Introducción
La violencia de pareja (Intimate Partner Violence – IPV) es una problemática en la que puede haber agresión entre la pareja o de uno de los miembros que la conforman hacia el otro, siendo víctimas tanto los hombres como las mujeres. Se ha documentado que a nivel mundial 27% de las mujeres entre 15 y 49 años han sido víctimas de violencia por parte de su pareja (OMS, 2021). En Chile la prevalencia de IPV a lo largo de la vida es del 13,0% (Miranda et al., 2021). En Colombia, entre enero y noviembre de 2023 se reportaron 33.392 casos donde las mujeres fueron las víctimas, lo cual corresponde a 86% (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2023). Investigadores sugieren evaluar variables como el estrato socioeconómico y la edad, así como la evaluación con personas de ambos géneros involucradas en la dinámica de la violencia de pareja, por cuanto pueden dar cuenta de las relaciones inequitativas (Madalena, 2017; Petersen et al., 2019).
Una de las variables que está asociada a la presencia de violencia de pareja es el estrés en la vida cotidiana, que fue exacerbado durante la pandemia por Covid-19. Como resultado de dicha problemática, hubo personas que perdieron su empleo generando dificultades económicas al interior de la familia, y otros tuvieron que trabajar en el hogar sin devengar un ingreso que les permitiera vivir dignamente, lo que se constituye en factores predictivos de la violencia (Jackson, 2016; Reichel, 2017). En ambos casos, las parejas permanecieron más tiempo en casa por cuenta de las cuarentenas y las restricciones, lo que llevó a tener mayor contacto con la pareja y a experimentar mayor estrés, incrementando el riesgo para situaciones de conflicto (Gupta, 2020). Al respecto, Berniell y Facchini (2021) encontraron un incremento del 30% en violencia de pareja luego del encierro por la pandemia de Covid-19, siendo más fuerte esta situación en países de América Latina.
Adicional a lo anterior, se ha señalado que el distanciamiento físico fomentó el aislamiento social y expuso vulnerabilidades personales y colectivas, al tiempo que limitó el soporte accesible y familiar lo cual pudo mantener la violencia de pareja (Van Gelder et al., 2020). En este sentido, la Organización Panamericana de la Salud (OPS, 2020) advirtió sobre el riesgo de violencia en las mujeres durante la pandemia de Covid-19, así como su aumento ante cualquier tipo de emergencia, incluidas las epidemias y las guerras. Al respecto, se ha documentado que el consumo abusivo de alcohol en los hombres se exacerba ante la exposición a la guerra, lo que a su vez incrementa el riesgo de violentar a las mujeres (Rees et al., 2015).
Además de los factores estresantes señalados previamente, se ha documentado la asociación entre psicopatología y victimización-perpetración de violencia de pareja. Cuenca y Graña Gómez (2016) encontraron que el grupo de edad más joven (18 a 29 años) es en el que las variables psicopatológicas muestran un mayor riesgo para la agresión física en hombres y mujeres. Garrido-Antón et al. (2020) han hallado que los tipos de violencia con mayor prevalencia en las relaciones de pareja en jóvenes son el verbal-emocional y el bidireccional, los cuales utilizan como método para resolver conflictos en la relación o como comportamientos de control hacia el otro. También se ha evidenciado que las personas con trastornos de ansiedad y del estado del ánimo, así mismo el consumo de sustancias, tienen mayor riesgo de presentar conducta suicida y de establecer relaciones violentas (Khalifeh et al., 2015; Porter et al., 2019; Reddy et al., 2020; Spencer et al., 2019; Wolford-Clevenger et al., 2016; Wolford-Clevenger & Smith, 2017).
Otro proceso mediador que está vinculado con la perpetración de IPV es la dificultad en la regulación emocional. En esta línea Branson y March (2021) identificaron padrones disfuncionales en los que interactúan los celos (producto de la percepción de amenazas para la relación), la inseguridad, la reactividad emocional, los sentimientos de insuficiencia, la hipervigilancia y las tácticas de retención, asociados al abuso en las citas cibernéticas. En otros estudios se ha hallado que los síntomas de hostilidad, desconfianza, suspicacia, falta de empatía y remordimiento por el daño causado a otro, impulsividad, agresividad y desregulación emocional se pueden constituir en factores predisponentes de la IPV (Collison & Lynam, 2021; Cuenca & Graña Gómez, 2016).
