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Desidades

On-line version ISSN 2318-9282

Desidades  no.30 Rio de Janeiro May/Aug. 2021

 

TEMAS SOBRESALIENTES - SECCIÓN TEMÁTICA

 

Movilidades infantiles en pandemia: develando espacialidades invisibles de la niñez en Latinoamérica

 

Children´s mobilities in pandemic: unveiling children's invisible spatialities in Latin America

 

Mobilidades infantis na pandemia: revelando espacialidades invisíveis da infância na América Latina

 

 

Susana Cortés-MoralesI; Gabriela Guarnieri de Campos TebetII; Jenny Patricia Acevedo-RincónIII

IPontificia Universidad Católica de Valparaíso, Instituto de Geografía, Valparaíso, Chile
IIUniversidade Estadual de Campinas, Faculdade de Educação, São Paulo, Brasil
IIIUniversidad del Norte, Instituto de Estudios en Educación, Barranquilla, Colombia

 

 


RESUMEN

Una diversidad de formas y escalas interdependientes de movilidad constituyen lo que entendemos por vida social. La actual pandemia ha revelado espacialidades y movilidades esenciales en la vida cotidiana de la niñez, usualmente invisibilizadas, así como diferentes formas en que estas movilidades están interconectadas. En este artículo reflexionamos sobre cómo las medidas adoptadas frente a la pandemia en Brasil, Chile y Colombia están reconfigurando las movilidades y espacialidades de la niñez en estos contextos caracterizados por agudas desigualdades socioeconómicas, revelando además aspectos del cotidiano de la niñez y sus movilidades ignoradas o poco presentes en estudios de infancia y movilidades, en general. Analizar la reconfiguración de la vida de niñez en pandemia desde una perspectiva de movilidades nos lleva a enfatizar la relevancia de sus micro-movilidades, por ejemplo, en el espacio doméstico, lo cual ilustramos con dos cartografías de bebés desarrolladas en Brasil y Colombia, antes y durante la pandemia.

Palabras clave: movilidades de la niñez, desigualdad, COVID-19, micro-geografías, cartografías.


ABSTRACT

A diversity of interdependent types and scales of mobility constitute what we know as social life. The current pandemic is revealing everyday mobilities and spatialities in children's lives that usually remain invisible, as well as the ways in which they are interconnected. In this paper we reflect upon how the measures taken for facing the pandemic in Brazil, Chile and Colombia are reconfiguring children´s mobilities and spatialities in these highly unequal contexts, unveiling aspects of children's everyday lives and mobilities usually ignored or rarely present in childhoods and mobilities studies in general. Analyzing the reconfiguration of the infant's life in pandemic from a mobility perspective leads us to emphasize the relevance of their micro-mobilities, for example in the domestic space, which we illustrate with two cartographies of babies developed in Brazil and Colombia, before and during the pandemic.

Keywords: children´s mobilities, inequality, COVID-19, micro-geographies, cartographies.


RESUMO

Diversas formas e escalas de mobilidade interdependentes constituem o que entendemos por vida social. A atual pandemia revelou espacialidades e mobilidades essenciais no cotidiano das crianças, geralmente invisíveis, bem como diferentes formas de interligação destas mobilidades. Neste artigo refletimos sobre a forma como as medidas adotadas em resposta à pandemia no Brasil, Chile e Colômbia reconfiguram as mobilidades e espacialidades das crianças nestes contextos caracterizados por graves desigualdades socioeconômicas, revelando aspectos do cotidiano das crianças e das suas mobilidades que foram ignorados ou pouco presentes nos estudos sobre a infância e as mobilidades em geral. Analisar a reconfiguração da vida infantil na pandemia sob a ótica da mobilidade nos leva a enfatizar a relevância de suas micro-mobilidades, por exemplo no espaço doméstico, que ilustramos com duas cartografias de bebês desenvolvidas no Brasil e na Colômbia, antes e durante a pandemia.

Palavras-chave: mobilidades infantis, desigualdade, COVID-19, micro-geografias, cartografia.


 

 

Introducción

La perspectiva de movilidades planteada por Cresswell (2006, 2010), Sheller y Urry (2006), Urry (2007), entre otros, enfatiza la pluralidad y diversidad de formas y escalas de movilidad que constituyen lo que entendemos por vida social, así como también la interdependencia e interconexión entre estas formas y escalas. En este sentido, Sheller y Urry (2006) insisten en la necesidad de aproximarnos a ellas entendiendo su interdependencia, dado que las formas en que nos movemos no son independientes unas de otras. Sin embargo, los estudios de movilidad de la niñez se han concentrado principalmente en el desplazamiento físico de los niños1, ignorando otras formas y escalas de movimiento, y dejando una gran gama de movilidades que forman parte de la vida cotidiana de la niñez dentro de la amplia categoría de inmovilidades, o como foco de atención de otros campos de estudio - por ejemplo, estudios migratorios, ciencia y tecnología, desarrollo psicomotor, etc. (CHRISTENSEN; CORTÉS-MORALES, 2017; MURRAY; CORTÉS-MORALES, 2019).

La actual pandemia ha dejado en evidencia lo planteado por la perspectiva de movilidades, develando las múltiples e inesperadas formas en que se establecen, mantienen y/o bloquean las relaciones con otros a través de diferentes formas de movilidad - corporales, virtuales, imaginarias, así como también del movimiento de otras personas y objetos - en diferentes escalas que componen la vida cotidiana. Durante el 2020 observamos cómo la limitación espacial y de la movilidad corporal de la niñez significó una reducción o reconfiguración de sus espacialidades, actividades y relaciones con otros. Al mismo tiempo, muchos niños mantuvieron o expandieron sus relaciones más allá del espacio doméstico, aún si su movilidad física estaba restringida a este, evidenciando cómo normalmente sus espacios de acción y percepción se extienden más allá del espacio inmediato. Además, la pandemia y sus efectos espaciales sobre la infancia han agudizado y puesto al descubierto, una vez más, las grandes desigualdades que caracterizan la vida de la niñez, a nivel local y global.

