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Interamerican Journal of Psychology

Print version ISSN 0034-9690

Interam. j. psychol. vol.43 no.2 Porto Alegre Aug. 2009

 

 

Dependencia afectiva y género: perfil sintomático diferencial en dependientes afectivos españoles

 

Affective dependence and gender: symptomatic profile in Spanish affective dependents

 

 

María de la Villa Moral JiménezI,1; Carlos Sirvent RuizII

IUniversidad de Oviedo, España
IIFundación Instituto de Drogodependencias “Spiral”, Madrid y Oviedo, España

 

 


RESUMEN

Se ofrece un análisis clínico y psicosocial de la Dependencia Afectiva descrita como un tipo de dependencia sentimental caracterizada por la manifestación de comportamientos adictivos de apego patológico en la relación interpersonal. Se han evaluado los factores sintomáticos diferenciales de 78 casos diagnosticados de dependencia afectiva mediante el Test de Dependencias Sentimentales (TDS-100) con respecto a la población general (N=311). Según el perfil hallado se comprueba que los dependientes afectivos experimentan una dependencia pura con posesividad y manifestación de craving y abstinencia, presentan desajustes afectivos en forma de sentimientos negativos (culpa, vacío emocional, miedo al abandono) e inescapabilidad emocional, manifiestan conflictos de Identidad (pseudosimbiosis) y usan un locus de control externo. En población clínica se ha hallado que los varones son más buscadores de sensaciones y se muestran más inflexibles (Yo rígido) y las mujeres emplean más mecanismos de negación y no afrontamiento con conciencia de problema nula o distorsionada.

Palabras clave: Amor; Género; Dependencias sentimentales; Dependencia afectiva; Adicciones sociales.


ABSTRACT

It offers a clinical and psychosocial analysis of the Affective Dependence, described as a type of sentimental dependence characterized by the manifestation of addictive behaviors of pathological attachment in the interpersonal relation. We have evaluated the symptomatic differential factors of 78 cases diagnosed of affective dependence by means of the Test of Sentimental Dependences (TDS-100) with regard to the general population (N=311). In agreement to the found differential profile in affective dependents we verify that they show a pure Dependence with possessively and craving and abstinence, they develop experience affective disruptions with negative feelings (blame, emotional vacuum, fear of abandonment), and emotional inscape sentiment, identity conflicts (pseudo symbiosis) and an extern control locus. In clinical population has found that the males are more seekers of sensations and they prove a stiff Self and the women use more mechanisms of denial and not confrontation, with void or distorted conscience of problem.

Keywords: Love; Gender; Sentimental dependences; Affective dependence; Social addictions.


 

 

En las sociedades postindustriales contemporáneas están surgiendo nuevas dependencias con y sin sustancias psicoactivas (juego, comida, compra, sexo, Internet, etc.) (Alonso-Fernández, 2003; Becoña, 2005; Echeburúa, 2000), entre ellas las relativas a las dependencias sentimentales que constituyen un fenómeno de enorme importancia sociosanitaria. Tales patologías forman parte sustancial de la clínica cotidiana y permanecen en el fondo de numerosos trastornos psicológicos como elementos nucleares de base que se ignoran o lateralizan precisamente porque los profesionales desconocen en buena medida su etiología y claves diagnósticas y terapéuticas. Constituyen un grupo de trastornos difíciles de asimilar a las categorizaciones convencionales DSM y CIE, de ahí que sean comprensibles las reticencias de algunos profesionales por el citado desconocimiento, así como debido al escaso interés investigador que suscitan las emociones o la conducta amorosa al considerarse temáticas menores tradicionalmente desde la Psicología Social, tal como han evidenciado críticamente Jiménez Burillo (1991), Sangrador (1993) o Torregrosa (1984), entre otros.