Entre las consecuencias de la pandemia en la adaptación emocional de las parejas, Sachser et al. (2021) reportaron buenos niveles de adaptación a los efectos inmediatos del confinamiento en la población alemana, tanto en salud mental como en calidad de las relaciones. También concluyeron que la calidad de la relación mejoró para los participantes más jóvenes después de que comenzaron las medidas de confinamiento, pero se deterioró para los participantes mayores.
A diferencia de lo estudio anterior, Hamadani et al. (2020) hallaron en una investigación llevada a cabo en mujeres de Bangladesh y sus familias, mayor depresión de la madre y un incremento en los síntomas de ansiedad en las parejas durante el encierro. Así mismo, Sotiropoulou et al. (2021) encontraron en la población griega un aumento de la ansiedad y un estado de ánimo deficiente solo para aquellos sin acceso a su pareja; mientras que quienes tenían una relación estable y vivían con su pareja sin niños, reportaron mayores niveles de satisfacción en la actividad sexual y mayor seguridad emocional. Carvalho et al. (2021) hallaron que, aunque los niveles de confinamiento no estaban directamente relacionados con la mayoría de las funciones sexuales, el ajuste psicológico durante el encierro predijo una reducción del funcionamiento sexual en ambos sexos.
A partir de las evidencias empíricas acumuladas, se observa una variabilidad en los factores asociados a la IPV antes y durante la pandemia. No obstante, se necesita más investigación y seguimiento en las parejas para establecer las consecuencias a largo plazo de la pandemia y así, aportar información para su prevención (Sotiropoulou et al., 2021; Wu et al., 2021). El presente estudio se planteó como objetivo identificar las variables sociodemográficas, psicopatológicas y adaptativas en adultos colombianos asociadas a la violencia de pareja en el periodo de pandemia.
Método
Participantes
Se seleccionó una muestra, con un nivel de confianza del 95% y un margen de error del 5%, mediante el programa estadístico GPower (Faul et al., 2007), de 133 adultos (M=24,89; DE=4,16) de la ciudad de Bogotá, ubicada en el interior de Colombia, cuya participación fue voluntaria, previo consentimiento informado escrito virtual. Los criterios de inclusión fueron: haber tenido o tener una relación amorosa de al menos un mes de duración en el contexto de pandemia, tener entre 18 y 35 años, y contar con el consentimiento escrito y firmado de manera virtual.
Como se puede observar en la Tabla 1, la mayoría de los participantes fueron mujeres, que reportaron ser heterosexual, con una condición económica calificada como clase media-baja. La mayor parte de la muestra tenía un nivel de escolaridad de pregrado o licenciatura, y se encontraba en unión libre.
Tabla 1 Variables sociodemográficas de los participantes
| Características de la muestra | N=133 | % |
|---|---|---|
| Sexo | ||
| Masculino | 26 | 19,5 |
| Femenino | 107 | 80,5 |
| Orientación sexual | ||
| Heterosexual | 122 | 91,7 |
| Bisexual | 8 | 6,0 |
| Homosexual | 3 | 2,3 |
| Estrato socioeconómico* | ||
| 1 Bajo-bajo | 6 | 4,5 |
| 2 Bajo | 47 | 35,3 |
| 3 Medio-bajo | 56 | 42,1 |
| 4 Medio | 22 | 16,5 |
| 5 Medio-alto | 2 | 1,5 |
| Escolaridad | ||
| Básica primaria | 2 | 1,5 |
| Básica secundaria | 35 | 26,3 |
| Técnico | 13 | 9,7 |
| Tecnólogo | 18 | 13,5 |
| Pregrado/licenciatura | 43 | 32,3 |
| Postgrado | 22 | 16,5 |
| Estado civil | ||
| Soltero | 47 | 35,3 |
| Separado | 10 | 7,5 |
| Unión libre | 65 | 48,9 |
| Casado | 11 | 8,3 |
Nota:* Tomado del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE, s.d.).La estratificación socioeconómica es la clasificación de los inmuebles residenciales de un municipio. Los estratos 1, 2 y 3 corresponden a estratos bajos que albergan a los usuarios con menores recursos, los cuales son beneficiarios de subsidios en los servicios públicos domiciliarios. El estrato 4 no es beneficiario de subsidios, ni debe pagar sobrecostos, paga exactamente el valor que la empresa defina como costo de prestación del servicio. Los estratos 5 y 6 corresponden a estratos altos que albergan a los usuarios con mayores recursos económicos, los cuales deben pagar sobrecostos (contribución) sobre el valor de los servicios públicos domiciliarios. En el presente estudio no hubo participantes del estrato 6.