En este artículo nos proponemos reflexionar, por una parte, sobre cómo las diversas medidas tomadas frente a la pandemia han reconfigurado las movilidades y espacialidades de la niñez, particularmente en Brasil, Chile y Colombia, caracterizados por agudas desigualdades socioeconómicas, desde donde las tres autoras nos situamos como investigadoras en torno a la infancia. Tratándose de un fenómeno global con impactos locales diferenciados, nos parece de suma relevancia generar diálogos, comparar y contrastar los efectos de la pandemia en la vida cotidiana de la niñez en diversos contextos. Para comenzar, discutimos brevemente sobre cómo la movilidad y espacialidad han sido comprendidas en los estudios sociales y geográficos de la infancia, y cómo la perspectiva de movilidades contribuye a generar una comprensión de las movilidades de la niñez que la sitúa en relación a procesos, lugares y actores más allá de sus espacialidades inmediatas. Luego presentamos los principales aspectos que han caracterizado la vida de la niñez en pandemia durante 2020 en Brasil, Chile y Colombia, tanto sus diferencias como similitudes. En base a esto, discutimos cómo estas situaciones implican una reconfiguración de las movilidades de la niñez, y por lo tanto un re-posicionamiento como actores en el mundo, así como los desafíos que esto implica para quienes nos proponemos continuar investigando la vida cotidiana de la niñez, contribuyendo a visibilizar sus experiencias, perspectivas e interacciones. Finalmente, reflexionamos sobre los aspectos usualmente ignorados por los estudios de la movilidad de la infancia, cuya relevancia estas reconfiguraciones hacen evidente, particularmente la movilidad dentro de los límites físicos del hogar.

 

Discusión teórica

Los estudios de movilidad de la niñez se han enfocado principalmente en los desplazamientos corporales realizados por niños cotidianamente entre sus hogares y otros lugares/actividades como escuela, actividades deportivas y recreativas, familiares, así como en los riesgos (tráfico, delincuencia, bullying) y percepciones de riesgo por parte de niña/os y sus padres, usualmente en contextos urbanos del mundo minoritario, y predominantemente en relación a personas en edad escolar (CORTÉS-MORALES; CHRISTENSEN, 2018; MURRAY; CORTÉS-MORALES, 2019). Inicialmente, al menos, estos se han desarrollado desde una perspectiva fija de lugar, desde campos como los estudios de tráfico y las ciencias de la salud, enfocándose en la relación de la niñez con los riesgos asociados al tráfico vehicular, y los efectos nocivos para la salud que tienen los estilos de vida más sedentarios, asociados a una creciente automovilización de la niñez (SHAW et al., 2013). En este tipo de estudios, ha habido un énfasis en metodologías cuantitativas que buscan generar información sobre aspectos específicos de los desplazamientos entre dos puntos, por ejemplo, casa-escuela, muchas veces desde la perspectiva de los adultos. Otro tipo de estudios han buscado conocer de cerca la experiencia que los niños tienen de estos desplazamientos, relevando lo que sucede en el camino, especialmente cuando viajan sin compañía adulta, o lo que se conoce como movilidad independiente. Investigaciones más recientes, desde esta última línea, han enfatizado el rol de tecnologías móviles y materialidades en la experiencia de la movilidad corporal de los niños y el carácter interdependiente y relacional de sus prácticas móviles (MIKKELSEN; CHRISTENSEN, 2009; NANSEN et al., 2014). En general, todos estos estudios se han enfocado en la movilidad corporal, y en el rol que otras movilidades tienen en relación a esta.

La perspectiva de movilidades, sin embargo, plantea la necesidad de comprender las diferentes formas de movilidades (corporales, virtuales, imaginarias, tanto de personas como de imágenes, información y materialidades) como prácticas interdependientes que no hacen sentido separadamente, sino en su conjunto. Desde este punto de vista, son las movilidades en plural las que sostienen las relaciones sociales de las que somos parte, a través de la circulación de cuerpos, objetos, información e imágenes por múltiples medios. Pensar la vida cotidiana de la niñez desde esta perspectiva nos desafía a, por una parte, tomar en consideración una mayor diversidad de movimientos y escalas, más allá del desplazamiento corporal dentro de una escala local. Y, por otra parte, a observar las conexiones entre estos movimientos y escalas. Lo anterior implica además poner en diálogo campos de estudio hasta ahora independientes, enfocados en diversas formas de movilidad - como por ejemplo los estudios migratorios, psicomotores, tecnológicos, virtuales, entre otros.

Esta aproximación a la niñez nos permite posicionarles en el mundo de una manera que busca superar la dicotomía entre lo local y lo global, observando cómo, incluso si sus movimientos corporales y espacialidades inmediatas se limitan al espacio de lo local, otras formas de movilidades les sitúan en relación a fenómenos, lugares y personas más o menos lejanos, en diversas escalas geográficas que conviven en su cotidianidad. Esta perspectiva coincide con una comprensión del espacio como la planteada por Doreen Massey (2005), entendido como interconexiones y el resultado de encuentros, y una noción de lugar en que las relaciones que lo constituyen no están organizadas tanto en escalas sino en "constelaciones de coherencia temporal", o

Un lugar de encuentro, la locación de las intersecciones de conjuntos particulares de espacios de acción, de conexiones e interrelaciones, de influencias y movimientos (...) tanto locales como aquellas que se extienden más ampliamente, incluso internacionalmente. Todo lugar es, en esta forma, una mezcla única de las relaciones que configuran el espacio social (MASSEY, 1995, p. 59 e 81).

Desde esta perspectiva relacional (y política) del espacio, éste adquiere una dimensión social y es considerado como el resultado nunca acabado de interrelaciones, un encuentro coyuntural de conexiones materiales en potencia y de trayectorias en proceso (de elementos humanos y no humanos), "una simultaneidad de historias en el presente" (MASSEY, 2008, p. 33). En este contexto, la movilidad, entendida como las prácticas relacionadas al cambio de posición, adquiere también una nueva connotación: en lugar de exclusiva o necesariamente involucrar el desplazamiento corporal de un punto a otro, la movilidad se refiere entonces a las prácticas a través de las cuales se establecen, mantienen o se activan conexiones que componen la espacialidad, generando cambios posicionales y lugarizaciones específicas (CORTÉS-MORALES, 2015).