Indudablemente, los autores abogamos por la necesidad de ser rigurosos en su conceptualización y diagnóstico diferencial con respecto a trastornos como el apego ansioso descrito por Bowlby (1974, 1998), la sociotropía o el trastorno límite de la personalidad, entre otros, cuyas similitudes y diferencias pueden consultarse en Castelló (2005). Sin embargo, no puede obviarse la retroalimentación de ciertos desórdenes relacionales y factores coyunturales derivados de cambios macroestructurales de las últimas décadas tanto en el continente europeo como en el americano (sociedad tecnológica, violencia interpersonal, conflicto entre comunidades individualistas y cooperativas, crisis referenciales, etc.), así como de factores caracteriológicos e identitarios, familiares y comunitarios que afectan a múltiples niveles tales como al plano sociorrelacional, al ámbito de las emociones y los sentimientos y, por extensión, a las propias relaciones humanas (Dantzer, 1989; Evans, 2002; Moral, 2005a, 2005b; Moral & Sirvent, 2008).

Técnicamente las dependencias sentimentales se definen como trastornos relacionales caracterizados por la manifestación de comportamientos adictivos en la relación interpersonal basados en una asimetría de rol y en una actitud dependiente en relación al sujeto del que se depende. Toda dependencia afectiva supone un comportamiento desadaptativo contingente a una interrelación afectivodependiente (Sirvent, 2004). En concreto, se describe como un patrón crónico de demandas afectivas frustradas, que buscan desesperadamente satisfacerse mediante relaciones interpersonales de apego patológico y en las que se prioriza la naturaleza adictiva del fenómeno siguiendo el modelo clásico de Peele (1985). Ha de distinguirse entre las calificadas como dependencias relacionales genuinas (dependencia afectiva o emocional, adicción al amor, dependencias atipicas), esto es con identidad propia, y las mediatizadas calificadas como coadicciones (codependencia y bidependencia) que se consideran como secundarias a trastornos adictivos (Moral & Sirvent, 2008; Sirvent, 2000, 2004, 2006; Sirvent & Moral, 2007a).

De acuerdo a la literatura sobre el tema, desde la Psicología Social española Sangrador (1993) describió la dependencia sentimental como una necesidad patológica del otro que se explicaría por la inmadurez afectiva del individuo añadida a su satisfacción egocéntrica. Asimismo, autores como Yela ofrecen abordajes eminentemente psicosociales sobre el amor, sus mitos y paradojas (1997, 2003). En la literatura anglosajona destacan los análisis sobre las historias de pareja y su devenir realizados por eminentes expertos como Sternberg (1989, 1999). Expertos latinoamericanos en literatura de autoayuda como Riso (2004, 2006) se han interesado por la temática del amor y los conflictos de pareja, así como otros lo han hecho sobre fenomenología y psicopatología del amor (Dörr-Zeguers, 1996, 2005) y, a nivel aplicado, se han emprendido investigaciones sobre el apego ansioso en adolescentes colombianos (Pardo, Pineda, Carrillo, & Castro, 2006), así como sobre amor pasional (Kú & Sánchez, 2006) y más específicamente, sobre dependencias sentimentales tales como la codependencia (Delgado & Pérez, 2003, 2004; Pérez & Delgado, 2003; Pérez & Goldstein, 1992), con población mexicana. A grandes rasgos, proponemos que estos trastornos relacionales se definen por tres componentes generales (Moral, 2006, 2007; Moral & Sirvent, 2008; Sirvent, 2000, 2004, 2006; Sirvent & Moral, 2007a): Adictofílicos (que asemejan al dependiente afectivo a un adicto convencional): (a) Necesidad afectiva extrema con subordinación sentimental; (b) Vacío emocional; (c) Craving o anhelo intenso de la pareja; (d) Síntomas de abstinencia en su ausencia; (e) Búsqueda de sensaciones. Vinculares (patología de la relación): (a) Apego invalidante con menoscabo de la propia autonomía; (b) Rol ejercido (subordinado o antidependiente, sobrecontrol, pseudoaltruismo, orientación rescatadora, juegos de poder); (c) Estilo relacional (acomodación al status patológico) y, finalmente, Cognitivo-afectivos (psicopatología asociada): (a) Mecanismos de negación y autoengaño; (b) Sentimientos negativos (inescapabilidad emocional, abandono, culpa) y (c) Integridad del yo: asertividad, límites, egotismo).