Instrumentos
Fue aplicado el Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory (CADRI), versión española (Fernández-Fuertes et al., 2006), adaptado para población adulta joven (Mañas Viejo et al., 2013). Este instrumento fue creado originalmente por Wolfe et al. (2001) y evalúa violencia física, verbal-emocional, relacional y sexual cometida hacia la pareja y recibida en los últimos 12 meses, por medio de 35 diadas de ítems que se responden con una escala Likert con cuatro opciones de respuesta: “Nunca” (0), “Rara vez” (1), “A veces” (2) y “Con frecuencia” (3). Este instrumento se utilizó en la presente investigación, en vez de otros, por las siguientes razones: (a) se cuenta con una versión en castellano de este, que en términos generales se adecúa al castellano hablado en Colombia; (b) permite informar tanto la victimización como la perpetración; y (c) contiene conductas de maltrato que son comunes en parejas jóvenes (Fernández-Fuertes et al., 2006; Wolfe et al., 2001). En la validación colombiana, para las subescalas de perpetración se halló una consistencia interna que osciló entre 0,72 y 0,83; en tanto que para las de victimización fue 0,56 y 0,84. Además, se reportó un buen ajuste del modelo estimado en la escala de perpetración (AGFI=0,908; GFI=0,907 y RMSEA=0,015) y en la de victimización (AGFI=0,908; GFI=0,907 y RMSEA=0,015) (Redondo Pacheco et al., 2021).
También se aplicó la Lista de Síntomas SCL-90-R (Derogatis, 1988), versión española (González de Rivera et al., 1989). Este es un cuestionario que permite determinar la presencia de 90 síntomas psicopatológicos en las dos últimas semanas, por medio de cinco opciones de respuesta: “Nada en absoluto” (0), “Un poco” (1), “Moderadamente” (2), “Bastante” (3) y “Mucho o extremadamente” (4). Lo instrumento evalúa somatización, obsesiones, sensibilidad interpersonal, depresión, ansiedad, hostilidad, ansiedad fóbica, ideación paranoide y psicoticismo, y tres índices globales de psicopatología: un índice de gravedad global, un índice de malestar positivo y el total de síntomas positivos. En la versión colombiana, las alfas de Cronbach oscilaron entre 0,74 y 0,90; en tanto que los niveles de validez según el análisis factorial confirmatorio estuvieron entre 0,50 y 0,67, con un RMSEA de 0,068 (Londoño et al., 2018).
En seguida, los participantes respondieron el Cuestionario de autoinforme de variables psicológicas (Rey Anacona, 2012), que se desarrolló para obtener información sobre el consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, conducta sexual de riesgo, ideación suicida e intentos de suicidio e historia de abuso físico y sexual, a través de 49 ítems con diferentes opciones de respuesta. El instrumento fue revisado a nivel metodológico y de contenido por expertos y probado con una muestra de varones y mujeres colombianos. Este instrumento se ha utilizado con una muestra colombiana para la evaluación de variables psicológicas y su relación con la violencia de pareja en el contexto de pandemia (Molina Rico et al., 2022).
Finalmente, los participantes respondieron la Escala de Adaptación de la Relación de Pareja durante la Pandemia por Covid-19, la cual se validó en su contenido por 5 jueces expertos. El coeficiente de validez de contenido (CVC) de los ítems osciló entre 0,90 y 1,00. Solamente uno de los ítems tuvo un CVC=0,77, por lo cual fue necesario ajustarlo según las sugerencias hechas por los jueces. El instrumento quedó conformado por 16 ítems con cinco opciones tipo Likert que se responden a partir del enunciado: Desde que inició la pandemia por Covid-19 en Colombia en marzo de 2020 la relación: (1) Empeoró mucho; (2) Empeoró algo; (3) Se mantuvo igual; (4) Mejoró algo; (5) Mejoró mucho.