A partir de esta concepción del espacio, es necesario crear formas de registro que den cuenta del encuentro de tantos caminos heterogéneos que se cruzan en un lugar determinado. Los mapas tradicionales se ponen a prueba, ya que en esta perspectiva relacional del espacio "todo se mueve" (MASSEY, 2008, p. 199) y la posicionalidad es diferente según el foco desde el que se mire. En este sentido, la propuesta de Deligny (2015) para entender y registrar el espacio en sus mapas de los recorridos de niños autistas (TOLEDO, 2013) contribuye en esta búsqueda. Mientras que Massey busca comprender cómo el encuentro de trayectorias define contínuamente el espacio, Deligny busca comprender cómo las trayectorias y el espacio definen lo individual, lo común y lo colectivo (la noción de "nosotros"), como discutiremos más adelante en relación a los movimientos intra-hogar de los bebés.

Situando la pandemia de COVID-19 desde Brasil, Chile y Colombia

En este apartado discutiremos los aspectos que consideramos más relevantes acerca de cómo se ha enfrentado la pandemia de COVID-19 en Brasil, Chile y Colombia, para aproximarnos a cómo las movilidades y espacialidades de la niñez están re-configurándose en este contexto. Con este propósito, presentamos algunas de las principales características comunes a estos tres países en el manejo de la pandemia, así como sus diferencias más sobresalientes, en torno a tres ejes temáticos: (i) regulación de y restricciones a la movilidad a nivel gubernamental; (ii) propuestas de continuidad de la educación; (iii) dinámicas familiares y sociales.

Regulación de y restricciones a la movilidad a nivel gubernamental

En Brasil, Chile y Colombia, los primeros casos de COVID-19 aparecieron entre febrero y marzo de 20202, al inicio del año escolar. Las estadísticas de contagio y muertes por COVID-19 en los países investigados, hasta el 30 de enero de 2021 se presentan en la Figura 1.

En Brasil, desde un comienzo y durante toda la pandemia, el gobierno federal ha subestimado los efectos del virus. A pesar de algunas directrices dadas inicialmente por el Ministerio de Salud y mantenidas por los estados y municipios, que orientaban el aislamiento social bajo el lema Si puedes, quédate en casa, el gobierno federal no propuso una política efectiva de aislamiento. Por el contrario, el presidente circuló constantemente sin llevar barbijo/mascarilla, promovió las aglomeraciones y cuestionó la suspensión de las actividades escolares y del sector económico por parte de los estados y municipios. Con la autonomía definida por la Corte Suprema a los estados y municipios para proponer acciones específicas, cada localidad implementó políticas específicas, pero en la mayor parte de Brasil no hubo medidas de confinamiento.

En el caso de Chile, con el primer caso confirmado el 3 de marzo, se decidió cerrar los establecimientos educativos el 16 de marzo, en el contexto de discusiones entre las autoridades municipales (quienes querían cerrar las escuelas) y gubernamentales (quienes querían mantenerlas abiertas). Algunos días más tarde, esta medida fue seguida por la puesta en marcha de un sistema de cuarentenas "dinámicas", en que diferentes municipios, o incluso partes de estos, podían entrar en cuarentena mientras otros permanecían funcionando normalmente. Esto derivó en el Plan Paso a Paso, estrategia que define cinco fases desde la cuarentena total a la apertura inicial, de acuerdo a los indicadores epidemiológicos, red asistencial y trazabilidad (SECRETARÍA DE COMUNICACIONES GOBIERNO DE CHILE, 2020).

La cuarentena, inicialmente, implicó que las personas debían quedarse en casa, excepto para actividades esenciales, para la realización de las cuales había un máximo de 5 permisos semanales por persona (adulta) que luego se redujo a dos. Según el criterio establecido por las autoridades, estas incluían compra de víveres, remedios, horas médicas, trámites bancarios, recoger comida de establecimientos educacionales en caso de que los niños fuesen beneficiarios de comidas escolares, salidas de personas en el espectro autista, atender a un funeral de un familiar cercano, y para dar el paseo a mascotas. Como puede observarse, no existía ningún tipo de permiso para niños, y esta situación se extendió hasta agosto 2020, cuando se crearon tres permisos semanales, en días y horarios acotados y de 90 minutos cada uno, para que personas menores de 18 pudiesen salir "al aire libre". En algunos municipios, los niños pasaron alrededor de cinco meses sin permiso para salir de sus casas.

Medidas similares se adoptaron en Colombia, desde el primer caso de contagio detectado en Bogotá3s. A partir del momento de la declaratoria de emergencia sanitaria por COVID-19 por parte de la OMS el 19 de marzo, la Presidencia de la República de Colombia expidió directivas nacionales en las que se pretendía proponer el teletrabajo o trabajo remoto utilizando la virtualidad a todas las entidades de los diferentes sectores, sin importar su naturaleza constitutiva como pública o privada.

El 25 de marzo, el presidente4 declaró el estado de emergencia en el cual se imponía la cuarentena obligatoria, iniciando con la fase denominada de prevención y preparación, hasta que el 31 de marzo cuando dio inicio la fase de contención y fase de mitigación5, que amplió las posibilidades técnicas y los recursos humanos para aplanar la curva epidemiológica. Durante el periodo de cuarentena nacional obligatoria, se prohibieron los movimientos entre ciudades. Las terminales aéreas y terrestres y pasos fronterizos permanecieron cerrados hasta superado el primer punto álgido. Además, el tránsito de vehículos en el territorio nacional sólo se permitía por motivos esenciales, contemplando la libre circulación de personal de la salud, de algunos sectores económicos (manufactura, construcción, bancos, supermercados) y enfermos con citas médicas debidamente justificadas (sin acompañante), así como la libre movilidad de un miembro por familia para dirigirse a citas médicas, supermercado o farmacias, de acuerdo con el número final del documento de identificación (medida llamada pico y cédula); es decir, día par, salía la persona cuyo número de identificación termina en par, y de la misma manera, cuando era impar. Dentro de estas medidas, se contemplaron algunas excepciones desde el ministerio de salud a favor de las personas con discapacidad, de adultos mayores y de niños y adolescentes. En mayo de 2020 el Ministerio de Salud decretó la posibilidad de desplazarse hasta 1 km del domicilio, para los niños y jóvenes entre 6 y 17 años manteniendo el distanciamiento social con un máximo de 3 niños por familia, sin comorbilidades. Asimismo, se prohibió el uso de bicicletas, monopatines, patines, parques infantiles, gimnasios y, en general, cualquier posibilidad de juego al aire libre, bajo la justificación de que los niños podrían portar el virus de manera asintomática o leve.