En su conjunto, la evaluación de las dependencias sentimentales se realiza mediante el análisis de diversos planos que afectan al nivel de las relaciones de pareja y a la propia esfera personal, básicamente con indicadores tales como: (a) la avidez con la que precisa disponer de la presencia del otro del que se experimenta un enganche emocional por muy frustrante que sea la relación; (b) la necesidad de la aprobación de los demás y una preocupación excesiva por agradar a la persona de la que se depende; (c) la recreación de sentimientos negativos e inescapabilidad emocional; (d) el asimétrico intercambio recíproco de afecto asociado a un persistente vacío emocional; (e) manifestaciones de abstinencia (sufrimiento devastador caso de ruptura o ausencia) y craving (anhelo de estar en pareja), indicativas del carácter toxicofílico del vínculo; (f) la manifestación de antecedentes personales indicativos de ciertas carencias afectivas en la infancia o apegos ansiosos junto a posibilidades de haber sufrido maltrato emocional y/o físico; (g) el fantaseo excesivo al comienzo de la relación que les suma en un estado de euforia cuando la empiezan y de idealización excesiva de sus parejas; (h) sentimientos de desvalimiento emocional y un estado de ánimo medio disfórico con oscilaciones en función de la propia evolución de su situación interpersonal; y, entre otros indicadores básicos como criterios patognomónicos de primer orden, (i) la adopción de posiciones subordinadas en las relaciones, asociado a una progresiva autoanuluación personal, una empobrecida autoestima y autoconcepto negativo.

Concretamente, en el caso de la dependencia afectiva algunas de las características más destacadas hacen referencia a: (a) la posesividad y el desgaste energético psicofísico intenso; (b) la incapacidad para romper ataduras; (c) el amor condicional (dar para recibir); (d) la pseudosimbiosis (no estar completo sin el otro); (e) el desarrollo de un locus de control externo; (f) la elaboración de una escasa o parcial del problema; (g) la voracidad de cariño/amor; (h) la antidependencia o hiperdependencia del compromiso y, finalmente; (i) la experimentación de desajustes afectivos en forma de Sentimientos Negativos (culpa, vacío emocional, miedo al abandono).

Podrían describirse algunas señas identificativas tanto de los dependientes afectivos como de las parejas de las que dependen, si bien los autores mostramos nuestra reticencia ante la concreción de rasgos diferenciadores de un perfil-tipo al uso, lo cual es sumamente controvertido en modelos etiológicos con base adictiva (Moral, 2005a; Moral & Sirvent, 2006, 2007, 2008; Sirvent, 2004, 2006). En todo caso, algunos rasgos diferenciadores expuestos por Sirvent (2007) son los relativos a la constatación de que los dependientes afectivos suelen ser personas vulnerables emocionalmente que manifiestan una ceguera hacia el otro, lo cual se podría explicar por la conjunción de ilusiones y/o atribuciones, hedonismo, y expectativas: Te da lo que te gusta y esperas y en consecuencia le perdonas todo. Tienden a elegir parejas explotadoras, muestran complacencia del inagotable narcisismo de sus parejas el cual asumen siempre y cuando sirva para preservar su relación, pueden poseer una personalidad autodestructiva y una pobre autoestima, experimentan tendencias a sufrir excesivas preocupaciones relativas a la anticipación de una posible separación de sus parejas (abstinencia y craving), suelen soportar desprecios y humillaciones, no reciben verdadero afecto, tienden a experimentar un estado de ánimo medio disfórico y/o sentimientos de vacío e inestabilidad emocional y respecto a antecedentes familiares pueden sufrir o haber sufrido en el seno familiar maltrato emocional y/o físico, como principales criterios descriptores.