Procedimientos
Primeramente, se seleccionó los participantes y se diseñó una infografía para explicarles el estudio. Todos los instrumentos fueron transcritos en la plataforma de Google Forms, manteniendo todas las normas de seguridad. Después, hubo la solicitud del consentimiento informado y aplicación de los instrumentos a los participantes vía remota. La recolección de los datos se llevó a cabo entre los meses de marzo y mayo de 2021. Al final de la investigación, se les entregaron cartillas psicoeducativas virtuales en agradecimiento por su participación en el estudio, sobre estrategias de comunicación asertiva, manejo de los celos, regulación emocional, solución de problemas y proyecto de vida, como procesos fundamentales para la promoción de relaciones armónicas en la pareja. A los casos donde se detectó maltrato, se les sugirió asistir a atención psicológica individual.
Consideraciones éticas
Conforme a la Resolución 008430, de 1993, la Ley 1.090, de 2006, y la Doctrina nº 03, de 2012, del Tribunal Nacional Deontológico y Bioético de Psicología, a los adultos se les solicitó su consentimiento informado para participar en esta investigación. El estudio se llevó a cabo posterior a la aprobación del Comité de Ética de la Universidad donde trabajan los investigadores, según Acta nº 12 del 29/09/2020.
Plan de análisis
Se llevó a cabo un análisis descriptivo de frecuencias a cada una de las variables del estudio. Se realizaron pruebas de bondad de ajuste usando Kolmogorov-Smirnov, identificando que ninguna de las variables se distribuyó normalmente. Para identificar si existían diferencias estadísticamente de las variables categóricas de más de dos grupos y una de intervalo, se utilizó la prueba H de Kruskal-Wallis para muestras independientes, que es una prueba no paramétrica, por lo que no requiere normalidad en los datos, ni que las muestras estén perfectamente balanceadas; este estadístico se utiliza para probar si los datos obtenidos provienen de la misma distribución poblacional, por lo que si la significación es menor que 0,05 indica que existen diferencias estadísticamente significativas entre los grupos (Ostertagová et al., 2014).
Resultados
En cuanto al factor de adaptación que evaluaba el cambio en la relación de pareja desde que inició la pandemia por Covid-19 en el contexto colombiano, se encontraron distribuciones similares entre los participantes que reportaron que la comunicación con su pareja mejoró (39,9%) y los que empeoró (36,9%); también entre los que informaron que el tiempo libre compartido con su pareja mejoró mucho (22,6%) y los que consideran que empeoró (21,8%). Se identificó que, ante la distribución de actividades domésticas con la pareja, la mayor proporción de la muestra evaluada manifestó que se mantuvo igual (47,4%), en tanto que sólo 4,5% señaló que empeoró. La violencia verbal fue la más cometida y sufrida por los participantes en la relación de pareja (Tabla 2).
Tabla 2 Tipos de violencia de pareja, tanto en el modo de recibir como de cometer, reportados
| Categoría de la violencia | N=133 | % |
|---|---|---|
| Física | ||
| Cometida | 26 | 19,5 |
| Recibida | 26 | 19,5 |
| Verbal | ||
| Cometida | 111 | 83,5 |
| Recibida | 110 | 82,7 |
| Relacional | ||
| Cometida | 29 | 21,8 |
| Recibida | 35 | 26,3 |
| Sexual | ||
| Cometida | 38 | 28,6 |
| Recibida | 52 | 39,1 |
En cuanto a los síntomas psicopatológicos reportados por la muestra de adultos, los síntomas de somatización son los que más han experimentado en 40,6%, seguidos por depresión con 37,6%, psicoticismo con 36,1% y ansiedad fóbica con 32,3%. En relación con la conducta suicida, los participantes informaron que en los últimos 12 meses el 14,3% había pensado seriamente en la posibilidad de suicidarse, el 7,5% había pensado en un plan, el 4,5% lo había intentado una vez y el 0,8% lo había intentado entre dos o tres veces.
Los participantes que reportaron haber intentado suicidarse una vez en los últimos 12 meses también informaron que su relación de pareja había empeorado mucho durante el periodo de pandemia en comparación con los que no habían intentado. Igualmente manifestaron que habían cometido (dos o tres veces) y recibido (una vez) más violencia física y verbal (dos o tres veces) en su relación de pareja (Tabla 3).