Propuestas de continuidad de la educación

En relación la educación, los tres países tienen en común una aguda distinción entre sistemas de educación pública y privada, una distinción que ha marcado en diversos grados la continuación de la educación durante la pandemia.

En Brasil, mientras que las escuelas públicas permanecieron cerradas durante 2020 en la mayoría de los municipios, algunas escuelas privadas se comprometieron a seguir las normas de seguridad que incluían distancias mínimas entre los pupitres (1,0 a 1,5 metros), uso de barbijo/mascarilla, y reducir la capacidad máxima de los espacios escolares, reanudando bajo estas condiciones sus actividades en el segundo semestre de 2020. En la ciudad de São Paulo se realizó una encuesta serológica en niños de entre 4 y 17 años y los resultados indicaron una gran diferencia en las tasas de contagio entre los niños de escuelas públicas y privadas, lo que justificó el no retorno a las actividades presenciales regulares en 2020 de los niños de las escuelas públicas municipales6.

En Chile, tanto las escuelas públicas como privadas tuvieron la posibilidad de reabrir hacia finales del año escolar 2020, según en qué fase del Plan Paso a Paso se encontraran sus comunas, pero solo un 15% de ellas lo hizo. Durante el verano, un 40% de las escuelas del país ha reportado estar en condiciones de reabrir recibiendo diariamente a la totalidad de sus estudiantes en marzo 2021, mientras un 47% de las escuelas urbanas planean una reapertura en modalidades híbridas (una mezcla de clases presenciales y remotas con sistemas de turnos) (FERNÁNDEZ, 2021). La decisión depende, en gran parte, de los recursos e infraestructura de cada establecimiento para cumplir con el distanciamiento mínimo y aforo máximo. Esta situación refleja y agudiza la desigualdad entre establecimientos educacionales del sistema público y privado, así como entre diferentes territorios. La desigualdad también se ha reflejado en la educación remota/virtual, en un país en que el 73% de la población no tiene conexión a Internet móvil, y un 59,6% no tiene conexión a banda ancha en su hogar. Al mismo tiempo, la distribución de la conectividad manifiesta la gran desigualdad territorial presente en Chile, con algunos distritos con 100% de conectividad, y otros con solo 30% (ONA, 2020). De acuerdo con la UNICEF (2020) en América Latina y el Caribe menos del 50% de los niños y jóvenes tienen conectividad en casa, y esta brecha es más marcada en las zonas rurales, donde cerca del 27% tiene acceso a Internet en su casa, en contraste con el 62% de sus pares urbanos.

En Colombia, el sector educativo no fue la excepción ante las medidas nacionales de teletrabajo o trabajo/estudio remoto. Desde el Ministerio de Educación, se propusieron orientaciones para directores y docentes de educación para la prestación del servicio educativo en el hogar durante la emergencia sanitaria por Covid-19. La principal de ellas fue la adopción de estrategias pedagógicas flexibles, inclusivas y contextualizadas para ser desarrolladas con recursos disponibles. Estas estrategias promueven un discurso de aprendizaje "autónomo" de los niños, adolescentes y jóvenes, según sus características y tiempos de desarrollo y sus circunstancias, considerando las dinámicas familiares y los roles de acompañamiento en casa7.

Muchos de estos lineamientos quedaron en propuestas, pues estos dependen de las dinámicas sociales, las posibilidades de acceso a las redes de comunicación y conectividad, que, a pesar de ser reconocidas y promovidas por el Ministerio desde diversos programas de acompañamiento, no se ven reflejadas en la realidad, ya que desde hace décadas ofrecen soluciones parciales a grandes problemas (ACEVEDO-RINCÓN; FLÓREZ-PABÓN, 2020). Por ejemplo, en muchas de las regiones de Colombia aún no hay conexión a Internet, incluso en algunos sectores urbanos. Todavía hay centros de internet8 que prestan el servicio, y en muchos casos, una familia colombiana se debate entre pagar las horas de internet o la comida del día de la familia. Situaciones como estas acentúan la brecha digital en el acceso a la educación de calidad. Por ello, muchos de los profesores de los colegios públicos han preferido "simplificar el trabajo" enviando una serie de guías semanales, que reciben a través del correo electrónico o de la mensajería instantánea o incluso utilizando sus redes sociales personales. A pesar de esto, el Ministerio de Educación hizo un esfuerzo por proponer programas educativos en Radio y Televisión Nacional, empleando los canales institucionales del país (Señal Colombia), en los que se presentan clases interactivas, con conocimientos generales de las diferentes áreas, que apuntan a un desarrollo integral durante el tiempo de emisión, transmitidos a través del Sistema de Medios Públicos como RTVE9 play.

Muchos profesores culminaron el año escolar sin haber tenido contacto con el 100% de sus alumnos, lo cual es aún más preocupante bajo la suposición de que muchos de ellos pertenecen a familias que se han visto económicamente afectadas por la pandemia. Los colegios y en general el ministerio de educación asumen que todos los profesores cuentan con un computador en casa, con alta capacidad de almacenamiento y con un servicio de internet amplio para atender las demandas de la nueva "metodología" de escolarización. A pesar de ello, todos los colegios y universidades, públicos y privados dieron continuidad al año escolar, sin interrupciones.