Por lo que respecta al perfil del objeto de elección buscan una posición dominante en la pareja, suelen ser personas narcisistas, con férrea autoestima, manipuladoras y explotadoras; desarrollan escasa empatía y afecto, creen que poseen privilegios y habilidades fuera de lo común y, son individuos seguros de sí mismos, lo cual ejerce un estado de fascinación sobre los dependientes afectivos.

En definitiva, algunas relaciones interpersonales devienen en dependencias sentimentales caracterizadas ya sea por búsquedas de constante complacencia en la persona de la que se depende, por la tendencia a la idealización de aquellos a quienes solicitamos momentos de atención monopolizando sus afectos, por mixtificaciones varias y autoengaños y por menoscabos de la propia autonomía e identidades incompletas, entre otras características de este amar dolorosamente con que de forma metafórica podría definirse esa esfera socioemocional convulsa que afecta diferencialmente a hombres y mujeres en algunos indicadores descritos. A este respecto, abundan en la literatura sobre el tema referencias a las diferencias inter-género no sólo en morbilidad diferencial en trastornos psicopatológicos (Valls, Benaqué, Fuentes, & Ojuel, 2008), sino en cuestiones tales como la vinculación entre la identidad de género y la afectividad y las emociones (Martínez Benlloch, Bonilla, Gómez, & Bayot, 2008), así como sobre la estructura de los afectos y determinantes socioculturales en el aprendizaje de las emociones en función del género (Alcalá, Camacho, Giner, Giner, & Ibáñez, 2006; Huston-Comeaux & Kelly, 2002; Kemper, 1991; Kring & Gordon, 1998), y, específicamente, sobre las relaciones de pareja y sus conflictos (Espina, 2002; García, Gómez-Jacinto, & Canto, 2001; Gil, Peláez, & Sánchez, 2002; Ortiz, Gómez, & Apodaca, 2002) y en relación al amor romántico y la subordinación social de las mujeres (Esteban & Távora, 2008).

Una vez descrito el constructo dependencia afectiva, se plantea en este estudio como objetivo principal profundizar en un análisis clínico de este tipo de dependencia aportando claves interpretativas y diferenciales respecto a otro tipo de dependencias relacionales y en relación a la población en general.

El objetivo descrito se operativiza mediante la alusión a otros de mayor especificidad, tales como: (a) Establecer un estudio comparativo de las características definitorias del trastorno en un colectivo de pacientes dependientes afectivos; (b) Ofrecer un análisis de los efectos diferenciales respecto a la población general; (c) Analizar las diferencias inter-género, postulándose la hipótesis relativa a la mayor prevalencia entre las mujeres y de una idiosincrasia en su manifestación clínica.

Por tanto, la articulación de dos constructos – dependencia afectiva y género – representa nuestro objeto fundamental de análisis, de modo que se procede a estudiar un tipo de dependencia asociada a la esfera relacional y afectiva que ha de ser abordada desde una perspectiva de análisis comprehensiva, si bien otorgamos prioridad a su modulación psicosocial interrelacionada con la acción de factores sindrómicos de tipo constitucional, caracteriológico e identitario, entre otros.

 