Tabla 3 Comparaciones entre haber intentado suicidarse en los últimos 12 meses, y situaciones que empeoraron mucho con la pareja y haber o no cometido y sufrido violencia de pareja en adultos en el contexto de pandemia por Covid-19
| Participantes que en los últimos 12 meses habían intentado suicidarse | M | SD | H | gl | p |
|---|---|---|---|---|---|
| Sumatoria de situaciones que empeoraron mucho con la pareja | 11,636 | 2 | <0,001 | ||
| Ninguna | 64,21 | 3,33 | |||
| Una vez | 115,08 | 3,49 | |||
| Dos o tres veces | 130,00 | 2,12 | |||
| Violencia física cometida | 6,369 | 2 | 0,041 | ||
| Ninguna | 65,71 | 2,82 | |||
| Una vez | 86,75 | 3,00 | |||
| Dos o tres veces | 111,50 | 1,41 | |||
| Violencia física recibida | 10,243 | 2 | 0,006 | ||
| Ninguna | 65,50 | 2,63 | |||
| Una vez | 100,75 | 2,81 | |||
| Dos o tres veces | 54,00 | 4,24 | |||
| Violencia verbal recibida | 7,898 | 2 | 0,019 | ||
| Ninguna | 64,82 | 5,96 | |||
| Una vez | 103,67 | 6,12 | |||
| Dos o tres veces | 121,50 | 6,36 | |||
En función del estado civil, los adultos que estaban separados y en unión libre reportaron más síntomas psicopatológicos de somatización, obsesión compulsión y depresión durante el periodo de pandemia, en comparación con los que se encontraban solteros. Igualmente manifestaron que habían recibido violencia relacional y habían cometido violencia sexual en su relación de pareja (Tabla 4).
Tabla 4 Comparaciones entre estado civil y síntomas psicopatológicos y haber o no cometido y sufrido violencia de pareja en adultos en el contexto de pandemia por Covid-19
| Estado civil | M | SD | H | gl | p | |
|---|---|---|---|---|---|---|
| Síntomas psicopatológicos | ||||||
| Somatización | 12,426 | 3 | 0,006 | |||
| Separado | 81,01 | 9,98 | ||||
| Unión libre | 76,25 | 9,93 | ||||
| Casado | 49,05 | 9,74 | ||||
| Obsesión compulsión | 9,834 | 3 | 0,020 | |||
| Separado | 77,84 | 12,23 | ||||
| Unión libre | 58,58 | 12,23 | ||||
| Casado | 54,55 | 12,05 | ||||
| Depresión | 10,184 | 3 | 0,017 | |||
| Separado | 83,20 | 13,50 | ||||
| Unión libre | 59,59 | 13,48 | ||||
| Casado | 49,73 | 13,22 | ||||
| Violencia de pareja | ||||||
| Violencia relacional recibida | 10,860 | 3 | 0,013 | |||
| Separado | 95,50 | 1,82 | ||||
| Unión libre | 63,20 | 1,81 | ||||
| Casado | 59,95 | 1,85 | ||||
| Violencia sexual cometida | 8,128 | 3 | 0,043 | |||
| Separado | 88,90 | 1,63 | ||||
| Unión libre | 67,37 | 1,62 | ||||
| Casado | 74,36 | 1,73 | ||||
Según la Tabla 5, los participantes que tenían niveles educativos más bajos, de básica primaria, informaron haber cometido y recibido más violencia física, así como haber recibido violencia sexual en su relación de pareja, en comparación con adultos de mayor escolaridad. No hubo diferencias entre los grupos en los demás tipos de violencia recibida y cometida (Tabla 5).