Algo que llama la atención en este contexto es la ausencia de soluciones fuera del aula, por ejemplo, educación al aire libre. En Brasil, Chile y Colombia, los debates parecen centrarse mucho más en la reapertura o no de las escuelas y en el número de niños que podrán entrar (por turnos o en alternancia) en cada aula, que en la creación de nuevas dinámicas educativas en espacios alternativos. El ejemplo de Paulo Freire, que aprendió a escribir a la sombra de un árbol de mango (FREIRE, 1995) podría inspirarnos para crear otros contextos de aprendizaje en otras sombras por el mundo.

El Mapa Mundial de Regreso a Clases Durante la Pandemia10, elaborado por Vencesalu y Gómes (2021) a partir de datos de la UNESCO, muestra el escenario global en octubre de 2020. En América Latina, sólo Nicaragua mantuvo sus escuelas en funcionamiento. Los estudios de la movilidad de la niñez han mostrado que la escuela constituye uno de los principales motivos de movilidad corporal en la infancia (HORTON; et al., 2014; CHRISTENSEN; CORTÉS-MORALES, 2016; FARIAS; MULLER, 2017). Por lo tanto, el cierre de escuelas ha implicado nuevas escalas de movilidad y relaciones con el territorio y el entorno para la población más joven.

Dinámicas familiares y sociales

En Brasil, al no tener una política nacional de aislamiento y restricción de la movilidad, la circulación o no de los niños en la ciudad y el barrio ha dependido del criterio, posibilidades y necesidades de cada familia. Si bien en Chile y Colombia sí han habido regulaciones estrictas en este sentido, las necesidades reales de las personas - económicas, de salud física y mental y de cuidados - han significado que en la práctica los niños se han desplazado por las ciudades o entornos en que habitan aún sin permiso de las autoridades. En los tres países, sin embargo, principalmente debido al cierre de la mayoría de los establecimientos educativos, la vida familiar ha vivido cambios dramáticos. Su espacialidad y temporalidad se ha compactado, con el espacio de la vivienda siendo ocupado para una multiplicidad de propósitos sin precedentes en las últimas décadas. La desigualdad expresada en el tamaño y calidad de las viviendas ha adquirido aún mayor relevancia en este contexto, en que los hogares deben negociar las actividades y necesidades de todos los miembros de la familia, en espacios y tiempos reducidos. Pero incluso en los casos en que las viviendas cuentan con espacio suficiente para la familia, el uso compartido de estos espacios se ha intensificado, generando nuevas formas de interacción, nuevos tiempos de convivencia y posiblemente problemáticas que vienen de la mano de la fusión de las actividades de la familia que usualmente se generan de manera espacialmente segregada.

En el contexto de crisis económica agudizada, esto ha significado también la agudización de problemáticas como violencia intrafamiliar - tanto en el aumento de su frecuencia como en tanto las víctimas de esta violencia quedan más desprotegidas por el aislamiento espacial -, los cuidados y roles de género - dado que las redes de cuidado se han visto también reducidas, dejando en general a las mujeres-madres con una mayor carga de responsabilidades.

En cuanto a la vida social de los niños, si bien aún no hay estudios concluyentes en este sentido, es de suponer que se ha visto fuertemente limitada en cuanto a encuentros presenciales con pares. En este sentido, las normas sanitarias han sido muchas veces desafiadas por personas de diferentes edades, incluyendo las más jóvenes, por ejemplo, a través de la realización de fiestas clandestinas - la frecuencia de las cuales ha sido posiblemente exagerada por la prensa. Sin embargo, sabemos también que el uso de formas virtuales de comunicación se ha extendido significativamente, no solo para la realización de actividades escolares, sino también para dar continuidad a amistades a través de videojuegos en línea, al crear un espacio virtual común. Las redes sociales han jugado también un rol fundamental en este sentido, a partir de todo lo cual surgen muchas preguntas para quienes investigamos la vida cotidiana de la niñez en este contexto.

Reconfigurando las movilidades de la niñez

En general, es posible decir que las variadas restricciones a la movilidad que hemos observado en Brasil, Chile y Colombia, pero también en casi todos los países del mundo, ha resultado en una movilidad corporal reducida en escala local e interregional para la niñez, de la mano de un uso intensificado de la espacialidad doméstica. La espacialidad cotidiana de los niños, por lo tanto, ha visto limitada su heterogeneidad social, biológica y cultural, en el sentido de que la limitación de la movilidad física en términos de desplazamiento hacia otros lugares conlleva una posible reducción de la diversidad de actores sociales y especies con quienes conviven y comparten espacios o escenarios culturales y geográficos en el día a día. Si bien sería posible deducir de esto que la niñez en pandemia vive una vida más inmóvil, una perspectiva de movilidades como la que hemos discutido anteriormente desafía esta conclusión. Por una parte, porque hay múltiples formas en que la niñez se ha mantenido conectada a otras espacialidades más allá de la doméstica, sin dejar corporalmente sus hogares. El ejemplo más notorio es el uso de medios virtuales como redes sociales y videojuegos. Estos últimos constituyen a veces espacios virtuales tan reales como los espacios materiales que habitan los niños, en cuanto constituyen espacios donde pueden encontrarse con sus pares, bajo las limitaciones que los juegos definen. Pero también hay otras formas menos evidentes, como los despachos de alimentos y bienes de consumo variados, por parte de repartidores cuyo trabajo se ha hecho mucho más visible y relevante durante la pandemia. A través de la movilidad de estas personas, la vida cotidiana de la niñez se ha movilizado también: entendiendo las movilidades como las múltiples formas en que superamos la distancia que nos separa de los lugares, personas, recursos, información a los que necesitamos o queremos acceder, estas personas están teniendo un rol clave en movilizar recursos materiales, comida, documentos, o incluso materialidades que nos permiten seguir conectados con otros, como cartas y regalos, permitiendo que nuestras vidas sigan en movimiento aún si no estamos moviéndonos más allá de los límites domésticos.

Por otra parte, la idea de inmovilidad es discutible porque si hacemos un zoom hacia el interior de las viviendas de los niños (MURRAY; CORTÉS-MORALES, 2019), observamos todo un conjunto de movimientos en diversas escalas, desde la movilidad virtual que sitúa a los niños en relación a sus pares en otros lugares de la misma ciudad o del mundo, hasta los movimientos corporales a través de los cuales habitan los espacios de sus casas, revelando además las interacciones entre estas diversas espacialidades y movilidades.