Método

Participantes

Mediante un riguroso y exhaustivo diagnóstico llevado a cabo por el equipo multidisciplinar de psicoterapeutas de Fundación Instituto “Spiral” (Oviedo y Madrid), así como por el empleo de estrategias de doble ciego y reuniones clínicas de expertos se han seleccionado 78 casos de dependientes afectivos, de los cuales el 73% (N=57) son mujeres y el 27% (n=21) restante son hombres, de entre los pacientes tratados en los citados Centros dedicados al tratamiento de drogodependencias. Se ha obtenido consentimiento libre de las personas participantes para la aplicación anónima de los instrumentos de evaluación, una vez informados del uso con fines de investigación de los resultados obtenidos. De acuerdo con la estratificación por edades, la media de edad de los participantes se halla en 38.86 años, situándose la moda en 39 años, el mínimo de edad en 20 y el máximo en 59 (SD=12.67). Por lo que respecta a la cualificación socioprofesional, un 28.4% (n=21) desempeña la labor de obreros no cualificados, un 27% (n=20) son funcionarios, un 20.3% obreros cualificados, un 5.4% amas de casa, nueve pacientes están desempleados (12.2%) y casi un cinco por ciento son jubilados. Por lo que respecta a la adscripción socioeconómica, la mayoría de los miembros que componen la muestra (72.1%, n=44) se declaran como pertenecientes a la clase media, asimismo, de acuerdo con el análisis del nivel de estudios alcanzado, un 34.7% (n=26) han cursado una carrera universitaria de grado superior, un 18.7% (n=14) de grado medio, el Bachillerato ha sido cursado por un 25.3% (n=19) y el resto ha completado estudios primarios (8%) y secundarios (13.3%). En lo referente a la tipología de familia, se informa de que un 41.7% (n=30) de la muestra no tiene hijos, o bien son hogares con uno (20.8%) o dos hijos (26.4%) y un 11.1% tiene tres o más hijos. De acuerdo al indicador del estado civil, el 44.9% (n=35) son solteros, un 20.5% casados, casi un veinticinco por ciento (24.4%) separados, divorciados un 7.7% y, finalmente, un 2.6% viudos. En lo relativo a sus experiencias de pareja un porcentaje muy elevado (70%) declara tener/ haber tenido la experiencia de compartir su vida con más de una pareja.

El grupo control está integrado por 311 sujetos elegidos mediante un muestro aleatorio simple, con un porcentaje de un 66.1% mujeres (33.9% varones), con edades comprendidas entre los 18 y los 73 años (media= 36.06, SD=12.154)), predominantemente solteros (67.9%, n=209), con estudios universitarios cursados (grado medio, 19.7%, n=61; grado superior, 25.5, n=78), de nivel socioeconómico medio (84.2%, n=202), de entornos familiares con cuatro o menos miembros (81.4%), y que han convivido a lo largo de su vida con una (40.9%, n=124) o dos parejas (28.1%, n=85). Los procedimientos utilizados en los pacientes y controles han sido realizados tras la obtención de un consentimiento informado.

Variables e Instrumento de Evaluación

Se ha aplicado el TDS-100 (Test de Dependencias Sentimentales-100) (Sirvent & Moral, 2005) validado en población española y compuesto por 100 ítems evaluados mediante escala Likert de cinco puntos (Muy de Acuerdo a Muy en Desacuerdo). Según la estructura factorial obtenida por rotación varimax está integrado por 7 dimensiones o macrofactores (triada dependiente, acomodación, autoengaño, sentimientos negativos, identidad y fuerza del ego, antecedentes personales y triada codependiente) y 23 factores sintomáticos (Dependencia pura vs. antidependencia, búsqueda de sensaciones, craving/abstinencia. Acomodación. Autoengaño, manipulación, reiteración, mecanismos de negación y no afrontamiento. Sentimientos de soledad, vacío emocional, culpabilidad/autodestrucción, inescapabilidad/ recreación de sentimientos negativos. Identidad/identificación, fuerza del ego: límites débiles y/o rígidos, egoísmo/egocentrismo, control y dominio/ juegos de poder. Antecedentes personales. Orientación rescatadora, sobrecontrol y focalización en el otro). De acuerdo a los resultados obtenidos en los análisis del TDS-100 se confirma la elevada fiabilidad hallada en el indicador Alfa de Cronbach (.985) para 100 ítems y una muestra total de 585 sujetos.

