargo, cuando la madre se siente sobrepasada por las conductas desafiantes de Carolina, le ordena a Pilar que se haga cargo. “Cuando la Caro se porta mal mi mamá me dice: ésta es tu hija, hazte cargo alguna vez en la vida”.

Cuando se le pregunta a la adolescente como se siente, señala: “Me siento como un objeto, me pelotean de un lado para el otro. Pilar me manipula, a veces es mi hermana y a veces es mi mamá, me gustaría que se decidiera”.

Y así vuelven una y otra vez a la misma secuencia y el círculo se completa. La familia llega a terapia en medio de esta secuencia y cuando se empiezan a generar cambios estructurales desertan ya que ven amenazada la homeostasis del sistema familiar.

Análisis: Las dificultades en el proceso de individuación

La adolescencia es una fase crítica que demanda la reestructuración de la estructura y dinámica familiar y sobre todo respecto del desempeño de los roles parentales. Se espera que los padres apoyen a los hijos en esta etapa y muestren un grado de sensibilización frente a sus intentos de diferenciación. Se puede observar como la Sra. Alejandra muestra dificultades para flexibilizar las pautas transaccionales con respecto a los permisos y a la forma de vestir de Carolina. En este sentido, los intentos de diferenciación de Carolina aparecen como una amenaza a la estabilidad familiar. Al respecto, la Sra. Alejandra señala: “Carolina se siente grande, nunca estuve de acuerdo con ese corte de pelo ni con la ropa que usa, pero a mí ni me preguntaron”.

Además se sabe que en esta etapa los pares cobran especial importancia. Pilar, con el fin de acercarse a su hija, se transforma en amiga y la acompaña a todas las cosas de adolescentes, lo que permite en cierto modo, que Carolina logre dar algunos pasos en pos de su proceso de individuación. Sin embargo, posteriormente se observa que este tipo de conductas confunde a Carolina con respecto a los roles que le competen a Pilar. “Con la Pilar vamos a las fiestas pokemonas y ella me cuida, ella me deja fumar y entiende por todo lo que estoy pasando, mi mamá es vieja y no cacha que me gusta hacer cosas de jóvenes, en cambio la Pilar me entiende en eso”.

Todo esto se ve aún más dificultado, debido a que las tareas evolutivas de esta etapa, la reactivación y la búsqueda del sentido de identidad, los lleva necesariamente a abordar su historia de origen en la búsqueda de una integración.

En el presente caso clínico se puede observar que en el subsistema conyugal no hay una clara redefinición de la relación en concordancia con la separación. Además, frente a problemas conyugales, en este caso el proceso de separación, uno de los hijos se convierte en chivo emisario. Las dificultades más graves se observan en el subsistema parental, donde no existe una constancia respecto de quienes conformarían este holón, destacando la presencia de una hija parentalizada. Además se puede observar que las imágenes parentales son débiles, los roles no están bien definidos, manifestándose una confusión de roles maternales. Al no estar bien delimitados los subsistemas nadie sabe con exactitud qué rol le corresponde.

En relación a los límites, se puede observar que entre los subsistemas éstos son difusos. Las fronteras hacia lo externo son rígidas, por lo que los intercambios comunicacionales con fuentes extrafamiliares de apoyo se encuentran limitadas al máximo. En conclusión, se puede decir que la pertenencia a los distintos subsistemas se ve dificultada debido a que los límites entre éstos no se encuentran bien delimitados.

Asimismo aparece un ordenamiento jerárquico confuso, que lleva a la presencia de múltiples coaliciones transgeneracionales, siendo las más importantes para este caso, las de la Sra. Alejandra y Carolina contra Pilar, y las de Carolina y Pilar contra la Sra. Alejandra. Llama la atención, que estas tres personas, madre biológica, madre adoptiva e hija, funcionen constantemente trianguladas de una u otra manera.

En los párrafos anteriores podemos apreciar como esta familia posee múltiples patologías estructurales, sin embargo, muchas de ellas estaban presentes antes de que se llevara a cabo la adopción interfamiliar, provocando esta última la rigidización de las pautas transaccionales y de las fronteras externas, evitando explorar alternativas.

La bibliografía nos señala que es probable que los adolescentes muestren signos de psicopatología cuando exista una confusión de los roles parentales, se identifique la presencia de límites rígidos o difusos y se observe un ordenamiento jerárquico confuso (Paramo, 2011). Además se señala la presencia de coaliciones en la familia como un factor determinante que influye en problemas psicológicos en uno o varios miembros de la familia. En este sentido no ha de extrañarnos que la adolescente presente sintomatología emocional y conductual, producto de una patología estructural en la familia.

A nivel transgeneracional, se observa que la Sra. Alejandra, Pilar y Carolina, se encuentran insertas en la secuencia de un conflicto trigeneracional típico, lo que se complejiza aún más debido a una serie de lealtades transgeneracionales, algunas de las cuales se contraponen entre sí provocando un serio conflicto de lealtades en Carolina. Pilar lucha constantemente por ganarse el derecho de estar con su hija, además del amor y respecto que ella le puede tener. En relación a esto, en esta etapa del ciclo vital, la adolescencia, otro sistema entra en competencia con Pilar: el grupo de pares. Entonces la estrategia de Pilar se focaliza en acercarse a Carolina como amiga, transgrediendo aún más los límites que separan al subsistema parental y el fraternal, provocando una doble confusión acerca de quien desempeña los roles maternos.

Todo lo anterior repercute en que el proceso de individuación se vea dificultado, lo que finalmente se estaría relacionando con la presencia de sintomatología emocional y conductual de la adolescente.