Ilustrando este último punto, compartimos a continuación las principales observaciones del estudio desarrollado entre 2018 y 2020 en Brasil y Colômbia por un equipo de investigación coordinado por Tebet11 en torno a las movilidades de bebés - un grupo etáreo y social usualmente marginado de los estudios sociales y geográficos de infancia (al interior de sus hogares, antes y durante la pandemia). La metodología utilizada estuvo basada en la producción de cartografías (DELIGNY, 2015) a partir de la observación de la vida cotidiana de los bebés y sus micro-geografías.

Micro-geografías de la vida cotidiana y la movilidad de los bebés en sus hogares

Para Holt (2018) "los bebés y los niños pequeños han sido desatendidos como compañeros de investigación en las geografías críticas y los estudios sociales de la infancia" (p. 408), por lo que la autora argumenta que explorar la experiencia social y espacial de los bebés "puede proporcionar conocimientos útiles sobre los procesos de subjetivación y reproducción de las desigualdades encarnadas" (p. 408), proponiendo como parte de una agenda de investigación con bebés un conjunto de temas, entre los que se encuentra la investigación sobre las micro-movilidades y las micro-geografías de la infancia. Sin embargo, debido a la pandemia que atravesamos a nivel mundial y a los impactos que ha tenido en nuestra vida cotidiana, la mirada a la vida en el hogar adquiere un nuevo énfasis, en un momento en el que todos (aunque de diferentes maneras) hemos sido llamados a "quedarnos en casa".

Investigar a los bebés no ha sido algo frecuente en los estudios sociales y geografías de la infancia, menos aún dentro de sus casas. Sin embargo, ha habido importantes excepciones como Gottlieb (2004), Aitken y Herman (1997), Cortés-Morales y Christensen (2014), Holt (2018), Murray y Cortés-Morales (2019), De Grande (2015; por publicar), Orrmalm (2021) y las investigaciones realizadas por Tebet et al. (2020) y Acevedo-Rincon y Tebet (2021). Estas dos últimas observaron los movimientos de los bebés en sus hogares (y otros espacios) y las relaciones que establecen con otros humanos y con los elementos no humanos que conforman el espacio doméstico. A partir de la observación de bebés de diferentes ciudades de Brasil y Colombia, las autoras produjeron registros cartográficos en formato de imagen y video. La investigación se realizó en 13 ciudades brasileñas, 1 ciudad francesa y 3 ciudades colombianas, involucrando más de 30 familias. En este texto, traemos datos de escenas vividas por 2 bebés, 1 bebé brasileño, negro, de sexo masculino de clase media que vive con su papá y su mamá en el interior del Estado de São Paulo, Brasil, y una bebé de padres colombianos, blanca, de sexo femenino de clase media, que vive con su mamá en casa de sus abuelos en la ciudad de Bucaramanga, Colombia. Presentamos aquí dos de estas cartografías producidas antes y durante de la pandemia con el fin de evidenciar las movilidades y movimientos que ocurren en una microescala, en el ámbito doméstico, argumentando también la relevancia de estudiar las movilidades de la niñez en esta escala, especialmente en el actual contexto pandémico.

Cartografía 1: día de limpieza

La escena de la Figura 2 fue registrada por Tebet en junio de 2019 en el apartamento de una pareja con un bebé en Brasil. Era la quinta visita que la investigadora hacía a la familia y ese día (que era un sábado por la mañana), la familia estaba limpiando el apartamento. El bebé estaba en la sala, sobre una colorida alfombra infantil, rodeado de cojines, como siempre. Mientras la madre limpiaba, el padre prestaba atención al bebé en la alfombra. Cuando los padres pensaron que el bebé quería ser amamantado, la madre se ocupó del bebé y el padre se hizo cargo de la aspiradora y siguió limpiando el apartamento. Aunque la escena fue recogida antes de la pandemia, esta escena nos muestra cómo los diferentes actores de un grupo se involucran en la rutina de limpieza de la casa y cómo esta actividad repercute en la vida del bebé.

En la escena en cuestión, que dura aproximadamente 3 horas, observamos cómo se controla la movilidad del bebé ese día. Siempre hay uno de los adultos muy cerca de él, asegurándose de que no sobrepasa los límites espaciales de la alfombra infantil. Los momentos en los que el bebé sale de la alfombra siempre están bajo el cuidado de alguien, ya sea cuando el padre juega a levantarlo, cuando la madre lo amamanta o cuando ambos intentan dormir el bebé. En ese momento, se deja al bebé en su cuna durante un rato, pero cuando no duerme, se le devuelve a su alfombra en el salón. Todo este movimiento en torno al bebé es explicado por la familia a partir de dos argumentos. La primera fue que el bebé, que hasta hace poco había estado tranquilo en su alfombra, había aprendido a moverse por el apartamento por sí mismo, superando las barreras de almohadas alrededor de la alfombra y arrastrándose por el suelo del apartamento. El segundo argumento era que el suelo del apartamento estaba muy sucio ese día y no era seguro/saludable para el bebé.

A pesar de la preocupación de los padres por controlar los movimientos del bebé, asegurándose de que no se salga de la alfombra, el bebé explora el espacio y se mueve de muchas maneras. Vemos en el registro al bebé boca abajo sobre su alfombra y en esta posición, interactúa con un juguete que le ofrece su padre, con la textura de la alfombra, el cojín que le sirve de barrera, y con un libro que también le ofrece su padre. También vemos un movimiento de arrastre del bebé que es interceptado por el padre. En su cuna, identifica otra perspectiva para explorar el mundo. En posición boca arriba, levanta ambos pies y luego los baja rápidamente, golpeándolos contra el colchón repetidamente, en una especie de juego creado por el propio bebé y observado por el investigador también en otras situaciones previas. El juego fue adquiriendo ritmos e intensidades variadas, siempre acompañadas de risas. Cuando el bebé es arrullado por sus padres, la experiencia espacial adquiere nuevos elementos marcados sobre todo por la experimentación del mundo desde una perspectiva más elevada y por el ritmo de movimiento por el apartamento, que llegaba a otras habitaciones del mismo con rapidez y sin ningún impedimento por parte de otro.