Tabla 5 Comparaciones entre grado escolar actual y haber o no cometido y sufrido violencia de pareja en adultos en el contexto de pandemia por Covid-19
| Tipo de violencia | Grado escolar actual | M | SD | H | p |
|---|---|---|---|---|---|
| Violencia física cometida | 18,22 | <0,001 | |||
| Básica primaria | 130,25 | 1,41 | |||
| Básica secundaria | 61,80 | 2,93 | |||
| Técnico | 68,35 | 2,90 | |||
| Tecnólogo | 80,39 | 2,85 | |||
| Pregrado | 62,84 | 2,89 | |||
| Posgrado | 65,91 | 2,90 | |||
| Violencia física recibida | 13,06 | 0,023 | |||
| Básica primaria | 127,00 | 2,12 | |||
| Básica secundaria | 65,09 | 2,65 | |||
| Técnico | 67,65 | 2,72 | |||
| Tecnólogo | 74,89 | 2,67 | |||
| Pregrado | 62,60 | 2,61 | |||
| Posgrado | 66,34 | 2,72 | |||
| Violencia verbal cometida | 7,02 | 0,219 | |||
| Básica primaria | 102,50 | 3,53 | |||
| Básica secundaria | 62,61 | 5,48 | |||
| Técnico | 46,19 | 5,40 | |||
| Tecnólogo | 71,06 | 5,39 | |||
| Pregrado | 70,88 | 5,45 | |||
| Posgrado | 72,14 | 5,39 | |||
| Violencia verbal recibida | 8,68 | 0,122 | |||
| Básica primaria | 101,25 | 4,24 | |||
| Básica secundaria | 58,47 | 6,16 | |||
| Técnico | 47,85 | 6,07 | |||
| Tecnólogo | 71,47 | 6,02 | |||
| Pregrado | 74,76 | 6,11 | |||
| Posgrado | 69,95 | 6,05 | |||
| Violencia relacional cometida | 10,46 | 0,063 | |||
| Básica primaria | 120,25 | 1,41 | |||
| Básica secundaria | 64,21 | 1,89 | |||
| Técnico | 62,62 | 1,87 | |||
| Tecnólogo | 74,72 | 1,83 | |||
| Pregrado | 63,28 | 1,86 | |||
| Posgrado | 70,14 | 1,87 | |||
| Violencia relacional recibida | 9,09 | 0,122 | |||
| Básica primaria | 126,75 | 1,41 | |||
| Básica secundaria | 65,83 | 1,82 | |||
| Técnico | 64,46 | 1,87 | |||
| Tecnólogo | 66,39 | 1,84 | |||
| Pregrado | 64,00 | 1,79 | |||
| Posgrado | 71,30 | 1,87 | |||
| Violencia sexual cometida | 10,66 | 0,050 | |||
| Básica primaria | 114,25 | 1,41 | |||
| Básica secundaria | 60,69 | 1,70 | |||
| Técnico | 67,92 | 1,67 | |||
| Tecnólogo | 79,28 | 1,64 | |||
| Pregrado | 68,51 | 1,68 | |||
| Posgrado | 59,20 | 1,67 | |||
| Violencia sexual recibida | 15,20 | 0,010 | |||
| Básica primaria | 130,00 | 0,70 | |||
| Básica secundaria | 58,37 | 1,63 | |||
| Técnico | 60,85 | 1,49 | |||
| Tecnólogo | 78,89 | 1,58 | |||
| Pregrado | 73,07 | 1,61 | |||
| Posgrado | 57,05 | 1,49 |
Discusión
El objetivo del presente estudio fue identificar las variables sociodemográficas, psicopatológicas y adaptativas en adultos colombianos asociadas a la violencia de pareja en el periodo de pandemia. En primera instancia es importante señalar que la violencia verbal tanto cometida como sufrida fueron las que más se presentaron en este estudio. Así, se puede decir que, durante el periodo de pandemia, las parejas de adultos jóvenes involucradas en dicho tipo de violencia tendieron a expresar su malestar en la relación a través la utilización de un lenguaje emocional dirigido a humillar, ridiculizar, amenazar o denigrar al otro miembro de la pareja. Esto es consistente con estudios previos que han concluido que esta forma de malos tratos en las parejas de adultos jóvenes refleja una práctica normalizada de agresión verbal recíproca para afrontar los conflictos en la relación (Fernández-Fuertes et al., 2006; Martín & Villa Moral, 2019; Pazos Gómez et al., 2014; Sánchez Jiménez et al., 2008) y la perpetuación de un patrón de dominación y sumisión en la interacción de los miembros de la pareja (Lorente Acosta, 2020).