 

Conclusiones

La adolescencia es un período de crisis familiar. Los padres deben negociar normas y permisos, junto con empezar a darles cada vez mayor autonomía a los adolescentes, con el fin de que logren realizar adecuadamente el proceso de diferenciación de los padres (Montt & Ulloa, 1996). El adolescente pasa de ser “el hijo de” a una persona independiente y autónoma, con sus propias opiniones y capacidades. Sin embargo, cuando nos encontramos con familias de tres generaciones donde el adolescente no tiene claro quienes son sus padres, esta tarea se complejiza aún más, ya que no tienen claro de quien deben diferenciarse, generando muchas veces crisis familiares con el fin de lograr una reestructuración de la familia, tratando de delimitar claramente los roles parentales (Oyserman, Radin & Ben, 1993).

La historia familiar juega un papel determinante en cómo se ha estructurado la familia, sobretodo cuando nos encontramos frente al caso de un embarazo adolescente, que tuvo como solución la adopción interfamiliar. El desempeño de la paternidad y la maternidad es una misión compleja y difícil que tiene gran impacto en la vida del ser humano. Cuánto más jóvenes, y más si son madres adolescentes que no están preparadas para tomar este tipo de responsabilidades, la familia de origen suele tomar las riendas de la situación y poner las normas (Rangel, Valerio, Patiño & García, 2004). La autoridad la tienen los abuelos. El niño, hasta que nace, no es de nadie, después es de todos menos de su madre.

Aunque se puede plantear que muchas veces el embarazo en la adolescencia es un embarazo no deseado, claramente se ve que inconcientemente el embarazo es deseado, actuando como una forma de devolver la homeostasis del sistema en crisis. Esto hace de éste un acontecimiento que inicialmente es vivido como una adversidad, tanto por ellas como por las personas que constituyen los miembros más significativos de su entramado vincular, y que luego se convierte en la posibilidad de encontrarle un sentido distinto a la vida y las posibilidades de acción.

Con el embarazo adolescente, se afianza la relación de dependencia madre-adolescente, en un período de la vida caracterizado por la búsqueda de independencia de los vínculos parentales. Es más, dado que con frecuencia la adolescente se identifica con su propio hijo como bebé dependiente y necesitado de ayuda, se le dificulta ocupar el lugar de madre, regresando al lugar de hija y bebé desamparada, situación que lleva, muchas veces, a tomar decisiones como la adopción intrafamiliar.

En esta situación vincular de dependencia, cuando la adolescente desea cuidar a su bebé, o tenerlo con ella, en muchas oportunidades la madre la descalifica. La madre-abuela toma tan en serio su papel, que a su vez despoja a la hija de su función de madre, asumiéndola ella frente a su nieto, ahora tomado como un hijo más.

En este tipo de situaciones, ocurre un cambio de roles y funciones que, inherentemente, lleva a un cambio estructural de la familia que involucra la creación de nuevos subsistemas con nuevos roles asociados. Esto complejiza la estructura familiar, teniendo que redefinir las relaciones entre sus miembros. Los roles parentales siguen esperando establecer un nuevo tipo de relación, entrando en una lucha de poder entre quienes deben desarrollar este tipo de roles. En este contexto, la estructura familiar puede estructurarse en triángulos, donde la lealtad ocupa un papel fundamental. Sin embargo, los triángulos normalmente evocan emociones muy dolorosas, sin importar en qué lugar del triángulo se sitúen. Las personas tienen dos alternativas, o hacer frente a sentimientos como los celos, la humillación y la traición, o bien vivir con la sensación de ser traidores o deshonestos, o de estar haciendo daño a alguien, o tener la convicción de ser un fracaso. Las emociones implicadas en relaciones triangulares son a menudo terriblemente angustiosas, afectan a la autoestima, y a menudo podemos encontrar a los implicados intentando culpar a alguien de la presencia de un triángulo en sus vidas. En este sentido, podemos entender, que a mayor triangulación, menor será la individuación lograda por los adolescentes.

Una familia disfuncional, es decir, organizada en triángulos, con límites difusos, roles débilmente definidos jerarquías invertidas, presentará mayores dificultades para cumplir su papel, limitando con ello, la forma de relación entre sus miembros y, por ende, sus alternativas para desarrollarse. No es de extrañar, que las dificultades en el proceso de individuación, vayan pasando de generación en generación, configurando una atmósfera de confusión en el entramado vincular. En familias, las cuales se encuentran altamente fusionadas y se han estructurado rígidamente, la individuación constituye una amenaza para la estructura familiar. En este sentido, las dificultades de individuación de estos adolescentes están marcadas por la obediencia a mandatos y lealtades familiares. Cuando el sentido de pertenencia familiar prevalece por encima de los deseos del adolescente, el crecimiento personal puede nulificarse y aparecen los síntomas, como un llamado de alerta.

Todo lo anteriormente expuesto, en el estudio de caso, nos permite darnos cuenta de la complejidad con que se estructura la familia en casos donde tiene lugar la adopción interfamiliar, sobre todo en lo referido a la confusión de los roles maternos, que llevan a desarrollar dificultades en el proceso de individuación. Sin embargo, cabe destacar que el análisis se realizó con una sola familia, no pudiendo generalizarse los resultados a la población.

 

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Submissão: 22/03/2013
Última revisão: 30/04/2013
Aceite final: 20/05/2013

 

 

 

Sobre a autora

María Cecilia Besser Spichiger: Psicóloga Universidad del Desarrollo, Magister en Psicología Clínica Infanto Juvenil. Pontificia Universidad Católica de Chile. Docente Universidad del Desarrollo. Académica área Psicología del Desarrollo y clínica infanto juvenil. Universidad Católica Silva Henríquez.


1 E-mail: mbessers@ucsh.cl

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