En la escena en cuestión, el regazo es un espacio para dar de comer/alimentar, escuchar cuentos, ser mecido para dormir (y no dormir), y jugar a subir muy alto y luego bajar al suelo. Esta escena nos muestra que cuando observamos con atención las experiencias cotidianas vividas en esta microescala de la vida de un bebé, incluso dentro de su apartamento, podemos ver muchas cosas. Es posible percibir y rastrear estas geografías de sus micromovimientos y las relaciones de poder y también de afecto que las atraviesan.

También es posible pensar aquí en cómo las trayectorias de los diferentes actores mencionados configuran el espacio (MASSEY, 2005) al mismo tiempo que este espacio configura a los individuos (DELIGNY, 2005). La propia ausencia de circulación de COVID-19 en el espacio social de aquel momento permitió la presencia de um adulto más (la investigadora), lo que hoy ya no sería recomendable.

Cartografía 2: en busca de nuevas interacciones

La cartografía de la Figura 4, producida por Acevedo-Rincón registra los movimientos y movilidades de Sophia, una bebé de 1 año y 2 meses durante una tarde de finales del mes de mayo de 2020 en la ciudad de Bucaramanga. La bebé vive con su madre en casa de sus abuelos y tíos desde que llegó de visita (4 adultos y 1 adolescente). La madre acompaña a la niña con dedicación exclusiva a ella. La bebé se mueve por distintos lugares de la casa desde que aprendió a caminar hacía un mes. Se asoma a la entrada principal en donde le gusta ver pasar los pocos carros que están autorizados para transitar, debido a las nuevas medidas de distanciamiento en Colombia. Su curiosidad la lleva a encontrar algo diferente a los carros, un bebé que se aproxima a su reja, a quien se aproxima corriendo para balbucear juntos, ella lo observa en diferentes ocasiones y empieza a tocar las manos y pies del vecino. Ahí mismo, la mamá evita el contacto entre los niños por las recomendaciones de permanecer alejados 2 metros de distancia. El niño, mayor en un año, responde el contacto e intenta contarle en reiteradas ocasiones a la niña que la mamá se encuentra en casa. Los dos niños intercambian palabras, sonidos, gestos, sonrisas, y termina este contacto cuando la mamá de Sophia la retira de la reja, volviendo al interior.

El mapa base representa la entrada principal de la familia de Sophia. En esta escena se registran los movimientos de una bebé, limitados por las normas sociales que impone el distanciamiento en la pandemia. En esta ocasión, la bebé intenta explorar su cuerpo a través del reconocimiento del otro infante, al identificar similitudes y diferencias entre las partes que visualiza y toca atravesando sus manos por entre las rejas que los separan. En este registro se identifican otras movilidades de los infantes en un espacio dentro de los límites del espacio de la casa. Esto se puede evidenciar en registros de bebés realizados en Acevedo-Rincón y Tebet (2021), donde los niños de diferentes lugares de Colombia reflejan su deseo de explorar otros espacios como el parque, la escuela, el jardín infantil, e incluso ver otros adultos diferentes. Finalmente, explorar otras formas de interacción que permitan el adecuado desarrollo de su motricidad, que contribuyan al reconocimiento del espacio y de otros territorios. Aunque esta escena refleja la realidad de dos niños en un lugar específico, otros niños y jóvenes se vieron expuestos a la misma situación, al ser considerados "vectores de contagio" en la pandemia. En consecuencia, la pandemia implicó para la niñez y juventud restricciones para relacionarse con otros iguales, las cuales quedaron limitadas a encuentros virtuales con sus familias y amigos, reconfigurando la forma en que se genera la relación de pares, que usualmente dependían de la existencia de espacios físicos compartidos, como sugirieron Fernandes (2004) y Corsaro (2011).

 

Conclusiones

En este artículo hemos presentado las condiciones generales de las espacialidades y movilidades de la niñez en tiempos de pandemia, en Brasil, Chile y Colombia, y las hemos visto a la luz de la perspectiva de movilidades. Desde este punto de vista, se presenta un escenario complejo en que, si bien por una parte la restricción en la movilidad corporal ha resultado en una reducción de las espacialidades de la niñez, se observan formas en que estas pueden estarse ampliando y reconfigurando al mismo tiempo, a través por ejemplo del movimiento virtual-imaginario. Hemos visto también cómo la espacialidad del hogar ha cobrado una nueva relevancia en la vida cotidiana de la niñez, lo cual nos llama a observar las movilidades de los niños en escalas diversas, incluyendo las microescalas de sus movimientos corporales dentro de casa, así como las escalas más amplias e inesperadas de sus movimientos virtuales. Si bien estos son aspectos de la vida cotidiana de la niñez anteriores a la pandemia, su intensificación producto de las restricciones móviles actuales los ha hecho más visibles, y su relevancia difícil de seguir siendo ignorada si queremos aproximarnos a comprender la vida cotidiana de la niñez en toda su complejidad.

En particular, las cartografías de bebés presentadas en este artículo con el fin de poner en relieve la existencia, relevancia y particularidades de las micro-geografías y micro-movilidades del ámbito doméstico, nos invitan a pensar las movilidades de la infancia y las familias también en relación a este espacio y escala, usualmente poco estudiados (ver excepciones como Gottlieb (2004), Aitken y Herman (1997), Cortés-Morales y Christensen (2014), De Grande (2015, por publicar), Holt (2018), Murray y Cortés-Morales (2019), Orrmalm (2021), Tebet et al. (2020), Acevedo-Rincon y Tebet (2021). Esto resulta especialmente relevante durante la pandemia, con la intensificación del uso compartido del espacio residencial de las familias. Observar el modo en que este espacio es vivido, constituido y constituyente de las relaciones cotidianas es un desafío, ahora más importante que nunca, para las investigaciones sobre Geografías de bebés, niñez, juventudes y familias.