En esta aportación se ha priorizado el análisis de los factores más pertinentes al objeto de estudio, tales como los relativos a la triada dependiente (orientación rescatadora con pseudoaltruismo, sobrecontrol y focalización en el otro con autodescuido) u otros que exploran aspectos psicoafectivos. El test TDS-100 es un cuestionario validado, fiable, válido y consistente (Sirvent & Moral, 2005, 2007b) que diferencia 4 tipos de dependencia sentimental: relacional, bidependencia, codependencia y dependencia afectiva o emocional, centrándose nuestro interés investigador en esta última.

Procedimiento y Análisis de Datos

Dado nuestro interés investigador en la temática de las dependencias relacionales se estableció un acuerdo de colaboración entre dos Unidades de Investigación, el Grupo de análisis de las Dependencias Relacionales de la Fundación Instituto Spiral y la Unidad de Investigación Psicosocial para el estudio de las Dependencias Relacionales de la Universidad de Oviedo.

En primer lugar, se efectuó una exhaustiva revisión de la literatura al uso, siento el principal escollo salvable el relativo a la ausencia de instrumentos de evaluación de la dependencia afectiva que cumplan con los mínimos requisitos psicométricos exigibles. En cambio, se contaba con la experiencia investigadora que derivó en un instrumento de análisis de la bidependencia (autodestructiva y parasitaria) por parte de miembros del equipo investigador: el CBP-25 (Sirvent & Martínez, 2001). Mediante un riguroso diagnóstico diferencial respecto a otras patologías (apego ansioso, trastorno de personalidad límite, sociotropía, etc.) realizado por un equipo multidisciplinar se han diagnosticado los casos de pacientes dependientes afectivos. Acorde a los objetivos de la investigación, se aportan los resultados del estudio descriptivo y de los correspondientes análisis de comparaciones de medias (procedimientos ANOVA y t-Test para muestras independientes).

 

Resultados

Se ha profundizado en la delimitación conceptual de la dependencia afectiva partiendo del análisis de los factores implicados en su definición ya explicitados. De este modo, de acuerdo a los resultados hallados, se define el perfil del dependiente afectivo según los diversos criterios diferenciales en los que se atiende al craving, abstinencia, búsqueda de sensaciones, control y dominio, autoengaño, etc. Se ofrece un análisis descriptivo (puntuaciones medias y desviaciones estándar) tanto de los siete macrofactores o dimensiones que integran el TDS- 100 (véase Tabla 1) como de los factores sintomáticos (véase Tabla 2) desglosado por tipo de dependencia (Dependencia Afectiva o Emocional, Bidependencia, Codependencia) y en la población control. Para interpretar los resultados hallados ha de tenerse en cuenta que puntuaciones más bajas son indicativas de mayor patología.

Según el perfil diferencial hallado en los dependientes afectivos se comprueba que: (a) experimentan una dependencia pura, descrita como una manera de depender de una persona de forma subordinada, con un acusado anhelo irresistible de estar con la persona de la que de depende (factor Craving) y la necesidad compulsiva de estar con él/ella experimentando reacciones negativas en su ausencia (factor Abstinencia), en menor medida es un buscador de sensaciones (Dimensión Dependencia); (b) los dependientes afectivos son personas tendentes a acomodarse en las relaciones dejando que sean otros los que decidan por ellos (Dimensión Acomodación); (c) sufren vacío emocional y sentimiento crónico de insatisfacción, así como miedo a la soledad y baja tolerancia a la frustración y el aburrimiento (Dimensión Sentimientos Negativos); (d) desarrollan una escasa o nula conciencia de problema, de modo que desarrollan una incapacidad para darse cuenta de los efectos adversos de la relación, aunque todo el mundo ve el problema menos el afectado (factor Autoengaño), se quejan de que no adoptan soluciones o quiere que éstas vengan de fuera, presentan una escasa o distorsionada conciencia de problema y tienden a cometer los mismos fallos con los sujetos de los que dependen u otras personas no aprendiendo de los errores (factor Reiteración) (Dimensión Autoengaño); (e) experimentan desajustes afectivos en forma de Sentimientos Negativos (soledad, tristeza, abatimiento, desánimo, culpa, etc.) y un fuerte Vacío emocional junto a deseos de Autodestrucción y un acusado sentimiento de Inescapabilidad emocional descrita como la sensación de que está atado a la relación de modo que no puede escapar de ella; (f) la esfera identitaria también se ve afectada, de manera que se caracterizaría por un Yo débil y conflictos de Identidad (Dimensión Caracterosis) y, finalmente, (g) tienden al desarrollo de un deseo de focalización en el otro y autonegligencia de modo que centran su atención personal en el sujeto del que se depende incluso descuidando sus propias necesidades (factor Focalización en el otro y autonegligencia), ejercen intentos de asumir excesivamente las responsabilidades (Sobrecontrol) y experimentan una gran orientación rescatadora, esto es, sienten la necesidad de ayudar al sujeto del que se depende intentando incluso resolver a toda costa sus problemas (Dimensión Triada Codependiente).