Estudios han dado cuenta de la manifestación de la violencia verbal y emocional en el periodo de pandemia muy asociados a eventos altamente estresantes que se han derivado de dicha situación (Molina Rico et al., 2022; Van Gelder et al., 2020). En otros estudios se documentó que la violencia de pareja se incrementó en el contexto de pandemia debido a dificultades de adaptación ante el Covid-19, ocasionadas por el aislamiento y problemas financieros que enfrentaron las parejas, ocasionadas de la disminución de ingresos económicos y pérdida de empleo, por el estrés generado por problemas de salud de alguno de los miembros de la pareja, por el trabajo bajo presión en ocupaciones esenciales, e inclusive por la convivencia forzada (Arenas-Arroyo et al., 2021; Berniell & Facchini, 2021; Cullen et al., 2020; Gupta, 2020). La interrupción en los servicios de salud y sociales derivados de las demandas de la pandemia y la disminución del acceso al soporte de los refugios o de las líneas sociales de ayuda, dificultaron el reporte oportuno de la violencia doméstica (OPS, 2020). Al respecto, Lorente-Acosta (2020) señaló que el confinamiento promueve la victimización principalmente en las mujeres y posibilita a los hombres a agredir para mantener el control.
En cuanto a las variables sociodemográficas relacionadas con la violencia de pareja, el estado civil separado y el de unión libre tuvieron una asociación con la violencia de pareja durante el periodo de pandemia, además de problemas psicopatológicos. Estos hallazgos concuerdan con lo documentado en otras investigaciones. Al respecto, Tan et al. (2020) encontraron que jóvenes solteros y en unión libre evidenciaron mayor intensidad de síntomas psicopatológicos. En otros estudios igualmente se demostró que ambos integrantes de la pareja tenían alto riesgo de evidenciar problemas de ansiedad por el miedo a contagiarse del coronavirus, lo cual generaba altos niveles de estrés que terminaban por expresar hacia la pareja en forma violenta (Babore et al., 2020; Doshi et al., 2021; Mazza et al., 2020).
Otra variable que se evidenció vinculada con los problemas de violencia de pareja fue el nivel educativo. En este sentido, se encontró que los adultos con más baja formación académica informaron haber cometido y recibido violencia física, así como haber recibido violencia sexual. Al respecto se ha documentado una relación entre bajos niveles educativos y violencia de pareja, dadas las dificultades de las víctimas para empoderarse y tener mayor autonomía en sus vidas, como también de tener mayores posibilidades de acceder a una fuerza laboral que les permita prevenir el estrés económico en la familia (Miranda et al., 2021; Valencia Londoño et al., 2021). También se ha constatado que los bajos niveles académicos dificultan asumir un comportamiento comprometido y afectuoso, y pueden reducir la conciencia del daño que generan los malos tratos en la pareja (Rayhan & Akter, 2021).
En relación con las variables psicopatológicas y su asociación con la IPV en pandemia, los adultos jóvenes evaluados que reportaron haber sufrido esta violencia, experimentaron más síntomas de somatización, depresión, psicoticismo y ansiedad fóbica. Respecto a los síntomas de ansiedad fóbica y somatización, la evidencia empírica llevada a cabo en el contexto del Covid-19 dio cuenta que estuvo asociada con el miedo a contagiarse del coronavirus, a enfermarse o morir, manifestaciones que los hacían más sensibles a tener conflictos con su relación de pareja (Budzyńska et al., 2021; Cullen et al., 2020; Mazza et al., 2020). Así mismo las pérdidas de familiares y personas cercanas derivadas del Covid-19 generaron duelos complicados en los sobrevivientes, adicionalmente se presentaron pérdidas económicas y laborales, así como los periodos de aislamiento prolongado y de dificultad para expresar las emociones y necesidades, los cuales llevaron a que las personas evidenciaran cuadros depresivos, aspectos que ponen en mayor riesgo de involucrarse en una dinámica de relación de pareja violenta (Babore et al., 2020; Eisma & Tamminga, 2020).
Adicional a lo anterior, se encontró, que los adultos que refirieron haberse intentado suicidar durante los últimos 12 meses, manifestaron que habían cometido violencia física y recibido violencia física y verbal en su relación de pareja, igualmente reportaron que su relación de pareja había empeorado mucho durante el periodo de pandemia. Estos resultados ponen en evidencia la interacción entre el control coercitivo en las relaciones de pareja y la conducta suicida (Banerjee et al., 2021; Wolford-Clevenger et al., 2016; Wolford-Clevenger & Smith, 2017). Igualmente denota el vínculo entre los niveles de adaptación de las parejas durante el Covid-19 y la calidad de su relación (Sachser et al., 2021), la cual se constituyen factores asociados a los malos tratos en la relación.