Las condiciones en que la niñez ha experimentado la pandemia discutidas aquí, en países como Brasil, Chile y Colombia, señalan que las políticas nacionales impactan significativamente la vida de toda la sociedad, desde los bebés hasta los adultos mayores, al definir cuales son los servicios que continúan funcionando en cada región (por ejemplo el cierre o apertura de las instituciones pre-escolares y escolares), las políticas de restricción de circulación diferenciadas según grupos etáreos, los criterios para la entrega de auxilios financieros para las familias por parte de los gobiernos y las prioridades de vacunación. La niñez ha visto particularmente afectada y reconfigurada su vida y espacialidad, al interrumpirse una de las actividades que más fuertemente definían sus rutinas, espacios e interacciones, como son las instituciones de cuidado y educación.

Sin embargo, las condiciones en que estos países enfrentan la pandemia, con agudas formas de inequidad como principal característica común, hacen muy difícil generalizar las formas en que las espacialidades y movilidades de la niñez se están reconfigurando en estas circunstancias. Por una parte, para muchas personas en el mundo minoritario el confinamiento es un lujo (BHAN et al., 2020), y en ese sentido muchos niños han seguido desplazándose en formas no tan diferentes a las de antes, cada vez que necesitan hacerlo para acompañar a sus familias en la generación de ingresos o recursos esenciales. Por otra parte, el acceso a formas de movilidad virtuales es, como sabemos, muy desigual, y en muchos casos completamente inaccesible. Si consideramos la definición de espacio de Massey (2005), en un sentido relacional dentro del cual las movilidades permiten el cambio de posiciones en estas constelaciones de interacciones, el acceso a formas de movilidad alternativas a las corporales cobra más relevancia que nunca antes en el momento histórico que vivimos como especie. Por lo tanto, nuevas formas o intensidades de desigualdad se están generando en términos de las espacialidades y movilidades cotidianas de la niñez en Latinoamérica y en el mundo (CORTÉS-MORALES et al., 2021).

Lo anterior solo hace más urgente que nunca la emergencia de preguntas e investigaciones que se enfoquen en las experiencias de la niñez, esta vez en relación a un fenómeno de escala global, que tiene impactos específicos a nivel local en relación a las condiciones de interseccionalidad que definen la posición de las personas en cada contexto (AKOTIRENE, 2019; RUNYAN, 2018). Necesitamos conocer de cerca, desde las perspectivas y experiencias de los niños reales que viven en condiciones altamente heterogéneas, cómo la pandemia ha afectado sus vidas, los espacios que las componen, y las formas en que se relacionan, o no, con otros humanos y más-que-humanos (TAYLOR; BLAISE; GIUNI, 2013; TAYLOR; PACINI-KETCHABAW, 2018) a través de múltiples movilidades.

 

Referencias Bibliográficas

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Fecha de recepción: 31/01/2021
Fecha de aprobación: 10/06/2021

 

 

Susana Cortés-Morales
Doctora en Educación (University of Leeds), Reino Unido. Investigadora Postdoctoral BioGeoArt (ANID-PIA Anillos SOC180040 project (2018-2021)), Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. Investigadora adjunta MOVYT (Iniciativa Científica Milenio, ANID- NCS17_027 (Núcleo Milenio Movilidades y Territorios_MOVYT)).
E-mail:susana.cortes@pucv.cl
Gabriela Guarnieri de Campos Tebet
Doctora en Educación (UFSCar), Brasil. Profesora e investigadora en Facultad de Educación de la Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP), Brasil. Participante de los grupos de investigación GPPES y DiS. Coordinó el proyecto Bebés (FAPESP 15/10731-8).
E-mail:gabigt@unicamp.br
Jenny Patricia Acevedo-Rincón
Doctora en Educación (UNICAMP), Brasil. Posdoctorante en Educación Inclusiva (Unioeste), Brasil. Profesora e investigadora del Instituto de Estudios en Educación (IESE) de la Universidad del Norte, Barranquilla, Colombia. Grupo de investigación Cognición y Educación e Informática Educativa.
E-mail:pjacevedo@uninorte.edu.co

 

 

1 Entendemos "los niños", desde la pluralidad de la población infantil, no exclusivamente a la palabra en género masculino.
2 <https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-51713166>. Acceso en: 18 jan. 2021.
3 <https://www.minsalud.gov.co/Paginas/Colombia-confirma-su-primer-caso-de-COVID-19.aspx>. Acceso en: 18 jan. 2021.
4 <https://id.presidencia.gov.co/Paginas/prensa/2020/En-nueva-fase-mitigacion-frente-a-la-pandemia-COVID-19-es-importante-acelerar-pruebas-y-ampliar-capacidad-de-la-red-200331.aspx>. Acceso en: 19 jan. 2021.
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6 <http://www.capital.sp.gov.br/arquivos/pdf/2020/fase1_criancas.pdf> y <https://educacao.uol.com.br/noticias/2020/09/17/covid-19-mais-de-244-mil-alunos-na-cidade-de-sp-tem-anticorpos-diz-estudo.htm>. Acceso en: 22 jan. 2021.
7 <https://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-propertyvalue-49838.html?_noredirect=1 y https://www.mineducacion.gov.co/1759/w3-propertyvalue-49838.html?_noredirect=1>. Acceso en: 23 jan. 2021.
8 Los centros de internet son locales de comercio que están dotados de computadores con conexión a internet para que las personas hagan uso del servicio por el pago de una tarifa por hora o fracción de hora.
9 <https://www.rtve.es/infantil/noticias/rtve-aprendemos-casa/2010549.shtml>. Acceso en: 26 jan. 2021.
10 <https://outraspalavras.net/crise-civilizatoria/mapa-mundi-da-volta-as-aulas-na-pandemia/>. Acceso en: 25 abr. 2021.
11 Proyecto de investigación FAPESP 2015/10731-8. Resultados disponibles en <gabrielatebet.com.br/projetobebes>.
12 <https://youtu.be/b8O7KAlWHnQ>. Acceso en: 24 mai 2021.

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