 

 

Respecto al perfil diferencial de los dependientes afectivos con respecto a la población general a la que se ha aplicado el TDS-100 (Sirvent & Moral, 2005) se ha confirmado la significación estadística de las diferencias halladas en los veintitrés factores sintomáticos explorados, descritos con anterioridad (véase Tabla 3).

 

 

 

De acuerdo al análisis diferencial de las características que definen a los dependientes afectivos en función del constructo género, se confirma la manifestación clínica de los criterios sintomáticos expuestos tanto en el caso de los varones como de las mujeres dependientes afectivas, constatándose que no hay un claro perfil diferencial, si bien los varones dependientes son más buscadores de sensaciones de modo que sienten la necesidad de experimentar sensaciones fuertes y son más hiperestimuladores (t=-2.238, sig.<.05). Asimismo, los varones dependientes emocionales se muestran más inflexibles tendiendo a desarrollar un Yo rígido descrito clínicamente como el resultado a nivel identitario de la creación de una frontera interpersonal en exceso impenetrable, guardando celosamente la intimidad o costándole demasiado abrirse a los demás (t=-1.769, sig.<.10). En cambio, de acuerdo al perfil diferencial la mujer dependiente afectiva emplea más mecanismos de negación y no afrontamiento (rechazo, reprobación y no reconocimiento de una situación y en general de una proposición externa que no conviene aunque sea consistente y objetiva), siendo tendente a creer que no hay ningún problema en la relación elaborando una conciencia de problema nula o distorsionada (t=-2.243, sig.<.05) (véase Tabla 4). Asimismo, se ofrece una representación gráfica de la distribución de puntuaciones y porcentajes de respuesta por género en los tres factores en los que se ha comprobado la existencia de diferencias significativas (véase Figuras 1, 2 y 3).

 

 

Discusión

Probablemente en todos nosotros está presente un cierto nivel de dependencia afectiva de carácter psicosocial, de manera que muchas personas necesitan a la gente y viceversa, dado nuestro carácter eminentemente relacional y el hecho de que hayamos de definirnos como animales sociales, sentencia aristotélica ya clásica que Aronson (1975/1990) retomó en su texto homónimo. Asimismo, detectamos con relativa facilidad nuestras emociones que nos aportan referencias e información íntima (Evans, 2002), de modo que sentimos y vivimos emociones primarias que nos vinculan y enfrentan con nosotros mismos y con los otros. El problema adquiere entidad cuando el sujeto es controlado por esa necesidad afectiva.