Los anteriores hallazgos coinciden con otros estudios llevados a cabo en diferentes países en el contexto de la pandemia en los que se reportó un incremento de la conducta suicida, especialmente en víctimas de IPV (Armitage & Nellums, 2020; Banerjee et al., 2021; Pandey et al., 2021; Torales et al., 2020). Esto denota que el riesgo de suicidio ha sido otro problema de salud mental que ha impactado a diferentes latitudes a nivel mundial y que se asocia a conflictos en las relaciones de pareja.
Una proporción de participantes que no evidenciaron IPV lograron un mejor ajuste en su relación a nivel de comunicación, tiempo libre compartido y distribución de actividades domésticas, lo cual coincide con lo reportado por Sachser et al. (2021), quienes hallaron en jóvenes alemanes un mejoramiento en la calidad de la relación de pareja durante el confinamiento. No obstante, documentaron que, en otros participantes involucrados en malos tratos en relación de pareja, hubo un deterioro en el vínculo romántico. Estos hallazgos también indicarían que durante la convivencia las parejas que muestran mejor ajuste en la relación son aquellas que establecen objetivos comunes que posibilitan darle un sentido a la relación (Flores Galáz et al., 2004); en tanto, aquellas que no lo hacen, tienen dificultades para adaptarse a los cambios que demandan eventos estresantes como la pandemia (Rozo Sánchez et al., 2022).
Los hallazgos del presente estudio indicaron que los jóvenes que tienen una mejor adaptación en la comunicación y el tiempo compartido, construyen y desarrollan estrategias de solución de problemas en pareja que aquellos que reportan fallas de ajuste en su relación (Lopera Echavarría, 2016). A su vez coincide con lo planteado por Blandón-Hincapié y López-Serna (2016) en el sentido que generan nuevas formas de construir y estar en pareja en medio de situaciones de incertidumbre y transitoriedad que derivan en la salud y el bienestar de cada integrante de la relación.
Consideraciones finales
Como conclusiones se puede decir que durante la pandemia por Covid-19 los adultos experimentaron una serie de síntomas psicopatológicos y dificultades de adaptación que pueden estar asociados a situaciones de violencia en la relación de pareja. Cuanto al estado civil, se resalta una mayor relación en adultos que estaban separados y en unión libre con mayor intensidad de síntomas de somatización, obsesión compulsión, depresión y ansiedad, así como perpetración y victimización de IPV. Los adultos con niveles de educación académicos más bajos informaron haber cometido y recibido violencia física y sexual que aquellos con más altos niveles educativos.
Los participantes que reportaron haber intentado suicidarse en los últimos 12 meses también informaron que su relación de pareja había empeorado mucho durante el periodo de pandemia. Igualmente manifestaron que habían cometido y recibido violencia física y verbal en su relación de pareja. La situación de pandemia puso a prueba las habilidades de adaptación de los jóvenes involucrados en una relación de pareja, en las cuáles se encontró jóvenes que lograron tener una mejoría en su relación de pareja, pero igualmente una proporción de la muestra que también reportó dificultades de ajuste.
Una limitación del estudio fue que se tuvo acceso a los participantes de manera remota, dadas las restricciones por el confinamiento presentadas al momento de aplicar los instrumentos. Además, la mayoría de los participantes fueron mujeres, dado que la muestra a la que se accedió eran estudiantes de ciencias sociales, que tienen más representación femenina. También se incluyó muestra específicamente de la ciudad de Bogotá y no de otras regiones del país donde hay diferencias culturales que podrían constituirse en otra variable sociodemográfica asociada a la IPV. Se requeriría para próximos estudios tener una muestra balanceada por género y por región, que permita tener una perspectiva más robusta de la perspectiva de la violencia de pareja por parte de hombres y de mujeres de diferentes zonas culturales de Colombia.
El panorama hallado en el presente estudio sugiere considerar, para futuras investigaciones, la necesidad de diseñar y evaluar la eficacia de programas de prevención con jóvenes dirigidos hacia el desarrollo de estrategias de afrontamiento para la gestión de las emociones, habilidades de comunicación y de solución de conflictos en la relación de pareja en periodo postpandemia. Al respecto, es importante considerar priorizar las acciones de prevención de la IPV en jóvenes de niveles educativos bajos y con menor ingreso socioeconómico, por cuanto fueron donde más se reportaron problemas de IPV.