 

 

De este modo, de acuerdo a los resultados hallados en esta investigación, el miedo a la pérdida, a la soledad y/o al abandono contamina el vínculo afectivo y lo vuelve sumamente vulnerable y patológico. La mistificación, el autoengaño o los propios mecanismos de negación reestructuran cognitivamente nuestra percepción de las relaciones. La manifestación de sentimientos negativos unida a la inescapabilidad emocional cronifica un vínculo disfuncional, aunque adaptativo para quien lo sufre por la propia distorsión cognitiva. Aún así la base etiológica no se fundamenta en exclusividad sobre lo caracteriológico o lo relacional, sino que las representaciones sociales sobre el amor e incluso indicadores macrocontextuales afectan a los desórdenes personales. Es por tanto, la disfuncionalidad, saliencia e intensidad de los afectos toxicofílicos un elemento clave de esa vinculación a los otros que se convierte en dependencia.

A partir del análisis de los dos constructos, dependencia afectiva y género, estimamos que los varones dependientes afectivos son más buscadores de sensaciones de modo que sienten la necesidad de experimentar sensaciones fuertes y son más hiperestimuladores. A nivel identitario, desarrollan un Yo rígido, inflexible. La mujer dependiente afectiva emplea más mecanismos de negación y no afrontamiento, no elaborando una adecuada conciencia de problema derivando hacia una conciencia nula o distorsionada), tal vez elaborada como respuesta adaptativa a la situación por la que atraviesa. Tales diferencias inter-género van acorde a la literatura sobre el tema en temáticas de emociones (Alcalá et al., 2006; Esteban & Távora, 2008; Martínez Benlloch et al., 2008). Aun cuando las adicciones no dependen del género, éste influye en todo proceso adictivo, aun cuando resulta agenérico (Blanco, 2004), sin embargo, asumimos que ha de ser analizado por la interrelación de tres elementos básicos: persona, sustancia y contexto.

Finalmente, como líneas futuras de actuación, se aboga por la necesidad de promover una optimización de nuestros recursos socioemocionales. Unas habilidades sociales y/o interpersonales adaptativas en relación al contexto interactivo en el que se manifiesten, un buen concepto de sí mismo y una adecuada autoestima, junto a una eficaz inteligencia emocional (Gardner, 2001; Goleman, 1996, 1998) son algunos de esos recursos. Junto a ellos una identidad psicosocial desarrollada mediante fructíferos procesos socializadores en el seno familiar y del grupo de iguales, así como a través del modelamiento simbólico, representa una eficaz base psicosocial de nuestros vínculos relacionales (Gergen, 1992; Giddens, 1995). Asimismo, junto a los anteriores, una visión crítica ante la idealización de las relaciones de pareja y el desarrollo de una fortaleza emocional (Yela, 1997, 2003), representan los principales factores de protección frente a la posibilidad de padecer un trastorno de dependencia sentimental.

Ante tales manifestaciones, se han de optimizar nuestros recursos afectivos, ser conscientes de nuestras limitaciones en habilidades relacionales, proponer un entrenamiento en habilidades interpersonales, reeducar nuestra autonomía, así como vehiculizar adecuadamente nuestras necesidades afectivas en pareja y, por extensión, en las relaciones interpersonales. A un nivel más sociocomunitario, se han de modificar las representaciones sociales sobre el amor y sus mitos y paradojas y se ha de repensar el mundo de los afectos y los sentimientos desde una visión desmitificadora de la tendencia a la idealización de las historias de pareja. En suma, el principal reto es lograr vivir en equilibrio emocional mediante una visión autoconsciente y optimizadora de nuestros recursos socioafectivos.

 

Referencias

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Received 09/02/2008
Accepted 09/09/2008

 

 

María de la Villa Moral Jiménez. Profesora de la Universidad de Oviedo (España). Facultad de Psicología
Carlos Sirvent Ruiz. Médico Psiquiatra. Director de Fundación Instituto de Drogodependencias “Spiral” (Centro Cibeles Madrid y Oviedo).

1 Dirección: Universidad de Oviedo, Facultad de Psicología, Plaza Feijóo, s/n, despacho 211, Oviedo (Asturias), España, 33003. E-mail: mvilla@uniovi.es